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Tla-melaua

versión On-line ISSN 2594-0716versión impresa ISSN 1870-6916

Tla-melaua vol.8 no.37 Puebla mar. 2015

 

Artículos de reflexión: Sociología

La calificación como elemento de vulnerabilidad en el mercado de trabajo migrante estadounidense: comparativo México-Centroamérica y el Caribe

Qualifications as elements of Vulnerability in the american Migrant Labor Market: a Mexico-Central America and the Caribbean Comparative

Samuel Amador Vázquez1 

Flora Domínguez Hernández2 

1 Profesor investigador en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), México (samuel.amador@gmail.com)

2 Estudiante de la maestría en Ciencias Políticas de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), México (socioenproceso@gmail.com)


RESUMEN

Partiendo del suplemento de marzo del 2010 del Current population survey (CPS). Relacionamos el ingreso monetario anual con los niveles de calificación asociados a los grados de estudio (sabemos que no es la única variable aunque para este estudio sólo consignamos esta) que tienen los migrantes mexicanos en comparación con los Centroamericanos y del Caribe en Estados unidos. La percepción promedio de ingresos monetarios de ambos migrantes se encuentra por debajo de los 49 000 dólares anuales. En el caso de los migrantes mexicanos, cerca del 60 por ciento cuenta con estudios de primaria y secundaria. Para los de Centro América y el Caribe el 38.5 por ciento, en su población también hay migrantes con estudios superiores y de posgrado. Su situación de indocumentados en ambos casos explica la semejanza en ingresos monetarios a pesar de la variación en los niveles de escolaridad.

Palabras clave: Mercado migrante; calificación; vulnerabilidad; mercado de trabajo.

ABSTRACT

Considering the March 2010, supplement of the Current Population Survey (CPS). Related to the annual income which measures the skill levels associated with the years of study (we know this is not the only variable though this study only considers this) that Mexican migrants have in comparison to Central American and Caribbean. The average yearly perception of migrant's income is below $ 49 000 dollars. In the case of Mexican migrants, about 60 percent has elementary and middle school studies. For those of Central America and the Caribbean 38.5 percent, there is also a migrant population with higher education and graduate studies. Their undocumented status in both cases explains the similarity in income despite the variation in education levels.

Keywords: Migrant Market; Qualifications; Vulnerability; Labor Market

Sumario

1. Estado capitalista, gobierno, política económica y mercado institucionalizado / 2. La calificación como elemento de exclusión y vulnerabilidad / 3. Ingresos, escolaridad y ocupaciones de la mano de obra migrante

1. Estado capitalista, gobierno, política económica y mercado institucionalizado1

Desde la perspectiva de la economía política, la aparición del Estado capitalista es precedida por el incesante incremento del cambio de mercancías, el cual es resultado de la profundización y desarrollo de la división social del trabajo al interior de las formas de organización social. La misma división social del trabajo potencia la expansión del comercio y la ampliación del mercado, fortaleciendo la unificación de las relaciones sociales de producción dispersas para su cada vez mayor regulación bajo la acción de la ley del valor.

Simultáneamente al proceso desarrollado de mercantilización, la conversión de la fuerza de trabajo en una mercancía más fundó el paso necesario para una transformación profunda de las relaciones sociales de producción pre-capitalistas en las propiamente capitalistas.2 La evolución del modo de producción capitalista revolucionó el desarrollo y expansión del intercambio mercantil previo. El proceso de mercantilización de la fuerza de trabajo se manifestó en la superficie a través de la universalización del intercambio de mercancías y del crecimiento y transformación del mercado.

Su resultado fue la modificación en las relaciones sociales de producción en su interior (relación medios de producción y fuerza de trabajo), conduciendo al desarrollo de un tipo de Estado capitalista que administrara, garantizara y potenciara el desarrollo de la producción capitalista. Dicho Estado es entendido como un órgano de coerción que, sistemáticamente, contribuye a disociar al productor directo de las condiciones de producción y medios de producción, desposeyéndolo de todo, excepto de su capacidad para trabajar o generar valor.3 El desarrollo de las relaciones de intercambio mercantil simple, históricamente, dio origen a la aparición del Estado capitalista que administra y resguarda la existencia y reproducción del nuevo tipo de mercado (liberal, regulado o neoliberal) en el cual se realiza la producción capitalista.4 De lo previo derivamos que el mercado no nace con el Estado capitalista, sino al revés. Entendemos, pues, que el Estado capitalista es un ente orgánico integrado por un conjunto de instituciones, con acciones y funciones específicas de producción y reproducción de un sistema (material e ideológicamente) económico, político y cultural.

