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La ventana. Revista de estudios de género

versión impresa ISSN 1405-9436

La ventana vol.4 no.37 Guadalajara ene./jun. 2013

 

En la mira

 

La formación caleidoscópica del campo de estudios sobre sexualidad en México1

 

Cyntia Cerón Hernández*

 

Rodrigo Parrini y Antonio Hernández. La formación de un campo de estudios. El estado del arte sobre la sexualidad en México 1996-2008. México, Editorial Centro Latinoamericano en Sexualidad y Derechos Humanos e Instituto de Medicina Social, 2012, 178 pp.

 

* Maestra en psicología social de grupos e instituciones. Docente de la Universidad Intercontinental, consultora y miembro de "Espiral. En construcción hacia la equidad, bienestar y ciudadanía A.C." Correo electrónico: zentia1979@gmail.com

 

Recepción: 26 de acostó de 2012
Aceptación: 5 de febrero de 2013

 

Rodrigo Parrini y Antonio Hernández se dieron a la ardua tarea de identificar trabajos de investigación cualitativa alrededor de la sexualidad en México. El corpus del texto para realizar el estado del arte se compone de investigaciones publicadas a través de artículos o libros a partir del 1996 y hasta el 2008. A pesar del relativo poco tiempo en que la sexualidad comenzó a considerarse objeto de estudio de las ciencias sociales en el país, en esta revisión y análisis los autores ofrecen un extenso panorama de los diferentes ámbitos de la sexualidad explorados en distintos grupos y contextos.

El texto está organizado en cuatro capítulos que plantean espacios conceptuales alrededor del campo de la sexualidad, los cuales refieren a preguntas, objetos de conocimiento, así como a problemáticas socioculturales particulares. Sin embargo, es posible tener otros niveles de lectura, además de lo referido a las sexualidades, como son los abordajes teóricos, los caminos metodológicos, así como la relación con contextos político-históricos, en particular la relación entre las prácticas sexuales y las construcciones de género. De tal manera que la lectura del texto va construyendo una visión caleidoscópica de las sexualidades en el país a través de figuras de género y sexualidad, compuestas por diferentes elementos, las cuales algunas veces se repiten, se mueven o se transforman y forman distintas figuras de acuerdo a coordenadas culturales específicas. Este recuento de investigaciones alrededor de la sexualidad en México, da cuenta de la construcción de un campo de estudios, es decir, de su historia, de las y los diferentes actores y perspectivas que han aportado a esta construcción y los aspectos sobre la sexualidad que van tomando mayor o menor relevancia y visibilidad en la esfera pública, así como en el ámbito académico.

Como señalan los autores, encontramos dentro del campo de estudio una fuerte tendencia hacia el análisis de la sexualidad femenina en su imbricación con relaciones de parentesco y sistemas de sexo-género. Estas investigaciones muestran las normas más o menos estables de la sexualidad heteronormativa a través de diferentes retratos de familias, matrimonios y parejas heterosexuales, organizados por la moral religiosa a través de valores familiares. Dentro de esta regulación social se separa y jerarquiza la sexualidad femenina "buena" de la "mala", en una supuesta relación de oposición excluyente entre mujeres madres o mujeres prostitutas, misma que sustenta las distintas formas de subordinación sexual en las mujeres.

Un contexto similar, pero desde otra perspectiva, se plantea en el segundo capítulo: "Masculinidad y sexualidad". Este apartado, como el anterior, presenta prácticas y rituales de masculinidad con sus particularidades étnicas, de clase y edad en comunidades urbanas y rurales.

Los trabajos señalan los mandatos de género en la necesidad de afirmación de la virilidad en un eje entre la hipermasculinidad y el peligro social por ser o parecer "poco hombre". En un extremo de este eje es posible ubicar un modelo de masculinidad que refiere a hombres fuertes, proveedores, ajenos a la crianza y a las labores domésticas. Lo anterior, aunado al axioma de tener "un instinto sexual descontrolado" sustentan la poligamia, el débito conyugal, la centralidad en el desahogo del impulso sexual a través del coito, así como ciertas prácticas de riesgo o violencia donde la responsabilidad reproductiva y de cuidado ante infecciones de transmisión sexual recaen generalmente en las mujeres.

Algunos trabajos de este capítulo también permiten descolocar estereotipos a través de la resistencia a mandatos de género que confrontan la identidad sexual unitaria y estable. En éstos oscilan los temores ante el desempeño sexual, cierta tolerancia a la infidelidad sexual de las parejas y también se visibilizan prácticas homoeróticas en contextos o situaciones más permisivas, sin que tenga repercusiones directas en la construcción de la identidad sexual. O, por ejemplo, se muestra mayor flexibilidad en normas sexuales y de género en hombres en situación de migración, las cuales parecieran revertirse al regresar a su lugar de origen.

Así como sucede en los trabajos sobre la sexualidad femenina, en este capítulo se señala la ambivalencia y ambigüedad ante los procesos de continuidad y cambio de las normas sexuales y de género, especialmente en las y los más jóvenes y en las clases medias urbanas. La sexualidad masculina heterosexual adquiere un carácter relacional que refleja la tensión entre hombres y mujeres, ante la coexistencia de los discursos locales y globales donde se contradicen los valores familiares socialmente legitimados con la demanda del placer y el deseo en ambos sexos. Sin embargo, parece que los hombres tuvieran mayores dificultades en asumir la transgresión femenina, especialmente en un contexto social y económico que dificulta cumplir con el ideal del hombre proveedor y procreador. Además, como lo reflejan las investigaciones, existe una importante falta de referentes alternativos de masculinidad.

