Emergencia del Periodismo Cubano Independiente en Línea
Este artículo tiene como objetivo analizar el modo en que las estrategias de trabajo del periodismo independiente cubano en línea permiten conectarlo con formas de acción contenciosa frente al poder. A través de entrevistas a periodistas de medios digitales independientes se conocerán las estrategias que siguen para llegar al público, pese a las carencias y limitaciones de acceso a la red en Cuba. Al referirnos aquí al periodismo independiente cubano aludimos a los nuevos medios que han surgido en Internet en las últimas dos décadas y la labor que se realiza desde ellos. Con esa denominación los distinguimos de los medios estatales, que siguen las directrices del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y mantienen una política informativa basada en el modelo de la prensa socialista soviética.
Definimos como acción colectiva contenciosa a todas aquellas prácticas y estrategias que se desarrollan fuera de los márgenes institucionales avalados por el poder y en abierto desafío a la normatividad vigente. Estas formas de acción se generan dentro del país de forma ilegal, atomizada y con discretas repercusiones en el entorno nacional y su desarrollo discurre en una zona entre la represión y la tolerancia controlada. Los espacios simbólicos de participación y las demandas que se generan desde estas formas de acción colectiva enfrentadas a los intereses del Gobierno están relacionados con los derechos humanos y las libertades políticas y sociales. Su carácter contencioso no es siempre explícito o asumido por los actores que las generan, pero invariablemente representan un contrapoder frente al Gobierno.
Una actividad contenciosa fundamental por sus reivindicaciones y visibilidad es el periodismo independiente, cuya labor, tanto en el espacio físico como en el virtual, desafía el control estatal sobre lo público y como disrupción constante interviene en la configuración de ese ámbito en la isla. Los periodistas independientes desarrollan su labor como parte de la sociedad civil no reconocida por el Estado y en enfrentamiento a las normas que punen las actividades que desempeñan.
La emergencia del periodismo independiente en Cuba coincide con una diversificación de la sociedad civil del país, tras la reforma económica y la reforma constitucional de 1992, que propiciaron nuevas formas de asociación vinculadas a nuevos tipos de solidaridad y a modos no estatales de solución a los problemas cotidianos. Grupos como organizaciones no gubernamentales (ONG), asociaciones religiosas y movimientos comunitarios fueron asimilados por el poder, que no veía en ellos un desafío a su autoridad. Pero no ocurrió lo mismo con los grupos defensores de derechos humanos, las bibliotecas independientes y la prensa independiente, organizaciones no toleradas por el Estado (Bobes, 2007, 2013).
Dos medidas gubernamentales que flexibilizaron el acceso a la comunicación pública y con ello favorecieron la creación de nuevos medios independientes en línea fueron, primero, la legalización de la compra de líneas de telefonía celular en 2008, antes vedada a ciudadanos nacionales; y luego, el aumento paulatino del acceso a Internet. Esto ha facilitado que se generen desde Cuba espacios alternativos para la información y la deliberación de asuntos públicos en el contexto digital, ha impulsado la conexión de periodistas independientes con medios de comunicación y otros actores en el exterior, a la vez que permite que quienes están conectados desde la isla se informen y participen en debates que ocurren en un espacio público transnacional.
Los cibermedios cubanos no estatales dan cuenta de la emergencia en el espacio virtual de publicaciones que se presentan como alternativas a la comunicación generada desde el poder. Se trata fundamentalmente de espacios informativos, ya sean diarios, semanales o de otras frecuencias de actualización, pero centrados en generar materiales periodísticos, con la temática cubana como prioridad. Algunos han sido creados desde fuera de Cuba y otros desde dentro, pero en todos los casos mantienen corresponsales en la isla. Mientras, el 50% tiene oficinas o redacciones en ciudades extranjeras como Miami, Valencia y la Ciudad de México y están integrados por equipos de trabajo pequeños, que en muchos casos no rebasan la docena de empleados o colaboradores (Díaz Rodríguez, 2017).
Nuestra noción de periodismo independiente se nutre del abordaje al periodismo independiente en México realizado por De León (2018a), para quien el término periodismo alternativo o independiente permite diferenciarlo del producido por la industria mediática dominante.
Este término no significa periodismo de menor calidad, sino esfuerzos independientes de periodistas profesionalizados y articulados en red… en una búsqueda por reivindicar la función social del periodismo como vigilante del entorno para denunciar los abusos (De León, 2018 a, p. 149).
La referencia a una prensa y un periodismo independiente en Cuba no implica desconocer que estos proyectos cuentan con apoyos económicos provenientes de diferentes instituciones extranjeras -lo cual puede generar compromisos editoriales- y que deban responder a las demandas de ciertos mercados en los que comienzan a insertarse. Sin embargo, al ser medios que funcionan con independencia del Estado, generan nuevos relatos de la realidad social cubana y, en muchos casos, sus formas de autogestión y códigos de ética enfatizan la autonomía financiera y editorial.
