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Relaciones. Estudios de historia y sociedad

versión On-line ISSN 2448-7554versión impresa ISSN 0185-3929

Relac. Estud. hist. soc. vol.36 no.143 Zamora sep. 2015

 

Sección general

"Ya no le temen a los humanos, verdad": cultura de la conservación, hegemonía ecoturística e ideología ambientalista respecto a "la tortuga marina" en la costa de Oaxaca

"They no longer fear humans, truly": the culture of conservation, ecotourism hegemony, and environmental ideology regarding "the sea turtle" on the coast of Oaxaca

" Elles ne craignent plus les humains, n'est-ce pas ? " : culture de la conservation, hégémonie écotouristique et idéologie écologique en rapport avec la " tortue marine " de la côte de Oaxaca

Ricardo F. Macip* 

*Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México. Correo electrónico: rfmacip@gmail.com


Resumen:

Uno de los ejemplos más exitosos en términos discursivos y propagandísticos de la conservación ambiental y participación social se encuentra en el corredor ecoturístico de la costa de Oaxaca. Tres mil beneficiarios de la pesquería de tortugas marinas y sus familias transitarón hacia el establecimiento de un nicho de mercado de servicios turísticos y ambientales en tándem con organizaciones de la sociedad civil, que multiplicaron las oportunidades de inversión y empleo en derredor de la conservación de la tortuga marina. En este artículo se interroga y analiza el proceso de transformación y su dirección en sus aspectos teórico-políticos.

Palabras clave: Hegemonía; Oaxaca; conservación; terciarización; clase

Abstract:

One of the most successful cases of environmental conservation and social participation in terms of discourse and propaganda is found in the ecotourism corridor of coastal Oaxaca. There, some 3,000 exploiters of sea turtle fishing and their families transited towards establishing a niche in the tourism and environmental services markets, in tandem with civil society organizations, which multiplied investment and employment opportunities related to sea turtle conservation. The article inquires into, and analyzes, this transformation process and the theoretical-political aspects of its orientation.

Keywords: Hegemony; Oaxaca; conservation; tertiarization; class

Résumé:

Un des cas de réussite en matière de discours et de propagande au sujet de la conservation écologique et de la participation sociale se rencontré dans le corridor écotouristique de la côte de Oaxaca. Trois mille bénéficiaires de la pêche de tortues marines ainsi que leurs familles se sont tournés vers la création d'une niche de marché de services touristiques et écologiques, en association avec des organisations de la société civile, qui ont multiplié les occasions d'inversion et d'emploi autour de la conservation de la tortue marine. Cet article s'interroge tout en analysant le processus de transformation et son orientation dans ses aspects théorico-politiques.

Mots clés: Hégémonie; Oaxaca; conservation; tertiarisation; classe

Introducción

Partiendo de ciertos supuestos de una antropología marxista, este artículo busca desatar el nudo borromeo de cultura, hegemonía e ideología en la terciarización de la costa de Oaxaca. El nudo borromeo se refiere al enlace de tres lazos sobrepuestos en que uno cubre parcialmente a un segundo mientras que un tercero anuda por arriba del primero y por debajo del segundo y se desenlazan al soltar ese tercero. Propuesto por Lacan (2012) para ilustrar el anudamiento de los registros de lo real, imaginario y simbólico para entender al pequeño objeto "a" (causa del deseo y goce parasitario) aquí se utiliza para discutir las relaciones entre cultura, hegemonía e ideología en el proceso de terciarización en una franja de la costa de Oaxaca entre 1990 y 2010. Por terciarización se entiende el proceso general de transformación sociocultural y político-económico iniciado con la veda total para el aprovechamiento industrial de tortugas marinas en pesquería que, apócrifamente, produciría al "milagro de Mazunte" (Cathart 1997) respecto a un equilibrio entre los intereses de naturaleza y sociedad. El milagro de Mazunte no es importante como exceso periodístico-teologal; antes bien ha logrado establecer una poderosa narrativa de éxito a través de debates respecto a la conservación, ecoturismo y ambientalismo. En este artículo se analizan las contradicciones del proceso en su dimensión de dominio de clase.

El artículo tiene dos secciones; en la primera se presentan los cambios regionales y su interpretación analítica producidos por la terciarización y se caracteriza este proceso con sus particularidades regionales, mientras que la segunda avanza la discusión del anudado entre cultura, hegemonía e ideología. Ante la narrativa del milagro de Mazunte, que reduce la ruptura con el pasado a una serie de actos de consciencia, éstos deben ponderarse respecto a cambios y procesos globales implementados regionalmente para separar el antes del después. Al hacerlo se propone su entendimiento como una revolución pasiva que toma como estandarte a la tortuga marina, en tanto ecofetiche y formación.

I

En 1990, por decreto presidencial, se prohibió en todos los litorales de los Estados Unidos Mexicanos la captura y procesamiento comercial de tortugas marinas. Si bien, este evento es considerado como un triunfo de las organizaciones ambientalistas de la sociedad civil (Aridjis 1990), sus efectos serían variados por las distintas regiones y flotas pesqueras. La captura comercial de tortugas podría ser incidental para la flota camaronera del Golfo de México, que era el foco de la campaña orquestada desde los Estados Unidos de América (Macip 1993, 68-69, Early 2010, 51-53), pero definía contornos y tiempos en la costa de Oaxaca. La pesquería del quelonio Lepidochelys olivácea tenía en El Mazunte el rastro tortuguero más grande del país con capacidad para procesar hasta 3,000 especímenes diarios (Early 2010,18). El que las instalaciones permitiesen esa máxima capacidad no quiere decir que haya sido la usual, como tampoco que la captura y procesamiento se restringiera al mismo. La discusión detallada de la pesquería se encuentra en Early (2010), pero debe subrayarse el uso deliberado del rastro como marcador histórico y significante distorsionado para narraciones posicionadas, por demás.

En torno a la pesquería se organizaban las cooperativas de producción pesquera de varias aldeas costeras, beneficiando a mil novecientos sesenta pescadores exclusivos, así como cuatrocientos noventa empleos directos en el rastro y quinientos indirectos en Puerto Ángel (transporte, almacenaje, estibo y pequeño comercio) para la exportación de sus subproductos al mercado mundial y nacional (Early 2010, 46), contribuían también al dinamismo de Pochutla como ciudad-mercado y sede del distrito político regional. De hecho, la colonización de esta parte de la costa del Pacífico en la segunda mitad del siglo XX, como política de Estado y conocida como "la marcha al mar" (Gatti 1986, 26), estaba anclada al desarrollo de la pesca como principal actividad productiva. Huelga decir que el decreto presidencial y su subsecuente ejecución por parte de la Armada de México tendrían efectos profundos, duraderos y de largo aliento en la franja costera que se definiría paulatinamente por una nueva economía política y procesos socioculturales.

La adopción del desarrollo sustentable, la conservación de tortugas y la oferta de servicios turísticos y ambientales en "el corredor ecoturístico", por parte de la red de organizaciones de la sociedad civil y sociedades de solidaridad social es un proceso hegemónico de terciarización. Actualmente, la vida en la franja entre los polos turísticos de Puerto Escondido y Bahías de Huatulco en la costa de Oaxaca se define y domina por un conjunto de negocios amparados bajo supuestos "alternativos" y "sustentables". El paso -forzado- tras la veda total de la conservación de la tortuga marina, a través de ecoturismo ha sido reiterado como un milagro (Cathart 1997, Baumhackl 2000), siguiendo una narrativa romántica preestablecida (Scott 2004). En ella, los pescadores y trabajadores del rastro reciben la palabra e iluminación de parte de organizaciones no gubernamentales ambientalistas para trabajar juntos a través de la reinvención de El Mazunte en un "pueblito ecológico" (Ecosolar 1996). Su asumido efecto demostrativo convertiría a la mayoría de las poblaciones de las localidades sobre la franja costera al activismo empresarial.

