Introducción
Desde por lo menos el simposio promovido en el volumen 47 de la revista Political Science & Politics (ps), publicada por la American Political Science Association (APSA), los politólogos estadounidenses han debatido los rumbos metodológicos que su asociación representativa busca tomar en los próximos años. El intento de establecer una política de publicación común, fundada en valores de transparencia y acceso a datos, reactivó antiguos cismas metodológicos que subsisten en la disciplina. Las discusiones que han sucedido al simposio de ps -nombradamente en los simposios sobre la iniciativa Data Access and Research Transparency (DA-RT), así como en Qualitative and Multi-Method Research Newsletter y en Comparative Politics Newsletter- demuestran que la comunidad de politólogos está dividida sobre el tema. Hay quienes creen que la DA-RT garantizará la transparencia en la disciplina, permitiendo que se profundice la rendición de cuentas sobre lo que se publica en las revistas. Otros, sin embargo, ven la DA-RT como un ataque a la investigación cualitativa e interpretativa. El futuro de la DA-RT depende primariamente del resultado de los debates metodológicos que su propia promoción despertó.
Dichos debates estuvieron presentes en la evolución histórica de la ciencia política estadounidense. La propia historia de la disciplina está profundamente asociada con concepciones metodológicas subyacentes a paradigmas teóricos y epistemológicos, y es generalmente contada a través de la idea kuhniana de sucesión de paradigmas hegemónicos. En este contexto, la literatura identifica tres paradigmas en la disciplina en Estados Unidos: el antiguo institucionalismo, el comportamentalismo y el neoinstitucionalismo (Somit y Tanenhaus, 1967; Almond, 1998; Gooding y Klingemann, 1998).
El antiguo institucionalismo es considerado el primer paradigma en la ciencia política estadounidense. Como su nombre indica, el enfoque de sus estudios se centraba en las instituciones formales, especialmente en las constituciones (Somit y Tanenhaus, 1967; Farr, 2003). Los trabajos de Woodrow Wilson (1963) y sus discusiones comparativas con Walter Bagehot (2001) demuestran el carácter eminentemente jurídico, descriptivo y normativo del antiguo institucionalismo. La preocupación subyacente a este paradigma consistía en definir las mejores instituciones de gobierno bajo una óptica por un lado filosófica y, por otro, funcionalista. Pero, este modus operandi de la ciencia política de comienzos del siglo xx empezó a ser cuestionado cuando avances epistemológicos y metodológicos en la psicología -en el contexto de la revolución conductista- pasaron a servir de inspiración a los politólogos.
La revolución conductista en la ciencia política suplantó el antiguo institucionalismo en Estados Unidos a mediados de la década de 1930, con lo que se trasladó el enfoque de los estudios de las instituciones al comportamiento de los individuos y, a lo largo de este proceso, cambiaron las prácticas metodológicas de narrativas constitucionales de carácter cualitativo por encuestas y modelos estadísticos (Kirkpatrick, 1962; Almond, 1998). Obviamente, este proceso demandó un cambio más profundo en la academia de la ciencia política, de modo que la APSA, creada en 1903, desempeñó un papel importante para establecer los fundamentos teóricos y metodológicos de la nueva ciencia (Easton, 1962; Farr, 1995).
El abandono inicial de los abordajes filosóficos y constitucionales se profundizó mientras se desarrollaban los métodos estadísticos, las bases de datos y las encuestas (Somit y Tanenhaus, 1967; Ross, 1991; Farr, 2003; Gunnell, 2006). El eje paradigmático que sostenía esta revolución consistía en la creación de una ciencia más próxima a las ciencias naturales, basadas en el método científico y en un ideal de ciencia neutra (Kirkpatrick, 1962). El ápice de esta propuesta se concretó en la teoría de la elección racional, única teoría en las ciencias sociales construida bajo premisas deductivas y modelos matemáticos formales (Arrow, 1953; Cox, 1999; Hinich y Munger, 2003; Gintis, 2009; Shepsle, 2010). Evidentemente, durante la construcción del nuevo paradigma se permitieron otras formas de producción de conocimiento en la ciencia política estadounidense. Los métodos cualitativos de investigación, típicos de la antropología, de la sociología y de la historia, tenían un espacio en las páginas de las principales revistas de la disciplina de la ciencia política. Sin embargo, el enfoque teórico y metodológico de la revolución conductista no daba el debido reconocimiento a las técnicas cualitativas, por lo que prevaleció el ideal de la ciencia natural (Kirkpatrick, 1962; Sibley, 1962; Almond, 1998).
El cambio paradigmático que ocurrió tras la fase de los estudios del comportamiento no generó grandes revoluciones en términos metodológicos en la ciencia política estadounidense. Aunque la vuelta de las instituciones hubiera traído en este proceso los métodos de narrativas históricas y sociológicas (Skocpol, 1985; Thelen y Steinmo, 1992; Pierson, 2004; Mahoney y Thelen, 2010), la preferencia por los enfoques matemáticos y estadísticos preponderó en las páginas de las principales revistas de la disciplina en Estados Unidos (Green y Shapiro, 1994).
En este contexto de preferencias metodológicas desiguales, un hecho insólito sacó a la luz a quienes estaban descontentos con esta realidad. En 2000, los miembros de la APSA recibieron un correo electrónico anónimo de alguien autodenominado “Mr. Perestroika”. Según Andrew Hindmoor y Brad Taylor (2015: 13), algunos creían que este personaje era un estudiante de posgrado, pero otros sospechaban que representaba a una comunidad de académicos insatisfechos con las preferencias teóricas y metodológicas de la APSA. Su mensaje contenía duros cuestionamientos a la orientación cuantitativa y formal de la APSA y de su principal revista, la American Political Science Review (APSR), que se constituían en un sistema orwelliano (en las palabras de Mr. Perestroika) basado en el énfasis en modelos estadísticos, en las jerarquías de poder y conocimiento de la Asociación y en la baja representatividad de género y raza en su presidencia. Varios politólogos, como Peter Hall, Ian Shapiro, Charles Tilly y Theda Skocpol, se sumaron a las críticas de esta persona anónima, subrayando la forma sistemática como la APSA estaba promoviendo una orientación metodológicamente cuantitativa (Shapiro, Smith y Masoud, 2004; Monroe, 2005; Caterino y Schram, 2006; Flyvbjerg, 2006; Jackson, 2006; Schram, 2006; Schwartz-Shea, 2006). La APSA reaccionó con el lanzamiento de una nueva revista más plural, Perspectives on Politics, para dar cabida a los politólogos de la tradición cualitativa e interpretativa (Hochschild, 2003).
Sin embargo, la misma organización que a comienzos del siglo XXI reconoció sus preferencias por una tradición metodológica está, ahora, invirtiendo en una iniciativa polémica que puede tener importantes efectos en las carreras de los politólogos y en la calidad de los estudios políticos. No había pasado ni una década desde el movimiento Perestroika cuando ya surgía un nuevo debate entre los politólogos estadounidenses. En este contexto, comprender los desenlaces de la DA-RT es de primordial importancia para situar la evolución de la ciencia política en Estados Unidos y los posibles efectos que reverberarán en los debates metodológicos en otras partes del mundo, incluso en América Latina.
