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Salud Pública de México

versión impresa ISSN 0036-3634

Salud pública Méx vol.53 no.5 Cuernavaca sep./oct. 2011

 

NOTICIAS DE SALUD AMBIENTAL

 

Contaminación ambiental y salud infantil*

 

 

Los monitores domésticos establecen conexiones cardiorrespiratorias

 

Los niños son particularmente susceptibles a los efectos de la contaminación ambiental en la salud debido a que pasan más tiempo en espacios exteriores, tienen una mayor frecuencia respiratoria e inhalan un volumen mayor de aire en proporción con su peso corporal. Los bebés pueden ser especialmente sensibles a los efectos de la contaminación ambiental porque sus sistemas inmune, respiratorio y nervioso central no están totalmente desarrollados. Hasta ahora se han estudiado mucho menos las respuestas de los bebés a la contaminación ambiental que las de los niños mayores. Un nuevo estudio establece un vínculo entre la contaminación ambiental y un incremento del riesgo de apnea (pausas prolongadas en la respiración) y bradicardia (disminución del ritmo cardiaco) en los bebés con alto riesgo de presentar estos padecimientos [EHP 119(9):1321–1327; Peel et al.]. En el estudio participaron 4 277 bebés que residían en Atlanta y sus alrededores (un área de aproximadamente 200 km2) entre 1998 y 2002 y cuyos ritmos cardiacos y respiratorios se registraron por medio de monitores cardiorrespiratorios domésticos. La mayoría de los bebés sometidos a estos monitoreos habían presentado eventos de apnea relacionados con un nacimiento prematuro; otros bebés, incluyendo a algunos nacidos a término, padecían enfermedad por reflujo gastroesofágico. En una estación de seguimiento ubicada en una zona céntrica se midieron las concentraciones de ozono a nivel del suelo, dióxido de nitrógeno, dióxido de azufre, monóxido de carbono, hidrocarburos oxigenados y materia particulada.

 

 

Según el equipo de investigadores, los monitores registraron 8 960 eventos de apnea (en los cuales los bebés dejaron de respirar durante al menos 20 segundos) y 29 450 eventos de bradicardia (en los cuales el ritmo cardiaco de los bebés descendía a un valor menor al correspondiente a su edad o a su prematuridad). Se analizaron los vínculos entre estos eventos y los niveles promedio de contaminación ambiental registrados el día del evento y el día anterior.

Los investigadores encontraron asociaciones significativas entre la bradicardia y el incremento de los niveles de ozono tras 8 horas de exposición y de los niveles de dióxido de nitrógeno después de 1 hora. La relación entre el ozono y la apnea, aunque similar, no resultó ser estadísticamente significativa. En general se observaron vínculos más fuertes en los bebés nacidos a término con un peso corporal normal en el momento de nacer que en los nacidos prematuramente con un peso corporal bajo; este es un hallazgo sorprendente, pero no carece de precedentes. También se halló una relación entre los eventos de apnea y las concentraciones de carbono orgánico en la materia particulada fina en los bebés nacidos a término con un peso corporal normal.

Estos hallazgos coinciden con los de estudios anteriores que vinculan la contaminación ambiental con síntomas respiratorios, con los ingresos hospitalarios por este motivo y con un incremento de la mortalidad infantil. No está claro cuáles son las causas de la apnea y la bradicardia; sin embargo, hay evidencias que permiten suponer que la inmadurez del control autónomo del sistema nervioso o del aparato respiratorio podría ocasionar una mayor vulnerabilidad a los efectos de la contaminación.

 

Kellyn S. Betts,
ha escrito durante una docena de años acerca de los contaminantes ambientales,
los riesgos y la tecnología para resolver problemas ambientales,
para publicaciones tales como EHP y Environmental Science & Technology.

 

 

* Publicado originalmente en Environmental Health Perspectives, volumen 119, número 9, septiembre de 2011, página A399.

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