Entre las instituciones del Estado (familia, escuela, religión) enfatizamos que, para su ostentación y dirección, el gobierno toma el papel protagónico. Autores como Milton y Rose Friedman5 usan como sinónimos Estado y gobierno. Para nosotros, antes de ser conceptos distintos, el gobierno forma parte del Estado. En el capitalismo, dicha institución es el operador más visible de los intereses de clase burguesa. En él se concentra la administración burguesa de la sociedad, la dirección que toma la distribución de la riqueza pública para la acumulación de capital mediante mecanismos como la producción de insumos, la deuda, el fisco, entre otros, y se presenta como la institución mediadora de las contradicciones de clase.

Por la gama de instituciones estatales, y su naturaleza diversa, entendemos que las acciones gubernamentales sintetizan y promueven la adecuación del Estado capitalista para el despliegue del proceso de valorización de capital; en esa institución se manifiesta visiblemente la reorientación de las políticas de Estado hacia el resto de las instituciones (para la conformación de una modalidad); su intercalación conduce a una articulación social, cuya fuerza motriz reside en la extracción del excedente económico en beneficio de una fracción hegemónica de la clase capitalista.

La definición de las tareas específicas para el gobierno y la conformación de una determinada modalidad de Estado, como resultado de esta definición y acción, corresponden a intereses (externos y locales) de grupos delineados a través de la política económica. Históricamente, el carácter, la orientación social y el alcance de la influencia de la política económica del Estado y el gobierno están determinados6 por el régimen social y político y por las leyes objetivas de su desarrollo. Sobre la política económica del Estado presionan también las condiciones históricas concretas del desarrollo de una sociedad dada, es decir, la correlación de fuerzas de clase, la lucha de clases en la arena nacional e internacional.

En relación a la combinación operativa e implementación de determinadas políticas de Estado (incluyendo las económicas), se gesta una pugna entre las clases dirigentes que se traslada, evidentemente, a distintos niveles institucionales. Su expresión teórica es esbozada en distintos ámbitos (académicos y políticos) por los representantes de esos grupos; cada uno trata -como es lógico- de exponer sus puntos de vista como "naturales" o "deseables", y no como encaminados a cumplir y defender los intereses de la fracción de clase a la cual representan.

Ahora bien, el cambio institucional no significa necesariamente un desarrollo progresista, aunque bien puede serlo, ya que corresponde a luchas, resistencias y rebeldías sociales. Desde luego, el cambio institucional no debe confundirse con el cambio del modo de producción, pues este último implica la transformación no de una institución, sino del conjunto de instituciones establecidas para adaptarse al nuevo patrón de producción y acumulación, en contraposición con el que hasta esa situación histórica estuvo vigente.

La conformación, concretización y operación de las instituciones del Estado capitalista, por lo tanto, derivan de la lucha de clases y de las pugnas interburguesas. Ninguna de ellas es un fenómeno abstracto; al contrario, su aparición exhibe la reagrupación de las fracciones de clase y de la correlación de fuerzas concreta e históricamente determinadas. De esta forma, lo que en un momento histórico se determina como socialmente aceptable, deja de serlo al contraponerlo con los intereses de una de las fuerzas en pugna capaz de imponer sus intereses y necesidades. Así, una institución pasa de ser considerada como ideal a ser cuestionada por caduca o incluso a ser estigmatizada como hecha a modo, como si cualquier institución no fuera un producto a modo para responder a la reproducción de las condiciones de producción imperantes.

