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El trimestre económico

versión On-line ISSN 2448-718Xversión impresa ISSN 0041-3011

El trimestre econ vol.90 no.360 Ciudad de México oct./dic. 2023  Epub 19-Feb-2024

https://doi.org/10.20430/ete.v90i360.2117 

Otras voces

La falsa promesa y el amargo fruto del neoliberalismo: desarraigo político y económico, transformación cultural y el auge de la política protofascista1

The false promise and bitter fruit of neoliberalism: Political economic disembedding, cultural transformation, and the rise of proto-fascist politics

Thomas Palley* 

*Thomas Palley, Economics for Democratic and Open Societies, Washington, D. C. U.S.A. (correo electrónico: mail@thomaspalley.com).


Resumen

El neoliberalismo es una filosofía económica política que parte de dos afirmaciones: una económica y otra política. La económica es que el libre mercado del laissez faire es la mejor manera de organizar la actividad económica, pues genera resultados eficientes que maximizan el bienestar. La política es que las disposiciones económicas de libre mercado promueven la libertad individual. Este artículo argumenta que ambas afirmaciones son problemáticas. La evidencia del experimento de 40 años que comenzó en 1980 muestra que el neoliberalismo ha socavado la prosperidad compartida y ha desatado fuerzas no liberales que amenazan la libertad. El artículo marca la diferencia entre el primer giro político, en el que se estableció la hegemonía política neoliberal, y el segundo, hacia el protofascismo que ahora experimentamos. Este último está siendo impulsado por una serie de factores que crean una demanda por dicho protofascismo y debilitan las defensas contra las ideas de ultraderecha. Esos factores incluyen el desarraigo socioeconómico, la destrucción institucional y el desarraigo político, el aumento de la desigualdad económica que inclina el poder político, el cambio de las actitudes hacia el gobierno y la gobernanza, la transformación de la identidad económica y la mutación cultural que celebra el egoísmo sociópata. La captura de la política de centro-izquierda por parte de la “Tercera Vía” significa que las élites liberales ocupan el lugar político que deberían tener los verdaderos opositores al neoliberalismo. Tales élites obstruyen la política necesaria para revertir las causas profundas de la desviación hacia el protofascismo. Irónicamente, eso las convierte en un verdadero peligro.

Palabras clave: neoliberalismo; protofascismo; desarraigo; desigualdad; poder; cultura

Clasificación JEL: P1; P16

Abstract

Neoliberalism is a political-economic philosophy that consists of two claims: one economic and the other political. The economic claim is: that free market laissez faire economies are the best way to organize economic activity as they generate efficient outcomes that maximize well-being. The political claim is: that free market economic arrangements promote individual liberty. This paper argues both claims are problematic. The evidence from the forty-year experiment that began in 1980 shows neoliberalism has undercut shared prosperity and unleashed illiberal forces that threaten liberty. The paper distinguishes between the first political turn which saw the establishment of neoliberal political hegemony, and the second one toward proto-fascism that we are now experiencing. The second turn is being driven by a collection of factors that have created a demand for proto-fascism and weakened the defenses against alt-right ideas. Those factors include socio-economic disembedding, institutional destruction and political disembedding, increased economic inequality that tilts political power, an alteration in attitudes to government and governance, transformation of economic identity, and a cultural transformation that celebrates sociopathic egotism. The Third Way’s capture of center-left politics means liberal elites occupy the political place that should be held by true opponents of neoliberalism. Those liberal elites obstruct the politics needed to reverse the deep causes of the drift to proto-fascism. Ironically, that makes those elites a real danger.

Keywords: Neoliberalism; proto-fascism; disembedding; inequality; power; culture

JEL codes: P1; P16

Introducción: la falsa promesa y el amargo fruto del neoliberalismo

Este artículo trata sobre la falsa promesa y el amargo fruto del neoliberalismo. Tal fruto amargo es la destrucción de la prosperidad compartida y el surgimiento de políticas protofascistas. El análisis se centra en los Estados Unidos; sin embargo, el argumento aplica donde sea que el neoliberalismo haya sido adoptado como política y tiene especial relevancia en Europa Occidental.

El neoliberalismo es una filosofía económica política que consiste en dos afirmaciones: una económica y otra política (Palley, 2021c: cap. 1, p. 1). La afirmación económica es que el libre mercado del laissez faire es la mejor manera de organizar la actividad económica, ya que genera resultados eficientes que maximizan el bienestar.2 La afirmación política es que las disposiciones económicas de libre mercado son necesarias para promover la libertad individual y también la mejor manera de hacerlo. Ambas afirmaciones se han utilizado para vender políticamente el neoliberalismo.

La afirmación de que el libre mercado promueve la libertad individual ha sido particularmente importante, pues representa una extensión de la ciencia económica hacia la esfera política y se añadió al atractivo de la ideología del libre mercado. Primero, la libertad es importante, fácilmente comprensible y deseada. En segundo lugar, el énfasis en la libertad se adapta al discurso político occidental y guarda una relación cercana con las condiciones políticas posteriores a la segunda Guerra Mundial. Esa guerra se manejó como contraria al totalitarismo fascista de la Alemania nazi, y la Guerra Fría que siguió se manejó como contraria al totalitarismo comunista de la Unión Soviética.

La combinación de las afirmaciones económica y política del neoliberalismo fue convincente. Prometía generar una mayor prosperidad y fortalecer la libertad individual. Ambas promesas resultaron ser falsas. Después de un experimento de 40 años que comenzó en 1980, ahora está claro que el neoliberalismo ha socavado la prosperidad compartida y ha desatado fuerzas políticas antiliberales que amenazan la libertad.

Este documento explora la lógica económica y sociopolítica detrás de estos desarrollos. Se ha puesto mucha atención en explicar y exponer los impactos económicos adversos del neoliberalismo; no obstante, se ha dedicado menos a identificar sus impactos políticos adversos. Exponer éstos es fundamental para revertir el neoliberalismo, ya que por mucho tiempo se ha beneficiado de la falsa afirmación de ser bueno para la libertad y la democracia.

La estructura del artículo es la siguiente. En la sección I se analiza el amargo fruto económico del neoliberalismo asociado con la destrucción de la prosperidad compartida. En las secciones II y III se discute el amargo fruto político del neoliberalismo asociado con el ascenso de la política protofascista. En la sección IV se concluye con una breve evaluación del desafío político e intelectual que nos espera.

I. El amargo fruto económico del neoliberalismo: la destrucción de la prosperidad compartida

El propósito de este artículo no es analizar la teoría económica neoliberal o el funcionamiento de la economía neoliberal. Lo he hecho en muchas otras ocasiones (véanse Palley, 1998, 2002, 2007, 2011, 2012, 2016, 2019, 2021b y 2021c). En su lugar, el objetivo está en los resultados económicos de la era neoliberal y en la economía política de sus consecuencias.