Las cosas son más complejas y simples a la vez, empero. Son más complejas, en tanto se requirió de la compulsión a la violencia física extralegal por parte de la Armada de México para forzar a la población residente a negociar en franca desventaja. Son más simples, en tanto sólo se construirían consensos en torno a la oferta de servicios turísticos como rama industrial dominante para toda la región, no como producto, efecto o persuasión de una consciencia ambientalista. Son las demandas del capital trasnacional, en conjunto con acuerdos de los gobiernos estatal y federal, las que se articulan en la rama turística, para integrar a la zona en el ramillete de Bahías de Huatulco, definiendo su inequívoca tercerización.

La Armada de México cambió e intensificó el carácter de su presencia en 1990, yendo del patrullaje para la protección de aguas territoriales y poblaciones costeras (de manera contradictoria) respecto a amenazas externas (pesca furtiva de flotas extranjeras e interdicción respecto a la pepena comercial de huevo de tortuga desde 1964) a convertirse en un ejército de ocupación que haría evidente que no se negociaría políticamente el decreto presidencial, y que, quienes se mantuviesen en el mercado clandestino del huevo o cualquier subproducto del quelonio lo practicarían bajo el terror de renovados castigos corporales extrajudiciales (azotes, ingesta masiva de huevos de tortuga, así como distintas formas de lesiones y tortura) (Early 2010, 35). La Armada estableció un estado de excepción cerrando un puño de acero que quebró y sometió a la población. Sobre esa base se construiría el consenso con los activistas, de marcados intereses empresariales, que se harían llamar de manera intercambiable como ecologistas, ambientalistas y conservacionistas (Early 2010, Morales 2009, Zamora 2011).

El antecedente frente al cual deben apreciarse los cambios de los años referidos es la planeación y ejecución del complejo de Bahías de Huatulco (Gullette 2007). A inicios de la década de los ochenta, y de manera centralizada, el gobierno federal expropió tierras bajo criterios de utilidad pública y la administración de las secretarías de turismo e industria paraestatal. En contraste, para los noventa, el proceso sería regulado por el mercado inmobiliario y de la construcción, moderado por las reformas estructurales que legalmente permitirían la especulación y acumulación por despojo (Harvey 2003, Morales 2009). Si bien, la clave en la formación de un mercado de bienes raíces es la contrarreforma al artículo 27 de la Constitución en 1992, que faculta la enajenación de núcleos agrarios comunales y ejidales, también es cierto que por la crisis del café en 1989 se liberó mano de obra en los distritos de Pluma Hidalgo y Juquila tras su desmantelamiento y que eso presionó por alternativas productivas (Macip 2005). En la región no es posible sobredimensionar el decreto presidencial que, al terminar con la pesquería de tortuga en 1990, es parte del lisiado al sector primario entre 1989 y 1992. Si bien, la ganadería y agricultura comercial, como la papaya, tomarían relevancia en la región, serían subordinadas en términos de la dirección regional hacia el turismo como dínamo de la terciarización.

La terciarización se refiere a tres desplazamientos, que desde 1990, son parte de un proceso político de dominio de poblaciones costeras por grupos metropolitanos y de vanguardia en la recolonización de la región, en concordancia con proceso globales (Chandhoke 2002, 37).

La terciarización, en su sentido más obvio en ciencias sociales, se refiere al paso de actividades productivas del sector primario al terciario, esto es para el caso que nos ocupa, de la producción agropecuaria y de extracción pesquera al establecimiento de un mercado de servicios turísticos y ambientales. Ello requirió de cambios jurídicos respecto a la tenencia de la tierra, así como reformar las restricciones sobre la participación de extranjeros en sociedades de inversión. Las reformas estructurales del periodo entre 1989 y 1992 serían la base sobre la cual podrían hacerse ajustes en la dirección de las actividades productivas y conducción de la economía hacia el turismo, como punta de lanza, en la región. Lo que en este trabajo se identifica como el corredor ecoturístico se caracteriza tanto por una belleza singular de sus paisajes costeros, como por la localización de playas y bahías aptas para la práctica de deportes acuáticos, destaca el "surfeo" y el esparcimiento en general. Integradas productivamente a través de la pesquería de tortugas se reconvertirían a un mercado de oferta de servicios ecoturísticos a través de una multiplicidad de pequeños negocios de tours y guías para el avistamiento de animales marinos (tortugas, delfines y ballenas principalmente), aves y otros reptiles tanto anfibios como terrestres (cocodrilos e iguanas). En contraste con Bahías de Huatulco y en menor medida Puerto Escondido, donde es claro el predominio del capital trasnacional en hoteles y restaurantes, en el corredor los mismos servicios son de pequeña escala.

Un segundo desplazamiento se refiere a la sociedad civil (Chandhoke 2002, 38) y su liderazgo a través de organizaciones sociales. El monopolio del PRI1 como partido de Estado implicaba no sólo los procesos de selección de autoridades en simulacros electorales, sino principalmente la participación social en la vida cotidiana. El partido -a través de sus organizaciones de masas y base compuestas por cooperativas de producción pesquera, comisariados de bienes comunales, unidades económicas de producción y comercialización (UEPC) articuladas al sector social- tejería relaciones clientelares con las burocracias estatal y federal, así como administraciones distritales y municipales. Los planes de desarrollo, instalación de plantas de procesamiento (beneficios cafetaleros y el rastro tortuguero en esta región), extensión de paquetes tecnológico-agropecuarios y financiamiento serían asignados y recibidos a través de negociaciones clientelares, renovando el pacto que, bajo el contrato del "desarrollo con justicia social", aseguraba lealtades políticas a cambio de subsidios e inversiones regionales. Las reformas estructurales harían progresivamente irrelevante el pacto corporativo, desmovilizando a los contingentes del "sector social" (Macip 2005, 100-104), que es también como se conocía a los productores primarios subordinados a las industrias paraestatales. Paulatina e inexorablemente serían sustituidos por otra forma de organización predicada sobre el social-civilismo estadounidense como modelo para las regiones en proceso de transición hacia la democracia (Salamon 1995, 2003; Salamon et al. 1997, 1999, 2000).

Ignorando la diferencia entre sector social y sector privado de los gobiernos posrevolucionarios, la administración pública importó el modelo ideológico de los tres sectores: privado, público y un tercero de la sociedad civil o "social" con un acento totalmente distinto sobre este significante ideológico (Voloshinov 1973). El primer sector es el de los intereses empresariales en pos de ganancias y lucro; el segundo sector de los distintos niveles de gobierno con fines regulatorios y redistributivos. El tercer sector modera los excesos a que ambos son prontos en el capitalismo y socialismo de manera correspondiente, dando forma a las iniciativas de acción por parte de la sociedad civil en una narrativa de "alternativas". Más que las endebles suposiciones teóricas del modelo (Olvera 2003, 22), es importante resaltar que el mismo sería adoptado -en buena medida por su potencial ideológico de consenso- como idóneo para la región y que la partici pación de gobiernos y empresas, respecto al desarrollo del corredor ecoturístico, sería construyendo un tercer sector de fragmentadas organizaciones no gubernamentales en tanto sociedad civil en competencia por recursos de los otros dos en un renovado clientelismo.