Este artículo, por tanto, se propone ofrecer un panorama histórico y crítico de la DA-RT, presentando las posiciones en favor y en contra de la iniciativa. Comprendemos que la DA-RT despierta no solamente discusiones metodológicas, sino también posiciones sobre las jerarquías de conocimiento en la ciencia política. Por esta razón, queremos exponer las ideas centrales y fundamentales de los politólogos que participan de los simposios, antes de posicionarnos respecto de la DA-RT. Creemos que las discusiones sobre transparencia y acceso a datos son extremadamente importantes en una era en la cual la publicación crece exponencialmente y define el progreso de la carrera académica de los politólogos. Además, es fundamental que se comprenda que hay investigadores cualitativos que apoyan la DA-RT (como es el caso de Colin Elman y Diana Kapiszewski), lo que refleja la complejidad del debate.
De esta manera, presentamos fragmentos (traducidos por nosotros al español) de los discursos que reverberan en los susodichos simposios. Ellos exponen no solamente las visiones acerca del modus operandi de la ciencia política, sino también el tono de los debates entre investigadores de distintas tradiciones epistemológicas y metodológicas. Detrás de los discursos se ponen en evidencia las jerarquías de conocimiento y las distintas comprensiones acerca de la ciencia.
De este modo, la primera sección retoma los fundamentos históricos de la política, a partir de los documentos oficiales que establecen el compromiso de transparencia y de acceso a los datos. Enseguida, se presentan las posiciones favorables a la DA-RT, especialmente sobre cómo crea un compromiso para una ciencia política más abierta y cooperativa. La tercera parte contrapone los argumentos anteriores con los de politólogos primariamente de las tradiciones cualitativas e interpretativas, que son críticos de la política de ciencia defendida por la APSA y las jerarquías de conocimiento subyacentes a un ideal de transparencia que no es consensual. Esta expresión, “política de ciencia”, ha sido largamente utilizada en los debates sobre jerarquías de conocimiento en la ciencia política, como se ve en los ejemplos recientes en Fujii (2016), Schwartz-Shea y Yanow (2016), y Ravecca (2010; 2014). La cuarta sección examina los problemas de las jerarquías de conocimiento en la disciplina, basándose en los discursos presentados en las secciones anteriores y en estructuras de incentivos y reducciones al acceso a la comunidad científica y al desarrollo profesional. Enseguida, discutimos cómo las jerarquías de conocimiento de manifiestan en la ciencia política latinoamericana. Finalmente, la conclusión presenta un panorama de la DA-RT y los retos para la construcción de una ciencia política plural, capaz de abrazar la diversidad humana y profesional de la disciplina.
La fundación de la DA-RT: historia, documentos y contenido
El momento que marca el inicio de la iniciativa DA-RT ocurrió durante la presidencia de Henry E. Brady en la America Political Science Association (APSA), cuando se estableció el Comité Ad Hoc de la Asociación, en 2010 (Lupia y Elman, 2014; Golder y Golder, 2016; Schwartz-Shea y Yanow, 2016). Este comité se encargó de buscar bases comunes para las dos principales tradiciones de investigación en la ciencia política: cualitativa y cuantitativa. La responsabilidad de conducir los trabajos del pequeño grupo que se formó quedó en manos de Colin Elman y Arthur Lupia.
La primera propuesta de la DA-RT fue presentada en 2011, en el Encuentro del Consejo de la APSA. Consistió en hacer enmiendas a la guía de políticas éticas de investigación de la APSA que se hizo circular entre toda la comunidad de miembros para que añadieran comentarios a su diseño (APSA, 2012). En octubre de 2012, una propuesta final de enmienda, que reconocía la necesidad de garantizar el acceso a datos y la transparencia en todos los tipos de investigaciones en ciencia política, fue aprobada por el Consejo y consolidada como una política en la sección 6 de la guía ética de APSA (Lupia y Elman, 2014; Golder y Golder, 2016).
En esta enmienda a la sección 6 se establecen tres principios centrales de transparencia y los modos como los datos deben ser almacenados y utilizados por los politólogos. En términos de transparencia, se evalúa con base en el acceso a los datos, que deben estar descritos y debidamente referidos a lo largo del texto; en la transparencia de la producción, que supone la completa descripción de los protocolos y procedimientos de generación de datos en investigaciones con datos propios, y en la transparencia analítica, que presume la explicación plena acerca de cómo las evidencias se traducen en conclusiones en la investigación (APSA, 2012; Lupia y Elman, 2014; Golder y Golder, 2016). Además de estas exigencias, la enmienda reconoce los costos que son generados para implementarlas y las obligaciones jurídicas de cooperación entre politólogos y jurados, agencias jurídicas y oficiales institucionales. Asimismo, en el artículo 6.6, que trata del tema de la producción de datos propios, se define una fecha límite de un año desde la publicación de la investigación para que se suban los datos a un sitio en Internet, de modo que el autor pueda utilizarlos antes que otros tengan acceso.
Estas políticas expresan principios generales de investigación científica. Con el objetivo de aclarar su implementación, en 2013 se lanzaron dos informes con sugerencias y directrices de implementación de la enmienda en cada tradición metodológica de la disciplina: Guidelines for Data Access and Research Transparency for Qualitative Research in Political Science y Guidelines for Data Access and Research Transparency for Quantitative Research in Political Science (estos documentos se encuentran en Lupia y Elman, 2014). Estos documentos contienen las razones subyacentes a los conceptos expresados en el artículo 6 de la guía ética de la APSA y proponen mecanismos generales de promoción de acceso a datos y transparencia. Sin embargo, las directrices no especifican fórmulas ni instrumentos concretos para que se implemente la política, limitándose tan solo a definir el ámbito de aplicación de las propuestas de la enmienda al artículo 6.
Además de estos documentos, forma parte de la DA-RT la declaración firmada en 2014 por un grupo de editores de importantes revistas de ciencia política, bajo el nombre de Journal Editors Transparency Statement (jets), la cual consiste en un compromiso de apertura de información y transparencia en la disciplina (DA-RT, 2014). Sus principios básicos establecen que los autores deben: 1) garantizar la disponibilidad de los datos citados en el momento de la publicación de su trabajo; 2) explicar los detalles de los procedimientos analíticos de la investigación y, 3) utilizar políticas de citación que aumenten la credibilidad del trabajo (DA-RT, 2014; Golder y Golder, 2016; Schwartz-Shea y Yanow, 2016). Actualmente, 29 revistas de Estados Unidos y de otros países han suscrito la jets, como se ve en la Tabla 1.