1. El ciclo económico neoliberal

El punto de partida es describir la economía neoliberal, lo cual arroja importantes conocimientos sobre su carácter económico. El Diagrama 1 presenta una descripción del ciclo económico de los Estados Unidos en la era neoliberal. A fin de simplificar, la era está fechada a partir de 1981, con la toma de posesión de Ronald Reagan.3 Ésta se caracteriza por cuatro ciclos económicos que son similares en su estructura, lo que refleja su ADN económico común. En términos generales, pueden describirse como ciclos de auge y recesión impulsados financieramente; los dos primeros son más robustos que los dos segundos. Los cuatro ciclos también han sido significativamente más largos en promedio que los ciclos económicos de la era keynesiana (1945-1980). La mayor amplitud en la duración refleja una combinación de deflación y financiarización (Palley, 2007 y 2021b). La deflación le dio a la política monetaria una gran plataforma para bajar las tasas de interés durante los primeros tres ciclos económicos, y la financiarización abrió la válvula del crédito para sostener las expansiones.4

Diagrama 1 Ciclos económicos de los Estados Unidos en la era neoliberal, 1981-2022 (fechas de pico a pico) 

2. Propensión al estancamiento

Al principio, los ciclos exhibieron una propensión al estancamiento. Su primera aparición fue la recuperación larga y frágil a principios de la década de los noventa (1991-1995), cuando se acuñó el término “recuperación sin empleo”. A esto le siguió un segundo periodo de recuperación sin empleo a principios de la década de los 2000 (2002-2004), que se convirtió en un estancamiento total en la recuperación del cuarto ciclo económico (2009-2016). Las causas de tal estancamiento son objeto de debate; sin embargo, para este autor son la ruptura del vínculo entre el crecimiento de la productividad y el crecimiento de los salarios, el aumento de la desigualdad del ingreso y la acumulación de la carga de la deuda de los hogares (Palley, 2012: caps. 1, 4, y 8; 2016).

La propensión al estancamiento se refleja en la trayectoria de la política sobre la tasa de interés de la Reserva Federal (la tasa de los fondos federales) que se presenta en el Cuadro 1. Se muestra que cada pico de ciclo estuvo marcado por una tasa de interés alta durante la parte baja del mismo, y cada valle de ciclo estuvo marcado por una tasa de interés baja durante su parte baja. Ese patrón refleja el debilitamiento secular del mecanismo de generación de demanda agregada (DA). Después de la crisis financiera de 2008, la tasa de interés chocó contra el límite inferior cero (LIC), lo que marcó la llegada del estancamiento.

Cuadro 1 Breve historia de la tasa de interés de los fondos federales, junio de 1981-abril de 2020 

Alta Baja
Junio de 1981 19.10%
Octubre de 1986 5.85%
Abril de 1989 9.89%
Diciembre de 1992 2.92%
Noviembre de 2001 6.51%
Mayo de 2004 1.00%
Julio de 2007 5.26%
Diciembre de 2008 0.16%
Abril de 2019 2.42%
Abril de 2020 0.05%

Fuente: Junta de Gobernadores de la Reserva Federal.

3. Coeficientes de endeudamiento en aumento

Una tercera característica de la era neoliberal es el aumento de los índices de deuda en todos los sectores de la economía, como se muestra en el Cuadro 2. Ese proceso refleja la dependencia de los préstamos para llenar la brecha en la da causada por el estancamiento de los salarios y la mayor desigualdad del ingreso. El aumento de los índices de endeudamiento fue posible gracias a la financiarización, que incrementó la posición y la importancia del sector financiero dentro de la economía (Krippner, 2005; Hudson, 2021; Palley, 2007 y 2021b). Ahora, el aumento de los coeficientes de endeudamiento ha absorbido los balances de los bancos centrales (Palley, 2021b). Por lo tanto, la flexibilización cuantitativa (QE) ha implicado que los bancos centrales compren derechos financieros del sector privado mediante la emisión de dinero (que es una forma de deuda pública).

Cuadro 2 Ratios de deuda/producto interno bruto (PIB) por sector 

Sector interno no financiero Gobierno federal Hogares Hipotecas de los hogares Crédito al consumo de los hogares Negocios Negocios corporativos
1960 1.39 0.47 0.41 0.26 0.11 0.38 0.27
1969 1.39 0.32 0.46 0.28 0.47 0.47 0.33
1980 1.45 0.29 0.51 0.33 0.53 0.53 0.33
1990 1.90 0.48 0.61 0.42 0.64 0.64 0.64 0.64
2001 1.92 0.39 0.75 0.51 0.65 0.65 0.46
2007 2.33 0.43 1.00 0.74 0.71 0.71 0.44
2019 2.56 0.90 0.75 0.49 0.76 0.76 0.48

Fuente: estimaciones del autor con datos de la Federal Reserve Economic Data (FRED).

4. Propensión a la crisis financiera

Una cuarta característica del ciclo económico neoliberal es la propensión a la crisis financiera: cada ciclo ha tenido un colapso o una crisis financiera. En el primero se presenció la caída del mercado de valores de 1987. En el segundo ciclo se dio la crisis de gestión de capital a largo plazo de 1998 y el estallido de la burbuja del mercado de valores del sector tecnológico en 2001. En el tercero estalló la burbuja de precios de la vivienda en 2007, lo que desencadenó la secuencia que condujo a la crisis financiera de 2008. En el cuarto se experimentó la caída del mercado de valores inducida por la covid-19 en 2020. Aunque la pandemia fue la causa, los mercados financieros eran vulnerables debido a los precios de los activos inflados y el alto endeudamiento generado por el modelo neoliberal.

5. Necesidad de que el gobierno estabilice la economía

Una quinta característica del modelo es la necesidad de que el gobierno proporcione un piso a la economía y un estímulo para reactivarla. El neoliberalismo pretende ser una filosofía de laissez faire. La realidad es que produce una economía inestable en la que las quiebras generarían una depresión económica si la economía se dejara a sus propios medios. De ahí la necesidad reiterada de la intervención del gobierno para salvar y reactivar la economía después de cada caída. Eso es evidente en el patrón de las tasas de interés en el Cuadro 1. También es indudable en el aumento de la deuda pública en el Cuadro 2, con la necesidad de déficits presupuestarios para respaldar la DA.

6. Aumento de la participación de las ganancias, disminución de la de los salarios, reducción de la de los trabajadores en los salarios

Una sexta característica de la economía neoliberal es una redistribución del ingreso hacia el capital. Ésta es parte de un reordenamiento complejo del ingreso facilitado por la financiarización, y se ilustra en el Diagrama 2. La participación del capital aumenta a expensas del trabajo. Dentro de la participación del capital hay una redistribución hacia el pago de intereses provocada por un mayor endeudamiento y también hay un aumento en la participación del sector financiero en las ganancias. Dentro de la participación salarial hay una redistribución del total salarial hacia el pago de los gerentes (que incluye el pago del director general).

Fuente: Palley (2021b).

Diagrama 2 Financiarización y distribución funcional del ingreso 

La Gráfica 1 muestra la evolución de la participación de la industria nacional en las utilidades antes de impuestos para 1960-2022. Desde mediados de la década de los sesenta hasta la de los ochenta, la participación en las utilidades tuvo una tendencia a la baja, la cual se rompió en la década de los ochenta; luego cambió a una tendencia ascendente que se aceleró después del 2000. Sin embargo, la rentabilidad es altamente cíclica, por lo que tiende a colapsar con caídas cada vez más profundas, como se discutió anteriormente. La Gráfica 2 muestra la relación entre la remuneración por hora y la productividad para 1948-2020. Ambas aumentaron a la par hasta 1980; a partir de entonces, se separaron y la remuneración por hora cayó muy por debajo del crecimiento de la productividad. Ese patrón explica por qué disminuyó la participación salarial.