En diálogo con la narrativa de las virtudes de la sociedad civil organizada de Salamon está la propuesta de la tercera vía (Giddens 1998), también pergeñada por la transición a la democracia como narrativa maestra y acuerdo político como punto de sutura (Laclau y Mouffe 1987, 155-166). Sobre él -como parte importante de éste tercer desplazamiento- se desarrollaría el proceso hegemónico (Roseberry 1994, 365) de dominio político, a través de los lenguajes de la conservación, ecoturismo, sustentabilidad, en una cadena de equivalencias simbólicas de significantes vacíos y flotantes (Laclau 2005, 163). Su interpelación ideológica produciría sujetos (Althusser 1990, Žižek 2010) de la conservación. La tercera vía operaría como marco general que da paso a ideas respecto a la "multitud" posthegemónica de afectio y habitus (Beasley-Murray 2010) y practicas de new age como yoga, reiki, danzas aztecas, temascales, entre otros, que llenan y evacuan a los significantes con que los sujetos gozan e intentan definir la vida y reproducción social en la región (Macip 2010).

"Alternativo" y sin crítica al capitalismo este tercer desplazamiento cultural y posmoderno sancionaría toda reforma y acomodo en un nicho tanto de mercado como ideológico de despolitizada organización social que, como efecto principal, erosiona el espacio de lo político (Mouffe 2007) con prácticas subculturales orientalistas, nativistas y animistas. Juntos la tercera vía y el new age darían forma y espacio al síntoma (Žižek 1992) que clama por una condición postideológica, postpolítica y posthegemónica (Beasley-Murray 2010) para los grupos y clases implicados por el ecoturismo en la región. La relevancia del new age en la región es doble. Por un lado cimenta las relaciones entre personas y grupos de la segunda ola de inmigración a la región (que se discutirá más adelante) y, por otro, es el lenguaje privilegiado para explicar los cambios y nuevos significantes asociados con la transformación hacia una economía, organización social y cultura. Toda vez que se discute la construcción de los consensos necesarios para la ejecución de cualquier plan o proyecto se recurre a ejemplos tomados de un modo de vida holístico y alternativo, al tiempo que se lamenta el escaso o nulo entusiasmo de los lugareños por ello. En ese sentido, lo que puede parecer una elección tan personal y privada como cualquier afición o pasatiempo, constituye un goce (Braunstein 2006) en su dimensión política y ética.

La terciarización, combinada por estos tres desplazamientos, produce la transformación en que se busca moderar las contradicciones resultantes y se dirige el rumbo de los cambios. proponiendo alternativas al capitalismo realmente existente.

Amén de 1990, el otro referente temporal importante para la región es 1997. Si aquel significó la prohibición del aprovechamiento comercial de tortuga tanto en pesquería como, efectivamente, punir la pepena masiva de su huevo para el mercado clandestino de las ciudades del sur de México, éste marcó el fin de una primera etapa de experimentación con las alternativas de la sociedad civil y participación social bajo la tutela de la organización no gubernamental Ecosolar. Los huracanes Paulina y Rick, de una intensidad de 4 y 2 en la escala de Saffir-Simpson, tocaron tierra justo en la zona los días 8 de octubre y 9 de noviembre (Zamora 2011, 114-116). Hasta 1997, Ecosolar y sus "mechudos" como serían conocidos por los regnícolas (Barkin 1994) liderarían los esfuerzos de participación social y producción de alternativas en la región. Sus méritos y contribuciones, así como limitaciones y yerros serían cuidadosamente ponderados en la literatura de la región (Roldán 2002, Baumhackl 2000 y 2003).

La imposición de la veda no trajo consigo un acuerdo democrático respecto a la conducción de actividades productivas en la zona, sino la imposición de negociar con las iniciativas de la sociedad civil organizada y los intereses de la industria turística con la amenaza violenta de la Armada de México, mientras que los huracanes arrasaron con la dirección de Ecosolar respecto a enseñanzas y revelaciones, experimentos y proyectos de siete años en que se forzó el consenso respecto a la oferta de servicios turísticos y ambientales.

Frente a la devastación de los huracanes (Zamora 2011, 113-7), los gobiernos federal y estatal implementaron planes emergentes de empleo y reconstrucción. Éstos adoptaron la agenda temática de Ecosolar respecto al ecoturismo porque era lo que resonaba con mayor posibilidad de éxito para la apropiación y ejercicio de subsidios y presupuestos entre las organizaciones existentes y emergentes, independientemente de su relación con la ONG. El huracanado ocaso de Ecosolar abrió un periodo de competencia entre diversos "actores" y "agentes" sujetos a un régimen de conservación para el manejo de los recursos estratégicos y poblaciones sobrantes (Smith 2011).

Cuando -como equipo de investigación- fincamos campamento en 2007, diez años de terciarización habían transcurrido en la formación del campo de fuerza (Roseberry 1994, 358) del corredor ecoturístico. Las poblaciones en competencia tanto por el liderazgo moral e intelectual, como por el manejo de recursos públicos y privados, estaban más que preparadas para tratar con forasteros en equipos de investigación en estancias cortas. Nosotros estaríamos un año entre los veranos de 2007 y 2008 "confrontando el presente" (Smith 1999) del milagro de Mazunte.

Para entonces diversas versiones reiteraban una narrativa de despertar y conversión en que los habitantes de la región habían pasado de ser depredadores a custodios de la naturaleza en una situación de "todos ganan". El ecoturismo era la vocación que unía a la región con el mundo compartiendo su innegable belleza natural con los visitantes, generando negocios y empleos al tiempo que permitía la conservación de las tortugas. Esto se lograba mediante la reiteración de las variaciones multiacentuadas (Voloshinov 1973, 23) de la narrativa -ofrecidas en todos los eco-tours y conversaciones con prestadores de servicios- del paso de la depredación irracional o "matazón" de antaño al cuidado y protección de las tortugas de hogaño. Las múltiples interacciones de los turistas con los diferentes prestadores de servicios ecoturísticos presentan más de una forma de encuentro y comunicación en que se "refractan" las experiencias y posiciones del sujeto que narra, usando los significantes de "conservación", "ecoturismo" y "medioambiente" siguiendo tanto las variaciones de edad, género, empleo en uno y otro momento, pero, sobre todo, las distintas apreciaciones del proceso. En suma, condensan no sólo el consenso logrado respecto a la terciarización, sino la formación de un sujeto colectivo interpelado por una ideología de ambientalismo multicultural. De esta manera se contaba con versiones tanto profesionales, por aquellos que aspiraban a dirigir el proceso desde posiciones de mando y privilegio en dependencias público-gubernamentales o agencias empresariales dedicadas a la conservación, así como las múltiples versiones vernáculas que rayaban en la ironía y el sarcasmo (Early 2010, Morales 2009, Zamora 2011). Todas reiteraban una secuencia lineal, empero, en que el barbarismo de la pesquería había sido superado por la prestación de servicios ecoturísticos y de conservación gracias a la revelación de la palabra por parte de la sociedad civil organizada. Las similitudes con las conversiones religiosas o la recuperación de alcohólicos, drogadictos y otros sujetos de perdición revelaban lo mismo que escondían. Es decir, debajo de todos esos significantes saturados y la reiteración de un mantra o catecismo secularizado por la ideología podría no esconderse nada sino la coerción por aceptar la reproducción de las condiciones reales de existencia (Althusser 1990). En una memorable salida al mar para apreciar la fauna marina, una visitante dijo, al volver a bordo de la lancha tras haber manipulado y fotografiarse con una desesperada tortuga golfina, "ya no le temen a los humanos, verdad". Lo que esta aseveración establece y demanda entender es cómo se logra tal consenso histórico y cuál es su naturaleza.