Revista | Factor de impacto | País |
---|---|---|
American Journal of Political Science | 4.515 | Estados Unidos |
American Political Science Review | 3.444 | Estados Unidos |
American Politics Research | 0.762 | Estados Unidos |
British Journal of Political Science | 3.120 | Inglaterra |
Comparative Political Studies | 2.214 | Estados Unidos |
Conflict Management and Peace Science | 1.269 | Estados Unidos |
Cooperation and Conflict | 1.000 | Noruega |
European Journal of Political Research | 2.525 | Inglaterra |
European Political Science | 0.533 | Inglaterra |
European Union Politics | 1.754 | Inglaterra |
International Interactions | 0.791 | Inglaterra |
International Security | 2.911 | Estados Unidos |
Journal of Conflict Resolution | 1.687 | Estados Unidos |
Journal of Elections, Public Opinion, and Parties | n.d. | Inglaterra |
Journal of Experimental Political Science | n.d. | Estados Unidos |
Journal of European Public Policy | 1.964 | Inglaterra |
Journal of Peace Research | 2.153 | Noruega |
Journal of Theoretical Politics | 0.635 | Inglaterra |
Quarterly Journal of Political Science | 1.645 | Estados Unidos |
Party Politics | 1.271 | Estados Unidos |
Political Analysis | 3.491 | Estados Unidos |
Political Behavior | 1.747 | Estados Unidos |
Political Communication | 1.508 | Inglaterra |
Political Science Research and Methods | n.d. | Irlanda |
Research and Politics | n.d. | Estados Unidos |
Rivista Italiana di Scienza Politica | n.d. | Italia |
State Politics and Policy Quarterly | 0.696 | Estados Unidos |
The Journal of Politics | 1.840 | Inglaterra |
The Political Methodologist | n.d. | Estados Unidos |
Nota: n.d. = datos no disponibles. Fuente: DA-RT (2014); dados del factor de impacto: Thomson Reuters (2017).
En este primer momento, la iniciativa seguía siendo desconocida e ignorada por una parte sustantiva de los politólogos estadounidenses (Lynch 2016; Schwartz-Shea y Yanow, 2016). Aunque APSA hubiera divulgado a través de sitios en Internet, de correos publicitarios internos de la asociación y del simposio acerca de la DA-RT publicado en la ps en 2014 (Lupia y Elman, 2014; Golder y Golder, 2016; Elman y Lupia, 2016), los críticos de la iniciativa reconocen su existencia solamente a partir de la jets y de la nota editorial de Jeffrey Isaac en la edición de junio de 2015 de la revista Perspectives on Politics (Isaac, 2015; Lynch, 2016; Schwartz-Shea y Yanow, 2016). Inmediatamente se establece un prolongado debate acerca de los efectos de la DA-RT en la comunidad de politólogos, principalmente de las tradiciones cualitativa e interpretativa, que se concretó en un simposio de la edición de primavera de la Qualitative & Multi-Method Research Newsletter y en una petición para postergar la implementación de jets. La Tabla 2 presenta un resumen de los documentos tratados hasta el momento.
Documento | Principio |
Guide to Professional Ethics in Political Science de APSA (Enmienda 6)* |
Acceso a datos: las investigaciones basadas en evidencias empíricas deben hacer referencia clara a sus datos y proporcionar el acceso a la base de datos (si no es posible, el autor debe explicar las razones). Transparencia en la producción: las investigaciones que produzcan datos propios deben especificar con detalle los procedimientos de colecta y generación de los datos. Transparencia analítica: los autores deben ofrecer descripciones claras y detalladas acerca de cómo realizaron sus análisis, específicamente cómo relacionan los datos y las conclusiones. |
Journal Editors’ Transparency Statement (JETS)* | Garantizar la disponibilidad de los datos en un repositorio digital confiable en el momento de la publicación. Explicar claramente los procesos analíticos e indicar dónde se pueden encontrar los materiales analíticos. Mantener una política de citación de datos consistente, basada en prácticas de citación. Disponible en: <https://www.dartstatement.org/2014-journal-editors-statement-jets.> |
2013 Guidelines for Data Access and Research Transparency for Qualitative Research in Political Science* | Establece las directrices para el implemento de los principios de la DA-RT en las investigaciones de la tradición metodológica cualitativa e interpretativa. Establece las directrices para el implemento de los principios de la DA-RT en las investigaciones de la tradición metodológica cuantitativa y formal (modelos matemáticos). |
Petition to Delay DA-RT Implementation | Petición firmada por más de mil politólogos, incluso diez expresidentes de la APSA, después del encuentro anual de la Asociación en 2015, demandando que se posponga la implementación de la da-rt para que puedan aclararse cuestiones que siguen abiertas. Cuestiona el nivel de claridad analítica que se debe especificar en los artículos académicos. Afirma que la investigación cualitativa es un trabajo inherentemente relacional e intersubjetivo, de modo que observación e interpretación son inseparables. Reconoce el problema de los costos que se imponen a la conversión de datos cualitativos en formas que se puedan subir a bases de datos en línea. Expresa que muchos autores defienden la idea de que la decisión de divulgar los datos pertenece tan solo al autor. Disponible en: <https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSc_ cmfNLxUeUYF6EIgtvNHtnfQaoEYo-T_ocpcu9kUxduj0cA/ viewform> |
* Documentos que constituyen la DA-RT. Fuente: APSA (2012) y DA-RT (2014).
El estado actual del debate contrapone argumentos de carácter típicamente filosófico y metodológico. Sin embargo, los términos en los que se establecen las discusiones ponen en evidencia la cuestión de una potencial política de ciencia, basada en una jerarquía de conocimiento bajo la cual los métodos cualitativos e interpretativos se subsuman a los métodos cuantitativos (King, Keohane y Verba, 1994; King, 2014; Isaac, 2014). Las próximas secciones examinan puntos y perspectivas de algunas voces que apoyan la DA-RT o que la rechazan. Reproducimos los discursos para mostrar los argumentos de los politólogos que participan en este debate. Ellos provienen primariamente de los simposios en la ps y la Comparative Politics Newsletter, aunque también hacemos referencias al simposio de la QMMR Newsletter.
El discurso de los proponentes y defensores de la DA-RT
La premisa subyacente a todos los documentos de la DA-RT es la promoción de una ciencia política más transparente. Según Lupia y Elman (2014: 20), “la DA-RT es motivada por esta premisa -el principio de que compartir datos e informaciones alimenta una cultura de apertura que promueve una efectiva transferencia de conocimiento”. La transparencia sería, por tanto, un elemento fundamental de la investigación científica en la disciplina, imparcial en su contenido y universal en su aplicación. La DA-RT, por su parte, consistiría en la forma concreta de tal transparencia, aspirando a garantizar la credibilidad y la legitimidad de los trabajos de los politólogos, independientemente de la naturaleza metodológica de las investigaciones. Por esta razón, Thomas M. Carsey afirma que:
El fomento de un mayor acceso a datos y de la transparencia en las investigaciones reposa sobre una sólida base normativa [que] aumenta el intercambio de ideas, expande el aprendizaje desde estudios individuales, permite mayor escrutinio público de los resultados y propaga el impacto de las investigaciones tanto en contextos académicos como en no académicos (Carsey, 2014: 72).