Fuente: Oficina de Análisis Económico de Estados Unidos, FRED (2022).

Gráfica 1 Participación de las ganancias antes de impuestos en el PIB, 1960-2021 

a Los datos son para la compensación (salarios y prestaciones) de los trabajadores de producción/no supervisores en el sector privado y la productividad neta de la economía total. La productividad neta es el crecimiento de la producción de bienes y servicios menos la depreciación por hora trabajada.

Fuentes: Instituto de Política Económica (EPI), análisis del EPI de datos no publicados de productividad económica total del programa de costos y productividad laboral de la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS, por sus siglas en inglés), datos salariales de estadísticas de empleo actual, tendencias de costos de empleo, índice de precios al consumidor de la BLS e Ingreso Nacional y Cuentas de Producto de la Oficina de Análisis Económico.

Gráfica 2 Crecimiento de la productividad y de la compensación por hora, 1948-2020a 

7. Aumento de la desigualdad en los ingresos personales

Una séptima característica de la economía neoliberal es el aumento masivo de la desigualdad en los ingresos personales, la cual ha sido documentada por Thomas Piketty (2013). La Gráfica 3 muestra la evolución de la participación del decil superior en el ingreso para los Estados Unidos y países europeos seleccionados durante 1900-2010. La participación en el ingreso del decil superior de los Estados Unidos alcanzó su punto mínimo en 1970 y luego aumentó de manera constante hasta 2010. Un patrón similar se mantiene para los países europeos, lo que muestra la naturaleza global del giro hacia el neoliberalismo.

Fuente: Piketty (2013: 323, fig. 9.7).

Gráfica 3 Participación del ingreso del decil superior en países europeos seleccionados y los Estados Unidos, 1900-2010 

8. Disminución acelerada de la densidad sindical

Una octava característica de la era neoliberal es el declive acelerado de los sindicatos, medido en términos de afiliación sindical como porcentaje del empleo total. La densidad sindical en los Estados Unidos alcanzó su punto máximo a mediados de la década de 1950 y luego comenzó un lento declive hasta 1979. A partir de entonces, el declive se aceleró significativamente. Ya en 1980 la densidad sindical se mantenía en sectores donde la densidad era alta, pero la densidad agregada disminuyó porque el empleo en sectores altamente sindicalizados (es decir, manufactura) creció más lentamente que el resto de la economía (esto es, el sector servicios). Después de 1980, el declive se aceleró a medida que el empleo sindical en sectores sindicalizados también comenzó a crecer más lentamente que esos sectores. Ese cambio de patrón refleja que el nuevo clima neoliberal alentó ataques abiertos contra los sindicatos. Adicionalmente, la Gráfica 4 muestra una relación inversa entre la afiliación sindical y la participación en el ingreso del decil superior. Esa relación habla de cómo la densidad sindical contribuyó a reducir la desigualdad de ingresos a través de dos mecanismos. En primer lugar, el aumento de la densidad sindical incrementó la participación salarial. En segundo lugar, los sindicatos expandieron la parte del salario que se destina a los trabajadores en lugar de a los gerentes (Jaumotte y Buitron, 2015).

Fuente: elaborada por el EPI.

Gráfica 4 Afiliación a sindicatos de los Estados Unidos y participación del 10% superior en los ingresos, 1917-2014 

9. Reducción del empleo manufacturero

Una novena característica de la era neoliberal es una fuerte caída en el empleo manufacturero, tanto en términos absolutos como en porcentaje del empleo total. La Gráfica 5 muestra la evolución del empleo manufacturero durante 1939-2021. Éste alcanzó su punto máximo en 1979 y disminuyó a partir de entonces. Debido a que el empleo total ha crecido constantemente, la participación de la manufactura en él ha disminuido. Fue de 21.6% en 1979 y cayó a 8.4% en 2021. El patrón de esa caída es aleccionador. En primera instancia, antes de 1980 el empleo manufacturero superaba su máximo anterior en cada ciclo económico. Después de 1980 no logró recuperar el pico del ciclo anterior. En segundo lugar, el declive en la manufactura se aceleró después de 1998. Tal aceleración reflejó el impacto de la globalización a través de la apertura del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) de 1994 con México y la apertura de Relaciones Comerciales Normales Permanentes (PNTR) de 2000 con China. El crecimiento del empleo manufacturero se habría desacelerado y posiblemente se habría vuelto negativo por sí solo debido al cambio tecnológico. Sin embargo, la globalización neoliberal aceleró y aumentó enormemente ese proceso.

Fuente: BLS, FRED (2023).

Gráfica 5 Empleo manufacturero promedio anual total en los Estados Unidos, 1939-2021 

En resumen, la era neoliberal ha significado una reconstrucción dramática de la economía estadunidense, la cual implicó la creación de un nuevo ciclo económico propenso a las crisis financieras y al estancamiento; un aumento del endeudamiento de los hogares; una redistribución de los ingresos fuera del trabajo que ha provocado el estancamiento de los salarios y el aumento de la desigualdad de ingresos; un desmantelamiento de la afiliación sindical, y el debilitamiento del empleo manufacturero. El neoliberalismo ha beneficiado a Wall Street y al 10% superior de la distribución del ingreso, pero ha sido muy amargo para las personas de la clase trabajadora.

II. El amargo fruto político del neoliberalismo: algunos preliminares

El neoliberalismo también ha sembrado un amargo fruto político, que ha recibido menos atención porque fue más lento en madurar. Mientras que el amargo fruto económico fue visible hace más de dos décadas para quienes estaban dispuestos a mirar (Palley, 1998 y 2002), el político sólo se hizo visible abiertamente durante la última década, y todavía está madurando. Se relaciona con el amargo fruto económico, como si se necesitara de este último para polinizar al primero.

Ese amargo fruto político es el protofascismo, cuyo sello distintivo es la política del “triunfo de la voluntad”. Ésta se basa en tres elementos: una visión de la política como una guerra total, una sensación de tener un propósito mayor por encima de la ley y la muerte de la aspiración a la verdad (Palley, 2021a). Esos tres elementos promueven el desprecio por los derechos de los demás, por la ley y las reglas electorales, y la destrucción de la base para la resolución de los desacuerdos de manera razonada.

El eslabón entre la economía neoliberal y el surgimiento de la política protofascista ha sido tanto directo como indirecto. La mecánica de estos efectos se ilustra en el Diagrama 3, que muestra un nexo bidireccional en tres áreas, consistentes en la economía neoliberal, el sistema político y el impulso político protofascista. Los acontecimientos adversos rebotan en el sistema de política económica y multiplican su impacto. El sistema político ha promovido la economía neoliberal y ésta ha promovido los intereses políticos neoliberales. La economía neoliberal ha generado desenlaces que han fomentado el impulso protofascista, que luego ha impactado en el sistema político.

Fuente: Palley (2021b).

Diagrama 3 El nexo entre la economía neoliberal, el sistema político y el impulso político protofascista 

Este artículo se centra en cómo la economía neoliberal ha fomentado el impulso protofascista (el lado izquierdo del triángulo), pero el sistema político también ha sido una fuente independiente de cambios que promueven tal impulso. En el balance de esta sección se analizan brevemente estos últimos cambios, lo que ayuda a mostrar cómo la política ha promovido directamente el impulso protofascista y lo ha alentado indirectamente mediante la política económica neoliberal.

