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Revista mexicana de sociología

versión On-line ISSN 2594-0651versión impresa ISSN 0188-2503

Rev. Mex. Sociol vol.69 no.2 Ciudad de México abr./jun. 2007

 

Reseñas

 

Patricia Ramírez Kuri, y Miguel Ángel Aguilar Díaz, coords., Pensar y habitar la ciudad: afectividad, memoria y significado en el espacio urbano contemporáneo

 

Sara Makowski

 

(Madrid: Anthropos/Universidad Autónoma Metropolitana), 2006.

 

Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco

 

De las periferias urbanas a los centros históricos, de los estudios empíricos a las propuestas teórico-analíticas, de los usos y las apropiaciones a las imágenes y ensoñaciones, de los chavos banda a los ex flâneur, el presente libro atraviesa distintas texturas y tonalidades de la ciudad contemporánea.

De las múltiples nomenclaturas que hoy se imponen a las aglomeraciones urbanas, tales como metrópolis, mega-ciudad, post-ciudad, megalópolis -entre muchas otras-, el libro recupera la noción de ciudad como ese espacio denso en experiencias, memorias y significados que se construye junto con otros: con esos otros que a veces son distantes, diversos y distintos, pero que finalmente están ahí como referente de la pluralidad y la alteridad.

El presente libro insiste en traer al centro de la experiencia contemporánea la idea de ciudad como espacio público que -por una parte- escenifica la complejidad y el abigarramiento de las prácticas urbanas, y que -por otra- devela la potencialidad del hacer juntos para el procesamiento de formas más democráticas de participación y ciudadanía.

Sin embargo, ¿qué ciudad es esa sobre la que insiste este libro? se trata de una ciudad que se reconstruye a partir de los restos y las huellas que dejan la experiencia del habitar, del narrar y del imaginar. es una ciudad que se va conformando en el acto mismo de conquistar pequeños territorios y lugares a fuerza de arrancar al anonimato y a la extranjería momentos de memoria colectiva, de afectividad y de significados compartidos.

Se trata de una ciudad que va más allá de los segundos pisos, de los grandes puentes y tréboles urbanos, de las rutas del Metrobús, y del remozamiento del Centro Histórico y de la Avenida Reforma. Es una ciudad que surge de una suerte de arqueología simbólica, que tiene como protagonistas a sujetos concretos que usan y se apropian del espacio urbano de manera diferencial y singular: los habitantes de la periferia, los comerciantes, visitantes y habitantes del centro histórico de Coyoacán, los paseantes y transeúntes de la ciudad y de los centros comerciales, los chavos banda, los ciudadanos de a pie que buscan recuperar las memorias locales y los espacios públicos, las mujeres que pueblan con relatos de género las calles y los recorridos urbanos.

Se trata de una ciudad (la que evoca este libro) que no es una sola ciudad, sino múltiples ciudades que coexisten y dialogan entre sí. Entre tal polifonía de ciudades que se tejen en este libro, me gustaría resaltar tres de ellas.

Por un lado, se encuentra la ciudad de la invención de lugares: esa ciudad que va conquistando y conformando lugares desde los espacios vacíos de las periferias. Son las territorialidades pauperizadas del oriente de la Ciudad de México que reseña en su artículo Alicia Lindón: espacios de carencias, de dificultades y fragilidades que poco a poco son resemantizados por narrativas de género que se inscriben en una subjetividad colectiva más amplia. O también esas periferias vacías que lentamente dejan que vayan arraigándose "las utopías individuales del habitar", como las denomina en su artículo María Teresa Esquivel cuando se acerca al centro urbano de san Buenaventura en Ixtapaluca. Espacios fríamente planeados que -pese a que dejan escasas posibilidades a las necesidades reales de sus habitantes- no pueden frenar la explosión de apropiaciones y maneras concretas de usar y habitar esos espacios.

En esta ciudad de la invención tiene lugar también la creación de estrategias de supervivencia de familias sometidas a condiciones de exclusión y pobreza. Más allá de las estadísticas -como lo señalan Patricia Safa y Jorge Aceves en este libro-, surgen relatos y trayectorias de vida que oscilan entre las oportunidades limitadas y las opciones casi inexistentes, los cuales van hilvanando identidades en crisis que inventan espacios y ciudades desde su condición de pobreza y vulnerabilidad.

La ciudad de la invención va creando territorialidades colectivas que se tallan a la sombra del vacío y la aridez de los espacios. De esas periferias de la nada, van surgiendo pequeños tejidos urbanos, de casas, vialidades e incipientes espacios públicos que -con el tiempo- van transformándose en tejidos conjuntivos en los que anidan formas de afectividad, socialidad y vecindad.

