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Economía: teoría y práctica

versión On-line ISSN 2448-7481versión impresa ISSN 0188-3380

Econ: teor. práct  no.spe2 México  2009

 

Características estructurales de la crisis actual. Definiendo una nueva agenda para el cambio estructural

 

Etelberto Ortiz Cruz*

 

* Profesor de Macroeconomía y crecimiento en la UAM-X. Ha publicado recientemente un libro con una evaluación muy amplia sobre políticas de cambio estructural en la economía mexicana y otro sobre la actual recuperación de la teoría y política de J. M. Keynes.

 

RESUMEN

El trabajo adelanta una discusión sobre el carácter estructural de la crisis actual, enfatizando la forma en que la economía mexicana se articuló con la de los Estados Unidos de Norteamérica. Esta relación se funda en un fuerte amarre productivo–comercial, pero también en todo el encuadre de política macroeconómica, es decir, fiscal y monetaria. La crisis, entonces, pone en evidencia la debilidad del modelo de base además de las características propias del impacto global. El artículo explora algunos aspectos relevantes a las políticas de cambio estructural que ahora debieran ser consideradas, en oposición a la visión corriente de dichas políticas.

Palabras clave: política económica, desarrollo, reformas estructurales, México y Estados Unidos.

Clasificación JEL: 0, 01, 024.

 

ABSTRACT

The paper explores the structural character of the current crisis, with a strong emphasis on the way the Mexican economy got entangled with USA. This relationship finds its main ground on the productive and trade net, but also in the framework that macro policies, fiscal and monetary overwhelmingly defines the actual economic environment. This crisis shows the essential weakness of the economic model besides those introduced by the global crisis. The paper explores some of the relevant issues about structural reforms that now are necessary to overcome crisis, in open opposition to those discussed from orthodox views.

Key words: economic policies, development, structural reforms, Mexico and USA.

JEL Classification: 0, 01, 024.

 

I. ORIGEN Y FACTORES DETERMINANTES ESTRUCTURALES DE LA CRISIS

En un campo definido por las relaciones sistémicas del conjunto, no es posible concebir la exogeneidad de un componente cuyo comportamiento pudiera relacionarse con otros del universo analítico. Es el caso de la crisis actual. El hecho de que explote en un punto de ese conjunto es significativo respecto a componentes que atañen a toda la estructura y no podemos intentar una aproximación significativa únicamente desde elementos parciales. Por ello, es un ejercicio estéril pretender que esta crisis es "externa" respecto del universo económico en que México está inserto, es decir, del campo de la globalización.

El modelo económico dominante en que México ha estado inserto se puede considerar por un conjunto articulado que se define dada la relación interna y externa. Así, todo aspecto reviste una forma interna y otra externa, por ejemplo, en la producción tenemos la maquila y en su contraparte externa el outsourcing. Al modelo productivo corresponde uno laboral, distributivo, comercial, del todo complementarios y evidentemente en correspondencia con el modelo de canalización de inversión y de excedentes a partir del sistema financiero. Una representación simbólica podría ser la siguiente:

Se destaca que el conjunto se "amarra", por así decirlo, por la articulación monetaria–financiera. Este es un componente presente en la relación entre todos los aspectos, ya que es a partir de él que se articulan las decisiones de inversión, formación de precios, producción y evidentemente de canalización tanto de excedentes como de respaldo de los déficit. En consecuencia, toda situación en la producción, el comercio o el ambiente tendrá que encontrar una contraparte en el ámbito monetario–financiero.

Sin embargo, esta sería una representación incoherente si no da cuenta del hecho de que en realidad el contexto no sólo se ve en la esfera económica, sino que de hecho también se da en un contexto social que le proporciona contenido.

Se parte de una percepción general de que la crisis que ahora se enfrenta reviste tres características esenciales:

• Es una crisis del modelo mismo, en tanto reviste características que se han ido presentando desde hace muchos años en términos de muy bajo crecimiento y una incapacidad de la economía para resolver los problemas sociales esenciales. En ese sentido, es una crisis con fuertes elementos estructurales que surgen tanto de las relaciones internas como externas.