1. Un doble giro hacia la derecha política

La evolución política en el neoliberalismo es analíticamente compleja. Un punto importante es que ha supuesto un doble desplazamiento a la derecha. El primer cambio fue el giro inicial hacia el neoliberalismo iniciado por Margaret Thatcher y Ronald Reagan. Su éxito político, la captura del pensamiento económico político y la de la imaginación del público se combinaron para empujar todo el espectro político hacia la derecha y redefinirlo. Tal redefinición es evidente en el movimiento de la Tercera Vía, que vio el colapso de la socialdemocracia de centro-izquierda y su redefinición según los parámetros y los términos de debate establecidos por el neoliberalismo. En consecuencia, los socialdemócratas de hoy habrían sido considerados de centro-derecha en 1980 en términos de su visión de la economía, las posibilidades de la política económica y los resultados económicos previstos.

El segundo giro político es hacia el protofascismo que ahora se vive. En los Estados Unidos es visible en el auge de la política asociada con el republicanismo de Donald Trump. En Alemania es evidente con el surgimiento del partido Alternative für Deutschland (AFD). En Francia se hace presente con la aparición del partido Rassemblement National (RN) de Marine Le Pen. En Italia puede verse con la fundación del partido Fratelli d’Italia (FDI). En el Reino Unido es evidente con el tipo de política reaccionaria “muy británica” asociada con el Partido Conservador de los señores Boris Johnson, Truss y Wallace. Este segundo giro político es el amargo fruto político del neoliberalismo.

2. Obsolescencia de las instituciones políticas estadunidenses

En los Estados Unidos el avance de la política protofascista ha sido facilitado por la obsolescencia de las instituciones políticas, la cual incluye el sistema de colegios electorales para elegir presidentes, que ignora el voto popular y otorga mayor peso a los estados rurales relativamente despoblados que exhiben una mayor inclinación hacia la democracia no liberal. Lo mismo ocurre con el Senado de los Estados Unidos, en el que los estados rurales están excesivamente representados debido a la regla de dos senadores por estado, independientemente de la población. Otro problema es la manipulación de los límites de los distritos del Congreso, lo que da como resultado una representación excesiva de los republicanos en relación con los votos obtenidos. Éstos son problemas serios, y el de la manipulación de distritos electorales ha empeorado de manera dramática. Sin embargo, también han sido durante mucho tiempo parte de la escena política de este país, lo que habla de que son una causa facilitadora. Las causas profundas se refieren a por qué esos problemas han entrado en juego ahora.

3. La apropiación de los partidos políticos existentes frente al surgimiento de nuevos partidos

El impulso político protofascista también se ha expresado de manera diferente entre países. En los Estados Unidos y el Reino Unido ha habido adueñamiento de los partidos políticos. En ambos, elementos de derecha se han apropiado de los partidos conservadores y elementos de centro-derecha se han apropiado de los partidos socialdemócratas. Por el contrario, Europa continental ha experimentado el surgimiento de nuevos partidos de extrema derecha, mientras que los partidos existentes (en especial los socialdemócratas) se han desviado hacia la derecha. Es probable que esos patrones diferentes sean el producto de diferentes sistemas de conteo de votos. Los países anglosajones utilizan el sistema de mayoría simple, mientras que los países europeos utilizan la representación proporcional y el sistema de elección de segunda vuelta. El primer sistema afianza a los partidos existentes, mientras que la representación proporcional permite el surgimiento creíble de nuevos partidos.

4. Los socialdemócratas también son culpables

En los Estados Unidos tanto el Partido Republicano como el Demócrata han sido capturados, y ambos son culpables del surgimiento de políticas protofascistas, aunque de formas muy diferentes y en grados distintos. El papel de los republicanos es ampliamente reconocido, pero el de los demócratas apenas se reconoce o se comprende absolutamente mal. Lo mismo vale para el papel de los socialdemócratas en Europa.

Como se argumenta en Palley (2021a), la élite del Partido Republicano de los Estados Unidos adoptó la política de extrema derecha hace 50 años como parte de un pacto fáustico, mediante el cual vendió la política del prejuicio y el odio como una estrategia electoral que le permitió ganar las elecciones y avanzar en su agenda económica neoliberal. Esa agenda económica luego desató fuerzas (discutidas en la sección III a continuación) que catapultaron dicha política, tanto que las fuerzas protofascistas, en aumento dentro del partido, desplazaron a la élite republicana de la vieja guardia. Visto desde esa perspectiva, el Partido Republicano causó un doble daño: dio luz verde a la política del odio y también desató los impactos políticos destructivos causados por el neoliberalismo, los cuales se abordarán más adelante.

La contribución del Partido Demócrata es ligeramente diferente. Confrontado por la posición intelectual hegemónica que logró el neoliberalismo, adoptó una versión más blanda del de éste. Al hacerlo, el Partido Demócrata abandonó su histórica postura socialdemócrata de la era moderna y pasó de ser de centro-izquierda a centro-derecha.5 Sin embargo, el papel del Partido Demócrata no ha sido pasivo. Su adopción del neoliberalismo ha sido fundamental para permitir esta agenda económica. Como se señala en la nota al pie 2, el presidente Carter (1977-1981) inauguró el giro económico hacia la desregulación y hacia la baja inflación como prioridad dominante de la política monetaria. Además, la aprobación legislativa en el Congreso de la agenda económica neoliberal siempre se ha basado en un bloque significativo de votos del Partido Demócrata. La implicación de que puede culparse exclusivamente al Partido Republicano de la economía neoliberal es engañosa.

Además, la captura del Partido Demócrata por el neoliberalismo y el abandono de la socialdemocracia han creado una obstrucción para oponerse a este régimen, lo que se debe a que el sistema político es bipartidista de mayoría simple, y el Partido Demócrata ocupa el espacio que debería ocupar una verdadera oposición. Por lo tanto, el Partido Demócrata también ha causado un doble daño: ayudó a habilitar la agenda neoliberal y ahora bloquea a la verdadera oposición.

Desde ese punto de vista, las dos partes están hermanadas. El Partido Republicano puso sobre la mesa el neoliberalismo y abrió la puerta a la política protofascista. El Partido Demócrata lo ha mantenido sobre la mesa y obstruye una política que podría ofrecer una verdadera alternativa.

5. Tanto los ganadores como los perdedores han impulsado el giro político

Como se señaló anteriormente, el neoliberalismo ha creado tanto ganadores como perdedores. A grandes rasgos, los ganadores han sido los dueños del capital y los profesionales, y los perdedores han sido las familias obreras. Hay una narrativa que identifica el surgimiento de la política de extrema derecha con la deserción de votantes de la clase trabajadora desilusionados, que los culpa así de manera tácita. Esa narrativa es engañosa.

