Introducción
En el desarrollo de la sociedad, la organización temática de los dominios de conocimiento ha sido una actividad fundamental que ha tenido gran incidencia en la estructuración de la ciencia, la investigación disciplinar, la formación del currículo académico, la difusión del saber y la recuperación de la información.
El conocimiento es un cúmulo inconmensurable que solemos fragmentar en aras de hacerlo accesible (Berger y Luckmann, 2011). En este orden de ideas, la sociedad ha desarrollado herramientas particulares y generales que lo explicitan y segmentan. Desde una perspectiva particular, los profesionales y expertos de los diversos campos del saber han construido glosarios, listas de temas y diccionarios. Desde una perspectiva más general, la bibliotecología, ciencia encargada de la gestión temática del universo del saber, ha desarrollado robustos vocabularios controlados y clasificaciones (Rubin, 2010).
Durante casi todo el siglo XX, el ordenamiento temático de los dominios de conocimiento siguió un paradigma fundamentado en diccionarios, encabezamientos de materia, clasificaciones bibliográficas y tesauros; empero, tras la introducción y consecuente expansión de la web, el mundo de la información cambió en volumen, formato y recursos.
Como resultado, en los tiempos recientes las tecnologías para la representación y organización del conocimiento han traído consigo herramientas que están renovando la gestión temática de los dominios de conocimiento. Remito a Peña Vera (2011) quien asume que las alternativas para simbolizar y ordenar el conocimiento se han ido estructurando a través del tiempo, tomando en cuenta las necesidades y/o demandas informativas de cada momento histórico, y en la actualidad nos encontramos en una etapa caracterizada por modernos sistemas asociados a la organización temática de dominios de conocimiento, entre los cuales es posible mencionar las taxonomías digitales, los mapas de tópicos y las ontologias terminológicas. Moreiro (2018) coincide al respecto cuando establece que la organización temática del conocimiento ha cambiado debido a las tecnologías de la información y en tal contexto han aparecido nuevas estructuras como las taxonomías digitales y las ontologías.
De entre los sistemas de organización de conocimiento (SOC) antes señalados, en la última década las ontologías terminológicas han llamado la atención de los bibliotecólogos y otros profesionales de la información debido a las supuestas ventajas que ofrecen en la organización temática de dominios. Pese a ello, son pocas las investigaciones que, desde una perspectiva bibliotecológica, analizan el tema.
A partir de la aseveración antes esbozada, la presente investigación tiene por objetivo: Analizar los alcances de las ontologías terminológicas en la organización temática de dominios de conocimiento.
Tomando en cuenta el contexto teórico que autores como King y Reinold (2008), Lacasta, Nogueras-Iso y Zarazaga Soria (2010) y Stuart (2016) han esbozado sobre las ontologías, los supuestos de los que partió la presente investigación asumieron que:
El modelado semántico y gráfico que ofrecen las ontologías terminológicas posibilita una organización temática de dominios compleja que responde a la tendencia establecida en modelos bibliotecológicos como FRBR - Requisitos funcionales para registros bibliográficos (1998) y FRSAD - Requisitos funcionales para datos de autoridad de materia. Un modelo conceptual (2010).
Pese a sus ventajas en la organización temática de dominios de conocimiento, la implementación de las ontologías terminológicas es reciente y su crecimiento es lento, debido a la complejidad de su construcción.
En el contexto de la América hispanohablante, el diseño e implementación de ontologías terminológicas en la organización temática de dominios es un asunto incipiente que requiere mayor investigación.
Metodología
Para cumplir con el objetivo establecido en la investigación se siguió una metodología descriptiva-analítica.
En cuanto a las técnicas de investigación, se contemplaron dos procedimientos:
Hermenéutica del texto: a partir de un conjunto de documentos teóricos sobre el tema, se realizó un proceso interpretativo para determina el alcance, las ventajas y desventajas que las ontologías terminológicas detentan en la organización temática de dominios.