En estos términos se abre el trabajo del simposio conducido por Lupia y Elman en la edición de enero de 2014 de la ps. Como autores de las primeras propuestas de la DA-RT, su defensa de los principios de la iniciativa se erige sobre las premisas de transparencia, credibilidad y legitimidad, tomándolas como clave para el avance metodológico de la disciplina. Desde esta perspectiva, la metodología es comprendida de forma minimalista:
[...] todas las metodologías que los politólogos utilizan para alcanzar conclusiones basadas en evidencia implican extraer información del mundo social, analizar los datos resultantes y llegar a conclusiones basadas en la combinación entre evidencia y análisis (Elman y Kapiszewski, 2014: 44, énfasis de los autores).
En este contexto, los principios de la enmienda 6 de la guía ética de la APSA se configuran tanto en el proceso de extracción de información como en el análisis per se, sin distinción entre tipos de métodos o de enfoques de los fenómenos políticos. Por esta razón, las guías metodológicas de 2013 se aplican a las dos tradiciones principales de investigación, o sea, comprenden que los métodos cuantitativos y cualitativos poseen las condiciones de ajustarse a los principios de la DA-RT.
La pregunta: “¿por qué sería necesaria una política de transparencia universal?” atraviesa tanto la propuesta de la DA-RT, como las críticas a ella. La propuesta constituye la base de la iniciativa e intenta reaccionar a una compleja realidad de rendición de cuentas en la investigación científica en la disciplina. La realidad que se nota en las revistas de ciencia política y relaciones internacionales es la ausencia de requisitos claros en materia de acceso a datos y de transparencia. El estudio de Ghergina y Katsanidou (2013) ha mostrado que solamente 19 de 120 revistas de estas disciplinas poseen alguna política sobre acceso a datos. Por tanto, la existencia de una política única sirve de modelo para que las revistas definan requisitos claros de publicación (Carsey, 2014; Dafoe, 2014; Elman y Lupia, 2016).
Además de la posibilidad de alineamiento de políticas, los que están a favor de la implementación de la DA-RT se ocupan del problema de la reproducción. El acceso a los datos permitiría, en teoría, que cualquier politólogo reprodujera el trabajo que ya hubiera sido publicado en una revista, verificando de este modo su valor científico (Elman y Kapiszewski, 2014). Allan Dafoe incluso define su propia “máxima de transparencia”: “la buena investigación implica publicar archivos de reproducción completos, haciendo que cada paso de la investigación sea tan explícito y reproducible como sea práctico” (Dafoe, 2014: 63). Por un lado, esta práctica evitaría fraudes y funcionaría como una señal a quien piense en fabricar datos, problema que se ha vuelto frecuente en la ciencia. Casos en la psicología y las ciencias naturales muestran cómo la transparencia es un tema de extrema relevancia (Dafoe, 2014). Por otro lado, el acceso a bases de datos con instrucciones para reproducción reduciría las barreras de entrada a nuevos politólogos, especialmente a estudiantes (Carsey, 2014; Dafoe, 2014). Como un efecto colateral, el acceso potencialmente promovería más cooperación y colaboración entre los politólogos.
Sin embargo, subyace a este ideal de transparencia una tensión entre tradiciones metodológicas distintas. El modus operandi de la investigación cuantitativa -basada en “encuestas, experimentos, modelos matemáticos y computacionales de procesos dinámicos” (Lupia y Alter, 2014: 54- es más favorable a la implementación de las políticas de la DA-RT que en la tradición cualitativa (Elman y Kapiszewski, 2014). Evidentemente, el problema del acceso a los datos también ocurre entre los cuantitativos, pero las herramientas disponibles gracias a los avances tecnológicos en la informática permiten almacenar datos y citarlos vía hiperenlaces, como no se podía antes (Lupia y Alter, 2014). Por ello, la DA-RT podría ser más fácil y rápidamente implementada entre los cuantitativos.
En este sentido, los defensores de la DA-RT sostienen que su aplicación en la tradición cualitativa e interpretativa es posible y extremadamente necesaria. Andrew Moravcsik es especialmente duro en su juicio sobre la credibilidad de las investigaciones cualitativas actuales:
Pocos académicos mencionan explícitamente, y mucho menos abordan en detalle, los criterios de selección para la evidencia. En cuanto al método, los analistas cualitativos frecuentemente suelen discutir la selección de casos, pero son raras las discusiones explícitas acerca de elecciones metodológicas específicas sobre cómo concebir el process tracing, el análisis contrafactual, las narrativas analíticas, los estudios etnográficos o las comparaciones enfocadas estructuradas. Solamente con respecto a la gama de teorías consideradas existe una práctica común de investigación (“la revisión de la literatura”) para proporcionar alguna seguridad modesta de que se ha considerado una gama adecuada de explicaciones (Moravcsik, 2014: 49).
Por su parte, Elman y Kapiszewski añaden:
[...] los académicos cualitativos están tan solo parcialmente comprometidos con la reproducción como un mecanismo para establecer el valor [científico]. Esto es especialmente cierto en la evaluación de la generación de datos (Elman y Kapiszewski, 2014: 45).
En este contexto, los defensores de la DA-RT proponen distintos métodos para hacer disponibles los datos y los procedimientos analíticos: 1) citación activa, que consiste en una serie de hiperenlaces entre el texto publicado y las referencias originales; 2) apéndice de transparencia, el cual debe contener informaciones acerca de las citaciones, procedimientos analíticos y protocolos de investigación; 3) transcripción de datos y almacenamientos en bases en línea (Elman y Kapiszewski, 2014; Lupia y Elman, 2014; Moravcsik, 2014; APSR, 2016; Breuning e Ishiyama, 2016).
Este tratamiento de la investigación científica suele causar un impacto en la formación de los nuevos politólogos. Los proponentes y defensores de la DA-RT están profundamente optimistas acerca de los efectos que ella tendrá en los estudiantes que inician su carrera en la disciplina. La iniciativa los conducirá a un estilo de investigación más transparente, enseñado desde los primeros cursos de metodología. Por tanto, la nueva generación aceptará la DA-RT como algo positivo, que ofrece más credibilidad a la ciencia política (Carsey, 2014; Dafoe, 2014; Elman y Lupia, 2016).
Los proponentes de la DA-RT la definen como la solución para un problema de transparencia, cristalizada en la forma de un conjunto de documentos. Los términos que utilizan -reproducción, acceso a datos, generación, hiperenlaces, etc.- convierten a la DA-RT en un instrumento de validación científica, aunque carezca de detalles más precisos acerca de su contenido. Los defensores afirman que la DA-RT es plural en su concepto de ciencia, abrazando todas las tradiciones de investigación, lo que se refleja en su carácter generalista y amplio (Elman y Lupia, 2016; Golder y Golder, 2016). Este discurso, sin embargo, no es compartido por toda la comunidad de politólogos, principalmente por los investigadores cualitativos e interpretativos.