• El contexto de la economía mundial ha cambiado de manera radical en los pasados 25 años. Hay nuevos actores dominantes con características atípicas. La economía mundial parece aglutinarse en tres grandes centros hegemónicos, con capacidades diferenciadas y una gran interdependencia.

• La crisis global es percibida como una crisis estructural, razón por la que todos los actores económicos y políticos significativos están reelaborando sus posicionamientos de política económica. Por tanto, lo único claro es que todos están cambiando y no podemos quedarnos en la misma posición, pues la aproximación de política en el conjunto es asimismo cambiante.

En las crisis se identifican históricamente tres momentos:

1) El primero es un largo proceso por el cual algún desequilibrio esencial es acumulado, sin que los mecanismos comunes de ajuste a partir del mercado lo puedan resolver. En México siempre ha estado asociado con la sobrevaluación cambiaria, según la experiencia. Ahora, adicionalmente aparece por una persistente sobrevaluación de los precios de activos financieros. Se podría decir que ambos muestran que los mercados de capitales pueden acumular desequilibrios esenciales sin que se puedan corregir por medios propios.

2) El segundo aspecto está contenido en el primero y es que siempre aparece algún detonante que muestra que los desequilibrios básicos en la economía no se pueden sostener de manera ilimitada. Éste suele aparecer como ajustes violentos, por ejemplo, devaluaciones violentas y profundas, caída de las bolsas de valores, crisis financieras, etcétera.

3) El tercero es una secuencia de situaciones que pueden generar un proceso de contagio y reproducción de los desequilibrios en otros mercados o agentes sociales, que se pueden acumular en una recesión de mucha mayor duración, e impactos de largo plazo. Se presume que sí se pueden identificar estos efectos de contagio y por tanto diseñar medidas de política económica que permitieran reducir la duración de la crisis y sus impactos indeseables. El problema entonces es poder generar una salida razonable sin costos sociales tan onerosos.1

Los dos primeros puntos pueden abonar al análisis de las causas y detonantes de la crisis. También presentar aquellos aspectos que, en los desequilibrios permanentes y que se han acumulado, muestran los puntos críticos que coadyuvan a un comportamiento esencial en la crisis. Éste sería el caso de los desequilibrios de la balanza de pagos. Si la preocupación es con la coyuntura, el momento actual nos ubica en el tercer punto y la reflexión sobre los dos primeros tan sólo sería relevante en tanto permita afinar el análisis de las opciones viables. La percepción es que algunos componentes iniciales de la crisis actual tienen que ver con características estructurales, con un largo proceso de gestación. Se destaca así que las políticas ahora indispensables para lograr estabilizar la economía serían un conjunto de reformas estructurales que deben permitir que la economía mexicana retome un cauce de crecimiento estable a un nivel adecuado para generar empleos de calidad.

Los elementos determinantes estructurales de la crisis entonces se encuentran en los fundamentos del modelo que han ido acumulando desequilibrios, sin que se hayan podido resolver ni por el juego de los mercados ni por políticas que responden a las circunstancias. La percepción e hipótesis básica de este trabajo es que los factores determinantes estructurales se encuentran ubicados en el modelo de producción y comercio de base, el modelo de la "maquila–outsourcing" -en adelante M-O- y su engrane financiero.

La doble caracterización interna y externa reviste todos los aspectos mencionados, y en nuestro caso se destaca que su principal determinante es la relación con los Estados Unidos, por ejemplo en los siguientes aspectos:

El cuadro 1 se elaboró con base en una muy amplia y extensa investigación empírica sobre los sectores productivos, comerciales, financieros, fiscal, de política monetaria y financiera en la economía mexicana, la cual se encuentra en Ortiz (2007). No se presentan en este texto dichos elementos tanto por la brevedad exigida para un artículo, como porque aquí se está explorando un análisis sobre la visión estructural y la crisis que nos parece ahora necesario diferenciar.

