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Revista de la Facultad de Medicina (México)

versión On-line ISSN 2448-4865versión impresa ISSN 0026-1742

Rev. Fac. Med. (Méx.) vol.55 no.1 Ciudad de México ene./feb. 2012

 

Artículo de reflexión

 

De la zarza una hoguera: apunte de la obra del Dr. Ignacio Chávez Sánchez

 

A burning bush. Notes on Dr. Ignacio Chávez Sánchez' work

 

Miguel Otero Zuñigaa,b

 

aFacultad de Medicina. UNAM. México, DF.

bHospital Regional de Oaxaca. ISSSTE. Oaxaca. México. Correo electrónico: otero_miguel2002@yahoo.com.mx

 

Hojas secas del árbol desprendidas
al empuje del viento,
que arrastradas en raudo torbellino

van a morir, en polvo convertidas,
revueltas con el polvo del camino...

Ignacio Chávez Sánchez
Suprema angustia

 

"En momentos que fueron de locura y de fe..."1, donde una generación que vivió el cataclismo político y económico de una revolución, que vitoreó y fusiló a sus caudillos; que enarboló mil veces la palabra libertad, intuyendo con ello, la necesidad de dar solución a urgentes problemas sociales como la cuestión agraria y obrera; donde al compás de la lucha armada vio caer normas jurídicas y al tiempo elevarse ensayos constitucionales; serian también testigos de cómo, en un tiempo de búsquedas y reinvenciones, un médico mexicano cuyo nombre es Ignacio Chávez Sánchez y toda una generación no menos ilustre, no menos literaria, transformó su pensamiento en actos, y con ello contribuyeron al desenvolvimiento estético y científico de nuestra nación, adelantando y plasmando nuestra cultura en el concierto universal del pensamiento.

Hablar de la obra académica del doctor Ignacio Chávez Sánchez, es hablar de una vida que supo reformar, formar y mejorar una serie de voluntades que llevaron a nuestra medicina y a nuestra educación, a planos superiores. No exagero cuando digo, que acercarse a la obra es acercarse a la vida, porque vida y obra son inseparables; así "para juzgar la valía de un hombre y el mérito de su obra, no basta con saber el punto de llegada, por alto que sea; es preciso conocer el punto de arranque, el del oscuro principio"2, como él mismo nos recuerda.

En el caso de Don Ignacio ese "oscuro principio", se dio en el año de 1897 en Zirándaro, Michoacán, hoy Zirándaro de los Chávez, Guerrero; donde:

"el niño de pueblo se fue a estudiar a la ciudad y creció al cuidado de cuatro tías ancianas, figuras admirables para un retablo. Ir a la escuela, rezar, estudiar para niño bueno, esos eran mis días. Más tarde me di cuenta de que yo no jugué de niño ni tuve amigos, como no fueran los de la hora del recreo... Así llego la adolescencia y se acerco la juventud... En esa época de mis estudios preparatorios pasé por el deslumbramiento de leer de todo, de discutir de todo, de devorar libros, historia, novela y poesía... Mi amor por las letras me llevo a escribir versos... sólo eran versos, no poesía, y cuando me convencí de ello dejé de escribirlos... Si yo abandoné los versos, ellos en cambio, me procuraron lo que no había logrado mi empeño por la ciencia..."3.

Pero la poesía no lo abandono jamás y fue en esa Babel decorada por el polvo griego y la ceniza latina donde se meció su cuna, donde Rodó, Darío y muchos más se revelarían a sus ojos, y tiempo después lo llevarían "por paradójico que suene... a la Cardiología, no por los caminos de la medicina sino por los de la poesía"4. Así fue como en un tiempo donde en lugar de discursos se declamaban poemas, Don Ignacio enarboló un Canto a la Juventud5 y con él su camino por Europa. La fuerza de aquellos versos aún se escucha en nuestros adentros:

Pero oíd, peregrinos que venís a esta casa
con un afán callado de saber,
y a quienes el misterio de la hora que pasa
sabe a gota de miel.

El mundo rueda entre las sombras,
y es de noche en las almas que no llevan fanal,
que las páginas blancas de los libros no alumbran
si no se enciende un ideal.

Yo no sé si la vida es verdad o es mentira,
pero está hecha de dolor,
y la ciencia y el arte y el saber nada valen
si no los baña el resplandor
de las cuatro letras, como cuatro rayos,
de la honda palabra amor.

La poesía que fue la vida de Chávez fue una espiral ascendente. Espiral, porque giró siempre alrededor del otro, "ningún hombre estimo ajeno" declaró. Ascendente porque cada paso que dio fue una metáfora que le permitió llegar más pronto al futuro.