El cambio institucional, pues, pasa a ser un reflejo superficial del efervescente y necesario enfrentamiento entre las clases o fracciones de clases sociales. Su aparición y la dirección que toma muestran el grado de dominio de una fracción o de una clase sobre los demás grupos de poder en pugna y sobre la sociedad. La aceptación de aquéllos como cambios institucionales teleológicos del progreso y la civilización en el sentido común y popular indica el grado de consenso y arraigo de la fracción en el poder, aunado al hecho de las alianzas que permiten ampliar la capacidad de cohesión de la fracción dominante para imponer sus intereses a todos los grupos en pugna, incluso a los derrotados y al grueso de la sociedad.

El bloque hegemónico opera, arrastrando detrás de sus intereses, a todo el conjunto de grupos y fracciones de clase que se suman, pactan, se someten o son sometidos, para generar un status quo que garantice las condiciones existentes. De esta manera, el Estado no puede entenderse7 en su sentido estricto como dictadura de clase, sino que también hay que concebirlo como hegemonía. Ningún Estado puede dominar basado en la fuerza solamente; tiene que combinar la fuerza y el consenso para establecer un balance apropiado.

Por tanto, la hegemonía presupone tomar en cuenta los intereses y las tendencias de los grupos sobre los cuales se ejerce. En coincidencia con Kohan,8 es un proceso que expresa la conciencia y los valores organizados prácticamente por significados específicos y dominantes en un proceso social vivido de manera contradictoria, incompleta y muchas veces difusa. Dicho de otra manera, la hegemonía de un grupo social equivale a la administración de la cultura que ese grupo logró generalizar para otros segmentos sociales. La hegemonía es cultura, pero configura o conforma algo más que la cultura en abstracto, porque además incluye necesariamente una distribución específica de poder, jerarquía y de influencia.

Como dirección política y cultural sobre los segmentos sociales "aliados", influidos por ella, la hegemonía también presupone violencia y coerción sobre los enemigos. No sólo implica consenso. En última instancia, la hegemonía nunca se acepta de forma pasiva, está sujeta a la lucha, a la confrontación, al antagonismo. Derivado de esta condición, quien la ejerce debe todo el tiempo renovarla, recrearla, defenderla y modificarla, intentando neutralizar a su adversario, incorporando sus reclamos, pero desgajados de toda su peligrosidad.

Harvey9 explica que el concepto de hegemonía permite sólo dos interpretaciones. La primera se refiere únicamente al poder político ejercido mediante el liderazgo y el consentimiento de los gobernados como algo opuesto al poder político ejercido como dominación mediante la coerción. La segunda parece referirse a la combinación particular de coerción y consentimiento necesaria para el ejercicio del poder político.

En cierto sentido, cuando se interpreta el concepto de hegemonía10 se concluye que existe un equilibrio de compromiso entre las clases dirigentes (políticas y empresariales) y las desposeídas, de tal forma que se llega a algún tipo de consenso, ya sea activo o pasivo. El consenso activo se da cuando existe una participación de las clases desposeídas en el establecimiento de esos compromisos; el pasivo, cuando la transmisión de esos compromisos surge desde arriba con aceptación pasiva por las clases que no participan en su establecimiento. Como es de esperar, en los dos casos, esos compromisos no afectan evidentemente en lo esencial al régimen de producción: la ley del valor. Ambas situaciones también son categorizadas como hegemonía expansiva (aquellos Estados en donde las masas populares han sido agentes activos en la transformación social), y transformismo (aquellos Estados donde se ha excluido sistemáticamente a las clases subordinadas de la participación en el proceso político).

Cada institución del Estado y gobierno desempeña funciones ante la exigencia de la clase en el poder y, en particular, a los intereses de la fracción hegemónica. Las políticas de Estado en materia educativa, salud, alimentación y previsión social (entre otras) se enmarcan en las acciones de instituciones que garantizarán mecanismos ad hoc, los cuales serán retroalimentados a través de las subjetividades institucionales (familia, religión, policía, ejército, las agrupaciones y partidos políticos), a veces como conjunto, a veces como alguna institución en particular.