Cada integrante del equipo de investigación tomó como punto de entrada un significante ("ecoturismo", "conservación" y "sustentabilidad") que podrían ser vacíos o flotantes (Laclau 2005), refractados (Voloshinov 1973), amos (Žižek 1992, 2010), de redes (Escobar 2009), de conocimiento local (Gupta 1998), por guardianes de la biodiversidad (Shiva 1993), hyperreales (Ramos 1992), importados o contingentes y seguiría sus cadenas de significación en las prácticas sociales trenzadas en torno a rituales de reconocimiento ideológico (Althusser 1990, 66). A la fecha se cuenta con dos niveles de análisis al respecto. El primero, al seguir cabos específicos, las investigaciones inductivas (Early 2010, Morales 2009, Zamora 2011) ofrecen análisis parciales que permitieron la corroboración múltiple respecto a sobreposicionamientos narrativos y factuales. El segundo, de la que este artículo es parte, avanza interpretaciones sintéticas sobre la configuración de realidades sociales marcadas por la duplicidad en la hegemonía neoliberal (Zamora 2010, Macip y Zamora 2012, Macip 2012). En este artículo se ofrece una interpre tación y análisis del nudo borromeo de cultura, hegemonía e ideología que ata tales significantes en un proceso de acumulación por despojo (Harvey 2003) y explotación para la reproducción ampliada en un nicho de mercado, tanto ideológico como de servicios.

2

La sección anterior sigue de manera descriptiva y analítica la narrativa de "hegemonía selectiva" avanzada por Smith (2011). La presentación de la historia regional en un antes y ahora busca enfatizar tanto sus contrastes como cuestionar la dirección del proceso de cambio en la terciarización.

Smith (2011, 19-20) propone que durante los últimos treinta años hemos transitado de un capitalismo keynesiano expansivo a uno neoliberal selectivo, que se caracteriza por una polarización social extrema como efecto de las formas contemporáneas con el apoyo ideológico de las elites políticas del conservadurismo y socialdemocracia, el dominio del capital financiero sobre el industrial y productivo, así como una "ética social de empresa". Este proceso, de alcance global, tiene necesariamente una expresión diferenciada en las múltiples localidades y regiones del mundo donde ocurre, que afecta a las poblaciones correspondientes. De acuerdo con su trayectoria vocacional, industrial y productiva es que variarán no sólo los efectos de las transformaciones neoliberales, sino que producirán procesos específicos de reacomodo poblacional dada la infinita variedad de posibilidades históricas. El uso de la noción de "hegemonía selectiva" en el neoliberalismo por Smith se refiere a la relación entre los procesos de cambio organizado en los flujos de capital y la manera en que redefine a las poblaciones de trabajadores y ciudadanía. Reconociendo que hemos avanzado mucho en el conocimiento respecto a la dirección de los cambios, queda por entender cómo es que han sido afectadas, en sus derechos y entendimiento de los mismos, distintas poblaciones en el orbe. Debatiendo con autores relevantes para el caso asiático, Smith destaca el trabajo hecho en los cambios sobre ciudadanía de un modelo de universalidad jurídica a uno diferenciado y basado en la diversidad sociocultural.

La relación entre la reorganización del aparato productivo y la producción de poblaciones sobrantes es una constante, pero no se expresa de manera idéntica en dos regiones del mundo. Antes bien, produce nuevas configuraciones regionales y campos multidimensionales de fuerza entre las poblaciones que ata y confronta. Y es precisamente esta especificidad la que debe interrogarse teórica y etnográficamente: por qué es que son importantes las condiciones históricas específicas de cada caso así como los entramados de relaciones sociales producidos. Asimismo, cómo es que estos campos de poder- y los significantes por los que se hacen inteligibles -logran afectar a las representaciones sobre la naturaleza misma de los cambios más allá del campo e historia regional específicos. En este caso, cómo es que el milagro de Mazunte toma sentido y puede proyectarse como un efecto deseable de la hegemonía selectiva.

Cultura

De acuerdo a Crehan (2002, 71), la cultura es la experiencia de clase a la que según Sider (2003), hemos de acercarnos a través de la he gemonía como proceso histórico-material de transformación, que al decir de Žižek (1992 y 2010), produce significantes amos en la ideología. En el corredor ecoturístico de la costa de Oaxaca como en otras regiones, no hay sólo "clases sociales fundamentales" (Marx y Engels 1994), sino fragmentos y formaciones dominantes, residua les y emergentes (Williams 1977) de clase.

El criterio objetivo más claro para definir entre estas formaciones y fragmentos es el excedente laboral (Ruccio 2009, 150). Excedente laboral se refiere a la producción de contingentes de personas que intercambiarán su capacidad para el trabajo por un salario y a poder identificar qué formaciones y fragmentos producen más de estos asalariados potenciales. Si bien, puede argumentarse que todas las formaciones y fragmentos de clase producen personas que buscan enajenar su capacidad para el trabajo en mercados laborales, no ocurren en la misma proporción ni con la misma calificación. Antes bien, la ordenada explotación de plusvalía de este excedente laboral define claramente contornos de clase en aquellos que proveen trabajadores y aquellos que los explotan, así como la dirección que se le da a ese trabajo. Sin embargo, este criterio de separación y definición se complica por otra serie de características de las clases que cohabitan y comparten el corredor ecoturístico.

Las formaciones de clase que están presentes en el corredor ecoturístico se asocian y segregan, principalmente, respecto a los momentos en que inmigraron en contingentes heterogéneos y las actividades productivas en que se organizan. Hoy día se relacionan de manera multidimensional y no es posible hacer generalizaciones sin una serie de advertencias para su empleo. Hay tendencias muy claras como que la colonización de la costa bajo "la marcha al mar", a la mitad del siglo XX en pesquería, atrajo tanto a pobladores de la sierra sur y otras regiones de Oaxaca que hablaban distintas variantes dialectales del zapoteco del sur, chatino y otras lenguas, como a pescadores monolingües hablantes de español mexicano costeño de los estados de Colima, Nayarit y Jalisco. Estos inmigrantes a través de la pesquería de tortuga y el cultivo de café en el distrito de Pluma Hidalgo, amén de la agricultura y ganadería de la franja costera, harían de Pochutla su mercado para abasto regional y distrito político-administrativo, y de Puerto Ángel su principal puerta de entrada y salida de mercancías para los mercados nacional e internacional. Desarrollarían complejas relaciones de trabajo en la pesquería, convivencia como vecinos y reafirmarían la preeminencia del español vernáculo como lengua franca. Se organizarían en rededor de los esquemas productivos y políticos del "desarrollo estabilizador" (Bartra 2007, 212) en que, modernamente, se mexicanizarían. Esta población distaba mucho de relacionarse de manera igualitaria, pues, dependiendo de las posiciones en el proceso productivo, las habilidades de las unidades productivas y el manejo de relaciones políticas en estructuras del partido de Estado tendrían jerarquías y mandos.