Análisis de casos: se revisaron casos de ontologías terminológicas en la organización temática de dominios. La obtención de los casos se realizó en el Descubridor de Información (DI) de la Dirección General de Bibliotecas y Sistemas de Información (2022) de la Universidad Nacional Autónoma de México, que incluye más de cien bases de datos bibliográficos: Scopus, Web of Science, Library and Information Science Source, entre otras. Los descriptores empleados en la recuperación de los casos fueron: "Ontologías terminológicas and Organización del conocimiento," "Ontologías terminológicas y Dominios," "Terminological ontologies and Knowledge organization," y "Terminological ontologies and Domains." Tales descriptores sirvieron como elementos de búsqueda en los campos de título, temas y resumen. A partir de la búsqueda realizada se recuperaron 36 casos de ontologías terminológicas en funciones de organización temática de dominios.1
El análisis de los recursos seleccionados (teóricos y casos) se llevó a cabo con el programa MaxQDA que permitió la gestión de etiquetas sobre: la definición, la estructura, las características, las ventajas, las desventajas y las aplicaciones de las ontologías. Tras el trabajo desarrollado, los hallazgos de la investigación se presentan en la sección Resultados, que se presenta a continuación.
Resultados
La organización temática del conocimiento
El conocimiento es un componente esencial en el desarrollo de la sociedad y los individuos. En su estado más esencial, como conocimiento tácito, se encuentra en la mente de las personas, formando estructuras cognitivas. Mientras que como elemento social, conocimiento explícito, emerge de la mente humana, produciendo el conocimiento compartido que se transmite entre sujetos y de generación a generación (Berger y Luckmann, 2011). El conocimiento explícito se manifiesta en segmentos de información transmitidos entre las personas o bien en información registrada en fuentes documentales (libros, revistas, videos, audios, carteles, infografías, sitios web, etcétera).
El conocimiento está "ahí", en la mente humana y, como tal, es imposible de aprehender. Ante tal inconveniente, los seres humanos creamos simbolizaciones y arreglos de éste. Primero, como recursos de información que no son sino meros fragmentos del conocimiento. Segundo, creamos estructuras representadoras que posibilitan su manipulación y comunicación. Teniendo en cuenta lo señalado anteriormente, la organización temática del conocimiento entraña tres grandes propósitos:
Propósito epistemológico: construimos un arreglo temático del conocimiento para darle orden y sentido al universo cognitivo que la humanidad ha construido (Bates, 2010).
Perspectiva cognitivo-social: el arreglo temático del conocimiento responde a un fin social-cultural. Los seres humanos se mueven en "redes sistémicas de interacción en las que es preciso articular informaciones y conocimientos" (Peña Vera, 2011: 15).
Perspectiva de la recuperación: la organización temática del conocimiento es necesaria en todo intento posterior de obtener información de modo preciso y efectivo (Bates, 2010).
En este orden de ideas, pensadores como Aristóteles, Porfirio, Plinio el viejo, San Agustín de Hipona, Isidoro de Sevilla, Conrad von Gesner, Augusto Comte, Jacques Charles Brunet, Melvin Dewey, Shiyali Ramamrita Ranganathan, Henry Evelyn Bliss, etcétera, en sus respectivos tiempos esbozaron esquematizaciones temáticas del universo del conocimiento (San Segundo Manuel, 1996; Stockwell, 2001; Abbas, 2010). Y, de igual modo, los profesionales de la información en cada tiempo y espacio han formulado divisiones temáticas del conocimiento:
Calímaco, en la Biblioteca de Alejandría, dividió el saber en seis clases: filosofía, jurisprudencia, historia, oratoria, poética y escritos misceláneos (Witty, 1958).
En la Edad Media la división del conocimiento estuvo asociada al Trivium (gramática, retórica y dialéctica) y al Quadrivium (aritmética, geometría, astronomía y música) (San Segundo Manuel, 1996).
En el siglo XVIII, la estructura del conocimiento se amplió con la aparición de nuevas disciplinas: mecánica, industria, economía, etcétera (Galende Diaz, 1996).
Finalmente, el siglo XX registró gran importancia en la estructuración temática del conocimiento, pues desde la perspectiva bibliotecológica aparecieron los sistemas de clasificación y los vocabularios controlados (Rubin, 2010; Abbas, 2010).
El universo de conocimiento es un todo; un conglomerado amplio que, con fines simbolizadores y comunicativos, suele fragmentarse en secciones temáticas (Figura 1):
Dichas secciones han sido llamadas de modos distintos: ciencias, disciplinas, campos de saber, dominios, etcétera. Entre tales denominaciones, destaca la noción de dominio, entendido como un espacio de análisis para la determinación temática de un universo cognitivo y el desarrollo de sistemas de organización del conocimiento.