El giro político desatado por el neoliberalismo ha involucrado a todos los segmentos de la sociedad. El neoliberalismo nació como un programa económico impulsado por la élite, que se ejemplifica con la agenda económica de Ronald Reagan. Las élites económicas han estado dispuestas a utilizar la política cultural de derecha como vehículo para avanzar en su agenda económica. Esas políticas siempre han tenido atractivo para algunos votantes de la clase trabajadora y el atractivo de tales políticas ha aumentado debido a la angustia socioeconómica causada por el neoliberalismo, como se explica a continuación. Por lo tanto, algunos de los perdedores pueden haber facilitado políticamente medidas que los han perjudicado a ellos mismos, pero culparlos es equivocado, ya que detrás de ese apoyo hay una compleja dinámica política y económica. Si muchos votantes de la clase trabajadora han desertado de la socialdemocracia, también hay un argumento sólido para sostener que los partidos políticos socialdemócratas los abandonaron y los dejaron políticamente a la deriva.6

III. El amargo fruto político del neoliberalismo: el impulso político protofascista

El cambio al neoliberalismo en 1980 fue un giro político hacia la derecha, pero en esencia fue un giro en la política económica. El desafío analítico es explicar por qué ha habido un segundo giro político más a la derecha, esta vez relacionado con el carácter del sistema político y el ascenso de la política protofascista.

Como se argumentó anteriormente, en los Estados Unidos el Partido Republicano abrió la puerta a tales políticas de manera explícita y la obsolescencia del sistema político facilitó su ascenso. Sin embargo, queda el desafío de explicar por qué esa política ahora tiene una tracción y un atractivo generalizado, además de explicar por qué tales políticas tienen tracción fuera de los Estados Unidos.

El argumento que se desarrolla a continuación es que la respuesta se encuentra sustancialmente en las consecuencias del giro hacia el neoliberalismo. Esas consecuencias se identifican en el Diagrama 4 y consisten en el desarraigo socioeconómico; la destrucción institucional y el desarraigo político; el impacto del aumento de la desigualdad económica en el poder político; el cambio en las actitudes hacia el gobierno y la gobernanza; la alteración de la identidad económica, y la transformación cultural. Esta sección profundiza en cómo han contribuido al segundo giro político.

Fuente: Palley (2021b).

Diagrama 4 El neoliberalismo y las causas profundas del segundo giro a la derecha 

1. Desarraigo socioeconómico

Polanyi (1944) introdujo la construcción del desarraigo socioeconómico en su análisis seminal de las causas del surgimiento del fascismo en la Europa de entreguerras (1919-1939). Ese constructo tiene relevancia directa para la experiencia neoliberal.

El modelo de Polanyi tiene la economía y la vida económica arraigadas en la sociedad; es ese arraigo el que da estabilidad a las disposiciones económicas. Éste se basa en las relaciones sociales de lugar, reciprocidad y redistribución, que son las características primitivas de todas las sociedades. El capitalismo se caracteriza por un proceso dialéctico de “doble movimiento” que opone la mercantilización a la exigencia por protección social. El proceso de mercantilización causa desarraigo al romper esas relaciones sociales fundamentales. Al hacerlo, crea dislocación y alienación sociales. La exigencia por la protección social busca volver a arraigar y reconstruir esas relaciones.

Polanyi aplicó ese marco para explicar el surgimiento del fascismo europeo. La economía victoriana del laissez faire causó desarraigo a gran escala, y la destrucción de las relaciones sociales arraigadas generó una incertidumbre y un resentimiento que dejaron a las personas abiertas a la seducción de otras ideas que ofrecían un bálsamo. En palabras de Polanyi, tales ideas pueden ser: “filosofías irracionales, estéticas racistas, demagogia anticapitalista, visiones monetarias heterodoxas, críticas al sistema de partidos, desprestigio generalizado del ‘régimen’ o, como se llame, al sistema democrático existente” (Polanyi, 1944: 238).

Cuando la economía victoriana colapsó en los años de entreguerras, y especialmente con la Gran Depresión de la década de 1930, el fascismo se ofreció como una solución tanto para el colapso económico como para el problema del desarraigo. Mi propia interpretación del fascismo es que puede verse como una combinación del doble movimiento de Polanyi en un solo paso, lo que proporciona una solución al problema económico y restaura la posición social de los desarraigados. Sin embargo, es profundamente patológico tanto en el carácter de su exposición como en su solución:

La solución fascista del estancamiento alcanzado por el capitalismo liberal puede describirse como una reforma de la economía de mercado lograda a costa de la extirpación de todas las instituciones democráticas, tanto en el ámbito industrial como en el político. El sistema económico que estaba en peligro de ruptura sería así revitalizado, mientras que las personas mismas estaban sujetas a una reeducación diseñada para desnaturalizar al individuo y hacerlo incapaz de funcionar como la unidad responsable del cuerpo político. Esta reeducación, que comprende los principios de una religión política que niega la idea de la hermandad del hombre en todas sus formas, se logró a través de un acto de conversión masiva impuesto contra los renuentes por métodos científicos de tortura [Polanyi, 1944: 237].

El modelo de Polanyi tiene una clara aplicación a la era neoliberal. Después de la segunda Guerra Mundial, el keynesianismo socialdemócrata volvió a arraigar el capitalismo. El neoliberalismo constituye un proceso impulsado políticamente que ha trabajado para desarraigar esa economía reconstruida, y con el desarraigo ha llegado el retorno de la apertura a las ideas del fascismo, entre otras.

El debilitamiento del empleo manufacturero (véase la Gráfica 5) es un espacio donde el desarraigo ha estado claramente presente. No sólo se perdieron puestos de trabajo, sino que éstos pagaban por encima del promedio histórico de salarios y beneficios. En los Estados Unidos la manufactura también ocupaba un lugar socioeconómico especial. A lo largo del Medio Oeste muchas ciudades grandes tenían literalmente un solo empleador, y dependían de una sola planta de fabricación grande. Cuando esa planta cerró, tales pueblos quedaron económicamente devastados. El valor de la vivienda (es decir, el principal activo de los trabajadores) colapsó, los efectos multiplicadores fueron enormes y la base tributaria decayó, lo que erosionó las escuelas públicas y la infraestructura. El resultado fueron mini depresiones locales y la destrucción de las perspectivas económicas a futuro.7

Tales plantas manufactureras solían estar sindicalizadas, por lo tanto, se destruyó también el sindicato local, que era una pieza importante del capital social que unía a los trabajadores y ayudaba a proporcionar identidad política y un sentido de pertenencia a una comunidad. Además, el debilitamiento no estaba restringido a los trabajadores de la industria. Las consecuencias de los multiplicadores negativos y el colapso del valor de las viviendas impactaron a toda la comunidad. Los dueños de las fábricas también se vieron afectados, al igual que otros dueños de negocios que sufrieron el colapso de la economía local.

La implicación es que el proceso de desarraigo golpea primero a los trabajadores manuales, pero las ondas inciden profundamente en otras categorías socioeconómicas, lo cual ayuda a explicar el desconcertante rango del atractivo hacia el segundo giro a la derecha. Los efectos negativos en el mercado laboral han sido documentados empíricamente por Autor, Dorn y Hanson (2013), Autor, Dorn, Hanson y Song (2014) y Autor, Dorn y Hanson (2021).8

Como se discutió anteriormente, el colapso en el empleo manufacturero estuvo vinculado con la globalización y la política intencional que impulsaron la expansión del comercio y la creación de cadenas de suministro globales. La globalización también ha afectado el empleo en otros sectores (por ejemplo, actividades administrativas, centros de llamadas, atención al cliente, etc.). Ese trabajo tendía a localizarse fuera de las principales conurbaciones urbanas, lo que puede haber creado una superposición geográfica que amplificó el alcance de la pérdida de empleo.

