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Nueva antropología

versión impresa ISSN 0185-0636

Nueva antropol vol.30 no.86 México ene./jun. 2017

 

Reseñas bibliográficas

Carolina Rivera Farfán (coord.), Trabajo y vida cotidiana de centroamericanos en la frontera suroccidental de México, México, CIESAS, 2014

Ollinca I. Villanueva Hernández* 

*Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), México.

Rivera Farfán, Carolina. (coord.), Trabajo y vida cotidiana de centroamericanos en la frontera suroccidental de México. México: CIESAS, 2014.


La obra reseñada presenta una recopilación de artículos realizados por distintos autores y autoras que, mediante diversas estrategias metodológicas, describen las dinámicas sociales en la frontera México-Guatemala. Los escritos se centran en las condiciones laborales y las experiencias cotidianas de miles de migrantes centroamericanos que transitan y residen en las localidades fronterizas. Mujeres, hombres, niños, niñas y adolescentes provenientes de Centroamérica se convierten en sectores representativos de la población migrante que transita en la frontera entre México y Guatemala, situación que los lleva a negociar con los códigos de comportamiento locales. Las nociones y experiencias que se describen a lo largo de la obra aproximan al lector a los detalles de su estancia, atendiendo las particularidades que conllevan las condiciones de género, edad, nacionalidad y clase social, todas éstas trastocadas por la discriminación y la explotación.

La versatilidad del territorio y las dinámicas cotidianas que se entretejen en el andar de los migrantes que transitan en Tecún Umán, Guatemala, se ilustran en la sección introductoria del libro, donde se avista la lucha cotidiana por la sobrevivencia y el vaivén de una confraternidad histórica en Latinoamérica que no oculta disparidades. Los flujos intrarregionales entre México y Guatemala se remiten a un pasado añejo de desplazamiento de mano de obra, lo que se conjuga con los movimientos migratorios más recientes, provenientes principalmente de El Salvador y Honduras.

El Soconusco y sus distintos paisajes -que van de exuberantes montañas a calurosas costas- se convierte en el escenario de las narrativas, albergando a la población migrante que asume papeles activos para hacer frente a las políticas migratorias persecutorias. Las perspectivas para abordar el tema migratorio son distintas, lo que hace posible conocer escenarios multidimensionales percibidos también desde distintas miradas, agregándose con ello mayor versatilidad a la lectura.

Jéssica Nájera Aguirre ofrece un asomo a las condiciones migratorias de la región a partir de una metodología mixta. Los datos cuantitativos y cualitativos exponen las condiciones de desplazamiento y movilización de los trabajadores agrícolas guatemaltecos, escenario que se convierte en la antesala de los tres capítulos posteriores, referidos a la mano de obra guatemalteca y a la cotidianidad de sus distintos sectores poblacionales.

Niños, niñas y adolescentes (NNA) conforman el primero de éstos, visibilizándose en el discurso de Carolina Rivera Farfán, es decir, en la presencia encubierta y disimulada de una mano de obra que hasta hace algunos años se consideraba como marginal y complementaria. El trabajo infantil acompañado del elemento migratorio profundiza las relaciones de asimetría, desigualdad y la violación de los derechos económicos, sociales y culturales, que se observan a la luz de un trabajo definido como “actividades remuneradas que llevan a cabo personas menores de edad, fuera del hogar y la familia, en lugares distintos a los de su origen”.

Los escenarios de esta fehaciente vulnerabilidad respaldan la necesidad de conocer el número de NNA centroamericanos trabajadores, su perfil, sus características sociodemográficas, el tipo de trabajo y las condiciones en las que se desempeñan, tarea a la que Rivera Farfán se dedica, identificando diversas modalidades laborales. En el siguiente capítulo, “Migración femenina, ‘trabajo muerto’ y nichos sociolaborales: empleadas domésticas guatemaltecas en Tapachula, Chiapas”, Blanca Blanco plantea otra arista del fenómeno migratorio, centrando la atención en las causas y motivaciones que impulsan a las mujeres guatemaltecas a migrar; además, la caracterización del trabajo doméstico que desempeñan en Tapachula; las razones de la naturalización del trabajo; los modos de contratación; las preferencias de modalidad y las condiciones laborales que experimentan.

Las guatemaltecas -a diferencia de otras mujeres centroamericanas, como las hondureñas o las salvadoreñas- encuentran en el trabajo doméstico un nicho laboral en el que se espera de ellas una serie de cualidades asignadas a una etnicidad, es decir, que las supone pobres, analfabetas, dóciles y honestas y, por lo tanto, “buenas para el empleo”, sin embargo, dichas expectativas están poco asociadas a su desempeño. La reproducción de estereotipos y prejuicios fundamentan las prácticas discriminatorias que se describen, es por ello que la autora analiza la invisibilización del trabajo en el ámbito doméstico, con lo cual logra pasos importantes en el análisis del rol de género y sus implicaciones en las dinámicas laborales, relacionales e incluso espaciales.