En esencia, un dominio de conocimiento es un:
Ámbito del saber o de la experiencia humana que se caracteriza por su especialización, o por la posibilidad de ser delimitado en función de las prácticas o los intereses propios de una comunidad de usuarios [...] se constituye así en un universo autónomo y más o menos autosuficiente, que se apoya en una estructura de conceptos relacionados entre sí bajo una perspectiva común (Barité, 2015: 64).
El dominio es un espacio de saber que constituye el pilar de cualquier sistema de organización del conocimiento. Pese a ello, en el ámbito bibliotecario persiste una equiparación errónea entre las nociones de dominio y disciplina. En este rubro tenemos que el dominio "parte de un enfoque social y contextual que encauza y delimita las necesidades, la búsqueda y la recuperación eficaz de información, de la comunidad que compone tal dominio" (Tirador Ramos, 2010: 50), mientras que la disciplina es un campo de saber asociado con la investigación y la formación académica. Una disciplina puede ser la física o la química, mientras que el dominio, de naturaleza más incluyente, puede ser una disciplina, una colección de vinos de cierta casa productora, un catálogo de productos comerciales, una colección de pinturas albergada en un museo, un proceso, etcétera.
Ontologías terminológicas: definición y estructura
Las ontologías son un sistema para la organización del conocimiento gestado en las ciencias computacionales hacia finales de la década de 1980.
Gruber (2008: 1) señala que:
En el contexto de la computación y las ciencias de las ciencias de la información, una ontología define un conjunto de primitivas representacionales con las cuales se modela un dominio de conocimiento o discurso. Las primitivas representacionales son típicamente clases (o conjuntos), atributos (o propiedades) y relaciones (o asociaciones entre los miembros de las clases.
Guarino, Oberle y Staab (2009: 2) indican que las ontologías:
Son un medio para modelar formalmente la estructura de un campo, es decir, las entidades y relaciones significativas que surgen de la observación [...] Se analizan las entidades relevantes y se organizan mediante conceptos y asociaciones que, respectivamente, se representan mediante predicados unarios y binarios.
Es común que a las ontologías se las asuma como una explicitación, un catálogo del mundo, una taxonomía o un sistema relacional; no obstante, son simbolizaciones del conocimiento que se hacen explícitas tanto para los humanos como para los agentes computacionales mediante elementos conceptuales, categoriales, atributivos y relacionales.
Por mucho tiempo, las ontologías sirvieron para modelar el conocimiento desde la perspectiva informática; sin embargo, a mediados de la década de 1990 se expandieron hacia otras disciplinas que organizan el conocimiento, la información y aún los recursos de información (García Marco, 2008).
Insertas en la bibliotecología, las ontologías fueron agregadas al amplio abanico de los sistemas de organización del conocimiento (Hodge, 2000), rubro en el que conviven con los encabezamientos de materia, las clasificaciones bibliográficas, los tesauros, las taxonomías y los mapas de tópicos.
En el ámbito bibliotecario, las ontologías aportan a la representación, organización y recuperación del conocimiento y, entre tales instrumentos, persisten dos grandes tipos: ontologías axiomatizadas y ontologías terminológicas (Stuart, 2016). Las ontologías axiomatizadas tienen como objetivo el modelado del conocimiento en agentes artificiales, mientras que las ontologías terminológicas son útiles para organizar de modo eficiente y preciso áreas de conocimiento.
Las ontologías terminológicas "especifican los términos que se utilizan para representar el conocimiento en un dominio o discurso" (Van Heijist, Scheiberg y Wielinga, 1997: 192) y se utilizan ampliamente en el contexto de la indización, la clasificación de recursos y la recuperación de información con miras a proporcionar formas estandarizadas para describir el contenido de los documentos y mejorar los sistemas de búsqueda (Lacasta, Nogueras-Iso y Zarazaga-Soria, 2010). Comparten rasgos con otros vocabularios controlados, desarrollados para su uso en un dominio, disciplina o comunidad de práctica (Hodge, 2000); no obstante, se diferencian de éstos en complejidad estructural, explicitación semántica y despliegue visual.