Pudiera parecer sorprendente el acento en la relación con la economía estadounidense y no en el "mercado internacional", como es usual hacerlo. La razón es que hay un cúmulo de razones que explican que la inserción de la economía mexicana no se relaciona con esa entidad abstracta entendida como "mercado internacional", sino que tiene características peculiares que la hacen específica en su relación con la economía estadounidense. Prueba de ello es que la liberalización del comercio internacional empieza en 1985, pero para la mayoría de los autores la percepción es que en realidad se completa hasta el momento de la firma del TLC. En México esto se discutía en los años ochenta con el argumento de que más valía estar a "la cola del león" (es decir los Estados Unidos) que pretender ser cabeza de ratón (es decir, algo parecido al proyecto de un modelo "nacional" de desarrollo). Lo cierto es que la economía mexicana se somete a la dinámica de la economía estadounidense, desde "la cola del león", en un ciclo dominado en parte por el comercio y en buena medida por la política monetaria. El análisis de la crisis y de las opciones de políticas nacionales de desarrollo requiere entonces considerar de manera clara esta particularidad.

La crisis ha mostrado la debilidad de la estructura en cuanto a la relación con los EUA en diversas formas. El cuadro 2 busca relacionar las formas de expresión de la crisis en los dos espacios, el nacional y el externo en cuanto el de la economía estadounidense.

No se puede dejar de señalar que la caída de la demanda en los EUA empezó desde 2005, pero sólo hasta este año se proyecta como caída de las importaciones, quizás esto sea a raíz del aumento del precio del petróleo y la ya abierta recesión.

¿Cuáles son las opciones para la economía mexicana cuando la actividad de las maquiladoras se ha reducido hasta 50% en los meses pasados? La demanda interna no puede ser, pues ésta también se ha colapsado hasta 35%. El problema es que la liga con la economía estadounidense es definitiva y no es cierto que el entramado productivo comercial, con base en el modelo M–O, nos permita enlazarnos con otros mercados sino en forma muy marginal. Evidencia de ello es que con esos otros mercados es justo que tenemos el mayor déficit comercial.

Por lo pronto, frente a la crisis, el Banco de México considera que la perturbación que debe combatir es la inflación, cuando en la economía estadounidense predomina la tendencia a la deflación, y en México el ajuste nominal en precios no alcanza los dos dígitos. Para ello, el Banco de México (BM) no ha dudado en endeudar de nuevo al país de manera muy importante, tan sólo para mantener sobrevaluado el peso, confundiendo así cuál es el desequilibrio fundamental. A nuestro juicio, es el desequilibrio creciente en la balanza de pagos, en tanto que el Banco de México considera que es el potencial de inflación de una devaluación que ya se había absorbido. Resulta absurdo e innecesario que el BM no regresara al nivel de sobrevaluación de noviembre de 2008, cuando la estimación del mismo BM y de la SHCP para el déficit en cuenta corriente en 2009 es de 24 mil millones de dólares. Pareciera que SHCP y Banco de México estuvieran trabajando afanosamente por recrear un escenario equivalente al de 1994.

 

II. CARACTERIZACIÓN ESTRUCTURAL

La idea de una caracterización estructural responde a la intención de acercarnos a una representación desde la cual sea posible discutir los aspectos normativos de políticas para el cambio estructural, de acuerdo con las condiciones ahora imperantes.

Una forma de argumentación que ha sido popular en economía es presentar un conjunto de comportamientos como aquellos que dan la pauta de interpretación dominante del conjunto, que denominaremos "los hechos estilizados" del modelo. Su relación más importante será con los factores determinantes del escaso crecimiento prevaleciente por 25 años y que constituye el aspecto determinante de la forma de la crisis en este espacio económico nacional, es decir, lo estructural de la crisis actual. Estamos buscando poner nombres más precisos a las flechas dobles de interrelación de la gráfica 1 para destacar la forma en que aparecen comportamientos esenciales. Tomemos como punto de partida una representación de la interdependencia (véase Ortiz, 2007, gráfica 1).2

La caracterización dominante que hacemos para cada componente en los renglones correspondientes de la primera columna abarca los elementos en cada subconjunto y las relaciones que se hacen con el resto, que se anotan en la segunda columna del cuadro 3.