Abordajes previos al entorno mediático cubano
El estudio del entorno mediático cubano y sus evoluciones en las últimas décadas permiten constatar cómo con la llegada del siglo XXI comienza la emergencia de nuevos actores de la información en la web y se pluralizan la esfera y el debate públicos, fundamentalmente a través de redes digitales (Díaz Rodríguez, 2017; Geoffray & Chaguaceda, 2014; Leyva & Somohano, 2008). Los medios cubanos independientes en línea2 comienzan a aparecer a partir de 2001 y puede apreciarse un auge entre 2014 y 2018 en la creación de estas publicaciones no estatales. Precisamente por tratarse de medios externos al sistema institucional revolucionario, algunos autores ya han reconocido su potencial disruptivo (García, 2018; Padilla et al., 2017).
Hay otros aportes a la comprensión de los cambios en el ámbito de la comunicación pública en Cuba a través de investigaciones que abordan temas tan diversos como el desarrollo de la blogósfera cubana y la participación y deliberación ciudadanas en esos espacios digitales (Boentes, 2015; Díaz, 2014), la configuración de lo público contencioso en un entorno transnacional mediado por la web (Celecia, 2019), las características de la producción informativa en cibermedios independientes cubanos (Somohano, 2019) y la producción, circulación y consumo de contenidos alternativos a los estatales por vías informales (Barrera, 2009; Cabrera, 2015; Concepción, 2015; Fonseca & Castañeda, 2015; Pertierra, 2011, 2012; Ramos, 2016; Rodríguez, 2019).
Dentro de los abordajes a la producción, circulación y consumo de contenidos no estatales que se apoyan en redes humanas y digitales destacan los trabajos dedicados al “paquete semanal”3 (Cabrera, 2015; Concepción, 2015; Fonseca & Castañeda, 2015; Pertierra, 2011, 2012; Ramos, 2016), los cuales coinciden en señalar una creciente preferencia del consumo informal sobre el estatal. Estos análisis atienden a los cambios generados a partir de la actualización del modelo económico cubano y el modo en que estos han incidido en la transformación del entorno mediático.
Los trabajos que han investigado tanto el periodismo independiente como el consumo de contenidos alternativos a los estatales permiten confirmar la penetración del consumo mediático informal en Cuba, traer a debate la asimilación de tendencias globales en cuanto a uso de tecnologías en el particular entorno cubano y apreciar la diversificación de actores que participan de la esfera pública. Es imprescindible, por tanto, explorar la dimensión política de estos procesos, a través de los cuales puede percibirse un desplazamiento del control estatal como productor y emisor de contenidos.
Por otra parte, encontramos la ausencia de abordajes sobre formas de contestación al poder en la isla desde la academia cubana. Las campañas de descrédito por parte del discurso oficial, durante más de seis décadas, hacia las diferentes formas de contención al poder en Cuba, unido a una fusión en el ámbito simbólico nacional que homologa patria, soberanía e independencia con el proyecto socialista de la Revolución (Bobes, 2007), tributan a la falta de legitimidad de los actores disidentes o incluso simplemente críticos del régimen político. También, en muchos casos, sus vínculos con el Gobierno de Estados Unidos4 han facilitado que se les asocie con intereses antinacionales, lo cual repercute en la producción de conocimiento desde la isla acerca del tema.
Comunicación, poder y pluralización de lo público
De León (2012) explica que lo público tiene sentido abstracto y conceptual y sus elementos constitutivos son las relaciones entre sus actores -que tienen lugar en espacios físicos y/o simbólicos- y las construcciones simbólicas que estas generan; mientras, las prácticas de intercambio simbólico realizadas en el espacio público se clasifican como comunicación pública. Por su parte, el espacio público político se construye cuando los temas de interés común sometidos a debate están relacionados con las competencias y el quehacer del Estado. No obstante, Del Palacio (1997) nos recuerda que:
El poder del Estado no es parte del espacio público, sino más bien su eterno contrincante… El espacio público, así, se encuentra entre el Estado y la sociedad y, en él, el público es el sostén de la opinión (pp. 124-125).
Esta noción apoya la idea de que, en el caso cubano, el periodismo independiente va a insertarse necesariamente en ese espacio público político en el que encuentra en el Estado a un adversario. Como actor que participa de lo público, el periodismo independiente asume tareas de crítica y vigilancia sobre el desempeño del Estado, lo que nos permite conectarlo con un modelo periodístico vigilante del entorno político, contrariamente a como sucede con la prensa estatal, que es parte del sistema, lo que determina una relación unívoca entre ambos (García, 2004; González, 2009) y la conecta con un modelo de periodismo oficialista.
Los modelos periodísticos -entendidos como tipos ideales que ayudan a comparar, organizar y sistematizar los hallazgos empíricos relacionados con el funcionamiento de los medios, sus posturas editoriales y sus relaciones con el poder- son asumidos aquí siguiendo la categorización de: oficialistas, vigilantes y alternativos. Los oficialistas reproducen una representación oficial del acontecer (Hallin, 2000); los vigilantes del entorno están distanciados del poder político y los periodistas realizan con su trabajo un constante escrutinio del ejercicio del poder (Waisbord, 2013); mientras el modelo militante o alternativo se observa cuando el periodismo se identifica con determinadas causas -políticas, sociales o de otra índole- y las defiende (Harlow & Salaverría, 2016; Waisbord, 2013).