Lo que es más importante, el impulso de desarraigo de la globalización proviene de las economías de los países en desarrollo y de los mercados emergentes. Eso ha facilitado que los políticos protofascistas fusionen el impulso de desarraigo con temas nacionalistas racistas, al alegar que el daño fue infligido por extranjeros que no siguieron las reglas.9

2. Destrucción institucional y desarraigo político

El segundo pilar del Diagrama 4 se refiere a la destrucción institucional y al desarraigo político del neoliberalismo. La noción de desarraigo político complementa la de desarraigo socioeconómico de Polyani (1944), y capta cómo las dislocaciones sociales pueden dejar a las personas políticamente desconectadas y a la deriva, con consecuencias políticas adversas.

La primera institución devastada por el neoliberalismo ha sido el movimiento sindical. Eso ha tenido impactos por muchos conductos. Como se señaló anteriormente, destruyó el capital social de la familia trabajadora local, lo que amplificó el desarraigo. También ha afectado el crecimiento de los salarios de manera negativa y ha aumentado la desigualdad de ingresos (véanse las Gráficas 2 y 4), con efectos políticos que se analizan a continuación.

Otro efecto político adverso se refiere al simple poder político y la capacidad política. En la era de la posguerra, los sindicatos fueron la base del Partido Laborista en el Reino Unido, los partidos socialdemócratas en Europa Occidental y el Partido Demócrata en los Estados Unidos. Proporcionaron recursos financieros y trabajadores voluntarios, y aumentaron la participación de los votantes sindicales, lo que se inclinó fuertemente en favor de esos partidos.10 A cambio, las partes consideraron favorablemente los intereses de los trabajadores sindicalizados y no sindicalizados, y diseñaron políticas en correspondencia. Esa configuración proporcionó un contrapeso político que beneficiaba a los trabajadores frente a la influencia política de las élites empresariales y adineradas. Los sindicatos eran una institución política compensatoria fundamental, que iba de la mano con su papel económico compensatorio fundamental.

El debilitamiento de los sindicatos (véase la Gráfica 4) deshizo tal fórmula política, con múltiples consecuencias políticas negativas. Primero, despojó a los trabajadores de influencia política y protección en un momento en que lo necesitaban más que nunca. En segundo lugar, debilitó a los partidos políticos laboristas y socialdemócratas, al hacerlos más susceptibles de ser capturados por el pensamiento neoliberal cada vez más hegemónico en la sociedad (es decir, el movimiento de la Tercera Vía). En tercer lugar, el debilitamiento de los partidos de izquierda aumentó implícitamente la fuerza relativa de los partidos políticos de derecha.

Al juntar las piezas, hubo una forma paralela de “desarraigo político” por la cual los votantes tradicionales de izquierda perdieron contacto con los partidos históricos afines, y éstos también migraron a la derecha política. Eso significaba que tales votantes no estaban anclados y abiertos al atractivo de otras sirenas. Con las políticas económicas de los partidos cada vez más parecidas a una elección entre mellizos, muchos trabajadores abandonaron la política, como lo demuestra la disminución de la participación electoral. Otros se voltearon hacia los políticos que recurrieron a los prejuicios de la derecha (es decir, el nacionalismo, el racismo y el fundamentalismo religioso) y que hacían eco con los valores personales (esto es, las armas, la Biblia y la bandera), según el principio de que algo es mejor que nada.

3. Desigualdad y poder

El tercer pilar del Diagrama 4 se refiere al impacto del neoliberalismo en la desigualdad y el poder político. Como se muestra en la Gráfica 3, la era neoliberal ha resultado en un aumento masivo de la desigualdad de ingresos, el cual ha incrementado el poder político de las empresas y los ricos. Dicho sin rodeos, esos grupos consiguen las políticas que quieren, como lo documentan Bartels (2008) y Gilens (2012) de manera empírica.

Esto ha tenido consecuencias tanto económicas como políticas. A nivel económico, establece un bucle que se retroalimenta, mediante el cual los cambios neoliberales en la economía aumentan la desigualdad e inclinan el poder político, lo que refuerza y aumenta el impulso inicial de la política neoliberal. A nivel político, fomenta la sensación de que la política está amañada, lo que produce una alienación del sistema político que profundiza el “desarraigo político”. Alienados y a la deriva del sistema político, los votantes están más abiertos a las narrativas de la extrema derecha. Eso es cierto para tanto los Estados Unidos como Europa Occidental. La ironía en el primer país es que la narrativa de la extrema derecha ha sido llevada por un multimillonario corrupto que se ha beneficiado del régimen de las políticas neoliberales.11

4. Transformación de las actitudes hacia el gobierno y la gobernanza

El cuarto pilar en el Diagrama 4 se refiere a la transformación de las actitudes hacia el gobierno y la gobernanza del neoliberalismo. Éste retrata al gobierno como un problema tanto político como económico. La crítica política afirma que el gobierno es una amenaza a la libertad. Esa crítica fue articulada por Hayek (1944) en su célebre polémica contra el gobierno titulada Camino de servidumbre. La crítica económica fue desarrollada sustancialmente por la Escuela de Economía de Chicago, que la formuló como el “fracaso del gobierno”. El argumento es que los intentos del gobierno de remediar las fallas del mercado (por ejemplo, monopolios o externalidades) a menudo resultan en problemas económicos aún mayores y más costosos.12

Tales críticas políticas y económicas gemelas han contribuido a una transformación de las actitudes hacia el gobierno. Retratan al gobierno como un problema y fomentan animadversión hacia él. En particular, la crítica neoliberal del gobierno aboga por un gobierno minimalista. En lugar de un gobierno “grande” activista, el neoliberalismo aboga por uno “pequeño” que se restrinja a las funciones esenciales.

Dos funciones esenciales son la provisión de defensa nacional y la de la ley y el orden. El gasto militar está justificado con base en que la defensa nacional es un bien público que los mercados no pueden proporcionar de manera eficiente. La ley y el orden son necesarios para que una economía de mercado funcione. La economía de mercado necesita seguridad de la persona, de la propiedad e integridad del contrato. El gobierno proporciona esas características en la forma de policía, juez y carcelero. El gasto militar, así como la ley y el orden son actividades y temas en los que las políticas fascistas también han enfatizado históricamente.

A la par de la transformación del propósito del gobierno, el neoliberalismo ha transformado las actitudes hacia el carácter de la gobernanza. En lugar de la gobernanza compasiva y solidaria que acompaña a la construcción del gobierno del Estado de bienestar (por ejemplo, como se articula en el Informe Beveridge de 1942), el neoliberalismo promueve la gobernanza punitiva. Tal enfoque se refleja en el artículo clásico de Becker (1968) sobre la economía del crimen y el castigo; se basa en la disuasión, la aprehensión y el castigo. La lógica es que reducir el beneficio neto esperado del delito (mediante una mayor probabilidad de aprehensión y un castigo más severo) reduce la incidencia del delito. Ese marco encaja con la función de ley y orden del gobierno enfatizada por el neoliberalismo.

Además, el gobierno punitivo se ejerce en favor del statu quo y se echa a andar en nombre de los “ricos” y los “ganadores” económicos. El sesgo hacia el statu quo emana de la animadversión analíticamente profunda del neoliberalismo hacia el gobierno redistributivo. Primero, los derechos de propiedad son sacrosantos, lo cual habla de forma política en contra de la redistribución. En segundo lugar, según la teoría económica neoliberal, la redistribución introduce una costosa ineficiencia económica al distorsionar los incentivos y también corre el riesgo de un costoso fracaso del gobierno.