La forma de interacción del conjunto es extremadamente compleja, pero recrea una especie de "círculo vicioso del estancamiento". Esta condición no se resuelve con más ahorro, ya que de hecho lo vemos desplazado, sobreestimulando una economía que crece por el estímulo del consumo y poco por la inversión productiva.

Este encuadre estructural y de política tarde o temprano irá generando una nueva crisis, que podría explotar por tres lados: el fiscal, el de la tasa de cambio y el del muy bajo crecimiento del empleo productivo. El impacto de la crisis parecería reducirse a la brutal contracción de los ingresos externos por la caída de las exportaciones petroleras y de maquilas, por la reducción de las remesas de trabajadores y por la consecuente contracción de los ingresos fiscales. La reducción del empleo ha desembocado en realimentar un proceso social en franco deterioro. Pero si bien el detonante aparece en el exterior, la forma en que se expresa es magnificando los efectos en los sectores en los que ya se habían generado grandes restricciones que podemos llamar estructurales.

Se podría también decir que la forma en que se presentan estos comportamientos no son ajenos a aquellos que dispararon la crisis global. Pero como suele ocurrir en todas las crisis, algún desequilibrio desde el mercado de capitales que resulta insostenible la dispara, aun cuando no necesariamente el desequilibrio es primario. Es el caso de la caída del mercado de valores, que en México tiene un impacto reducido en el proceso de financiamiento.

 

III. ¿QUÉ SALIDAS DE LA CRISIS SE PUEDEN GENERAR? O ¿CÓMO ROMPER CON EL "CÍRCULO VICIOSO DEL ESTANCAMIENTO"?

Hacemos notar que se habla de salidas en plural pues al menos hay dos pistas claramente imaginables:

a) Una pista baja (low road), que consiste en tratar de volver al mismo programa predominante antes de la crisis, con algunos pequeños ajustes en el sector financiero internacional.

b) Una pista alta (high road), que se define por atacar de manera radical algunos puntos críticos en el círculo vicioso del estancamiento en que nos encontramos.

Se podría incursionar en una larga lista de políticas que serían consecuentes con una u otra alternativa. De hecho, hay variedad de trabajos en los que se encuentra un análisis coherente de los puntos a relevar. Pero en este escrito no lo haremos porque nos parece más importante discutir los puntos críticos desde los que es necesario examinar el rompimiento del "círculo vicioso del estancamiento". Esto, como cualquier otro análisis, necesariamente es una interpretación respecto a los componentes dinámicos del modelo de base, que raramente se han establecido con precisión y aquí haremos un ensayo de acotamiento de esos problemas. El punto de vista que adoptamos es considerar como límites estructurales aquellos aspectos que se repiten en los diversos elementos que estamos considerando. 

1. Baja productividad del trabajo

Por ejemplo, el componente crítico que incide en todos los aspectos es el lento o nulo crecimiento de la productividad del trabajo, el cual se asocia con la sobre valuación cambiaria, con los términos de inserción productiva–comercial y con el pobre nivel de financiamiento. La inserción "globalizada" que se ha logrado es la más limitada concebible: la de procesador secundario con base en mano de obra barata, que se encuentra muy lejos de tener acceso a procesos que requieran un desarrollo tecnológico propio. Así, la exportación manufacturera es incapaz de generar altos niveles de valor agregado.

Con frecuencia se acusa a los trabajadores del pobre desempeño de la productividad, sin embargo, esto esconde un prejuicio más que una observación fundada. En el sistema capitalista, los responsables del desempeño productivo son los que encabezan el proceso económico, es decir, por definición son los empresarios. La precarización del trabajo no lo resuelve y tan sólo proporciona una salida ficticia en tanto que no empuja en la dirección del desarrollo competitivo capitalista, que debe de estar asociado con el desarrollo de las fuerzas productivas a partir del desarrollo tecnológico y organizacional.