Las preguntas obligadas son: ¿De qué depende entonces el cambio de mercancías? ¿Cuáles son las condiciones en las cuales se da? ¿Cómo se modifican, crean o recrean en el mismo mercado? Los factores que median esas relaciones son múltiples. La evolución histórica del desarrollo del capitalismo a nivel mundial y local, la lucha de clases, la dominación, pugnas intraburguesas, entre otros aspectos, dan forma a una u otra modalidad del Estado capitalista. Es decir, el Estado capitalista y su gobierno adquieren formas diferentes, bajo las cuales se configura y reconfigura el mercado, formas que podemos denominar modalidades del Estado.11 La modalidad es el contexto y los medios que coadyuvan a que se dé la acumulación de capital. Por lo tanto, los factores que determinan la modalidad están permeados y van del terreno económico al político y social y viceversa.

Entre los instrumentos y acciones con que cuentan el Estado capitalista y su gobierno para modificar al mercado institucionalizado, podemos apuntar: el fisco, leyes para vender y comprar (lo legal y lo prohibido), la fronteras, cuotas-aranceles, "libertad" o fijación de precios, políticas laborales (flexible o no), subsidios o no, exenciones o no, fomento a la inversión (pública o privada) y gasto social, por citar algunos. Todo esto forma parte de un mercado institucionalizado producto del Estado capitalista. Es decir, una institución moldeada y prefigurada por el Estado capitalista mediante sus políticas económicas y públicas.

Desde nuestra perspectiva, el intervencionismo Estatal (económico, político y cultural) se manifiesta hacia un sentido u otro (liberal, neoliberal o regulador), pero siempre configurando o reconfigurando a las instituciones y, entre ellas, al mercado con el fin de actualizarlas para el proceso de la acumulación de capital. Baste aclarar como corolario que la supuesta relación de conflicto entre Estado capitalista y mercado representa una falacia. Aunque la existencia del mercado no se limita al capitalismo, y mucho menos al del siglo XXI, como previamente lo comentamos, su entendimiento teórico y real es de suma importancia, máxime en las condiciones en las cuales se mueven las economías actuales. El fenómeno de la economía informal ha proliferado y contagiado al conjunto económico, político y social de nuestros tiempos.

El capitalismo, en sus orígenes, requirió de la cosificación y conversión de las cualidades humanas manifiestas en la fuerza de trabajo para su nacimiento, pero ahora no sólo se cosifican las habilidades manifiestas en la fuerza de trabajo, sino también la vida misma, el cuerpo, los deseos, emociones, cariños, todo con fines ya no sólo de obtención de la plusvalía o ganancia, sino por la obtención de dinero. En una sociedad altamente mercantilizada donde todo se compra y se vende, el dinero hace falta. Si a ello le sumamos que el pecado original fue y sigue siendo establecer una sociedad que pone por encima de la relación humana y la vida la propiedad privada, el capital y el dinero. Donde la condición de su existencia es la clasificación, estratificación y segregación, el fenómeno de la economía informal atravesado por los mercados se torna mucho más preocupante y delicado.

2. La calificación como elemento de exclusión y vulnerabilidad

Los mercados, al ser una relación social de compra venta, también deben ser vistos como una posibilidad de interacción social12 en torno a la cual pueden construirse sujetos sociales con capacidad de intervenir en forma creativa en los procesos sociales y, por tanto, en la creación de nuevas realidades sociales. La elección del momento de iniciar la migración, del lugar de destino (y aun del lugar específico de habitación) y del lugar y tipo de trabajo no parecían explicarse en forma correcta si se tomaba en cuenta el contexto específico de relaciones cotidianas, cara a cara, de los individuos en el seno de las familias, las vecindades y las comunidades.

Un elemento importante para el enfoque transnacionalista de la migración13 está basado fuertemente en la existencia y consolidación de redes sociales, que tiene un carácter recurrente y oscilatorio, y mantiene de manera constante fuertes vínculos, materiales y simbólicos, entre los lugares de origen y las sociedades huéspedes; más allá de eso, desarrolla infraestructuras, instituciones y formas culturales propias en el marco de regulaciones y acciones administrativo-legales cambiantes en los Estados involucrados.