El discurso de los críticos y la política de ciencia
El simposio de la DA-RT y los documentos de esta iniciativa fueron desconocidos para gran parte de la comunidad cualitativa e interpretativa de la ciencia política hasta el momento en el que Jeffrey Isaac, editor de la revista Perspectives on Politics, publicó una nota editorial en la edición de junio de 2015 (Isaac, 2015; Lynch, 2016; Schwartz-Shea y Yanow, 2016). Esa nota evalúa el progreso reformista alcanzado con las discusiones del Movimiento Perestroika y llama la atención sobre el debate en torno a la DA-RT, que ya estaba avanzando a pasos largos. La nota de Isaac se refiere a la DA-RT como un proyecto epistemológico con una forma única de comprender los fenómenos políticos, “una visión particular de las ciencias sociales; una que no es una interminable contienda entre perspectivas sobre política, sino la comprensión verídica del mundo como un conjunto de procesos objetivos” (Isaac, 2015: 275-276). En este sentido, como afirman Schwartz-Shea y Yanow (2016: 8), “existe, en otras palabras, una política de ciencia circulando aquí”, en la cual “la DA-RT es un proyecto político, no ‘científico’” (Fujii, 2016: 27).
Las críticas a la DA-RT se hacen desde distintos ejes filosóficos, epistemológicos, metodológicos e incluso de representatividad de género y raza. En términos de representatividad, Fujii es clara y dura en su crítica a la iniciativa:
Un verdadero esfuerzo de transparencia, comprendida en su sentido ético, comenzaría con un ajuste de cuentas serio sobre quiénes somos. Apartar la mirada de la fea realidad de una disciplina que sigue siendo prácticamente blanca y altamente privilegiada (léase: fuera de alcance) es negar nuestra propia complicidad en crear y mantener este mundo. Este mundo que es básicamente conservador y reaccionario en sus prácticas sociales e intelectuales; un mundo que niega la humanidad inherente en cualquier ciencia, para que la ciencia no se quiebre moralmente (Fujii, 2016: 27).
La idea central en términos de preferencias científicas es que la DA-RT representa una promesa de ciencia positivista, evidente en sus definiciones de transparencia, verificación y reproducción (Isaac, 2015; Fujii, 2016; Htun, 2016). Ignora la pluralidad de abordajes en la disciplina, tratando todas las comunidades científicas bajo un único criterio de rigor metodológico -el de la investigación cuantitativa (Sil, Castro y Calasanti, 2016)-. Lo más interesante es que la DA-RT es un esfuerzo que no se nota en otras disciplinas más próximas de la ciencia política -como la sociología, la economía y la antropología (Sil, Castro y Calasanti, 2016)- y el objetivo de la reproducción generalmente ha sido problemático en su aplicación, sea por la dificultad de publicar este tipo de artículos en revistas de más alto factor de impacto (Ishiyama, 2014), sea porque los intentos de reproducción generalmente demandan soporte de los autores originales (Sil et al., 2016). Además, en un estudio acerca de la reproducción en revistas de economía, Andrew C. Chang y Philip Li (2015) analizaron una muestra de 60 artículos en 13 revistas y concluyeron que el ideal de reproducción no es fácilmente alcanzable en su disciplina. John Ishiyama (2014), como editor de la APSR en 2014 y favorable a la DA-RT, reconoce que las revistas de ciencia política con un alto factor de impacto no están interesadas en publicar reproducciones, sino que aceptan tan solo trabajos originales. Hay aquí una contradicción entre lo que proponen los documentos de la DA-RT y sus defensores y la realidad en la aplicación de la iniciativa.
Las primeras preguntas que uno debe hacerse acerca de la transparencia son las que plantea Yashar (2016: 60): ¿acceso a qué?, ¿rendición de cuentas a quién? La respuesta a estas interrogantes no se encuentra en los documentos de la DA-RT. Lo único que se deriva de ellos son términos generales de una ciencia ideal que no corresponde a un consenso dentro de la disciplina (Schwarzt-Shea y Yanow, 2016; Sil, Castro y Calasanti, 2016). Estos términos tan solo reflejan una medida de calidad y credibilidad basada en la reproducción: una investigación transparente sería precisamente aquella que cumple con los tres puntos de la enmienda 6 y las exigencias de la jets. Sin embargo, Marc Lynch desafía esta noción de transparencia:
[...] las cuestiones de transparencia no comienzan en la construcción o interpretación de las bases de datos, sino en aquello que se pregunta y los métodos seleccionados para estudiarlo (Lynch, 2016: 38).
En este sentido, la DA-RT no contribuiría sustantivamente a alcanzar más credibilidad en las investigaciones basadas en datos (Lynch, 2016) y el enfoque dado por ella a la transparencia desvía la atención del contenido de las investigaciones (Fujii, 2016).
Las propuestas de la DA-RT sobre los métodos cualitativos son consideradas insuficientes por la mayoría de los críticos de la iniciativa (Isaac, 2015; Parkinson y Wood, 2015; Ansell y Samuels, 2016; Hall, 2016; Htun, 2016), lo que se refleja en la cantidad de personas que firmaron la petición para retrasar su implementación. Las demandas de citaciones activas y almacenamiento de datos en línea, “comparadas con los requisitos para el depósito de datos cuantitativos, generan mayores costos y menos beneficios para virtualmente todos los tipos de investigaciones de datos cualitativos” (Hall, 2016: 29), además de “imponer una cantidad sumamente pesada de trabajo adicional, particularmente para proyectos en curso que comenzaron con los antiguos estándares” (Lynch, 2016: 37). En su esencia, estas políticas siguen una lógica objetiva que no considera aspectos humanos de la investigación cualitativa, tales como la confidencialidad de los sujetos humanos, la dignidad humana y el respeto a la seguridad de los entrevistados en situaciones de riesgo (por ejemplo, en países con gobiernos autoritarios, donde puedan sufrir persecución como resultado de las informaciones presentadass en un estudio).1 Estos aspectos son marginalmente tratados en el ámbito de la DA-RT (McDermott, 2014; Fujii, 2016; Htun, 2016; Lynch, 2016). Problema semejante se encuentra en las líneas de investigación que manejan datos sobre violencia. Sarah Parkinson y Elisabeth Wood afirman:
Los valores de la beneficencia, la integridad, la justicia y el respeto implican no sólo que los participantes den su consentimiento informado, sino también que se proteja su privacidad. En algunos tipos de investigación, mantener la confidencialidad del tema se puede lograr fácilmente publicando sólo conjuntos de datos completamente anónimos. Pero en el caso de la investigación de campo intensiva, los “datos” a menudo no pueden hacerse públicos por razones metodológicas y, en el caso de investigaciones sobre violencia, casi nunca deben hacerse accesibles por razones éticas (Parkinson y Wood, 2015: 24).
La iniciativa no es clara acerca de cómo serían tratados los aspectos metodológicos que apuntan estos investigadores. Aunque las directrices de investigación consolidadas en las Guidelines orienten a los editores, la evaluación aún es una decisión que a ellos corresponde (Ansell y Samuels, 2016; Yashar, 2016). Debido a la ausencia de directrices, algunos investigadores temen que la DA-RT promueva incentivos que no son benéficos para tradiciones metodológicas que no encajan en las Guidelines. Para Parkinson y Wood, por ejemplo, “la aplicación de la DA-RT por revistas de ciencia política podrá hacer inviable el campo de investigación sobre sujetos humanos” (2015: 25). Por su parte, Timothy Pachirat agrega a esta discusión:
Algo como la DA-RT puede de hecho ser apropiado para las tradiciones positivistas de investigación social en la disciplina. Pero de ello no se sigue que la DA-RT deba aplicarse, en un nivel general o abstracto, para investigar comunidades y tradiciones en la disciplina que se han constituido en su identidad misma a partir de prestar una atención aguda y sostenida a la forma como la posicionalidad del investigador en el mundo de la investigación constituye no sólo lo que ve, sino también cómo lo ve y le da sentido (Pachirat, 2015: 31).