Tras el triunfo de la Revolución cubana en 1959, los cambios abarcaron todos los ámbitos de la vida social, económica y política del país. En poco tiempo todos los medios de comunicación pasaron a convertirse en propiedad social y a ser controlados por la fusión Estado-partido que se produjo inspirada en el modelo soviético (García, 2004; Geoffray & Chaguaceda, 2014; Salazar, 2017). En la literatura que aborda al sistema de prensa cubano, el control externo de los medios se atribuye a tres motivos principales: el miedo a perder la hegemonía comunicacional, la necesidad de proteger a la Revolución de la propaganda extranjera y la adopción del modelo de prensa soviético (García, 2018).
Los cambios más notorios en el ámbito de la comunicación pública en Cuba se han producido desde mediados de los años noventa, a partir de los usos contestatarios de Internet (Geoffray & Chaguaceda, 2014), aunque los niveles de acceso a la red y sus altos costos5 para el ingreso medio implican que estos espacios sean poco accesibles para muchos. No obstante, la reciente comercialización de servicios de Internet en Cuba, en diferentes modalidades, ha incrementado considerablemente el número de usuarios.6
El sistema político es fundamental como estructura mediadora en la configuración de la relación poder/contrapoder. En ese proceso juegan un papel central los procesos comunicativos y de construcción de sentido y, por tanto, también los medios de comunicación. El modelo de gobierno determina el sistema de propiedad sobre los medios de comunicación y las características del sistema de prensa. De tal modo, el periodismo independiente resulta una anomalía en el sistema de medios cubano controlado por el Gobierno que continuamente busca constreñirlo.
Casi todos los medios emergentes cubanos han sido objeto de amenazas o cualquier otra forma de hostigamiento. Algunos periodistas radicados en Cuba han sido interrogados por el Departamento de la Seguridad del Estado y otros han sido acosados en las redes sociales por páginas y perfiles falsos o anónimos (Díaz Rodríguez, 2017).
Castells (2012) explica que “las relaciones de poder constituyen el fundamento de la sociedad porque quienes ostentan el poder construyen las instituciones de la sociedad según sus valores e intereses” (p. 22). El contrapoder entonces es la “capacidad de los actores sociales para desafiar el poder incorporado en las instituciones de la sociedad con el objetivo de reclamar la representación de sus propios valores e intereses” (Castells, 2012, p. 22).
Este investigador también nos recuerda que pocos sistemas perduran si se basan únicamente en la coacción e intimidación, de modo que la lucha de poder fundamental se desarrolla en torno a la construcción de significados, dado que esta es una fuente de poder más estable y decisiva. Mientras, ocupar espacios del poder como estrategia contenciosa hace que estos se carguen de poder simbólico en tanto espacios del poder invadidos (Castells, 2012). En este sentido, el periodismo independiente se ha apropiado de zonas del espacio público nacional y transnacional, recuperando y generando entornos para el abordaje de asuntos públicos y para el ejercicio de una función veladora del quehacer del Estado, que se convierten en espacios políticos a través de los cuales recuperar derechos.
En el caso cubano hay que subrayar la notable asimetría que existe entre el Estado y el resto de los actores que intervienen en el espacio público, el limitado acceso a la información, el poco debate sobre temas de interés colectivo y la ritualización de la participación. Se trata además de un contexto en el que medios tradicionales (estatales) y nuevos medios (no estatales), representan intereses, actores y discursos divergentes.
Una diferencia importante entre los primeros medios no estatales y los más recientes cibermedios independientes cubanos en Internet es la independencia que ostentan estos últimos, tanto del Gobierno como de los grupos antigubernamentales.7 Parte de ese nuevo periodismo, aunque aspira a transformaciones en el sistema político, no quiere ser relacionado con los tradicionales grupos defensores de derechos humanos, su retórica sobre democracia y sus lazos con Estados Unidos, por lo que buscan nuevos discursos para participar de lo público y transformarlo, así como nuevas formas de financiamiento. Eso podría favorecer el acercamiento con nuevos sectores de la ciudadanía, a la vez que amplía las narrativas del contrapoder en Cuba.
La acción colectiva contenciosa en Cuba
En Cuba la acción contenciosa contra el actual régimen político data desde el mismo triunfo de la Revolución en 1959 y ha transitado, a tono con los climas contenciosos a nivel global, del enfrentamiento violento a la lucha pacífica enfocada en la defensa de los derechos humanos. Svampa (2009) explica que la diversidad de expresiones de la acción colectiva no cabe dentro de un concepto general, sino que requiere del apoyo empírico para desarrollar nociones teóricas que expliquen experiencias puntuales.
En el caso cubano, la acción contenciosa no aparece como una explosión o una reacción social, multitudinaria, ante una situación de crisis, sino como un proceso lento y acumulativo que se nutre del descontento personal de actores puntuales que se suman a estas formas de activismo de manera consciente o que comienzan a desarrollar acciones con contenido político al margen de la institucionalidad. Entre las prácticas que componen el repertorio contencioso en Cuba están las estrategias de autocomunicación de masas adaptadas al contexto de desconexión a Internet, las denuncias ante organismos internacionales y las prácticas de comunicación y difusión de la información a través de redes humanas y tecnológicas atravesadas por prácticas transnacionales.