Tomando como base lo anterior, en la organización temática de un dominio (Hodge, 2000; Zeng, 2008):
-
Los encabezamientos de materia incluyen el término:
-
Las clasificaciones y taxonomías engloban el término y lo colocan en una estructura jerárquica:
-
Los tesauros contemplan el término y establecen sus relaciones semánticas básicas:
Por último, las ontologías terminológicas incorporan el término en una estructura conceptual, jerárquica, relacional y gráfica como sigue (Figura 2):
Como se aprecia en la figura anterior, mediante una ontología terminológica es posible simbolizar y organizar temáticamente un dominio de conocimiento. Asimismo, es posible establecer que "Huracanes" es una clase de "Fenómeno natural meteorológico," que "Huracán Agnes" es un tipo de "Huracán" y que los "Huracanes" causan "Marejadas". Aunado a ello, superando la semántica de otros lenguajes documentales, las ontologías terminológicas están en posibilidades de integrar la definición del término: "Huracanes" como "gigantescos torbellinos atmosféricos que se originan en las zonas de calma tropicales y se desplazan hacia latitudes superiores" y definir cualquier propiedad del término, por ejemplo, sobre "Huracanes" el atributo "Velocidad del viento: +117 km/h" (Figura 3):
Se encontró que las ontologías terminológicas son sistemas de organización del conocimiento con una estructura compleja, que ha sido definida como semántica (Figura 4):
Desde sus elementos formantes, tenemos:
Conceptos: son unidades de pensamiento (DIN: 2342, 2011. Vocabulary of Terminology, 2011) que se concretan en etiquetas lingüísticas (términos) y representan las entidades del dominio: Fenómenos naturales > "Huracán", "Arcoíris," etc.
Clases: consisten en el orden jerárquico asignado a los conceptos a partir de sus rasgos en común (Reitz, 2004). Posibilitan representar un dominio de forma categorial, por ejemplo: Fenómenos naturales > "Fenómenos naturales hidrológicos", "Fenómenos naturales biológicos", etc.
Instancias: son cada una de las entidades particulares de un dominio, por ejemplo: Ciclón tropical > "Batsirai", "Dumako", etc.
Desde sus elementos descriptivos, incluyen:
Atributos: son características de una entidad, por ejemplo: Cirrocúmulos > "Altura de la base: 6-12 km", "Temperatura de la base: - 20/- 60 °C", etc.
Desde sus elementos asociativos, integran:
Relaciones: son vinculaciones significativas entre los elementos conceptuales. Emplean tripletas del Marco de Descripción de Recursos - RDF, constituidas bajo la sintaxis sujeto-predicado-objeto. A partir de tal esquema, es posible construir cualquier tipo de relación entre elementos conceptuales, por ejemplo: "Olas oscilatorias" causan "Ciclones tropicales", "Cirrocúmulos" es un tipo de "Nube", etc.
Desde sus elementos restrictivos y/o inclusivos, tenemos:
Axiomas: son proposiciones lógicas que cumplen la función de establecer limitaciones. Las ontologías terminológicas registran niveles axiomáticos ligeros, asociados principalmente a clases que se señalan como separadas.
Según su estructura, las ontologías terminológicas son sistemas conceptuales, jerárquicos, atributivos, relacionales y gráficos que, en la organización temática de dominios, pueden funcionar de tres formas:
Como un vocabulario controlado que, mediante términos, registra las nociones o entidades del dominio.
Como una plantilla temática, segmentada en nodos, que de manera visual representa y organiza el dominio, con miras a explicitarlo en interfaces digitales locales o interfaces disponibles en la web.
Como una base de datos que aporta información sobre el dominio, sus entidades, sus atributos y sus relaciones.
Se resume que, en la organización temática de dominios, por ejemplo "Fenómenos naturales", las ontologías terminológicas ofrecen normalización terminológica, control sinonímico, clarificación conceptual, estructuración jerárquica, definición atributiva y entramado relacional semántico (Figura 5):
Aunado a ello, sus ventajas también están asociadas a su estructuración gráfica y desplegable en la que los usuarios pueden tener acceso al dominio (modelado gráficamente) como fuente complementaria de aprendizaje sobre el área. Como se asumió en el primer supuesto de la investigación, las ontologías terminológicas se adhieren a una tendencia organizadora derivada de dos modelos conceptuales bibliotecológicos: desde la perspectiva de FRBR, se promulga por la construcción de sistemas fundamentados en entidades-atributos y relaciones; desde la perspectiva de FRSAD, se busca la construcción de sistemas terminológicamente robustos, con estructura jerárquica bien definida, relacionales y gráficamente explorables.