Cabe mencionar que junto con las lesbianas, los hombres heterosexuales ocupan la menor producción de trabajos empíricos en el campo de la sexualidad en México. Sin duda éste es un espacio interesante a explorar en futuras investigaciones.

En el tercer capítulo, los autores organizan las formas marginales de la sexualidad con el nombre de "Homoerotismo, bisexualidad, travestismo y transexualismo". Los trabajos que se presentan empiezan a plantear otras facetas, distintas perspectivas, espacios, escenarios y sujetos que comienzan a hacerse visibles en la esfera pública, a la par de movimientos políticos que luchan por un reconocimiento de los derechos.

A lo largo de la lectura del texto los retratos de parentesco que se dibujaban en los primeros capítulos se van transformando. Si pensáramos en una imagen, aparecen ahora retratos cubistas con formas diversas donde las identidades, las preferencias y las prácticas se complejizan, se resignifican, se oponen, se pierden, se contradicen o fracturan. Se intensifican los procesos de discriminación y estigma, así como algunas prácticas de resistencia que permiten mantener los vínculos solidarios, especialmente los familiares, como si se tratara de conservar un espacio en los retratos de familia desde un lugar liminal.

Las y los sujetos que emergen en estos trabajos hacen tambalear las definiciones y etiquetas, en tanto se trata de sujetos que son parte de grupos que no son homogéneos. Se habla de homosexuales, bisexuales, jotos, gays, hombres que tienen sexo con hombres, luego mayates, vestidas y jotas. Se hace referencia a los renekes y a los muxes, a los travestis, transgénero y transexuales. La forma de nombrar y de nombrarse a sí mismos permite reflexionar, por un lado, en las implicaciones y los límites del lenguaje, y los límites metodológicos y teóricos, así como en los movimientos conceptuales a lo largo de la producción académica, los cuales sugieren posturas epistemológicas y políticas que abren el debate.

En estos trabajos se difuminan las dicotomías naturaleza-cultura, cuerpo-razón, masculino-femenino, heterosexual-homosexual y otras; además, hacen evidentes otros aspectos de la sexualidad que se ponen en juego. En los límites de la corporalidad, el deseo, el erotismo, el placer y la intimidad surgen sujetos complejos que evidencian estrategias, prácticas sexuales y genéricas múltiples. Si bien estos recursos analíticos pudieran ser menos asibles desde la mirada teórica y metodológica, parecen fundamentales desde la experiencia.

Los sujetos y las sexualidades que se presentan en este tercer capítulo confrontan las identidades, descolocan el modelo heteronormativo y las principales instituciones que han normado la sexualidad en México. Es así que se anuncian otras instituciones reguladoras que van cobrando mayor peso en la intervención de los cuerpos, como los medios de comunicación y la tecnología médica, en una relación de tensión entre transgresión y normalización.

En este mismo capítulo se muestran, también, situaciones y contextos donde la sexualidad cobra diferentes sentidos, como el trabajo sexual masculino y femenino, el sexo transaccional y de sobrevivencia en migrantes, el sexo como intercambio dentro de la pareja, el nomadismo sexual, así como la perspectiva de personas discapacitadas.

Finalmente, en el último capítulo se aborda la medicalización de la sexualidad desde las infecciones de transmisión sexual, el VIH/sida y la salud sexual. Como anotan los autores, éste no consiste exclusivamente en una problemática más en el campo de los estudios de sexualidad: se trata de un factor determinante en la construcción del mismo a nivel local y global.

Tal vez de manera más clara y contundente, la investigación en este ámbito ha jugado un papel fundamental para el diseño y/o evaluación de las políticas públicas orientadas a la prevención. En este sentido, el enfoque, en este apartado, es hacia las relaciones e identidades de género y los contextos socioculturales específicos, como factores que inciden en prácticas de riesgo y como contextos de vulnerabilidad. Sin embargo, la aplicación de la investigación, en este marco, evidencia el reto de equiparar el diseño de la investigación y de las políticas públicas con la complejidad de las prácticas e identidades sexogenéricas cuando el placer y el deseo operan bajo el disimulo y el secreto.

El texto de Rodrigo Parrini y Antonio Hernández no sólo consiste en una útil construcción del estado del arte sobre la sexualidad en México para quienes deseen tener una mirada a los trabajos de investigación realizados en el país; implica una organización y análisis que identifica los alcances y los límites, una reflexión necesaria para la formación de un campo de estudio nuevo en las ciencias sociales. Parrini y Hernández permiten acercarse a diversas formas y procesos de cambio-continuidad alrededor de la sexualidad; desde ahí anuncian procesos de identificación y construcción individual y colectiva de un nuevo sujeto social, de forma que se plantea un campo vasto para diferentes lecturas a viejas y a nuevas prácticas y actores imbricados en la sexualidad. Además, a partir de un rico y extenso panorama, se ponen en la mesa interesantes retos para la investigación, que se vislumbra fascinante para seguir construyendo.

 

Notas

1 Una primera versión fue leída en la presentación de este libro en la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (lunes 25 de junio de 2012, México, DF).

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