En el cuarto capítulo del libro, “Tirando caña. Experiencias laborales-migratorias de adolescentes guatemaltecos cortadores de caña”, Jania Wilson centra sus reflexiones en el trabajo agrícola asalariado que desempeñan varones menores de edad; se trata de migrantes de entre 12 y 17 años, muchos de ellos de procedencia mam, que laboran por temporadas en la zona cañera de Huixtla.

Ser cortador de caña implica asumir largas y duras jornadas de trabajo, riesgos inesperados y la (re)creación de motivaciones, anhelos y estrategias distintas a las de los adultos, rasgos que se entrelazan con una masculinidad enaltecida. La narración de Wilson logra transportar al lector a las calurosas tierras cañeras, sin ocultar las tensiones y negociaciones que ahí se viven; también, muestra las disparidades entre connacionales guatemaltecos por razones étnicas; la estigmatización que sufren debido a su condición de juventud y las circunstancias estructurales, que normalmente rebasan las aspiraciones de quienes migran. Ante este escenario, la autora expone la inoperatividad de los acuerdos internacionales que no se conjuntan con las leyes nacionales y mucho menos con la realidad cotidiana.

Por otra parte, en los capítulos posteriores se aborda un flujo más reciente de migración: el de salvadoreños y hondureños, tema que es revisado desde la mirada de Jaime Rivas Castillo en “Trayectorias emergentes, historias recurrentes. Inmigrantes salvadoreños en el Soconusco, Chiapas”. En su texto el autor ilustra un contexto migratorio de tránsito y destino en el que la búsqueda de nuevas condiciones de vida en Estados Unidos se enfrenta al endurecimiento de los lineamientos migratorios y las dificultades en el trayecto. Ante esto, Rivas Castillo se centra en la pregunta, “¿realmente era Estados Unidos el sitio de destino buscado por estos migrantes que llegaron a Tapachula y a Puerto Madero?”. La respuesta se remite a una exploración de las trayectorias migratorias, al contexto del país de origen, a la velada ausencia de recursos económicos y sociales con los que se cuenta, y a las dinámicas fronterizas internas del Soconusco. En este nuevo espacio se dinamizan facetas migratorias diversas, que encarnan las antiguas y las nuevas, pues las y los migrantes vienen y van; se trata de un lugar de origen, de tránsito, de destino y de retorno que se difumina hacia “el otro norte”: el del Soconusco.

En el sexto capítulo, “Vivir y trabajar en la ciudad de Tapachula, Chiapas: el caso de inmigrantes de origen hondureño”, Carmen Casanueva hace referencia a la población centroamericana que recientemente se incorporó a los flujos migratorios de la región, brindando un contexto general de las causas de su desplazamiento y la transformación de éste en las últimas décadas. En dicho contexto toma relevancia el creciente endurecimiento de las fronteras geopolíticas y simbólicas, así como la descripción del panorama sociodemográfico en el que se basa la autora.

El tema de los que se quedan a residir en Tapachula, Chiapas -planeado o no-, es explicado ante la transformación del territorio hondureño a causa del paso del huracán Stan en 2005, lo que planteó la posibilidad de migrar y encontrar nuevas alternativas de vida y algunas ventajas, mismas que reformulan la primera intención de llegar a Estados Unidos al sopesar los cuantiosos riesgos que existen en el camino. Sin embargo, la falta de documentos y la entrada en vigor de la Ley de Migración en 2011 convierte a los nuevos residentes en intrusos que transitan en los márgenes de la legalidad, colocándolos en condiciones de vulnerabilidad y que se reflejan en los ámbitos en los que participan.

A tono con lo planteado, en el séptimo y último capítulo del libro, “Espacios de la vida cotidiana. Una reflexión sobre las relaciones intergeneracionales y la esfera escolar de personas migrantes hondureñas y sus descendientes en Tapachula, Chiapas”, Jorge Choy aporta una perspectiva centrada en la familia y el ámbito escolar como espacios de interacción de la población hondureña. Respecto al ámbito familiar, el tema de las separaciones físicas por periodos prolongados y la lejanía que se presenta en las trayectorias de vida de sus miembros, es analizada a la luz de conflictos transversalizados por las condiciones de género, generación y nacionalidad, tensiones que se relacionan con las responsabilidades que adquieren los miembros de las familias que permanecen en lugares distintos.

En dichos territorios las escuelas se convierten en espacios de integración y pertenencia para los descendientes de inmigrantes, pues en ellas experimentan conflictos relacionados con la estigmatización y el rechazo; aunque también ocurren procesos de negociación y construcción de vínculos, aspectos que juegan un papel importante en la configuración de una identidad que se posiciona en distintas direcciones, aproximándose o alejándose del sentido de origen.

Trabajo y vida cotidiana de centroamericanos en la frontera suroccidental de México es una obra que está alejada de nociones preconcebidas o perspectivas planas; por el contrario, los autores y autoras promueven la tarea de realizar estudios multilaterales, multinacionales, interdisciplinarios y basados en “lo que es”, dando así un importante paso en el reconocimiento de las dinámicas de las fronteras y aceptando que todavía queda mucha labor por hacer.

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