Ontologías terminológicas: tendencias y perspectivas en la organización temática de dominios de conocimiento
Como se señaló en el apartado anterior, las ontologías terminológicas ofrecen grandes beneficios en la organización temática de dominios. Pese a ello, la investigación detectó que su implementación es incipiente. A partir del análisis de casos se encontraron los siguientes resultados (Figura 6):
Como puede verse en la gráfica, las ontologías terminológicas empezaron a tener presencia en la organización temática de dominios de conocimiento a principios del siglo XXI. Desde entonces, dicha tendencia se ha mantenido con algunos picos de incremento, registrados especialmente en la última década. Tal hecho coincide con lo señalado por García Marco (2008: 125) quien menciona que "el despegue de las ontologías en el campo de las ciencias de la documentación aparece como intensamente conectado con el movimiento general para abordar el problema terminológico-conceptual dentro de la informática y, concretamente, dentro de internet a través de la propuesta de la Web Semántica."
En lo que a los dominios de las ontologías "refiere, tanto la teoría como los casos analizados confirmaron que tratan campos especializados, tanto de naturaleza cognitiva ("Neurociencias", "Genética") como tangible ("Vasijas de cerámica china", "Artefactos de iluminación").
Los dominios detectados en los casos analizados fueron (Figura 7):
Se observó que los dominios médicos evidencian gran uso de ontologías terminológicas, ya sea como bases de datos, vocabularios controlados, mapas visuales o sistemas exploratorios para la recuperación de recursos de información.
En lo tocante a las instituciones que están desarrollando tales ontologías, persisten brechas geográficas en su diseño e implementación. La región europea (Dinamarca, Francia, Inglaterra, Países Bajos e Italia) y la zona anglo-parlante de América (Canadá y Estados Unidos) registran grandes avances. Algunos países asiáticos (India, China) también evidencian fuerte presencia en su construcción. En América, Brasil registra una producción teórica consistente, mientras que, como se pensó en el supuesto número tres del trabajo, el estudio de tales sistemas se observa inicial en la región hispano hablante de América Latina y requiere mayor investigación teórica y aplicada.
En este mismo rubro, se identificó que las instituciones creadoras de ontologías suelen ser entidades académicas (Universidad de Montreal, Universidad Politécnica de Valencia, etc.) y centros de investigación especializados (Centro de Oxford para la Diabetes, Centro de Investigación Atómica Bhabha, etc.).
Los casos analizados constatan que en la construcción de ontologías confluyen conocimientos multidisciplinares:
Áreas especializadas en el dominio, por ejemplo: Departamento de Ciencias Médicas de la Universidad de Arkansas, Departamento de Neurología de la Universidad de Buffalo.
Áreas expertas en el manejo terminológico, conceptual y categorial de los dominios y la gestión temática del conocimiento, por ejemplo: Departamento de Ciencias Bibliotecarias y Sistemas de Información de la Universidad de Atenas, Departamento de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la Universidad Jaime I.
Áreas con experiencia en cómputo y sistemas de información, por ejemplo: Departamento de Ingeniería de la Universidad de Florida, Instituto de Tecnología de la Universidad de California.
Se confirma el segundo supuesto del estudio: la tendencia de implementación de las ontologías terminológicas en el modelado temático de dominios es reciente y de crecimiento lento, en vista de que su construcción es una labor multidisciplinaria e implica conocimientos especializados sobre estándares y tecnologías. Consecuentemente, en la medida que una institución requiere un sistema semántico para la organización temática del dominio y conjunta los recursos (humanos, tecnológicos y económicos) para su creación, los proyectos emergen.
En cuanto a los alcances de las ontologías terminológicas en la organización temática de dominios de conocimiento, la investigación identificó que responden a los siguientes objetivos:
Explorar métodos tecnológicos para la organización temática de dominios.
Asentar el uso apropiado de la terminología.
Determinar modelos conceptuales compartidos.
Posibilitar, mediante modelos conceptuales, la comunicación temática interna y externa del dominio.
Mejorar los procesos de información.
Auxiliar, como una función extendida, en la organización temática de los recursos de información que los dominios producen.
Posibilitar la búsqueda semántica de información y recursos de información.
Proveer marcos temáticos de dominios poco tratados o recientes.
Actuar como mapas de aprendizaje, a partir de sus rasgos gráficos-temáticos.
Integrar los vocabularios controlados en los preceptos de la web semántica.