Dicha población será posteriormente indigenizada en diversos trabajos académicos (Baumhackl 2000 y 2003; Barkin 1994 y 1998) y en el sentido común de los forasteros activistas, pues serían los residentes a los cuales debería persuadirse o forzarse a dejar la pesquería y sumarse o someterse al ecoturismo y la conservación. Como tal, podemos pensar en ellos cual regnícolas (habitantes del reino de la tortuga marina) a quienes, pese a contar con pocas generaciones en la zona, se les imputa un carácter "local" (Asad 1995, 21), esto es, localizables, fijos y sujetos.

La llegada de las ONG y equipos de investigación a la zona desde inicios de los noventa es parte de una segunda ola de inmigración e intervenciones para cambiar la dirección y el manejo del excedente laboral de los regnícolas. La segunda ola es también internamente diferenciada pero bajo la guía de forasteros citadinos y cosmopolitas, que traerían tanto la buena nueva del ambientalismo como planes de negocios que transformarían la organización productiva, su sentido y significantes en torno a los cuales vivir. Descansarían menos en su elocuencia o nobleza y más en el peso del decreto presidencial ejecutado con firmeza por la Armada de México. Los forasteros procederían por igual de ciudades mexicanas y del Atlántico Norte, así como del sur global y tendrían entre sus principales características la educación universitaria, la experiencia laboral en el sector servicios y nuevas formas de organización: son las vanguardias de la sociedad civil globalizada, que florece tras el colapso del socialismo realmente existente en Europa entre 1989-1991 y el auge del multiculturalismo neoliberal (Hale 2002) estimulado por el alzamiento zapatista de 1994 en México. Aunque sería en la década de los noventa cuando se sentirían más su penetración y asentamiento, no han dejado de inmigrar en números decrecientes. Tampoco son un grupo homogéneo, sino claramente diferenciado por especializaciones empresariales y profesionales del sector servicios, así como divisiones generacionales, pero aglutinados en torno al ambientalismo como ideología ligada a prácticas subculturales de clase compartidas en el new age (Macip 2010).

Forasteros y regnícolas se han relacionado en la terciarización del corredor de manera contradictoria sin posibilidad de prescindir unos de los otros. Cabe aclarar que ninguno de los dos términos es usado en la región. Antes bien, se utilizan eufemismos y términos de burla mutua sin que ninguno llegue a tener aceptación pública. Su empleo en este trabajo es para subrayar las tendencias y fuerzas en las que se mueven y desde las que se relacionan sin perder de vista la proporción en que producen o se apropian del excedente laboral.

Si bien, podría argumentarse que los forasteros presentan características culturales urbanas y los regnícolas rurales, esto supondría que sabemos tanto qué es lo que eso quiere decir, como una coherencia interna a dos sistemas culturales. Ninguna de las dos cosas puede sostenerse con facilidad. No sólo son grupos muy heterogéneos al interior, sino que su consistencia está dada menos por una herencia imputada o procedencia común como por las formas y posiciones de clase que conformarían en el proceso de terciarización. De hecho, una de las narrativas más recurrentes en unos y otros es el haber experimentado cambios radicales sea con el decreto presidencial o al haberse asentado en la costa. Estas relaciones y configuración de un campo de fuerza multidimensional (Roseberry 1994, 366) producen experiencias culturales de clase que han cobrado importancia y merecen nuestra atención porque buscan impactar sus condiciones reales de existencia y reproducción con representaciones sobre su trascendencia.

Es importante destacar que, pese a las constantes bromas y estereotipos entre los grupos, hay un notable esfuerzo por entender sus diferencias y negociarlas en un plano "cultural". Una vez identificadas las "matrices" o tradiciones culturales se impulsan narrativas de diversidad cultural que celebran las manifestaciones de aquellas autorizadas desde el exterior (gobiernos, academia y sociedad civil) como "modos de vida y entendimiento" en tanto "indígenas" o "zapotecos" sin precisar sus significados (Zamora 2010). Esta valoración de la alteridad cultural es clave para el establecimiento de versiones en torno al multiculturalismo y, sobre todo, para un entendimiento cosmopolita de la dirección empresarial respecto a la terciarización. Solo así es posible la reiterada insistencia del milagro de Mazunte en que, producto de una consciencia ambientalista, empresas de servicios ecoturísticos han logrado implantar una "cultura de la conservación".

El desarrollo de tal cultura de la conservación en tanto experiencia de clase es innegable. Lo que no quiere decir que esta cultura tenga contornos ni contenidos claros, inequívocos o respecto a los que haya acuerdos compartidos. Antes bien, es en un proceso de negociación en el cual se establece y regatea la distribución de recursos estratégicos para la reproducción y apropiación de excedente laboral (Macip y Zamora 2012). Éstos pueden ser las compras simuladas de terrenos de playa y escénicos, el acceso a empleos en organizaciones no gubernamentales así como presupuestos públicos, subsidios gubernamentales y donaciones privadas, o la participación en asambleas y formas de deliberación comunitarias. Todo ello bajo el estandarte de la tortuga marina, a cuya conservación supuestamente se dedican (Early 2010). En otro artículo (Macip y Zamora 2012) hemos avanzado la discusión sobre conservación como significante amo y las contrastantes prácticas e intereses que pone en juego. Aquí baste con asentarse que es en torno a ella que las experiencias de clase adquieren una dimensión cultural.

Hegemonía

La hegemonía es dirección y dominio de clase que se logra y sanciona dentro de la sociedad civil (Buttigieg 1995, 26). La dominación es principalmente sobre grupos y formaciones o fracciones de clase contrarias a la alianza de clases que ha logrado hacerse de la dirección del bloque histórico (Ruccio 2009). Una alianza de clases es hegemónica (Gramsci 1999, 36 [Q.XIII, §17]) cuando ha renunciado a la defensa y avance de intereses de forma corporativa, esto es, en un plano meramente económico, y ha persuadido a la mayoría del bloque histórico de que las formas de reproducción social y acumulación ampliada que propone y dirige son en beneficio del Estado (entendido como la suma de sociedad política y sociedad civil). El valor del estudio de la hegemonía, como dirección y dominio de clase, radica en que nos permite entender cómo es que se viven las diferencias respecto al mando en el capitalismo.

Smith (2011, 15-25) propone, para su entendimiento en el presente etnográfico, dos pares de conceptos relacionales (demos & tecnos, enclosures & freedoms) en la tensión entre las pugnas por reivindicaciones de derechos de las mayorías (demos), contra las intervenciones y controles del capital (tecnos) que acotan y parcelan recursos (eclosures) al tiempo que encarrilan los flujos de las libertades (freedoms) en la dirección buscada para la realización del mayor provecho. Las libertades de empresa e individuales no se explican por sí mismas en los regímenes caracterizados por la acumulación capitalista, sino precisamente por ser relativas y orientadas hacia flujos y estructuras de acumulación. Las libertades no se reducen a la conformación de poblaciones que venden su capacidad para el trabajo, sino su relación con gobiernos y empresas con la capacidad de orientarles y explotarles en venturas que permitan la mayor producción de plusvalor posible en situaciones sociohistóricas específicas (Smith 2011, 14). Si la producción, apropiación y explotación de excedente laboral nos permite entender la dinámica de lucha de clases (Ruccio 2009, 150-1), la dialéctica entre el demos y tecnos evidencia los grados de éxito relativo en la dominación y dirección de los procesos de reproducción y acumulación: de la hegemonía.