Así Ignacio Chávez Sánchez construyó un "nuevo humanismo"6 el cual se caracterizó por estar estrechamente ligado a la cultura: ciencia y humanismo dan forma al hombre de carne y hueso. Esta concepción de humanismo se gesta desde su tierna juventud, en el filo de dos épocas muy significativas en nuestra historia: el Porfiriato y la Revolución.

En este punto, es importante señalar que si bien "fue una fortuna para México que este michoacano de inteligencia preclara y voluntad inquebrantable coincidiese con un momento tan tenso y tan creativo de nuestra historia; el de la era posrevolucionaria"7; no puede uno dejar de mencionar que sin la intervención de un Estado que animara el desarrollo nacional, con hombres como José Vasconcelos o Justo Sierra, quienes consolidaron la educación pública y la Universidad Nacional, sin las cuales el camino de muchos jóvenes del país, entre ellos Ignacio Chávez Sánchez, hubiera sido sin duda incierto.

Carlos Fuentes ha dicho al respecto:

"Ignacio Chávez creció junto con un sociedad educada en la escuela pública y en la Universidad Autónoma, que va extendiéndose en las tareas del campo y de la fábrica, de las profesiones liberales, del periodismo y de la arquitectura, del magisterio y del servicio social, de la asociación de barrio y del movimiento femenino, de los frentes contra la discriminación sexual, de las demandas para la justicia indígena, de la actividad del sindicato obrero y de la cooperativa agraria, pero, sobre todo, en una sociedad que aprende a reconocerse en su cultura"8.

Chávez es pues, uno de los grandes creadores del México contemporáneo. Inicia su obra pionera, con el Pabellón 21 del Hospital General de México. Montaño y Carral9 lo describen así:

"con objeto de ir dando forma al servicio... sale el Maestro Chávez a Europa en el año de 1926 comisionado por la entonces Dirección de Beneficencia Pública del Distrito Federal y la Universidad Nacional para realizar estudios de especialización en cardiología, al lado de los profesores Hendir Váquez y Charles Laubry en París... estudia después la organización y el funcionamiento de las clínicas en Berlín, Praga, Viena, Roma y Brucelas... A su regreso, en el año de 1927 se crea oficialmente el servicio de cardiología, las ampliaciones se habían ya realizado durante su ausencia, siguiendo los planes elaborados por él. En efecto, se construyó un anexo que albergó los departamentos de rayos X, de electrocardiografía, un pequeño laboratorio de fisiología y un aula para docencia y las sesiones académicas".

Este será el punto de quiebre donde un grupo de médicos de la talla de Manuel Martínez Báez, Francisco de P Miranda, Salvador González Herrejón, Ismael Cosío Villegas, Guillermo Montaño, Teófilo Ortiz Ramírez, Manuel Vaquero, Manuel Rivero Carballo, Alfonso de Gortari, Armando Cuellar, Rafael Carral y de Teresa, y tantos más quienes encabezados por Ignacio Chávez Sánchez forjaron la infraestructura humana que pondría la ciencia y el arte al servicio del estudio del corazón sano y enfermo, lo que dio vida vida al Instituto Nacional de Cardiología de México. Años más tarde Chávez recordaría "que más que la obra de un grupo es la obra de una generación afortunada, que nació a tiempo y que no traicionó su destino".

De igual manera, en el terreno de la educación fue un constructor y un ejemplo de claridad de pensamiento. Al ser rector de la Universidad Nacional, visualizó los retos y caminos que la educación debería de seguir en nuestro país:

"Veo la Universidad del mañana, no como una fábrica de profesionales y de técnicos para sostener la maquinaria que fabrica riqueza, no para dar forzados a la sociedad de consumo. La concibo como un gran laboratorio de hombres, con toda la dignidad del término. Capacitados, sí, para el trabajo técnico, pero también para el cultivo del espíritu, imbuidos del respeto a la verdad y a la justicia, noblemente dispuestos a brindar ayuda, hombres en quienes la formación intelectual se equipare con la sólida vertebración moral y la conciencia clara de sus deberes sociales".

Y continua diciendo:

"Debemos convencernos de que no hay enseñanza que se renueve sin investigación que la fecunde; de que no hay universidad que lo sea si sólo es repetidora de doctrinas ajenas y no creadora de nuestras verdades... Si México ha de contar un día en el mundo del pensamiento, no ha de ser por la ciencia que imparte, ni siquiera por la cultura que asimile. Ha de ser por la que produzca, por lo que cree, por el acento original que ponga en el concierto de las ideas".10

Así, Ignacio Chávez Sánchez fue ejemplo vivo del mexicano civilizado, hombre de ciencia y humanidad, paradigma de una patria que se conoce, se entrega y se levanta sobre lo mejor de sí misma. Desde su desempeño como profesor de Historia Universal y de México, cuando aún era estudiante en la Universidad de San Nicolás de Hidalgo en Morelia, Michoacán, y después practicante del Hospital General y director de la Facultad de Medicina de la UNAM, hasta su desempeño como fundador y director del Instituto Nacional de Cardiología y de toda una serie de instituciones nacionales e internacionales*, este hombre construyó no sólo una personalidad, sino todo un magisterio, el cual fue retratado en cada artículo, conferencia o libro que dictó.