En resumen, el neoliberalismo construye tanto un gobierno como una gobernanza en formas que reflejan una política fascista. En cuanto al gobierno, enfatiza en el gobierno minimalista que se concentra en el gasto militar, la ley y el orden. En cuanto a la gobernanza, resalta tácitamente la gobernanza punitiva que se moviliza en nombre del statu quo y los intereses de los propietarios. El discurso neoliberal sobre el gobierno es de doble filo. Por un lado, puede interpretarse a través de la lente del utopismo libertario. Por otro, cuando se coloca en el contexto de los intereses en conflicto del mundo real y los resentimientos por la desigualdad y el desarraigo, el discurso se presta fácilmente a ser capturado por políticas autoritarias y protofascistas. Esa captura se ve facilitada por los impactos del neoliberalismo en la identidad económica y la cultura que se analizan a continuación.

5. Transformación de la identidad económica

El quinto pilar en el Diagrama 4 se refiere a la transformación de la identidad económica del neoliberalismo, que luego ha impactado la identificación política. De manera irónica, aunque este régimen ha dañado a las familias trabajadoras, también puede haber creado apoyo político entre algunas de sus víctimas, quienes se han transformado psicológicamente y han llegado a identificarse económicamente con él.

Hay varias formas en que la política económica ha funcionado para fomentar tal transformación de la identidad económica (Fligstein y Goldstein, 2015; Palley, 2020 y 2021b). La política ha fomentado la propiedad de la vivienda y también ha impulsado nuevos arreglos para la jubilación (por ejemplo, planes 401K y cuentas de jubilación individuales) mediante los cuales las personas son inversionistas directos en el mercado de valores a través de planes de ahorro para pensiones de contribuciones definidas. Como propietarios de viviendas, las personas apoyan las políticas que inflan los precios de la vivienda (por ejemplo, interés deducible de impuestos, acceso más fácil al crédito hipotecario, tasas de interés bajas). Como inversores directos, sus intereses quedan ligados al mercado de valores y pueden llegar a identificarse con intereses financieros. En términos más generales, la política ha utilizado el código tributario para otorgar subsidios a una amplia gama de necesidades y bienes sociales (por ejemplo, vivienda, atención médica, educación); así ha evitado que las personas se identifiquen con la provisión colectiva de dichos bienes y servicios y que la apoyen.

En efecto, la política neoliberal puede transformar las identidades de las personas y los trabajadores pueden sentirse divididos respecto a sus roles como trabajadores, propietarios de viviendas e inversores. Eso tiene que ver con el problema del “hombre unidimensional” de Marcuse (1964). Para él, la cuestión era el efecto corrosivo y cautivador del consumismo en la comprensión del capitalismo por parte de la clase trabajadora, en la que los trabajadores pierden el rumbo y se convierten en defensores del sistema que los oprime. Con el neoliberalismo, el problema es la propiedad. Así, los trabajadores pueden convertirse en propietarios de viviendas endeudados y en pequeños inversores, y eso puede hacer que se identifiquen con los intereses de la propiedad y el capital.

Tal identificación puede tener consecuencias políticas adversas. En primer lugar, puede alentar a los trabajadores a votar por los partidos políticos neoliberales, que también son los promotores de una política cada vez más prejuiciosa e intolerante. Inicialmente, la promoción de ese tipo de política puede haber sido táctica y oportunista. Sin embargo, ahora que los partidos de derecha han sido capturados por elementos protofascistas, refleja una creencia con raíces profundas dentro de esos partidos.

En segundo lugar, una identidad de propietario puede fomentar una identidad protofascista. El fascismo es una forma desviada de corporativismo en la que el Estado y las empresas se unen y dejan fuera a los trabajadores. El nacionalismo racista remplaza a los trabajadores (es decir, los sindicatos), al crear un falso tripartidismo. Las confusiones de identidad política causadas por la propiedad pueden facilitar dicha política al hacer que los trabajadores se identifiquen con esa configuración política. Ellos conservan su identidad nacionalista, pero se desconectan de sus intereses de clase trabajadora.

6. Transformación cultural

El sexto pilar del Diagrama 4 se refiere al impacto transformador del neoliberalismo en la cultura y el pensamiento. Ese impacto opera mediante la filosofía económica política de la que hace proselitismo. Éste es un aspecto crítico en el segundo giro a la derecha, y ha sido sustancialmente pasado por alto en el discurso económico político.

Como se señaló al principio, el neoliberalismo es una filosofía de política económica y sus principios ahora infunden a la sociedad, hacia arriba y hacia abajo. Afirma promover la “libertad individual”, pero el argumento a continuación es que fomenta el desdén egoísta por ella y promueve una mentalidad de “triunfo de la voluntad” que está en el centro del fascismo. El triunfo de la voluntad es el título de la película de propaganda de Leni Riefenstahl de 1935 que celebra el Congreso del Partido Nazi en Núremberg.

Las reivindicaciones político-económicas del neoliberalismo descansan en la construcción de la economía neoclásica del Homo economicus, que ha sido ampliamente aplicado por la rama de Gary Becker de la Escuela de Economía de Chicago. El Homo economicus se representa como la máxima expresión del individualismo, pero en realidad es una personalidad fascista. Es un egoísta sociópata que no tiene restricciones en lo que hace, excepto por su restricción presupuestaria, la disuasión de la ley y el costo económico de la pérdida de reputación.13

El fascista se hace visible cuando el Homo economicus se ve relacionalmente. El sociópata egoísta busca salirse con la suya al afirmar su voluntad sobre los demás. Ésa es la visión del individuo en la novela de Ayn Rand (1957)La rebelión de Atlas. El punto de vista de Rand es una forma de egoísmo fascista, y es ampliamente admirado y celebrado en los Estados Unidos. El expresidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, se identifica con él y los estudiantes de todo el país están cautivados por él. En la cultura cinematográfica, se plasma en la película Wall Street por el protagonista principal, Gordon Gecko, con su credo de “la codicia es buena”.

La corriente dominante de la economía neoclásica es una fuente principal de inspiración intelectual para el neoliberalismo y está profundamente implicada en esta transformación cultural. Como documentan Frank, Gilovich y Regan (1993), existe evidencia experimental sustancial de que la exposición a la economía neoclásica transforma el comportamiento. Parece disminuir la honestidad y el comportamiento cooperativo, fomentar el parasitismo y debilitar el impulso caritativo.

La profesión económica tiene un alto estatus social, como se refleja en el discurso de que la economía es “la reina de las ciencias sociales”. Toma la caracterización de las personas como primitivas que viene del Homo economicus y respalda la economía del laissez faire como la economía ideal. Tales ideas reciben legitimidad y se infiltran en la educación universitaria y las escuelas de negocios, por lo que se extienden por toda la sociedad, y así influyen en las políticas públicas y en la forma en que piensa la sociedad.

El resultado neto es que la ideología del neoliberalismo ha transformado el pensamiento de la sociedad y esa transformación tiene amargas implicaciones políticas. Aunque afirma promover la libertad individual, difunde un pensamiento de “triunfo de la voluntad” que amenaza la libertad. También fomenta una economía que desarraiga a las personas y las deja abiertas a un mensaje protofascista que ofrece su propio arraigo sociopsicológico patológico. Los economistas de la corriente dominante pueden condenar el giro hacia el protofascismo, pero mantienen una relación causal con él en su teoría y enseñanzas de economía política.