En verdad, refiriéndose específicamente a la jets, Yashar afirma que “ésta sobrepasa lo que comprendemos como nuestro papel editorial y puede crear estructuras de incentivos equivocadas para muchos tipos de investigación en las ciencias sociales” (2016: 59). Esta preocupación es particularmente importante cuando uno considera los efectos en la formación de nuevos politólogos. Los defensores de la DA-RT creen que los incentivos propiciarán una ciencia política más transparente en su contenido metodológico, pero los detractores no comparten esta posición. La realidad de los estudiantes de posgrado que están empezando su carrera en la disciplina es más frágil y puede ser conducida por caminos metodológicos con una visión única de la ciencia (Hall, 2016; Htun, 2016; Schwartz-Shea, 2016), ya que, según Yashar, “al elegir los temas y los métodos, sospecho que la jets moldearía lo que hacen y cómo lo hacen” (2016: 63). Lo mismo vale para los politólogos en instituciones que no disponen de recursos financieros suficientes para sostener el tipo de demanda de la DA-RT, ya que no podrían cumplir con los requisitos de acceso a datos (Lynch, 2016). Además, Hall (2016) rechaza la exigencia del acceso a datos y la descripción de los procedimientos metodológicos, porque con ello lo que de hecho se requiere a los investigadores cualitativos es que escriban prácticamente dos artículos: uno con el contenido de facto de la investigación y otro con un resumen metodológico.
Estos puntos y contrapuntos evidencian cuán vivo sigue el debate sobre las jerarquías de conocimiento en la ciencia política. Como se ha expuesto, no se trata solamente de una cuestión metodológica, sino que también implica género, raza y sitios de poder en la academia. Esto se manifiesta por en políticas e instituciones que son en principio diseñadas bajo una lógica neutral, pero que, cuando son evaluadas críticamente, pueden presentar comprensiones distintas acerca de sus objetivos. La próxima sección profundiza la discusión sobre estas cuestiones.
Las jerarquías de conocimiento: una discusión sobre los discursos
A lo largo de nuestro estudio analizamos los distintos discursos que se han publicado en revistas de gran circulación entre los politólogos estadounidenses. Metodológicamente, esto se presenta como una ventaja, porque tales discursos cristalizan posiciones oficiales de importantes actores en la ciencia política. Además, expresan diversas comprensiones, aspiraciones y preocupaciones acerca de la iniciativa DA-RT y el concepto de ciencia que ella implica. Sin embargo, los discursos publicados representan solamente una parte de una discusión más amplia que se da en otros foros de la disciplina, como en encuentros, congresos y conferencias; las reuniones de editores de revistas; los discursos de los presidentes de la APSA y de otras asociaciones de ciencia política. Reconocemos que éste es un límite metodológico en nuestro análisis, pero el contenido de estos foros sigue las líneas de discusión presentes en los discursos oficiales. Una posibilidad para investigaciones futuras consistiría en analizar informes sobre el contenido de estos foros.
Los discursos oficiales, además de tratar de la DA-RT en específico, ponen en evidencia cuestiones acerca de los conceptos de “ciencia” en la disciplina. Este debate no es nuevo en la ciencia política estadounidense: desde la fundación de la APSA, los politólogos del norte del continente se preocupan por conferir un valor científico al conocimiento que producen. Los debates metodológicos siempre han estado en el centro de la discusión sobre la ciencia. Posteriormente, en ocasión de la publicación del libro de King, Keohane y Verba, Designing Social Inquiry (1994), se suscitó el debate entre cuantitativistas y cualitativistas, en el cual se evidencian determinadas preferencias por un ideal de ciencia cuantitativa que han de seguir los politólogos (Dowding, 2016: 162).
En su obra, King, Keohane y Verba (1994) defienden una lógica de investigación eminentemente basada en la estadística inferencial y los métodos cuantitativos. La obra se propone, en principio, comprender la investigación científica en las ciencias sociales, pero a lo largo del libro se nota que los autores defienden un tipo específico de investigación, basada en una concepción de la ciencia que se limitada a la búsqueda del conocimiento con el menor grado de sesgo posible. En diversas secciones, los autores señalan cómo la complejidad del mundo debe ser reducida para que se conduzca una investigación en ciencias sociales, de modo que, en este contexto, los métodos cuantitativos poseerían una ventaja natural antes los métodos cualitativos. Esta idea, junto con el resto de las argumentaciones que presenta el libro (por ejemplo, la conexión inmediata entre causalidad y efecto causal), sustenta el objetivo de los autores de construir una lógica unificada de explicación (Dowding, 2016: 137).
Evidentemente, los cualitativistas han reaccionado contra esa obra y su defensa de una única lógica de explicación (Dowding, 2016; George y Bennett, 2005; Goertz y Mahoney, 2012). Las distintas reacciones destacan los éxitos que ha tenido la generación de explicaciones en las tradiciones cualitativa e interpretativa y que ellas son capaces de demostrar secuencias de causalidad. Al respecto, Dowding afirma:
Hasta cierto punto [...] el debate moderno fue lanzado por King et al. (1994) y su pretensión de que existe una lógica de inferencia. La implicación subyacente a la lógica de inferencia es que solamente la evidencia cuantitativa puede a) apuntar la causalidad y b) poner a prueba las hipótesis derivadas de la teoría. Una respuesta ha sido que la evidencia cualitativa puede establecer la causalidad, c) llenando así los vacíos y ayudando a demostrar mecanismos reales y, d) utilizando un modelo distinto de causalidad. Digno de interés, parcialmente como resultado del debate, los estudios cuantitativos han estado bajo un escrutinio creciente de sus afirmaciones de causalidad, lo que ha llevado a nuevas técnicas estadísticas y al momento experimental (Dowding, 2016: 162).
No es de sorprender que, en un texto clásico sobre la evolución de la ciencia política en Estados Unidos, el politólogo italiano Giovanni Sartori lanza la curiosa pregunta: “¿Cuál fue la manzana de la discordia?” (2004: 350). Preocupado por los cambios metodológicos que acercaron la disciplina a la visión newtoniana de la ciencia, Sartori evalúa críticamente los ideales de investigación de la ciencia política. Llegamos a la segunda década del nuevo milenio con preocupaciones similares, en la forma de un debate metodológico entre distintas tradiciones de investigación, que trata además de cuestiones transversales a la profesión de la ciencia política.