El mercado, como institución14 que estructura la migración laboral, está influenciado por fuerzas institucionales o instituciones sociales:

  1. La organización de la compra (si la institución que estructura es la empresa)

  2. La organización de las profesiones y los oficios (si la institución que estructura es la profesión, el oficio o el gremio)

  3. Las redes de relaciones sociales (si la institución que estructura es la formada por las redes de relaciones sociales o los clanes)

  4. Esquemas de segregación social (si la institución que estructura es la segregación: por género, etnia, nacionalidad)

Como líneas arriba comentamos, el mercado es una institución que se expresa en una relación social de compra venta, donde median múltiples factores y condiciones para imponer el precio de la fuerza de trabajo. De acuerdo con el Observatorio del Salario Justo, el salario más bajo debe corresponder al trabajo más simple, entendiéndose como tal aquel trabajo que, en un momento histórico concreto, cualquier persona en condiciones medias sociales de producción sea capaz de realizar sin que se requiera una preparación especial o particular. Este trabajo simple no es inamovible, pues va de acuerdo con el desarrollo social. Actualmente, para cualquier tipo de trabajo simple es necesario saber leer y escribir; sin embargo, hace cien años esa no era condición indispensable. Dado que el salario más bajo debe corresponder al trabajo más simple, la pregunta sería: ¿qué tan bajo debe ser ese salario de trabajo simple?15

La OIT estableció desde su fundación la necesidad de que los salarios mínimos sean de un monto que asegure a los trabajadores un nivel de vida decoroso;16 en 1944, reconoció como su obligación fomentar, en todas las naciones, programas que garanticen a todos un salario mínimo vital. La OIT adoptó el convenio sobre la fijación de salarios mínimos en 1970, en donde se obligaba a los países ratificantes a establecer un sistema de salarios mínimos. En él se establece que "los salarios mínimos tendrán fuerza de ley, y no podrán reducirse". Entre los elementos que deben tenerse en cuenta para determinar el nivel de los salarios mínimos deberán incluirse "las necesidades de los trabajadores y de sus familias, habida cuenta del nivel general de salarios en el país, del costo de vida, de las prestaciones de seguridad social y del nivel de vida relativo de otros grupos sociales", así como "los factores económicos, los niveles de productividad y la conveniencia de alcanzar y mantener un alto nivel de empleo".17

Para la OIT, el salario mínimo debe ser "la suma mínima que deberá pagarse al trabajador por el trabajo o servicios prestados, dentro de un lapso determinado, bajo cualquier forma que sea calculado, por hora o por rendimiento, que no puede ser disminuida ni por acuerdo individual ni colectivo, que está garantizada por ley y puede fijarse para cubrir las necesidades mínimas del trabajador y de su familia, teniendo en consideración las condiciones económicas y sociales de los países." El salario mínimo representa el nivel de remuneración por debajo del cual no se puede descender ni de hecho ni de derecho.

Por lo tanto, los niveles educativos pueden ser parámetro de calificación, aunque en países en desarrollo, los mercados laborales poco se rigen por la competitividad; hay otros factores que determinan la ocupación de puestos de trabajo. Es decir, los niveles de calificación son condición de necesidad pero no de suficiencia para un puesto o plaza laboral y mucho menos para establecer el tabulador salarial. Un elemento de gran importancia son las redes sociales, elemento que aplica no sólo para la migración sino también para otras dimensiones sociales.

En relación con el trabajo migrante en la década de 1950,18 la inmigración mexicana a Estados Unidos se compone, fundamentalmente, de trabajadores descalificados: una gran población que se vuelve hacia Estados Unidos en busca de salarios mejores de los que puede obtener en su propio país. Muchos de estos inmigrantes son, en México, trabajadores calificados, pero en los Estados Unidos se convierten, por necesidad (contexto social), en no calificados, por su ignorancia del idioma y por su incapacidad para operar la moderna maquinaria agrícola e industrial.

A cincuenta años de distancia, después de que el Congreso de los Estados Unidos declarara concluido el programa bracero en l964, la migración en general, y la mexicana en particular, se encapsuló en ocupaciones propias de su situación ilegal e incluso en la economía informal mediante la existencia de los sweatshops (talleres de confección de ropa y accesorios, sobre todo; o bien, en menor medida, de artículos de plástico o de partes metálicas), establecimientos que operan, en muchos sentidos, al margen de las leyes y las reglamentaciones oficiales; toleradas porque, entre otras cosas, ayudan a la competitividad de la industria norteamericana y a mantener la mano de obra migrante en condiciones de exclusión y vulnerabilidad.