Aunque se trata de iniciativas acotadas y poco visibles hacia el interior del país, las diversas experiencias contenciosas permiten desarrollar un sentido de la democracia y la contienda frente al poder que se experimenta desde las prácticas. Estas experiencias refuerzan la tendencia a la participación política y pueden transformar a largo plazo la identidad social y los valores políticos de los participantes (Players, 2017). Las resistencias cotidianas al poder en la isla se expresan, por ejemplo, a través de las diferentes formas de consumo de contenidos alternativos a los ofrecidos por el discurso oficial, que se integran de una forma u otra a una red clandestina de difusión de información.
Diseño metodológico
Un análisis del periodismo independiente cubano permite poner en perspectiva las condiciones en que se desarrolla esta actividad en la isla, los elementos que la potencian y la limitan, acercarse a las formas de participación política que emergen en el contexto cubano actual, así como a los modos en que el poder les hace frente. Este trabajo deriva de una investigación más amplia centrada en la configuración de la comunicación pública del activismo contencioso en Cuba, un fenómeno en el cual el periodismo independiente es un actor fundamental. No obstante, aquí se recuperan únicamente los elementos metodológicos que contribuyen al presente objeto y que derivan de la combinación de un modelo de análisis empírico, bajo una perspectiva cualitativa.
Como objetivo general, se planteó analizar el modo en que las estrategias y demandas del periodismo independiente cubano frente al poder permiten conectarlo con formas de acción contenciosa, mientras que los objetivos particulares se definieron en función de examinar el modo en que los periodistas independientes asumen su rol profesional, así como de caracterizar sus prácticas de distribución offline de información y sus formas de participación en línea.
Para este estudio se empleó la entrevista en profundidad, realizada a ocho periodistas independientes8 que colaboran con (y/o dirigen) los medios cubanos no estatales: El estornudo -una entrevistada-; Diario de Cuba - cinco entrevistados, uno de los cuales también ha sido colaborador de 14yMedio-; Cubanet -un entrevistado-; Palenque Visión -un entrevistado-; y 14yMedio. De ese total, algunos se asumen como activistas defensores de derechos humanos (2), otros como activistas-periodistas (2) y otros solo como periodistas independientes (4), tomando distancia del activismo.
La cantidad de testimonios recabados tuvo que ver con la disposición de las personas contactadas para colaborar con la investigación. La variedad de actores entrevistados y la calidad de sus testimonios proporcionaron suficientes datos para realizar este análisis, sin embargo, no empleamos el criterio de saturación teórica (Valles, 1999) debido a que el número de entrevistas estuvo más determinado por la accesibilidad a los informantes y la factibilidad de conversar con ellos, que por una decisión de cierre metodológico.
Los contactos se establecieron a través de redes sociales digitales y correo electrónico. Los primeros informantes nos ayudaron a acceder a los siguientes, así que parte del proceso se desarrolló gracias a la estrategia de bola de nieve. Las entrevistas se realizaron mediante videollamada cuando los informantes se encontraban fuera de Cuba, lo que facilitaba su acceso a la comunicación en línea.
El análisis se realizó a partir de la propuesta de la hermenéutica profunda de Thompson (1998) como marco metodológico general. Su formulación enfatiza que el objeto de análisis en las ciencias sociales es una construcción simbólica significativa que requiere interpretación y que está inserto en un contexto histórico social específico. En función de la contextualización social de las formas simbólicas deben emplearse otros métodos de análisis como, en este caso, la entrevista en profundidad.
Thompson (1998) incluye tres fases o procedimientos principales: análisis sociohistórico, análisis formal o discursivo e interpretación/ reinterpretación. Aquí nos centramos en la fase del análisis sociohistórico -aunque las otras dos fases también están presentes-, puesto que este se orienta hacia las prácticas sociales ubicadas en su contexto y tiene en cuenta los campos de interacción, las instituciones sociales, las estructuras, la capacidad de agencia de los actores y las asimetrías (De León, 2012; Thompson, 1998). Al análisis sociohistórico contribuyeron la revisión bibliográfica y los datos que aportaron las entrevistas en profundidad. El análisis formal y discursivo atraviesa el análisis de las entrevistas, mientras la interpretación/reinterpretación acompañó todo el proceso de investigación.
Para indagar acerca de la vida social desde las ciencias sociales, se acude en gran medida a los relatos verbales, y dentro de estos a los distintos tipos de entrevistas cualitativas, como la entrevista en profundidad. Para Keats (2009), esta técnica es de mayor eficacia cuando lo que se desea investigar está relacionado con lo que la gente piensa, si se desean explorar ampliamente las razones y motivaciones de las actitudes y opiniones de la gente y si los informantes potenciales tienen dificultades para comunicarse. Estas razones fueron fundamentales en la elección de esta técnica para abordar nuestro objeto de estudio. La entrevista, de tipo semiestructurada, se realizó a partir de una guía de temas generales.
Tema | Objetivo |
Trayectoria política (encuadre biográfico) |
Conocer el recorrido político del entrevistado
y cómo llega a la prensa independiente. |
Percepción de
la esfera pública |
Conocer su
percepción acerca de cómo se constituye la esfera pública en Cuba, preguntando su opinión acerca del trabajo de los medios oficiales y de los nuevos medios cubanos en Internet. |
Relación con medios de comunicación extranjeros e independientes |
Conocer cómo establece los vínculos con
estos medios y qué caracteriza su relación con los mismos. |
Estrategias de intervención en la esfera pública |
Describir cuáles son las estrategias de
intervención en la esfera pública (física y virtual) que el entrevistado realiza y qué importancia les confiere. |
Fuente: Elaboración propia.