El avance productivo hacia procesos más avanzados requiere no sólo de más y mejor capacitación de la fuerza de trabajo, también exige que los trabajadores asuman una parte de la dirección del proceso productivo, como es bien conocido en muchos países desarrollados. Por ello, mayor productividad, y en consecuencia competitividad, van de la mano con un proceso de desarrollo social que reconoce un amplio desempeño de los trabajadores en la dirección y realización tecnológica, organizacional y empresarial.

A su vez, el lento crecimiento del ingreso incide en el bajo nivel de recaudación tributaria y en consecuencia en la incapacidad del Estado para intervenir con políticas de desarrollo adecuadas. 

2. Política monetaria inadecuada

Si lo abordamos desde el pobre desempeño del sector financiero para generar el impulso de financiamiento, nos encontramos que el vector de política monetaria nuevamente incide en por lo menos dos formas: la sobrevaluación cambiaria induce a un ámbito adverso en contra de los productores locales, que no se reduce a ajustes de corto plazo sino que se convierte en una condición permanente que favorece un patrón de intercambio de las maquiladoras pero daña a los productores orientados al mercado local, pues premia las importaciones y daña las exportaciones con base productiva local. La segunda forma en que incide negativamente es que el Banco de México ha definido un modelo de política monetaria que no sólo descansa en fijar la tasa de interés de referencia y la tasa de cambio, sino que además establece una restricción sobre el volumen de crédito neto a la economía que ciertamente restringe la actividad financiera y productiva y es de dudosa incidencia en el control de la inflación. Esto ocurre a pesar de que al parecer el gobierno está cediendo el muy importante volumen de señoreaje que sería consecuente con el crecimiento efectivo de M1 o M 2. La asignación de crédito no responde a las posibilidades de impulsar proyectos de desarrollo productivo y está centrado mayormente en la circulación de deuda pública, que es el mejor de los negocios, prácticamente sin riesgo, y en el financiamiento refaccionario de corto plazo. 

3. Regresión del sector financiero

El Banco de México conduce una política monetaria siempre en busca de atraer ahorro externo. Entre más se empeña en ello, más destruye el ahorro interno. Por eso, cada vez está más restringido a buscar recursos externos en detrimento de las capacidades de generar crédito interno, el cual a su vez es severamente restringido. Así, el sector está sobreprotegido para mantener políticas oligopólicas. La estructuración del sector hace que las empresas grandes y transnacionales se puedan endeudar fuera a tasas del mercado internacional, dejando al resto expuesto a tasas muy altas o a un sistema en el que priva la usura. El sector otorga menos crédito de lo que recibe en depósitos y su función más importante está en circular la deuda pública. La mayor profundidad financiera descansa en el ahorro de los trabajadores y en nada en el llamado proceso de financiarización. Por ello, en este aspecto se observa una clara regresión funcional y no sólo porque en el mercado predominen empresas que se volvieron filiales internacionales ajenas a los capitales radicados en México. 