No sólo los sweatshops, sino también los restaurantes neoyorquinos son la principal fuente de empleo de los mexicanos, y están cobrando una importancia similar para las mexicanas migrantes. La mayor parte de los migrantes de México ingresaron al mercado de trabajo norteamericano a través de los restaurantes y se mantuvieron en ellos, más que en cualquier otro trabajo.

La saturación de los mercados y la poca capacidad de absorción de la oferta de mano de obra (calificada o no) que existe hoy día, incluso en los países desarrollados, genera una situación de vulnerabilidad y exclusión no sólo de los que no tiene niveles de preparación, sino también de los que se preparan. Esto lleva a pensar un límite de la capacidad de absorción de los mercados y en una paradoja ya planteada: mayor tiempo libre para hacer filas de desempleo o para disfrutarlo.19 Al haber un sector creciente de la sociedad que, aunque se califiquen no encuentran cabida, el número de excluidos y vulnerados en la sociedad se acrecienta. La exclusión implica poca o nula capacidad de incorporarse a la sociedad del consumo de productos-mercancías; la vulnerabilidad es la poca o nula certidumbre que tienen los que están incorporados. Vemos, pues, que en las sociedades capitalista contemporáneas el fenómeno de la economía informal es más recurrente que antes. Es decir, su existencia no se limita al ahora sino que ya existía, sólo que ahora la relación se ha invertido, pues convive de manera más continua con la formalidad y, en algunos momentos, dicha economía formal está altamente asociada a la informalidad (legal e ilegal).

3. Ingresos, escolaridad y ocupaciones de la mano de obra migrante

En el siguiente cuadro podemos observar la cantidad de habitantes, por nacionalidad, que se encuentran radicando en los Estados Unidos. Es interesante ver que la migración representa poco más de 13% de la población. Para los casos que nos ocupan en este trabajo, que son México, América Central y El Caribe, representa poco más de 6%, que se traduce en casi la mitad de la población migrante.

Cuadro 1 Población en Estados Unidos por Nacionalidad 

Fuente: Elaboración propia con datos del Current Population Survey (CPS), suplemento de marzo de 2010.

Para el caso de los ingresos por nacionalidad, el comportamiento es muy similar para nuestros dos casos de estudio: cerca de 70 u 80% de los migrantes que reportaron ingresos anuales se encuentran entre los 2500 y los 29 999 dólares anuales. En el caso del país anfitrión, en el mismo rango se encuentra cerca de 46% de su población.

Cuadro 2 Porcentaje de ingresos por Nacionalidad: USA, México y AC y Caribe 

Fuente: Elaboración propia con datos del CPS, suplemento de marzo de 2010.

La distribución de escolaridad tiene tendencia diversa, pues confirma que un importante sector migrante tiene niveles de escolaridad más allá de los básicos, sobre todo Europa, Oceanía y Canadá.

Cuadro 3 Niveles de escolaridad en Estados Unidos por Nacionalidad 

Fuente: Elaboración propia con datos del CPS, suplemento de marzo de 2010.

Los resultados de escolaridad agregados por rangos de nuestro estudio muestran que, para el caso de México, los niveles educativos de los migrantes no son muy elevados, pues cerca de 60% tiene educación primaria y, sumado al porcentaje que tiene secundaria, da un total de aproximadamente 85% de la población; en el caso de los migrantes de América central y el Caribe, los datos muestran que sí tienen niveles educativos mayores a los mexicanos.

Cuadro 4 Niveles de escolaridad en Estados Unidos de migrantes mexicanos y de AC y Caribe 

Fuente: Elaboración propia con datos del CPS, suplemento de marzo de 2010.