El carácter selectivo de la hegemonía es claro en el caso que nos ocupa por concentrarse en una población que en un primer momento se tornó obsoleta y sobrante por el decreto presidencial de la veda, el cierre y liquidación de la pesquería, así como la orquestación de reformas estructurales. El ejército industrial de reserva al que pertenecían los trabajadores del rastro, pescadores y productores rurales de la región reacomodaría a tal población en contingentes flotantes y latentes (Roseberry 1997, 37, Macip 2009, 11). Ciertamente, no todos los regnícolas entraban como superpoblación relativa y algunos podrían hacer alianzas exitosas con los empresarios que se asentaron en el Mazunte y alrededores para la erección del "pueblito ecológico".

La multidimensionalidad del campo de fuerza radica precisamente en que no puede generalizarse que los regnícolas constituyan universalmente los colonizados, ni que los forasteros actúen uniformemente cual colonos. Antes bien, habría desde un inicio fuertes procesos de diferenciación en las comunidades costeras producto de una prolongada y feroz lucha por la tierra que sancionó, dentro del comisariado de bienes comunales, un muy desigual acceso a la misma y, posteriormente, la simulación legal de su enajenación en diferentes venturas con forasteros de distinto tipo (Morales 2009, 271-84). Como empresarios del sector servicios algunas familias de regnícolas abrirían restaurantes y hoteles así como empresas varias de servicios turísticos en competencia con los forasteros que llegarían en olas mayores en los noventa y menores en la primera década del nuevo siglo. Asimismo y en alianza con otros forasteros tanto en iniciativas de organizaciones no gubernamentales, gobiernos estatal y federal, así como fundaciones nacionales y extranjeras que integrarían sociedades de solidaridad social, asociaciones civiles y empresas participantes en redes de comercio justo y economías solidarias (Zamora 2011, 53-7). El éxito relativo de estos esfuerzos depende de la persuasión efectiva, a la población sobrante, de que no hay alternativa a los cambios.

Por su parte, los forasteros a lo largo de una generación, sociológicamente hablando (25 años), tampoco se articularían a la región de la misma manera. Los hay bien afincados y en posiciones de dirección y supervisión en aparatos gubernamentales y no gubernamentales, nacionales y extranjeros, así como empresarios del sector servicios, trabajadores temporales, aventureros y vagabundos. Como tales establecen relaciones entre sí y con los regnícolas en un dominio de clase que no sigue patrones étnicos ni de casta inequívocos. Hay indudablemente procesos de dominio heteropatriarcal (Zamora 2010) y racistas (Macip 2010), pero están articulados y subsumidos a la hegemonía de clase en la sociedad civil.

La hegemonía selectiva coaguló de manera evidente e incontrovertible en el ecoturismo. Ni los cambios en la producción con el paso de actividades del sector primario al terciario, ni la contrastante valoración de la pesca de tortugas con la consecuente producción de una "memoria histórica" selectiva para consumo de estudiantes y turistas, se dieron por iniciativas de los regnícolas ni de los forasteros organizados como sociedad civil ambientalista (Early 2010, 58). Son, antes bien, reacciones y acomodos a las demandas y eje cución de proyectos del capital en la rama turística. Gobiernos estatal y federal en tándem con intereses empresariales nacionales y extranjeros decidirían y sobredeterminarían el cambio en la vocación productiva de la región hacia el turismo de "sol y playa" (Morales 2009, 89). El proyecto Bahías de Huatulco sería el principal polo de atracción para el turismo internacional, mientras que Puerto Escondido lo secundaría para consolidar su demanda mixta nacional e internacional. Sólo en medio de esos dos polos de desarrollo es que es pensable la producción de nichos como el del corredor ecoturístico.

La zona no era ningún páramo, ni estaba caracterizada por la depravación que hoy se reitera en las historias del antes y ahora, tinieblas e iluminación, ignorancia y saberes. Tanto el distrito cafetalero de Pluma Hidalgo (con el potencial para las mejores varietales en México), como la pesquería eran ramas vigorosas que, sujetas a ciclos de auge y caída, permitirían una planeación sustentable. Sin embargo, ninguna de las dos podría competir con las decisiones políticas a nivel nacional que a través de las reformas estructurales liberarían el potencial empresarial de individuos y corporaciones. Independientemente de los intereses y aptitudes del demos así como sus derechos sociales, el tecnos de empresa y gobierno "cincharía" la libertad y creatividad de los regnícolas al ecoturismo bajo la tutela de forasteros en una vibrante, pero dócil sociedad civil.

El prefijo "eco" y sus confusiones (Zamora 2010, 2011) adquirirían plena vigencia en la duplicidad producida por el decreto presidencial de la veda total. Todos los involucrados en la prestación de servicios ecoturísticos del corredor habrían de posar como guardianes de la naturaleza y biodiversidad, así como convencidos ambientalistas. El cuidado y conservación de la "tortuga marina", que fetichiza a cuatro especies de quelonios en una "carismática especie" (Early 2010, 59), no es ni una elección libre, como tampoco producto de la simple persuasión en la sociedad civil, sino de su calibrado y precario balance con la compulsión a la violencia por parte de la sociedad política. La Armada de México sometió a la población, forzándola a negociar con los forasteros y sus ideas peregrinas del ecoturismo. Con el paso de los años se pudo prescindir de estos intermediarios y nuevas organizaciones vernáculas podrían competir contra aquellos mismos que los redimieron por la apropiación y ejecución de fondos gubernamentales y privados para la conservación de tortugas marinas y el medio. La manera de suplantarlos como representantes de la sociedad civil organizada se dio potenciando la personificación del género y la etnicidad (mujeres e indígenas) como espectáculo (Debord 1995; Zamora 2010, 2011). Cuando se discute el significado del prefijo suelen presentarse bromas cínicas que aluden justamente a que se trata de la economía, pero pasada por ecología subrayando que es la simple reproducción antes que la conservación.

El anudamiento en todas la bromas y acentuación de historias la dan los propios turistas en pos de experiencias místicas o trascendentes con la naturaleza. Sólo ellos pueden permitirse la fantasía de que el ecoturismo es una alternativa al turismo convencional y de cadenas hoteleras, así como que su consumo de servicios puede contribuir a los esfuerzos de conservación entre regnícolas "empoderados" y forasteros "comprometidos". Esto no es menor, ni debe mantenerse al nivel del cinismo o burla. La afluencia de turistas permite justamente suturar la herida producida por la veda y su recurrente cuidado es notorio en las olas de auge y estancamiento de la rama. La región tanto en sus polos de turismo convencional y de masas (Huatulco y Puerto Escondido) como en el corredor ecoturístico no logra sino dos temporadas de demanda, y cada año es variable la intensidad de la misma. Unos años son muy precarios y los llenos totales son raros. De manera que especular acerca del arribo de los turistas y sus demandas permite la comunicación y el trabajo conjunto entre todos los involucrados en la industria, estimula la creatividad de esquemas para atraerlos y mantenerlos más días, abarata los precios de la mano de obra y, sobre todo, sanciona la dirección de unas clases sobre otras. Si los turistas han de creer en que hay alternativas al turismo, a la modernidad y al capital, entonces empresarios y trabajadores, forasteros y regnícolas han de jugar el juego de ser alternativos, confirmando que el tercer sector de Salamon no es otra cosa sino un extraño desvío para afirmar la hegemonía del primero (Žižek 2004, 62).