Siempre respetuoso de las opiniones divergentes y favorecedor de la suma de voluntades, sin sacrificio de las convicciones propias, Don Ignacio Chávez, el médico, el humanista, el científico, el ciudadano, ocupa un lugar eminente en la creación de una nación vigorosa. Resumió su andar por esta selva dantesca de este modo: "Nuestro paso por la vida no es goce, ni sufrimiento, menos expiación; la vida es misión". Imitar su ejemplo en estos tiempos aciagos, no es un privilegio, sino una exigencia.

Finalmente, al encontramos con la radiografía de Don Ignacio Chávez Sánchez; nos enfrentamos a una imagen en la que se han dibujado con nitidez diversos perfiles, todos ellos enumerados por diversas personalidades de la ciencia y la cultura de nuestro país y el extranjero, quienes lo califican de "científico insigne, educador magno, pensador lúcido, maestro de la palabra hablada y escrita, hombre probo, mexicano devoto, realizador de ilusiones y creador de instituciones, cardiólogo y cardiófilo grande entre los grandes", y en última instancia fue llamado "fundador" por Octavio Paz. Sin embargo, creo que ninguno de estos adjetivos por sí solo engloba, la mayor obra académica que Don Ignacio Chávez Sánchez llevó a cabo a lo largo de su vida y heredó a todos nosotros.

Porque su legado no se reduce a los textos publicados, ni su ejemplo a los premios o condecoraciones recibidos.

Su mayor obra fue aquella que quedó plasmada en la formación humanista de sus alumnos, y que ha sido recreada por estos, en las generaciones que le siguieron. De tal suerte, al escribir estas líneas y contemplar su legado, no como quien evoca sino como quien vive de nuevo la misma hora, nosotros, jóvenes estudiantes de medicina de este milenio que comienza, tenemos por reto ser parte de esa obra, por fortuna inconclusa, que nos permite recibir y sobre todo recrear a los que vengan, esa herencia que alimenta nuestra historia y exige nuestro tiempo.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Chávez I. Despedida. Poema ofrecido a Salvador González Herrejón en el banquete del día de su recepción, el abril de 1919. En Chávez I. Humanismo médico, educación y cultura. México: El Colegio Nacional; 1978. 2 vols. p. 11:805.         [ Links ]

2. Chávez I, Fournier Villada R. La Prensa Médica Mexicana. 1974;3-4:70-2.         [ Links ]

3. Chávez I. Discurso pronunciado en la conmemoración del quincuagésimo aniversario de su recepción profesional. México, julio 31 de 1970. En: Humanismo Médico. Conferencias y discursos. México: UNAM, Facultad de Medicina; 2003. p. 267-74.         [ Links ]

4. Chávez I. Ibíd. 271.

5. Chávez I. Ibíd. 270-271.

6. Esta idea del "nuevo humanismo" que desarrolló el Dr. Ignacio Chávez la retomo del texto de Xirau R, "El humanismo de Ignacio Chávez", publicado en: Ignacio Chávez: a cien años de su nacimiento. México: El Colegio Nacional, FCE; 1997. p. 209-12.         [ Links ]

7. Fuentes C. Ignacio Chávez y la modernización. En Ignacio Chávez: a cien años de su nacimiento. México: El Colegio Nacional, FCE; 1997. p. 213-8.         [ Links ]

8. Fuentes C. Ibíd. 217.

9. Citado en Ignacio Chávez Rivera, Ignacio Chávez y el Instituto Nacional de Cardiología. En: Ignacio Chávez: a cien años de su nacimiento. México: El Colegio Nacional, FCE; 1997. p. 95-115.         [ Links ]

10. Citado en De la Fuente R. Ignacio Chávez, hombre universal, fundador de el Colegio Nacional, leído en el homenaje al doctor Ignacio Chávez en el Colegio Nacional, cuando se develó su retrato en la sede de la institución, el día 13 de julio de 1981.         [ Links ]

 

Nota

* Enumerar todos los cargos o nombramientos que desempeñó así como las distinciones que le fueron entregadas al Dr. Ignacio Chávez en su fecunda carrera me llevaría sin duda varias cuartillas y este espacio no me lo permite, de tal suerte que me permito referir al lector a revisar su currículo, que ha sido publicado y revisado en la Colección Conmemorativa que el Colegio Nacional junto al Fondo de Cultura Económica han publicado.

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