La visión de la ciencia y de la práctica en la disciplina engendrada en la DA-RT suscita debates acerca de una jerarquía de conocimiento ante los estudios de los fenómenos políticos. El ideal compartido por los defensores de la DA-RT es, sobre todo, el de una ciencia basada en formulaciones estadísticas, matemáticas y fórmulas, porque solamente ellas serían capaces de garantizar el adecuado nivel de transparencia y credibilidad demandado por una parte de la comunidad científica. Dafoe expresa esta posición de una manera clara:
Gran parte de la institución de la ciencia existe para promover la transparencia, como son las rigurosas normas para la citación, el requisito de describir los métodos, el valor que se da a los métodos formales de inferencia (estadística y teoría formal), la invitación a que se lleven cuadernos de notas (de laboratorio o de campo), la expectativa de que se publiquen demostraciones de los teoremas y la condena a resultados que no sean reproducibles (Dafoe, 2014: 60).
Sin embargo, ésta es una visión de la ciencia que, como se ha visto en los discursos, no es compartida por una gran parte de los politólogos. La petición de que se pospusiera la implementación de la DA-RT cristaliza la preocupación acerca de los efectos que la iniciativa pudiera tener sobre las distintas tradiciones de investigación y, por detrás de ellas, sobre el concepto de ciencia. La representatividad de la petición se refleja no solamente en el número de firmas, sino también en el calibre de los politólogos que suscriben su contenido (por ejemplo, diez de ellos han sido presidentes de la APSA). Por tanto, la DA-RT es una iniciativa polémica cuyos efectos sobre los modos de producción de conocimiento en la disciplina pueden ser restrictivos en términos del acceso profesional de los investigadores y la apertura metodológica a la diversidad de métodos y abordajes. Como alerta Jeffrey Isaac:
La ciencia política es una ciencia. Ella, por lo tanto, propicia el desarrollo de una amplia gama de técnicas, métodos, experimentos, argumentos y enfoques. El crecimiento dramático en la sofisticación, los acervos académicos y la utilidad instrumental de las ciencias sociales cuantitativas es un hecho consumado de la academia contemporánea. Y ello representa el progreso de una concepción de las ciencias sociales. Pero no representa el futuro de la ciencia política. Porque hay alternativas. Y el futuro de la ciencia política sigue abierto (Isaac, 2014: 283).
Finalmente, los discursos acerca de la DA-RT reconocen otras formas de jerarquías del conocimiento que tratan de divisiones en la profesión. Fujii (2016) llama la atención sobre el edificio de privilegios de género y raza en la ciencia política estadounidense, como jerarquías profesionales con profundos efectos en la carrera profesional de los politólogos. Esta discusión se reproduce en otros foros y contextos; por ejemplo, los estudios de Tolleson-Rinehart y Carroll (2006), Beckwith (2015) y Teele y Thelen (2017) demuestran la baja representatividad de los temas de género en las revistas de ciencia política más prestigiosas (mayor factor de impacto) y describen la repercusión de ello en la carrera de las politólogas. Las jerarquías de conocimiento desde la óptica de la raza aún demandan estudios más profundos que puedan trazar un mapa de la situación actual. Sin embargo, al verificar el número de presidentes negros que ha tenido APSA (tres hombres y una mujer), claramente se nota la dificultad para que lleguen a ese cargo miembros de esta comunidad.
Las jerarquías de conocimiento, por tanto, se constituyen como un fenómeno con diferentes matices en la construcción histórica e institucional de la ciencia política. Los discursos ponen en evidencia el proceso por el cual se da esta construcción y las estructuras institucionales permiten comprender cuáles son los incentivos y restricciones para el acceso a la comunidad de politólogos y al progreso profesional. En la próxima sección examinamos elementos de las jerarquías de conocimiento en América Latina, bajo la luz de las discusiones sobre la DA-RT y las instituciones de producción, reproducción y evaluación de conocimiento científico.
La ciencia política en América Latina y sus jerarquías de conocimiento
El contexto de las jerarquías de conocimiento en la ciencia política latinoamericana se encuentra en una posición sustantivamente distinta de la posición de la disciplina en Estados Unidos. Es verdad que los efectos de la DA-RT aún no han alcanzado a las academias nacionales en el continente, por lo menos no expresados en la forma de documentos y principios formales de acceso a datos y transparencia. Sin embargo, los estudios de los fenómenos políticos en la región, así como las estructuras institucionales de las asociaciones de ciencia política y de las revistas de la disciplina, son en cierta medida influidos por las epistemologías y metodologías de la comunidad de politólogos de Estados Unidos (Baquero y Barrero, 2013; Baquero y Rico, 2013; Torres-Ruiz y Ravecca, 2010; Ravecca, 2014).
Esta influencia estadounidense es reconocida por la ciencia política latinoamericana desde una perspectiva crítica sobre sus efectos en el desarrollo histórico de la disciplina en la región (Barrientos, 2013; Rocha, 2013). Según Bulcourf, Gutiérrez y Cardozo:
[A] partir del cuestionamiento de cierto mainstream disciplinario, de origen anglosajón, comenzó a reclamarse una suerte de perestroika, al estilo de lo que había sucedido en la ciencia política norteamericana quince años antes. De este modo comienza a introducirse una perspectiva “decolonial” (Bulcourf, Gutiérrez y Cardozo, 2015: 191).
El Movimiento Perestroika se ha convertido en un marco histórico para las discusiones en distintas academias nacionales de ciencia política, “circula por nuestros corrillos y pasillos con tonalidades propias, animando debates sobre qué ciencia política tenemos y queremos (Garcé y Rocha, 2015: 122).
Sin embargo, la iniciativa DA-RT podrá inaugurar un nuevo ciclo de discusiones en la disciplina en América Latina. La institucionalización de la ciencia política a través de sus asociaciones, revistas y conferencias genera debates en torno a qué tipo de ciencia se pretende fomentar en la región. Por lo menos desde 2013, cuando el Consejo Mexicano de Investigación en Ciencia Política (Comicip) organizó el seminario “El estudio de la ciencia política como disciplina académica desde una perspectiva comparada”, las iniciativas de debates acerca de la historia y del estado metodológico de la disciplina han crecido constantemente. En 2014, durante el “III Congreso de Ciencia Política de la Asociación Colombiana de Ciencia Política”, especialistas en la historia de la disciplina firmaron el Manifiesto de Popayán cuyo objetivo central consiste en profundizar los esfuerzos para estudiar y comprender la historia de la ciencia política en América Latina (Bulcourf, Gutiérrez y Cardozo, 2015). En Brasil fue lanzada en 2016 la antología A ciência política no Brasil: 1960-2015 (Avritzer, Milani y Braga, 2016), en la cual varios autores contribuyen con diversas perspectivas del desarrollo de la disciplina en el país. Todas estas iniciativas son fundamentales para que podamos comprender el nivel de pluralidad de las academias nacionales de la disciplina, tanto en términos teóricos y metodológicos, como en términos de las cuestiones de género y raza. Eso es particularmente importante cuando se consideran argumentos que evidencian determinadas preferencias, como lo expuesto por Soares (2005) en su artículo sobre el estado de la metodología en ciencias sociales en Brasil:
El desconocimiento de los métodos cualitativos más rigurosos también es característico de aquellos que se definen como “cualitativos” simplemente por oposición a “cuantitativos”. Sin embargo, “cualitativos” ellos no son, porque no usan métodos cualitativos. Son solamente no-cuantitativos o anti-cuantitativos (Soares, 2005: 27).