Las entrevistas se realizaron entre el 31 de octubre de 2016 y el 8 de febrero de 2018 y a su estudio se integraron elementos de la propuesta de análisis discursivo mediante codificación que propone Gibbs (2014). En este caso nos guiamos por los datos que fueron surgiendo, de modo que se trabajó con una codificación abierta que permitió incorporar los elementos surgidos del proceso de análisis. A partir de la realización de las entrevistas, su transcripción y el posterior proceso de codificación, se sistematizaron los resultados y se realizó una selección de fragmentos de entrevista que ilustraran el modo en que el periodismo independiente cubano se conecta con formas de acción contenciosa.
Resultados: Periodismo a contracorriente en Cuba
El periodismo independiente en Cuba es crítico hacia el Gobierno y las políticas públicas y atiende a temas que preocupan a amplios sectores de la ciudadanía, lo cual, unido a sus formas de organización y gestión y su autonomía con relación al poder cubano, lo diferencia en su conjunto de los medios oficiales. En comparación con los medios tradicionales, los medios alternativos generalmente operan con pocos recursos y limitada infraestructura, sus integrantes suelen asumir diversos roles, existe una mayor horizontalidad en la estructura jerárquica y predominan las relaciones de colaboración hacia adentro y también con otros actores mediáticos externos. La obtención de recursos se basa, en general, en las mismas estrategias de financiamiento que emplean sus pares latinoamericanos y que incluyen campañas de recaudación de fondos, membresías, venta de espacios para publicidad, aplicar a fondos de organizaciones no gubernamentales, organismos internacionales y Gobiernos extranjeros, entre otras variantes (De León, 2018b).
Los proyectos de medios independientes han decidido operar fuera de los marcos formales establecidos por el Estado, con lo cual “han desafiado las formas institucionalizadas de la práctica periodística, han mediado el debate, han emancipado la información y han empujado las fronteras de legitimidad establecidas por el Estado” (García, 2018, p. 2). No obstante, dentro de los nuevos medios hay un espectro amplio que oscila desde los que se asumen como opositores al régimen -por ejemplo: Diario de Cuba, CiberCuba, 14yMedio y Palenque Visión- hasta los que se desmarcan del activismo y las filiaciones política -como El Estornudo-; aunque una característica en común es el ejercicio de un periodismo crítico hacia la realidad del país.
Todo medio tiene una política editorial y en el caso de Diario de Cuba se trata de un periódico abiertamente opositor al régimen cubano. Como una vez dijo su director en una entrevista, el objetivo de Diario de Cuba es llegar a la yugular del castrismo. Es un periódico donde tienen voz todos los actores de la oposición, de la sociedad civil, todas aquellas personas que sufren represión del régimen (P1, entrevista realizada el 31 de octubre de 2016).
Aunque los periodistas independientes no se definen en su mayoría a sí mismos o a sus medios como actores contenciosos, su estatus ilegal, sus proyecciones editoriales y el lugar que les ha asignado el propio poder al criminalizar y censurar su actividad, los ubican como tales.
Nosotros opositores no somos. Nos interesa el periodismo, no el activismo. Eso es algo que ha empezado a cambiar, el periodismo independiente se ha distanciado del activismo. Antes los medios los tenían sobre todo los activistas. Ahora hay gente que salió de la universidad y se ha puesto a escribir y a criticar a la Revolución y a todo. Lo que nos interesa es hacer periodismo, criticar todo lo que esté mal (P8, entrevista realizada el 8 de febrero de 2018).
Sin embargo, en varios casos el aumento de la intolerancia del poder hacia el periodismo independiente termina por impulsar la radicalización de las posturas de sus realizadores y las líneas editoriales de los nuevos medios. Inicialmente, los creadores de la revista independiente El Estornudo consideraban que el Gobierno cubano no entorpecía el trabajo de la publicación porque los consideraba “serios”, una forma de decir que la publicación no es un proyecto “opositor al régimen político”, ni un espacio de “propaganda contrarrevolucionaria”. Sin embargo, luego de que uno de sus integrantes fuera citado por la Seguridad del Estado para ser interrogado sobre el proyecto y la publicación resultara bloqueada de los servidores nacionales, la indignación del equipo derivó en el editorial Nota al censor: ¿por qué no puede leerse El Estornudo en Cuba?, en el que catalogan a la censura de medios independientes como “actos de la dictadura” y se refieren a la figura del censor como “represor” y “erudito de los Estados totalitarios” (“Nota al Censor”, 2018). Con estas acciones, ambas partes -poder y medio independiente, poder y periodistas no estatales- cruzaron la delgada y frágil línea de tolerancia que parecían compartir.
Para ellos tú eres un opositor, aunque tú hagas tu periodismo lo más balanceado, cuestiones a la sociedad civil independiente, cuestiones a la oposición y cuestiones al oficialismo. Tú estás haciendo un trabajo balanceado, pero hacerlo fuera de sus predios ya te pone en el otro lado (P3, entrevista realizada el 30 de marzo de 2017).