4. Incapacidad fiscal del Estado

El cuarto aspecto que incide en numerosos aspectos del problema es el extremadamente pobre nivel de la recaudación directa. En este sentido, después de 38 años de discutir reformas fiscales por diferentes gobiernos, la realidad es que encontramos una regresión. Los pasados 12 años han sido los peores. La recaudación directa, ISR e IVA han disminuido como proporción del pib en tanto el fisco se ha sostenido con base en las ganancias petroleras. No es raro que estas últimas estén sujetas a los vaivenes del mercado internacional, pues ha ocurrido muchas veces, al punto que presenta un ciclo que se puede advertir como previsible. La precariedad de los ingresos fiscales ha conducido en algún momento a racionalizar las actividades del gobierno y podríamos considerar que estuvo bien eliminar subsidios injustificables. El problema es que también indujo a restringir las responsabilidades del estado en campos que ahora están en crisis, particularmente por sus numerosas repercusiones a lo largo de la sociedad. Nos referimos a un sector educativo que no ha crecido ni se ha reforzado en calidad para responder a las exigencias de una economía con capacidades competitivas, a una falta de políticas de desarrollo científico y tecnológico que ya está probado que el sector privado en México es incapaz de desarrollar. A un sector salud que está rebasado por las condiciones de pobreza que continúan creciendo y que no sería improbable que entrara en crisis, con situaciones críticas como la pandemia del virus A(H1N1). Pero igualmente tendríamos que observar en ello la crisis de seguridad que se ha detonado en los últimos años y que el aparato de Estado es incapaz de enfrentar no sólo por falta de recursos sino por falta de legitimidad. 

5. Despropósito de la política comercial

El entorno de la política comercial ha resultado favorecedor de un sector terciario que crece muy rápido, pero que no necesariamente genera estímulos de crecimiento al resto de la economía. Al parecer, el encuadre que han generado los tratados comerciales tiene más en mente estimular el comercio que la producción con alto contenido de valor agregado.

Resulta así que es preferible sacrificar oportunidades de crear ingresos a enfrentar con claridad las políticas desleales que los socios comerciales con frecuencia están endosando. En esto bien puede incidir el ámbito de corrupción e incompetencia del sector público, pero es algo más. Técnicamente aparece como el muy elevado coeficiente de elasticidad–ingreso de las importaciones, pero en éste se reflejan debilidades en la pobreza del enfoque de política industrial y de desarrollo tecnológico. La visión que predomina y el entorno que define el TLC no responden a las necesidades y capacidades del desarrollo productivo del país. El caso más dramático al respecto es el del sector agropecuario, en el que no se han considerado los enormes costos sociales de la apertura. 

6. Irresponsabilidad social respecto al desarrollo del ambiente

Por mucho tiempo se ha permitido de mala manera que los agentes sociales y productivos puedan hacer que repercutan sus desequilibrios en el ambiente. La estimación de que todos los años los costos ambientales son del orden de 20% del PIB no es marginal. En esto incide un Estado que por no hacer una reforma tributaria como es necesario prefiere actuar como rentista sobreexplotando un recurso no renovable o bien ignorando los problemas que la expansión urbana y los abusos de los productores han generado en el sistema nacional productor de agua. En este fenómeno se conjuga que las estrategias empresariales pueden considerar como opción el no introducir las reformas tecnológicas necesarias para resolver los problemas ambientales, una especie de selección adversa. Esto evidencia la incapacidad del Estado para hacer cumplir la ley, pues permitir transferir costos ambientales no es un factor coadyuvante en la búsqueda de financiamiento ni en el desarrollo del mercado en el nivel global. El hecho es que este factor se puede tornar en una especie de "sumidero" o epifenómeno en el que las debilidades del conjunto del modelo van acentuando problemas de todo tipo.

Si colocamos todo esto en un diagrama de interdependencia general, los puntos críticos se pueden reducir a cuatro, que pueden conducir a romper el círculo vicioso del estancamiento. Para ello es indispensable actuar simultáneamente en las siguientes cuatro condiciones:

1) Un modelo de inserción de los sectores productivos en la economía mundial. Esto se ha de entender como un proceso de integración productiva a partir de políticas que induzcan el reeslabonamiento interno del sector productivo, fundado en el desarrollo laboral y del capital humano, ciertamente asociado con el desarrollo tecnológico. Todo esto claramente orientado a crear capacidades productivas y tecnológicas propias que permitan un desempeño en productividad que no esté acotado por las estrategias de las empresas transnacionales. En realidad, se trata de un amplio y bien fundado proceso de desarrollo social, tecnológico, empresarial, educativo y laboral. Con todas las diferencias del caso, un criterio equivalente para el sector agropecuario conduce a reafirmar la urgencia de la soberanía alimentaria con base en el desarrollo del sector agropecuario y de la economía campesina.