La ciudad de la invención es un territorio todavía por hacerse que cuenta con las potencialidades de sus hacedores, pero también con todas las dificultades y contradicciones que entraña la condición de pobreza, de marginalidad y exclusión social.

Una segunda ciudad que asoma en este libro es la ciudad de las memorias locales: ciudad que insiste en recuperar trazos del pasado desde un presente complejo y diverso; ciudad que insiste en la memoria cuando los influjos de la urbanización y la modernización han atropellado lugares y personajes de la ciudad.

La ciudad de las memorias locales es también la ciudad de habitantes activos que bregan por la conservación, la recuperación, el renacimiento y la reproducción de aquello que alguna vez estuvo vivo, en un presente metropolitano que en ocasiones resulta ingrato con los pasados locales.

En esta ciudad de las memorias se encuentran los habitantes del barrio de La Fama en Tlalpan -que reseña en su texto María Ana Portal-, barrio que se nutrió tanto real como imaginariamente de la fábrica "La Fama Montañesa", donadora de identidad y memoria. Los habitantes del barrio de "La Fama" se empeñan en una recuperación de la memoria local y de la identidad obrero-textil frente a los tiempos y espacios de un Tlalpan más moderno, surcado por vialidades que se erigieron sobre los otrora lugares de la memoria.

En esta ciudad de las memorias locales, se emplaza también el recorrido que por la microgeografía de Coyoacán realiza en su texto Patricia Ramírez Kuri. A la luz del sentido de pérdida y nostalgia por lo que alguna vez fue el espacio público del centro histórico de Coyoacán, se hacen presentes distintas realidades urbanas que apelan a la modificación del sentido de los lugares. En los espacios públicos que todavía albergan los trazos de las memorias locales, se inscriben expresiones contemporáneas de diferentes formas de ciudadanía, así como tensiones entre lo local y lo global que hacen surgir imágenes trizadas de una sociedad plural.

La ciudad de las memorias locales recuerda que la experiencia urbana contemporánea está atravesada por arritmias de tiempos y espacios fincados en el sentido de pérdida, de exclusiones, de olvidos; pero también de nuevos sentidos, de nuevas experiencias y de nuevas figuras que surgen entre los surcos de las memorias locales.

Finalmente, hay una tercera ciudad que insiste en este libro: la ciudad de las sensibilidades. Dicha ciudad se halla conformada por el mundo sensible de las imágenes, las texturas, los colores y los símbolos que afloran en las evocaciones, en los recorridos y en las ensoñaciones: una suerte de vitrina de los nuevos gestos y experiencias que conforman las modalidades contemporáneas de expresión urbana.

Es esa ciudad que traza en su texto Miguel Ángel Aguilar: de paisajes y lugares que van revelándose a la luz de los recuerdos, las fotografías y las metáforas, y que cristalizan en cuerpos que ocupan el espacio público. se hace de colores y texturas cromáticas, de olores y de contactos entre las pieles diversas que se tocan en las territorialidades.

La ciudad de las sensibilidades es la que surge, también, una vez que -como sentencia Daniel Hiernaux- el flâneur ha muerto. se trata de una ciudad que ha ido devorando poco a poco la expectación, la observación detenida y el disfrute lento; en su lugar, ha ido instalando la cosificación del consumidor, la esterilización de los espacios y la velocidad: que ha dejado por el camino el gusto por la alteridad.

La ciudad de las sensibilidades es también la de los chavos banda en Tlalpan, que analiza Catalina Arteaga en su texto: una ciudad que se tatúa de otras afectividades y otras significatividades; que se enquista en ciertos espacios donde la socialidad y los intercambios entre los jóvenes marginados cuajan en reconocimiento, pertenencia e inclusión.

Para acercarnos a estas tres ciudades que asoman en el libro que aborda la presente reseña, necesitamos de algunos mapas y brújulas. Es el sentido de los textos teóricos de Abilio Vergara, Sergio Tamayo y Xóchitl Cruz. Nociones clave y conceptos guía para ir descubriendo -en la inconmensurabilidad urbana- territorios que hagan legible y comprensible la multifacética experiencia en la ciudad contemporánea.

La ciudad de la invención de lugares, la ciudad de las memorias locales y la ciudad de las sensibilidades, son algunas de las ciudades que insisten en el libro Pensar y habitar la ciudad... Corresponde al lector descubrir o inventar con la lectura las otras ciudades que también se trazan en este libro.

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