Uno de los principales problemas para el periodismo no estatal en Cuba es el entorno de ilegalidad en el que se desenvuelve, elemento que limita y vulnera este quehacer en la isla. Los proyectos de periodismo independiente cubano desafían la Constitución que, en su artículo 52, prohíbe la existencia de medios de prensa no estatales; en tanto la Ley 88 de Protección de la Soberanía Nacional y la Economía de Cuba tipifica una serie de delitos relacionados con la difusión de información que atente contra los intereses del Gobierno y el sistema político. Varios periodistas independientes han sido acusados del delito de “usurpación de la capacidad legal” por no ser graduados de periodismo y ejercer la profesión en medios no estatales, denuncia que se apoya en el artículo 149 del Código Penal cubano, que castiga a quien realice “actos propios de una profesión para cuyo ejercicio no está debidamente habilitado” (Pentón, 2017). Mientras, periodistas que trabajaban en medios oficiales al tiempo que colaboraban en medios alternativos han sido sancionados o despedidos de sus empleos estatales.
Según datos del Instituto Patmos9 (2019), hasta septiembre de 2019 había 196 ciudadanos cubanos impedidos de salir del país, entre ellos activistas políticos, artistas y periodistas independientes. Medios cubanos no estatales han denunciado, durante ese mismo periodo, la “prohibición de salida” de tres periodistas de la revista La Hora de Cuba,10 una periodista de 14yMedio y un periodista del Diario de Cuba. En cada caso, las oficinas de migración han informado a los afectados que están “regulados por motivos de interés público”.
En ocasiones la represión gubernamental hacia los periodistas independientes es explícita, pero a veces opera de maneras solapadas, a través de amenazas por parte de autoridades. Estas amenazas son denunciadas por los afectados a través de los propios medios independientes, o en las redes sociales en Internet y también son registrados en los informes del Observatorio Cubano de Derechos Humanos. De estos encuentros en los que se expone a los periodistas -práctica también aplicada a activistas defensores de derechos humanos-, las consecuencias que puede traer su labor para ellos y su familia no quedan registros. Se trata de citas y conversaciones informales, lo que les impide presentar acciones legales.
Hay algunos artículos en la Constitución y algunas leyes, la llamada Ley mordaza,11 por ejemplo, que regulan y que se ocupan de penalizar el ejercicio independiente o del periodismo por cuenta propia, como también podríamos llamarle. Entonces sabemos de casos de personas que han sido acusadas, o que su acoso no se ha llevado al plano legal, sino que ha sido entre las sombras, personas que han sido amenazadas, desacreditadas (P7, entrevista realizada el 21 de diciembre de 2017).
Las detenciones a periodistas que trabajan para medios independientes casi siempre tienen el objetivo de impedirles realizar una cobertura, asistir a alguna actividad organizada de manera clandestina o llegar al aeropuerto a tiempo para un vuelo. Pero las detenciones suelen durar unas horas, sin que se levanten cargos, mientras que a veces las autoridades se limitan a impedirles salir de sus casas. Estas formas de operar por parte del poder colocan a los periodistas en una situación de vulnerabilidad legal.
Nosotros cuando entramos a Cuba estamos indefensos. Cada vez que me detienen, yo estoy indefensa. Ellos usan su propia ley y van en contra de su propia ley para aplastar a los que estamos en contra de esas leyes que perjudican a todo el pueblo (P6, entrevista realizada el 9 de noviembre de 2017).
Los entrevistados que sufrieron algunas de estas situaciones refirieron que les daba cierta tranquilidad que sus detenciones, registros y entrevistas con la policía fueran referenciados en la prensa independiente, lo cual, además, les permitía constatar el apoyo de mucha gente que compartía y comentaba la información en redes sociales. Cuando la policía no da informes a los familiares sobre dónde se encuentran detenidos periodistas y activistas, los medios de comunicación independientes y algunos medios extranjeros mantienen la alerta sobre el hecho.
Según un estudio que analiza, entre otras cosas, quiénes y desde dónde se leen los cibermedios cubanos independientes, solo el 41% de ellos logra que sea Cuba la principal fuente de tráfico. Mientras, para el 50%, la fuente fundamental de lectores está en Estados Unidos, sobre todo en Miami, donde se agrupa la mayor parte de la diáspora cubana en ese país (Díaz Rodríguez, 2017; Portela, 2016).
No obstante, también los medios independientes tienen receptores, aunque limitados por la baja y costosa conectividad, razón por la cual algunos medios han implementado mecanismos alternativos de distribución offline de sus contenidos, una actividad que traspasa los límites de la labor periodística y se emparenta con el activismo. La agencia audiovisual independiente Palenque Visión, cuyos trabajos son publicados en Univisión, en el Canal 41, el Canal 51 y en Televisión Martí, además de publicarse en su canal de YouTube, también son distribuidos gratuitamente a través de CD y dispositivos de almacenamiento externo.
Buscamos hacer que la gente piense, que tengan una reacción. Empezamos a distribuir los materiales en Cuba primero en discos. Después cuando la Internet se abre para los cubanos -técnicamente no, pero se abre- ya la gente sí podía acceder. El otro problema es que la gente no tiene dinero en Cuba para conectarse, sabemos que es muy caro. Pero usaba discos y USB y después surge el famoso “paquete” y ahí colábamos los materiales y así se ha ido expandiendo y la gente ha empezado a ver cosas (P2, entrevista realizada el 29 de marzo de 2017).