Ideología

Ahora bien, la advertencia contra el escarnio sobre los turistas no es un asunto menor. Debe evitarse porque su convencimiento o fantasía merece toda atención y seriedad ya que derivan, precisamente, de una interpelación ideológica. Son los turistas, antes que la sociedad civil organizada, los sujetos privilegiados de la ideología del ambientalismo multicultural a que los otros están sujetos (Althusser 1990, 67).

Más que la conservación o el ecoturismo es en el ambientalismo donde puede asirse el aspecto ideológico de la hegemonía selectiva. Como tal tiene una escala global aunque con diferentes efectos regionales y locales dependiendo de las formas específicas de su articulación. Debe decirse por principio de cuentas que el ambientalismo tiene poco que ver con el desarrollo de la biología de la conservación como una disciplina de crisis (Primack 2008). Esta última es la aplicación de conocimientos y metodologías científicas para tratar de entender y en su caso proponer formas de actuar sobre el deterioro ambiental y pérdida de poblaciones y ecosistemas. El ambientalismo, por su parte, es un desarrollo político y contracultural que si bien cuenta con antecedentes longevos no se haría relevante sino hasta la década de los setenta en los países metropolitanos con preocupaciones y agendas vinculadas a la guerra fría y su amenaza nuclear, así como críticas a estilos de vida de consumo masivo (Radcliffe 2000). Lenta y gradualmente se iría expandiendo desde diversos centros a varias regiones del mundo y, sobre todo, a clases cosmopolitas que lo irían adoptando y adaptando en un proceso de traducción a diferentes condiciones político-culturales con la inevitable vulgarización y cambio de significados. De esta manera, y para el caso mexicano, se lograría cuajar a lo largo de una generación un galimatías en torno a la "educación ambiental".

Desde el fin de la guerra fría, el espectro político se iría tornando verde. Las iniciativas ambientalistas procederían de las izquierdas, y paulatinamente serían tomadas por amplias fracciones de clase en lo que sería un desplazamiento hacia un espacio de la postpolítica (Beasley-Murray 2010, Villafuerte 2013). Si atendemos a las campañas y movilizaciones que concentraron la atención nacional, podremos apreciar el trayecto desde la oposición a la planta nucleoeléctrica de Laguna Verde en Veracruz, a mitad de los ochenta, hasta las de consumo justo, solidario y ambientalista en mercancías insignes como el café (Jaffe 2007), pasando por el decreto de veda total a la captura y procesamiento comercial de la tortuga marina. La similitud con las consignas del Partido Verde de la aún República Federal Alemana irían dando paso a la búsqueda de justicia en el mercado sin cuestionar el clasismo inherente (Bartra 2003, Waridel 2002, Macip 2007).

Para el nuevo siglo y milenio, la educación ambiental se habría tornado no sólo en autoevidente, sino que se reduciría a tópicos bien acotados y superficiales como la separación de basura y reciclaje, cuidado de fugas de agua y el desarrollo de campañas en torno a ecofetiches como el de la tortuga marina (Early 2010, 54). Las pláticas, talleres y seminarios de educación ambiental son ocurrencia común en escuelas y centros de trabajo, que ocupan un espectro muy amplio de clases. Al mismo tiempo que se privilegian ciertos tópicos, hay una ceguera selectiva sobre otros, principalmente, los niveles de consumo de energía por automóviles y el transporte de mercancías y personas, así como la dificultad de reciclar justamente los gadgets de nuevas tecnologías que deben cambiarse aceleradamente. Si bien, el cinismo de las corporaciones y gobiernos es evidente en esquemas de greenwashing o lavado de imagen a través del discurso del ambientalismo (usualmente acompañado de multiculturalismo con enfoque de género), el efecto sobre grupos e individuos específicos no puede darse por conocido.

El ambientalismo es simultáneamente ideología, sujeto e interpelación (Althusser 1990, 71). Como tal no depende de un Estado o de instituciones formales del mismo, sean de la sociedad política o civil, como tampoco ya de los centros de emisión y difusión a donde podríamos rastrearle históricamente. De hecho puede decirse que como ideología y siguiendo a Althusser (1990, 61) es ya ahistórico y autoevidente, inmanente y trascendente: es un Sujeto amo que interpela y genera una multiplicidad de sujetos (Althusser 1990, 67) postpolíticos dentro de narrativas y prácticas ideológicas, pues, como sostiene Žižek (1992, 61): "El nivel fundamental de la ideología, sin embargo, no es el de una ilusión que enmascare el estado real de las cosas, sino el de una fantasía (inconsciente) que estructura nuestra propia realidad social... "

De esta forma, la ideología articula las prácticas de conservación y el desarrollo del ecoturismo y subsume al multiculturalismo y la equidad de género en una constelación de significados asociados en la interpelación y que encuentran sutura o anudado en conjunto como significante amo. El ambientalismo no tiene un solo significado ni es un significante inequívoco, antes bien, es flexible y puede ser vaciado de ellos y llenado con otros dado su carácter flotante o vacío (Laclau 2005, 197). El significante amo está en el anudado que toma entonces a la tortuga marina como fetiche y síntoma. Como fetiche permite desplazar los significados y entendimiento del dominio de clase a uno de armonía con la naturaleza y como síntoma remite a su propia imposibilidad (en este caso el de armonizar la conservación de "la tortuga marina" con el consumo conspicuo). En tanto fetiche es contingente, pues, cualquier objeto podría ocupar el punto de sutura o anudado como significante, pero una vez suturado el campo de contradicciones político-culturales cobra potencia y elocuencia. Y el significante de la tortuga no se reduce a las excursiones a ver, nadar y fotografiarse con tortugas apareándose (y "por ende recuperándose"), ni en los variados souvenirs que los turistas adquieren, sea en llaveros, monigotes, estampados en camisetas o en los rótulos de restaurantes, hoteles, cibercafés, sino en una ideología de goce por estar del lado correcto de la historia. Si como plantea Žižek (1992, 47) "'Ideológica' no es la 'falsa conciencia' de un ser (social) sino este ser en la medida en que está soportado por la 'falsa conciencia'", entonces "el sujeto puede 'gozar su síntoma' sólo en la medida en que su lógica se le escapa y la medida de éxito de la interpretación de esa lógica es precisamente la disolución del síntoma". De hecho, el mismo síntoma hecho fetiche nos ofrece un modelo para confrontar el estado de las fuerzas productivas y la sociedad civil que asume una formación defensiva.

3

Pese a todo el despliegue de "alternativas", y el atávico apego al término mismo, la organización sociopolítica y empresarial producto del nudo de la conservación, ecoturismo y ambientalismo es, ante todo, relativamente defensiva y estática. Defensiva no ante los embates del acuerdo entre capitales trasnacionales y gobiernos nacional y estatal, tampoco frente al incremento de forasteros y turistas que demandarían nueva infraestructura en carreteras y servicios, así como renovada presencia de la Armada de México entre otros agentes del Estado. Mucho menos a la inevitable producción de desechos y polución que comprometería todo equilibrio imaginario entre naturaleza y sociedad (Harvey 2010, 77).