Por último, el estudio detectó que en la construcción de ontologías terminológicas persisten diversas metodologías. Algunas son propuestas individuales (Gruninger y Fox, 1995; Uschold y King, 1995; Noy y McGuiness, 2001) mientras que otras son propuestas vinculadas a proyectos (KACTUS, METHONTOLOGY, SENSUS, On-To-Knowledge). Pese a la diversidad metodológica, en el desarrollo de las herramientas persisten tres estándares:
Marco de Descripción de Recursos (RDF): es un modelo para detallar recursos en la web (Fensel, Hendler y Lieberman, 2005). Las clases, atributos y relaciones que consideran las ontologías son estructuradas en sentencias sujeto-predicado-objeto, por ejemplo: Mareas - son causadas por - Fuerzas gravitacionales.
Lenguaje de Ontologías Web (OWL): es empleado para publicar y compartir los datos que forman una ontología (Kashyap, Bussler y Moran, 2008). En agregación con RDF, posibilita la comprensión de estructuras significativas para las máquinas.
Sistemas para la Organización del Conocimiento Simple (SKOS): es una propuesta del W3C para la estructuración de vocabularios controlados que respondan a los lineamientos de la web semántica (World Wide Web Consortium, 2012). Se observa como el eslabón perdido entre las aplicaciones de la web semántica y las herramientas para la organización temática tradicionales de la biblioteca.
Conclusiones
La organización temática del conocimiento por mucho tiempo ha mantenido una preferencia por el uso de etiquetas lingüísticas como instrumentos para la representación y organización temática del universo del saber. No obstante, en las últimas décadas dicha tendencia empieza a confluir con una segunda propuesta que retoma las etiquetas lingüísticas, pero agrega mayor semanticidad relacional y estructuras gráficas.
En este tono, los resultados de la presente investigación coinciden con lo señalado por Lacasta, Nogueras-Iso y Zarazaga-Soria (2010: viii), quienes señalan que "el uso de simples vocabularios controlados se ha ido desplazando progresivamente por el uso de modelos de conocimiento [...] los modelos de conocimiento almacenados en papel (taxonomías, tesauros) de las bibliotecas y otras instituciones se han informatizado y transformado en modelos ontológicos más formales para proporcionar un mayor nivel de semántica."
Actualmente, contamos con múltiples opciones para la explicitación temática de los dominios de conocimiento. En un primer nivel podemos construir listados de temas y encabezamientos de materia cuyas funciones son el asentamiento terminológico de las entidades de un dominio y el control sinonímico. En un segundo nivel contamos con tesauros y taxonomías que operan a nivel terminológico y relacional, especialmente jerárquico. Finalmente, en un tercer nivel, se nos ofrece la posibilidad de construir ontologías que contemplan elementos terminológicos, conceptuales, atributivos, relacionales y gráficos.
Si bien todas las opciones antes mencionadas son viables en la organización temática de los dominios de conocimiento, las ontologías terminológicas se observan sumamente útiles cuando trabajamos con dominios altamente especializados, con terminología y conceptualizaciones precisas que buscan asignar atributos a los conceptos y establecer cualquier tipo de relación entre los elementos conceptuales que las componen; por lo demás, son herramientas asociadas al tratamiento temático (representación, organización y recuperación) de la información en múltiples contextos digitales locales y del ciberespacio.
En la organización temática de dominios de conocimiento, las posibilidades tecnológicas que integran las ontologías son una gran ventaja, pues a diferencia de los encabezamientos de materia y tesauros que consistían en listados alfabéticos con algunos tipos de relaciones, éstas generan estructuras desplegables y navegables. La simbolización de dominios que posibilitan las ontologías favorece la comprensión del dominio, el uso correcto de su terminología, el consenso conceptual y el mapeo nodal del área.
Por último, se concluye que las tecnologías y la web han ampliado las posibilidades de representación y organización temática de dominios de conocimiento. En este contexto, la tendencia de las ontologías terminológicas es prometedora en los años próximos y en esta actividad los bibliotecólogos tienen una función primordial. En la planeación y diseño de ontologías se requieren equipos multidisciplinares y de forma particular se necesitan expertos con dos grandes capacidades: experiencia en el desarrollo de sistemas de organización del conocimiento y expertos capaces de detectar la estructura temática de los dominios de conocimiento (Murdock, Buckner y Allen, 2012). Los profesionales de la bibliotecología reúnen ambos requisitos, pues en el desarrollo de la ciencia bibliotecaria han participado en la planeación y diseño de variados sistemas de organización del conocimiento.