Los medios independientes buscan alternativas para llegar a más lectores enviando boletines de noticias a sus suscriptores a través de correo electrónico y mediante otros mecanismos para burlar la censura en Cuba, como compartir en redes sociales digitales como Twitter y Facebook los trabajos de medios bloqueados en los servidores cubanos. En tanto, el diario 14yMedio cada semana edita un resumen de sus publicaciones en versión en PDF, que distribuye a través de memorias externas.
Detrás de algunos proyectos periodísticos están los intereses políticos de Estados Unidos, evidenciados en varios documentos que se han hecho públicos en los últimos años. Entre las medidas aprobadas durante el gobierno de Barack Obama, por ejemplo, está un programa de asistencia a la sociedad civil cubana que incluye la concesión de fondos para impulsar actividades pro-derechos humanos, la iniciativa privada, la formación profesional y el acceso tecnológico y a la comunicación (Núñez, 2014).
Para algunos medios es importante marcar la distancia entre su trabajo y el de otros medios independientes cubanos con una línea editorial antigubernamental, pues no quieren ser identificados como “disidentes políticos”, algo que incide no solo en decisiones editoriales sino a la hora de aceptar o no ofrecimientos de financiamiento.
Mucha gente en Estados Unidos nos ha ofrecido dinero y no lo aceptamos porque no podemos manchar el nombre de la revista con organizaciones que sabemos que están demonizadas, como por ejemplo la NED.12 La NED y la USAID13 financian a miles de proyectos en toda América Latina y en el mundo y no pasa nada, ni siquiera marca cosas en las políticas editoriales, pero nosotros sabemos que en Cuba está demonizado y no lo podemos aceptar para sencillamente no buscarnos un problema. No sé si en algún momento rebasaremos esa etapa (P8, entrevista realizada el 8 de febrero de 2018).
Ante la falta de acceso a Internet y a una programación distinta de la transmitida por los canales nacionales,14 se ha popularizado en los últimos años un sistema de distribución offline de contenidos, fundamentalmente extranjeros, conocido como “el paquete”, que incluye en su mayoría entretenimiento (películas, reality shows, programas humorísticos y musicales, etc.), aunque también incorpora publicaciones de la emergente prensa independiente cubana -no considerada contenciosa o enemiga- y materiales producidos en Cuba específicamente para esta modalidad de consumo -sobre todo publicidad de emprendimientos nacionales-. El compendio también funciona como tienda offline de aplicaciones, videojuegos, actualizaciones de antivirus, entre otros.
Su actualización comenzó siendo semanal, pero ante la demanda de los consumidores actualmente llega a ser diaria. Esta nueva forma de circulación de contenidos, aunque ilegal, es tolerada por el Gobierno, con el que se supone existe una especie de acuerdo tácito por parte de sus realizadores de no incluir materiales con contenido subversivo ni pornográfico. La distribución es usualmente a domicilio y el precio de aproximadamente un Terabyte de materiales descargados o pirateados oscilan entre los dos y los cinco dólares dependiendo de la actualidad de los materiales.
La cadena de elaboración del paquete incluye en el siguiente orden: proveedores -quienes descargan los contenidos de Internet-, matrices -seleccionan y organizan la información-, mensajeros -se encargan de que los discos duros con el paquete lleguen a todo el país-, distribuidores (en varios niveles) -comercializan el paquete a nivel local- y consumidores (Concepción, 2015). Pero el paquete está en constante evolución, pues los distribuidores y los usuarios pueden eliminar o agregar contenidos y continuar compartiéndolos. En ese proceso dinámico suelen llegar al compendio semanal materiales de la prensa independiente.
Con el programa recién editado ya tenía gente llevándome las memorias para copiarlo, personas que reparten “el paquete” y van a mi casa a buscarlo. La gente se lo pide, ellos me contactan y yo se los entrego gratis. Mi programa no sale de la matriz porque ellos están muy vigilados. Quienes reparten mi programa en “el paquete” están por debajo, porque ellos no están tan vigilados (P6, entrevista realizada el 9 de noviembre de 2017).
La relación del periodismo independiente cubano con las autoridades es compleja también debido a que coloca en la agenda temas censurados por la prensa oficial, que van desde el cuestionamiento a las políticas públicas, las críticas al sistema político y el análisis de problemas sociales, como el aumento de la pobreza y la desigualdad en el país. Estos elementos contribuyen a que el discurso oficial asocie al periodismo independiente con la franja imprecisa, movible y estigmatizada de la “disidencia”.
Las estrategias del poder para frenar al periodismo independiente van desde la intimidación hasta sanciones penales, pero en todos los casos la vigilancia, inhibición, anulación, detención y castigo de periodistas es resultado de directrices oficiales. Los modos en los que opera el poder contra el periodismo independiente en Cuba pueden resumirse en:
Bloqueo de los medios digitales en los servidores nacionales.
Vigilancia e intimidación a los periodistas independientes.
Detenciones arbitrarias.
Despidos de centros de estudio y trabajo.
Confiscación de materiales de trabajo.