La defensa es ante cualquier forma de organización social y productiva que mantuviese los derechos sociales de la mayoría en el pacto social del "desarrollo estabilizador" o una profundización redistributiva del mismo. "El fin de la historia" con su viraje neoliberal tiene en esta zona uno de sus mayores éxitos precisamente porque se logró inhibir discusión u organización alguna en defensa de los recursos estratégicos dentro del sector primario mediante el uso combinado de la Armada de México y la interpelación del ambientalismo pequeñoburgués. Si bien es poca la nostalgia admisible sobre los esquemas del desarrollo estabilizador en el nacionalismo revolucionario, dado lo corrupto de su organización clientelar, debe subrayarse que con él se perdieron los derechos sociales y ciudadanos básicos pasando de una hegemonía expansiva a una selectiva. Al evocar los empleos del rastro, y otros de antaño, una memoria recurrente es la seguridad en el ingreso y reproducción social digna y legal vía el salario, hoy comprometida y a la sombra del contrabando, en sus perversas y letales manifestaciones como el tráfico de cocaína y mariguana, así como la destructiva pesca de tiburón (Early 2010, 45, 70).

La región ejemplifica de manera elocuente y exitosa los efectos de una revolución pasiva (Gramsci 1971, 59). Esto es, la transformación paulatina pero inexorable de las fuerzas productivas y el aparato estatal hacia el dominio de la alianza de clases que dirige al bloque histórico en una sociedad capitalista. El término "revolución" se justifica por la profundidad y radicalidad de los cambios en las estructuras de propiedad y derechos, así como la alteración de las fuerzas productivas y, sobre todo, la correlación de fuerzas de las mismas. Por su parte, la pasividad hace referencia a que estos cambios ocurren sin ser respuestas o reacciones a presiones de las clases subalternas organizadas, sino a los acuerdos en la alianza del clases que dirige y domina al bloque histórico y decide sobre las distintas opciones y vocaciones de sus fuerzas productivas, todo bajo una ideología burguesa de libertades individuales y creatividad empresarial. Si acaso hubo una reacción a presiones, éstas fueron al lobby de la industria y flota camaronera estadounidense asentada en el Golfo de México (Early 2010, 52, 151). La decisión de declarar la veda total (idiosincrática como es) permitió liquidar la flota camaronera y cooperativas que dependían -como sector social de antaño- del Estado, así como asumir de manera incidental las banderas de la conservación y ambientalismo como estrategia del gobierno neoliberal para vincularse a nuevos fondos y tendencias lideradas por el Banco Mundial (Nijkamp et al. 1991), como la pesca responsable (Macip 1993, 67).

Debe decirse que en México la fuerza del decreto de veda total es inusual cuando se comparan las legislaciones de otros países con fuerte anidación de tortugas marinas, especialmente aquellos con quienes se comparten las mismas poblaciones por especies. Su carácter tan totalitario como inesperado, así como la brutalidad de su aplicación desde la presidencia y Armada, da cuenta de la revolución pasiva detrás de las grandes reformas estructurales en el neoliberalismo. Ahora bien, el haberla tornado en fetiche por la "causa ambiental" por parte de las organizaciones de la sociedad civil es sintomática de la debilidad de éstas, su escasa o nula autonomía frente a la sociedad política por dependencia presupuestal e ideológica, pero, sobre todo, de su papel como administradores de la miseria y conductores de los consensos forzados.

El título de este artículo hace referencia justamente al fetiche y síntoma de las tortugas marinas. De las ocho especies de tortugas marinas que hay en el mundo, siete se pueden encontrar en aguas territoriales mexicanas y cuatro anidan en la zona de estudio (Early 2010). Una especie y población es sobre la que se ancló la pesquería, pero todas son invocadas en el fetiche de la conservación por parte de las organizaciones de la sociedad civil y el gobierno, simulando su defensa al tiempo que unas están en peligro crítico y otras en simple peligro de extinción. Tortuga (testudo) es el nombre de una formación de infantería de las legiones romanas dispuestas en contubernios para resistir los embates de un ataque aéreo o de una fuerza superior. Los escudos de los legionarios y centuriones se disponían en tres niveles (frontal, inclinado y de techumbre) mientras se mantenían a pie firme o avanzaban muy lentamente semejando una tortuga. Me parece útil como símil para pensar al liderazgo de la sociedad civil que se ha conformado en el corredor ecoturístico.

Las ONG, empresarios y prestadores de servicios, así como la población en general se disponen en una formación que toma a la tortuga marina como estandarte, organizándose de manera estática y defensiva. La defensa protege a sus integrantes de la profundización y efectos del turismo de masas y corporaciones. Su disposición y conformación aptas para un ataque pasajero no permite repeler ni resistir prolongadamente, empero. Una vez que el nicho "alternativo" que han creado sea rentable para las cadenas hoteleras, restauranteras y de empresas "aventura", cederá como una tortuga marina en tierra.

La nueva carretera entre la ciudad de Oaxaca y Puerto Escondido es parte de los esquemas de intensificación del turismo de motoristas nacionales con que se pretende rescatar la inversión regional y su baja demanda internacional. Como tal, no permite suponer que sea inevitable la integración de las empresas de servicios turísticos a corporaciones trasnacionales. Antes bien puede habilitar una proliferación y diversificación de empresas y organizaciones regionales. Entre tanto, frente al azote de huracanes e investigadores, cambios en la sociedad política y reacomodo de las fuerzas armadas, así como las amenazas del crimen organizado y pobreza, el nudo borromeo ata a sujetos por lazos de significantes tan vacíos como intercambiables.

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Funding Los datos sobre los que se elabora el artículo se produjeron en el proyecto "Tercer sector y producción de alternativas en la costa de Oaxaca" (Ciencia Básica Conacyt 2006: 57815) integrado por Michelle María Early Capistrán, Mario Morales Gómez, Claudia Jessica Zamora Valencia y el autor. Agradezco las discusiones y lectura crítica de José Jaime Huerta Céspedes, Iliana Vázquez Zuñiga y Gabriela Zamorano Villarreal del Centro de Estudios Antropológicos de El Colegio de Michoacán, quienes con sus comentarios contribuyeron al planteamiento y composición del presente artículo, a los revisores anónimos de Relaciones quienes demandaron mejoras tanto en argumento como exposición, así como las correcciones y precisiones de Michelle María Early Capistrán, Mario Morales Gómez y Claudia Zamora Valencia, tripulantes del "Golfina Vengadora". Huelga decir que los errores de apreciación, interpretación y omisión son responsabilidad exclusiva del autor.

1Partido Revolucionario Institucional, que -con los nombres de Partido Nacional Revolucionario hasta 1938 y Partido de la Revolución Mexicana hasta 1946- dominó la organización política en México de 1929 al 2000.

Recibido: 25 de Febrero de 2013; Revisado: 07 de Mayo de 2013; Aprobado: 03 de Julio de 2013

Ricardo F. Macip (Xalapa, Veracruz, 1969) es profesor investigador en el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades "Alfonso Vélez Pliego" de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Cursó la licenciatura en Antropología (1993) en la Universidad de las Américas-Puebla, maestría (1998) y doctorado (2002) en la misma disciplina en la New School for Social Research en Nueva York. Dedicado al estudio de la historia de las clases subalternas en las provincias orientales de México (Puebla, Oaxaca y Veracruz) es autor de artículos en revistas especializadas desde 1992, así como del libro Semos un país de peones. Café, crisis y el estado neoliberal en el centro de Veracruz (2005). Editó Sujetos Neoliberales en México (2009) y Al que buen árbol se arrima, buena sombra le cobija: Deslindando prácticas, símbolos y realidades con Robert D. Shadow (2012) y coeditó con Natatxa Carreras Sendra, Perversión y duplicidad: en torno a la producción de subjetividades del cuerpo político en México (2010).

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