De acuerdo con el Current Population Survey, el número de ocupaciones registradas en la economía estadounidense asciende a 501. De los 304 279 926 habitantes para el año de 2010, 49.31%, que corresponde a 150 052 396 habitantes, reportó encontrase en alguna de las 501 ocupaciones. Cabe destacar que en las primeras treinta ocupaciones ordenadas de mayor a menor por el número de ocupantes, se encuentra 21.09%.

Estas treinta ocupaciones son: vendedores de servicios dentales, cajeros, supervisores de primera línea, gerentes de trabajadores de ventas minoristas, conductores, venta y camioneros, secretarias y asistentes administrativos, gerentes, profesores de primaria y secundaria, enfermeras registradas, conserjes, limpiadores, cocineros, camareros y camareras, enfermería, psiquiátricos y de salud a domicilio, representantes de servicio al cliente, obreros y carga, de valores, y de motores y materiales, contadores y auditores, trabajadores de la construcción, encargados de limpieza, gerentes de oficina y administrativos, empleados de almacén, carpinteros, presidentes ejecutivos, trabajadores de cuidado infantil, recepcionistas y empleados de informaciones, profesores de postsecundaria, empleados de contabilidad, contabilidad y auditoría, trabajadores de mantenimiento de terrenos, representantes de ventas al por mayor y fabricación, maestros de escuelas secundarias y directores financieros.

Cuadro 5 Total de ocupaciones en Estados Unidos (de mayor a menos cantidad poblacional por ocupación) 

Fuente: Elaboración propia con datos del CPS, suplemento de marzo de 2010.

De las 501 ocupaciones en Estados Unidos, la participación de los migrantes mexicanos se registra en un total de 334. De los 11 872 688 habitantes migrantes mexicanos para el año de 2010, 34. 64% (4 113 350 habitantes) reportó encontrase en alguna de las 334 ocupaciones. Cabe destacar que en las primeras treinta ocupaciones ordenadas de mayor a menor por el número de ocupantes se encuentra 40.87163861%.

Estas treinta ocupaciones son: cocineros, trabajadores de mantenimiento de terrenos, trabajadores de la construcción, camareras y encargados de limpieza, trabajadores agrícolas, conserjes y construcción, limpiadores, conductores, venta, camioneros, carpinteros, cajeros, obreros y carga, de valores, y de motores, trabajadores de producción, empacadores y embaladores, vendedores de servicios dentales, pintores, construcción y mantenimiento, techadores, ensambladores y fabricantes, empleados de almacén, instaladores de azulejo y cirios, técnicos y mecánicos automotrices, lavavajillas, operadores y encargados de máquinas de envasado y llenado, enfermería, ayudantes psiquiátricos y de salud a domicilio, alfombra, suelo, e instaladores de baldosas, operadores de camiones industriales y tractores, carniceros, aves de corral, y los trabajadores de procesamiento de pescado, salón-comedor y cafetería, asistentes y ayudantes de camarero, supervisores de primera línea, gerentes de trabajadores de ventas minoristas, trabajadores de la preparación de alimentos y fontaneros.

Cuadro 6 Ocupaciones de los migrantes mexicanos en Estados Unidos (de mayor a menor cantidad poblacional por ocupación) 

Fuente: Elaboración propia con datos del CPS, suplemento de marzo de 2010.

De las 501 ocupaciones en Estados Unidos, la participación de los migrantes mexicanos se registra en un total de 307. De los 6 584 505 habitantes migrantes de América Central y Caribe para el año de 2010, 33.53% (2 208 080 habitantes) reportó encontrase en alguna de las 307 ocupaciones. En las primeras treinta ocupaciones ordenadas de mayor a menor por el número de ocupantes se encuentra 36.34%.

Estas treinta ocupaciones son: camareras, intendentes, enfermería, ayudantes psiquiátricos y de salud a domicilio, trabajadores de la construcción, conserjes y limpiadores, cajeros, conductor, cocineros, enfermeras registradas, obreros y carga, de valores, de motores, mantenimiento de terrenos, cuidado infantil, ayudantes de vendedores de servicios dental, pintores, construcción y mantenimiento, carpinteros, empleados de almacén, empacadores y embaladores, supervisores de primera línea, gerentes de trabajadores de ventas minoristas, trabajadores de producción, gerentes, representantes de servicio al cliente, taxistas y choferes, técnicos y mecánicos automotrices, guardias de seguridad y agentes de vigilancia de juego, auxiliares médicos y otros de apoyo sanitario ocupaciones, contadores y auditores, trabajadores de la preparación de alimentos, secretarias y asistentes administrativos, ayudantes de cuidado personal y domiciliario y, por último, conductores de autobús.