Este tipo de discurso se basa en una visión metodológica semejante a la que frecuentemente se expresa en los discursos de la DA-RT, la que se acerca a una perspectiva neopositivista de la tradición cualitativa que no es compartida por toda la comunidad de investigadores cualitativos. A propósito, esta es una de las críticas de Schwartz-Shea y Yanow (2016) sobre la manera como la DA-RT trata las distintas metodologías en ciencia política: al definir políticas y guías generales que se aplicarían a todos los métodos, la DA-RT los trata como si fueran unificados y homogéneos con respecto a las prácticas de investigación. Acusar a una comunidad de politólogos de ser “no-cuantitativos” o “anti-cuantitativos” y, al mismo tiempo, clamar por más rigor en una tradición de investigación es una forma de homogeneizar a una comunidad diversa, en la cual las prácticas metodológicas, aunque compartan puntos en común, presentan importantes diferencias.
Los efectos de tales discursos se pueden sentir cuando, por diferentes medios, se interiorizan en las instituciones que definen el progreso de las carreras profesionales. La DA-RT, como se ha expuesto a lo largo del texto, empezó como un cambio en la guía ética de la APSA, hasta que tomó dimensiones mayores en la ciencia política estadounidense y, en grado menor, en la europea. En América Latina, las estructuras de incentivos profesionales basados en las publicaciones siguen modelos distintos. Un ejemplo son las métricas de evaluación de los cursos de posgrado y los criterios de producción bibliográfica (factores de impacto, número de citaciones, indexación de revistas). Éstos producen incentivos y restricciones al desarrollo de investigaciones, la colaboración con otras disciplinas y la cooperación entre politólogos, entre otros. Eso pone en evidencia la necesidad de profundizar la comprensión acerca de cómo se produce el conocimiento científico en la disciplina y cuáles son los efectos de las estructuras institucionales en este proceso. Si, por un lado, el pluralismo de temas, métodos y enfoques parece distinguirnos de los politólogos estadounidenses, por otro lado, los criterios cada vez más rígidos y más cuantitativos de valoración de la producción académica y de ascenso en la carrera profesional pueden impactar el contenido temático y metodológico de la disciplina. Como afirman Leite y Codato sobre el sistema brasileño Qualis-capes de evaluación de los programas de posgrado y de las revistas científicas:
El Qualis acaba definiendo, indirectamente, a dónde debe ir el campo, ya que agentes e instituciones deben seguir sus demarcaciones y sus clasificaciones de la producción científica para asimilar y acumular el capital académico necesario para conducir sus actividades intelectuales, particularmente el progreso (simbólico, incluso) en la carrera, la distribución de recursos y la obtención de financiamiento para investigación -sin los cuales salen perjudicados el estudio, la investigación y la reflexión sobre los temas y los objetos de interés-. La fuerza normalizadora del sistema Qualis es tal que, aunque no las acepten, los actores del medio están obligados a confrontar esas definiciones, si desean sobrevivir. No es posible entender la evolución de la ciencia política sin considerar la influencia del Qualis (Leite y Codato, 2013: 8).
Estos debates, por tanto, trascienden el aspecto de las políticas editoriales, impactando en las instituciones que estructuran la ciencia y todo que implica: preferencias teóricas y metodológicas, la carrera de politólogo y las diversas formas de representatividad (de género, racial, étnica, de origen). En este sentido, lo que ofrece la DA-RT, como tema de la academia más importante e institucionalizada de ciencia política en el mundo es una oportunidad para que pensemos acerca de cuestiones fundamentales sobre la construcción de nuestras academias y comunidades nacionales de la disciplina.
Conclusión
En este artículo presentamos los documentos y el contenido de la iniciativa DA-RT en el contexto de la ciencia política estadounidense. Los cambios propuestos a la guía ética de la APSA han dado lugar a un profundo debate, inicialmente de carácter metodológico, pero que ha adquirido una dimensión más amplia en torno a las distintas jerarquías de conocimiento en la disciplina. Las primeras decisiones de hacer cambios a la guía y la aprobación de otros documentos con directrices de publicación fueron ignoradas por una parte considerable de la academia hasta 2015, aunque las implicaciones de la aprobación de políticas editoriales habrían de afectar todas las formas de investigación en la disciplina. Sin embargo, la nota de Jeffrey Isaac abrió una amplia discusión acerca de la DA-RT y de la propia ciencia política, a la cual se sumaron cada vez más politólogos de Estados Unidos y de otros países.
En este artículo nuestro enfoque se ha centrado en el contenido de los discursos de los simposios publicados en distintas revistas. Ellos representan las opiniones y posiciones de importantes politólogos que pertenecen a las diversas tradiciones de investigación en la ciencia política. Demostramos que el debate es complejo, ya que envuelve posiciones acerca de la producción, la reproducción y el valor del conocimiento científico. Las discusiones superan la clásica división entre investigadores cuantitativos y cualitativos, y añade una dimensión profesional que agrega los aspectos de género y raza.
Resaltamos que la DA-RT no se trata de una revisión del Movimiento Perestroika de principios de la década de 2000. Obviamente, uno puede trazar paralelismos entre algunos de los debates que marcaron los años pos-perestroika. Sin embargo, las discusiones acerca de aquel movimiento han tomado otros rumbos, consolidados en forma de simposios propios, artículos y libros. La DA-RT, por otro lado, ha dado lugar a sus propios simposios y foros de discusión, toda vez que trata de políticas de transparencia y acceso a datos dirigidas, primariamente, a publicaciones. Este es su contenido oficial, pero los debates que suscitan se asemejan a los del Movimiento Perestroika en la reflexión acerca de las jerarquías de conocimiento en la disciplina.
Como mostramos, dichas jerarquías asumen distintas formas y discursos dentro de la academia. Políticas editoriales, debates metodológicos, estructuras profesionales, representatividad de género, racial y etnia son algunas de las manifestaciones y cuestiones subyacentes a dichas jerarquías. Ellas son los ladrillos con los cuales se construyen las instituciones de la ciencia política y la manera cómo se procede a esta construcción afecta directamente a toda la comunidad de politólogos. Ello es un fenómeno presente en todas las ciencias y precisamente por esta razón es necesario que se atiendan las cuestiones aquí discutidas.
La construcción de una ciencia política plural, sea en Estados Unidos o en América Latina, presupone, sobre todo, el reconocimiento de distintas formas de comprensión de los fenómenos políticos. Para que ello se logre es necesario que haya una pluralidad de teorías y métodos, así como una diversidad de miembros de la comunidad científica participando de los espacios de conocimiento, especialmente por medio de las revistas. Pluralidad y diversidad son esenciales para la promoción de una ciencia capaz de analizar a profundidad los fenómenos a su alrededor y de fomentar discusiones de interés de la comunidad científica y de la sociedad. Ya que la disciplina debe preocuparse en conferir sentido al caos de la realidad política, en ofrecer respuestas acerca de las grandes cuestiones que preocupan a nuestras sociedades. Los métodos cuantitativos y cualitativos son instrumentos en el proceso de producción de tales respuestas, no el fin en sí mismo.