Interrogatorios por parte de la Seguridad del Estado.
Limitaciones de salida del país.
Hackeo de cuentas y uso de perfiles falsos en las redes sociales para atacar a periodistas independientes.
Campañas mediáticas de desprestigio y desinformación.
Ante este escenario, diecinueve medios independientes cubanos15 se unieron para redactar y firmar un documento donde exigen el reconocimiento legal de su trabajo como periodistas independientes. El documento, publicado en diferentes espacios en la web el 7 de octubre de 2019 bajo el título de “Declaración de medios independientes cubanos”, expone que desde enero de 2018 se han documentado en el país 183 agresiones a periodistas, las cuales incluyen elementos de los nueve puntos antes descritos.
Estos ataques hacen parte de una campaña sistemática del Gobierno cubano con el propósito de acallar a quienes ejercen el periodismo independiente. A su vez, estas agresiones cercenan el derecho de la ciudadanía cubana a la información de interés público y, por tanto, le impiden acceder y participar en la toma de decisiones (“Declaración de medios independientes cubanos”, 2019).
Asimismo, los firmantes exigen la derogación de toda ley que coarte la libertad de expresión o de prensa en Cuba, la transparencia y el acceso a la información pública y reivindican el derecho de los ciudadanos cubanos a la información (“Declaración de medios independientes cubanos”, 2019).
Conclusiones
El periodismo independiente cubano representa la conquista de un espacio en la esfera pública que pluraliza ese ámbito y significa un avance en la búsqueda de una mayor libertad de expresión y circulación de información. Entre sus fortalezas está el hecho de contar con profesionales de la información altamente capacitados, la visibilidad internacional que han alcanzado gracias a su presencia en otros medios, tanto alternativos como del mainstream, así como a los premios y nominaciones que han obtenido los trabajos de integrantes de estos proyectos en prestigiosos certámenes.16
Los medios independientes han aprovechado las nuevas tecnologías que desdibujan los límites entre lo local, lo nacional y lo global, posibilitando la emergencia de nuevos entornos comunicativos. En el caso cubano encontramos que Internet, aún con sus limitaciones, se presenta como un privilegiado espacio de expresión y participación en el que inciden, no obstante, las constricciones que el sistema y el Gobierno imponen al espacio público y a la comunicación pública en general.
La capacidad democratizadora de Internet y las plataformas digitales, en un contexto dado, dependen también de que el resto de los actores que configuran la comunicación pública y la ciudadanía en general estén dispuestos a aceptar las voces disidentes y reconocer la legitimidad de sus argumentos. De esa manera, los medios digitales cubanos independientes pueden fomentar el potencial para un mayor debate público y desafiar las narrativas estatales polarizantes en torno a su existencia (García, 2018), en la medida en que sean cada vez más aceptados hacia el interior del país.
Si desde los medios estatales predomina la función de propaganda sobre la informativa y sus características y modos de gestión los conectan con el modelo de prensa oficialista, en el periodismo independiente sobresale la función crítica y reflexiva de un periodismo que reivindica el modelo vigilante del entorno político, que se imbrica con frecuencia con el modelo militante o alternativo. Entre las características que comparte la prensa independiente cubana están la cobertura de temas tradicionalmente excluidos de los medios estatales; la apuesta por una redacción atractiva y un diseño visual que explote las posibilidades del lenguaje multimedia y la creación de redes de colaboración con otros actores comunicativos, tanto alternativos como tradicionales.
Las diferentes nociones teóricas sobre el espacio público lo conceptualizan como un ámbito de convergencia de actores e intereses distintos, mediado por tensiones relativas a las diversas luchas de poder y en el que se contiende mediante estrategias comunicativas. Al pensar sobre esto de manera situada, encontramos que el periodismo independiente cubano se presenta como un actor clave en la configuración de lo público nacional, cuyas estrategias intervienen de manera disruptiva en ese espacio simbólico de participación.
Entre las particularidades del caso cubano está el hecho de que, al haber un partido único y no existir una oposición política legal, el contrapoder se genera desde prácticas contestatarias desarrolladas por la ciudadanía y por parte de la sociedad civil no avalada por el Estado. Se trata, pues, de actores diversos y generalmente dispersos entre sí, que desarrollan formas de acción contenciosa frente al poder como actor monolítico encarnado en el Estado-partido. Los valores que reivindica el periodismo independiente, su discurso y sus prácticas entran en conflicto con los valores, discursos y prácticas promovidos desde el poder, generando nuevas formas de disenso. Todos estos elementos inciden en que el poder identifique a medios y periodistas independientes como oponentes y genere hacia ellos estrategias para minar su quehacer.
La labor de los nuevos medios independientes cubanos en línea tributa a la pluralización de la esfera y el debate público. Sus discursos críticos al margen de la institucionalidad posibilitan la emergencia de nuevos entornos comunicacionales en Cuba y su presencia, además, complejiza la interacción ciudadana debido a la aparición de alternativas para construir intercambios en los que se expresen opiniones invisibilizadas cotidianamente en los espacios oficiales. Estas características, cuya naturaleza transgresora y rebelde las convierte en formas de resistencia al poder, dan cuenta del carácter contestatario del periodismo no estatal cubano, que busca recuperar espacios de participación, al tiempo que genera otros nuevos.