De las 501 ocupaciones en Estados Unidos, hay 113 en las que no participan los migrantes mexicanos y de América central y El Caribe. De los 264 313 016 habitantes estadounidenses para el año de 2010, 51.29% (135 580 575 habitantes) reportó encontrase en alguna de las 501 ocupaciones.

Entre algunas de las ocupaciones ordenadas de mayor a menor por el número de ocupantes se encuentran: bibliotecarios, techadores, arquitectos, administradores de sistemas de red, contador, vendedores del alquiler, chefs, fisioterapeutas, escritores y autores, técnicos de emergencias médicas y paramédicos, psicólogos, dentistas, mercado y peritaje de los investigadores, tecnólogos de salud y técnicos, editores, músicos, fotógrafos.

Cuadro 8 Ocupaciones laborales en Estados Unidos en las cuales no participan los migrantes mexicanos, y AC y Caribe 

Fuente: Elaboración propia con datos del CPS, suplemento de marzo de 2010.

Referencias

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1 Este artículo fue preparado y presentado en el Congreso de la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA), Democracia & Memoria realizado en Chicago, Illinois del 21 al 24 mayo de 2014. Recibió Beca Viaje para su presentación por la misma asociación.

2 Marx, Carlos, El Capital, (3 tomos), México, Fondo de Cultura Económica, 1962, p. 278

3Ibidem.

4 Hobsbawm, Eric, En torno a los orígenes de la revolución industrial, México, Siglo XXI, 1979, pp. 19-21.

5 Friedman, Milton y Friedman, Rose, La libertad de elegir, Barcelona, Grijalbo, 1980, p. 49.

6 Osádchaia, I., De Keynes a la síntesis neoclásica: análisis crítico, Moscú, Progreso, 1975, p. 209.

7 Kanoussi, Dora y Mena, Javier, Filosofía y política en el pensamiento de Gramsci, México, Cultura Popular, 1988, p. 268.

8 Kohan, Néstor, "El poder y la hegemonía: Apuntes sobre la teoría Marxista", en Madres de Plaza de Mayo, núm. 6, diciembre, 2003. Disponible en: http://www.rebelion.org/argentina/031221kohan.htm

9 Harvey, David, El nuevo imperialismo, Madrid, Akal, 2004, p. 45.

10 Kanoussi, Dora y Mena, Javier (comp.), Filosofía y política en el pensamiento de Gramsci, México, Cultura Popular, 1988, p. 270.

11 Amador Vázquez, Samuel, Modalidad neoliberal del Estado mexicano en sus procesos de acumulación de capital: 1982-2006. Dos casos representativos de acumulación: Emilio Azcárraga Jean y Carlos Slim Helú, México, Gernika, 2013, p. 47.

12 Herrera, Fernando, op. cit., p. 37.

13 Herrera, Fernando, op. cit., p. 44.

14 Herrera, Fernando, op. cit., pp. 87-93.

15 Salario mínimo ideal en 2010. Según la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos, Observatorio de Salario Justo, Universidad Iberoamericana Puebla. Informe para comentarios. Puebla, México, 2011, pp. 11-13

16 Conferencia Internacional del Trabajo. OIT. 1992.

17Ibidem.

18 Baird, Peter & McCaughan, Ed, México-Estados Unidos: relaciones económicas y lucha de clases, México, Era, 1982, p. 214.

19 Rifkin, Jeremy, "Tiempo libre para disfrutarlo o hacer filas de desempleo", en Álvarez, Luis (coord.), Un Mundo Sin Trabajo, Coordinado por Alvarez, Luis J. Lozano, México, Dríada, 2008, p. 34.

Recibido: 30 de Mayo de 2014; Aprobado: 30 de Junio de 2014

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