2) Una reforma al marco de intervención del banco central en su definición de la política monetaria. El Banco de México no puede continuar pretendiendo que sus acciones de política monetaria sean neutrales en forma alguna. La política monetaria tiene incidencia en los precios reales, en la asignación de recursos, en el nivel de crédito e inversión y en la recaudación fiscal. Todo esto es determinante del crecimiento de la productividad efectiva que se realiza para el país, por tanto, de la rentabilidad real. Sin lugar a dudas su acción incide en la distribución del ingreso, por ello, debe dejar de premiar la especulación financiera.

3) Una reforma fiscal que permita romper con el estrangulamiento fiscal. Es de la mayor urgencia realizar ésta, sin la cual no se pueden generar políticas de desarrollo tecnológico e industrial, de desarrollo social y capital humano, y de desarrollo e integración social. Se tiene que cambiar la estructura y nivel de los ingresos tributarios de base, así como transformar el nivel y calidad del gasto. El gobierno vive en la paradoja de un déficit público aparentemente ínfimo, pero con un proceso de endeudamiento tan acelerado que hace prever ya una fragilidad fiscal extrema, que bien puede desembocar en una crisis fiscal.

4) Un cambio en los parámetros de acción del sistema financiero. Sin éste, no habrá forma de generar capacidad de reacción. Es urgente frenar la acción oligopólica del sector financiero y establecer con toda claridad la exigencia de generación de crédito al sector productivo. Bajo ninguna condición es aceptable que se siga empujando a las empresas a endeudarse en moneda extranjera debido al estrangulamiento del crédito interior. Es urgente propiciar el desarrollo financiero, financiando a la economía, sin que ello conduzca a convertirlo en una "economía casino" incapaz de generar recursos para el desarrollo.

 

REFLEXIONES FINALES

En México, al igual que en el resto de América Latina, el crecimiento y el desarrollo provienen de saber conjugar los elementos de una inserción productiva interna–externa inteligente y de una política macroeconómica que descansa en responder con claridad a los requerimientos propios de cada modelo. El encuadre del modelo ortodoxo ya mostró sus limitaciones y a todas luces ha fracasado para generar una vía de mejoramiento del nivel de vida de sus habitantes. Quizás la mayor debilidad aparece en que se acentuaron dos visiones que debilitaron drásticamente el modelo: en la inserción productiva comercial, el pensar que el modelo requería de un solo "motor", el externo; y que el encuadre macroeconómico tan sólo requería una orientación, la de muy baja inflación. Paradójicamente, por ello tampoco pudo lograr una solución medianamente razonable entre la inserción global y las condiciones de estabilidad macroeconómica. De hecho el país de América Latina que ya hace muchos años ha ido presentando uno de los niveles más bajos de crecimiento, es el que ha estado más comprometido con cumplir con las exigencias del modelo ortodoxo, es decir México.

La única vía para establecer una salida de la crisis razonablemente estabilizadora es la de enfrentar ya la urgencia de una agenda de cambios estructurales como los aquí señalados. No los del consenso de Washington.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Bernanke, B., y M. Gertler, (2001), "Quantitative Policy Implications of New Normative Macroeconomic Research. Should Central Banks Respond to Movements in Asset Prices?", American Economic Review. Papers and Proceedings, páginas. 253–257.

Ortiz, Etelberto (2007), Políticas de cambio estructural en la economía mexicana. Evaluación y perspectivas para un nuevo proyecto de nación, Colección Teoría y Análisis, UAM–Xochimilco, México.         [ Links ]

 

NOTAS

1 En un artículo ya clásico, B. Bernanke (2001) analizaba que el principal problema que enfrentaba la teoría económica era descubrir cómo desinflar los precios de activos financieros sin provocar una grave recesión.

2 Esta elaboración descansa en un amplio trabajo de exploración y ordenamiento empírico, que por su vastedad no se precisa aquí pero que se puede consultar en diversos trabajos, en particular en Ortiz (2007).

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