Por último, aunque el neoliberalismo destruye la solidaridad socialdemócrata, también crea su propia solidaridad. Ésta descansa en la ideología del egoísmo y el triunfo de la voluntad, combinada con la psicología de grupo. El individuo egoísta todavía necesita reconocimiento y validación. Eso se proporciona mediante una cultura que estima el dinero y la riqueza, y a través de la identidad grupal (por ejemplo, el nacionalismo) que une a los individuos contra un “otro externo”. El resultado es una solidaridad fascista basada en la dominación financiera de los conciudadanos y la antipatía hacia el otro.

IV. Conclusión: el neoliberalismo y la captura de la socialdemocracia

Los canales anteriores explican cómo el neoliberalismo ha producido condiciones propicias para el amargo fruto del protofascismo. Incluyen cambios en las condiciones económicas externas, en los sistemas de creencias y en las condiciones psicológicas internas. Sin embargo, el fruto más amargo de todos es la captura por parte del neoliberalismo de los partidos políticos de centro-izquierda, la cual refleja la hegemonía intelectual del neoliberalismo, y está representada por el movimiento de la Tercera Vía asociado con el presidente estadunidense Bill Clinton, el primer ministro británico Tony Blair y el canciller alemán Gerhard Schröder. La Tercera Vía defiende el neoliberalismo compasivo o el blando (Palley, 2012: cap. 3), por lo que acepta el fundamento del argumento del neoliberalismo, pero busca suavizar los resultados del mercado con protecciones sociales modestas.

La captura de los partidos políticos de centro-izquierda por parte del neoliberalismo mediante el movimiento de la Tercera Vía ha tenido tres efectos amargos. Primero, significó que los partidos de centro-izquierda ayudaron a construir y legitimar la economía neoliberal que ha causado tanto daño. Eso ha sido cierto respecto a la globalización, el paradigma de maximización del valor para el accionista del gobierno corporativo, la desregulación, la financiarización, la progresividad disminuida del sistema tributario, la retirada del compromiso con el pleno empleo y la adopción de un nuevo paradigma macroeconómico basado en la inflación del precio de los activos y una mayor deuda de los hogares. También se ha menospreciado a los sindicatos, por lo que los políticos de la Tercera Vía han abandonado de manera implícita la histórica base política de centro-izquierda. En cierto sentido, la política de la Tercera Vía ha convertido al centro-izquierda en un socio junior del centro-derecha. En segundo lugar, al respaldar el modelo neoliberal, la Tercera Vía ha fomentado la confusión política y la alienación entre los votantes de la clase trabajadora. La captura del centro-izquierda empobreció aún más la capacidad política para abordar temas de clase y conflicto de clases, lo que ya era difícil debido a la dinámica política creada por la Guerra Fría. En efecto, la falta de un programa político de centro-izquierda en favor de los trabajadores contribuyó a hacer que los “valores” fueran el marco dominante de la competencia política, y muchos votantes de la clase trabajadora de los Estados Unidos pueden haber elegido votar por sus valores de “armas, Biblia y bandera”.

En tercer lugar, y lo más amargo, la captura de los partidos políticos de centro-izquierda por parte de la Tercera Vía significa que el pensamiento neoliberal ahora domina de manera tácita ambos lados del andador político. En consecuencia, la Tercera Vía obstruye una alternativa al neoliberalismo. Las élites liberales de la Tercera Vía ocupan el lugar de oposición que deberían tener los verdaderos críticos, lo que obstruye la política necesaria para revertir las causas profundas de la deriva hacia la política protofascista. Aunque no fue intencionado, eso convierte a las élites liberales en un peligro real.

La captura de la imaginación política por parte del neoliberalismo ha desplazado el espectro político hacia la derecha y comprometido la política socialdemócrata. Peor aún, ha sido un caballo de Troya en el sentido de que abrió la puerta a la política protofascista mientras afirmaba promover la libertad. Un paso esencial para revertir la deriva hacia el protofascismo es exponer la pretensión defectuosa del neoliberalismo de mejorar y proteger la libertad.

Parte de eso es romper con la economía neoclásica, que es un apoyo intelectual fundamental al neoliberalismo. En su lugar, se necesita la comprensión de los arreglos políticos económicos que sustentan tanto la prosperidad compartida como la sociedad democrática abierta. El desafío intelectual es articular los fundamentos analíticos de tales arreglos. El reto político es convertirlos en la pieza central del discurso político nacional.

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1El artículo es una traducción del documento de trabajo núm. 81 del Forum for Macroeconomics and Macroeconomic Policies (FMM) publicado en octubre de 2022, emitido por el FMM y el Institute for Macroeconomics (IMK). Artículo presentado en las XVIII Jornadas de Economía Crítica, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Castilla-La Mancha, Cuenca, España, 8 de septiembre de 2022. [Traducción del inglés de Alejandra S. Ortiz García.]

2Los neoliberales europeos originales, como Hayek, se alejaron del término “eficiente” y tenían una vaga noción de “lo mejor” enraizada en la teoría económica austriaca, que es de no equilibrio. Subrayaron el sistema de precios como un mecanismo de descubrimiento y comunicación de información que coordinaba la actividad económica de una manera socialmente benéfica (Hayek, 1945). Los neoliberales estadunidenses posteriores, como Milton Friedman, interpretaron lo eficiente en términos de la teoría del equilibrio general competitivo (EGC). Debido a los supuestos de la teoría del EGC, los mercados libres generan eficiencia productiva y eficiencia distributiva. La productiva corresponde a la producción de costo mínimo y se basa en el supuesto de maximización de ganancias. La distributiva corresponde al óptimo de Pareto, según el cual no puede mejorarse el bienestar de alguien sin empeorar el de otro. Esto requiere eficiencia productiva y maximización de la utilidad individual, que, en conjunto, aseguran que se utilicen todas las oportunidades para la producción y el intercambio mutuamente benéficos.

3También puede argumentarse de manera razonable que la era comenzó antes, con la administración Carter (1977-1981), quien inauguró tanto el giro hacia la desregulación como la priorización de la política monetaria con el nombramiento de Paul Volcker como presidente de la Reserva Federal. En el Reino Unido la era comenzó en 1979 con la victoria electoral de Margaret Thatcher.

4El cuarto ciclo económico se vio interrumpido por una breve pero muy profunda recesión de dos meses en 2020, debido al cierre por la pandemia de covid-19. El Diagrama 1 hace caso omiso de esto y califica la recesión como una interrupción. Eso refleja mejor el lugar y el carácter de la pandemia en cuanto a contar la historia económica de la era neoliberal.

5Lo mismo ocurre con el Nuevo Laborismo en el Reino Unido, que respondió de manera similar al éxito del Partido Conservador de la señora Thatcher.

6Para un análisis de los votantes que respalde esa afirmación, consúltese Cohn (2021), que analiza cómo los votantes blancos de la clase trabajadora han desertado del Partido Demócrata en los últimos 70 años.

7Para obtener una lista de las ciudades que se vieron significativamente afectadas, consúltese “Rustbelt” en Wikipedia (https://en.wikipedia.org/wiki/Rust_Belt). Para ver un estudio de caso de impacto, véase Frazier y Kaufman (2019).

8El trabajo de Autor, Dorn y Hanson es bienvenido, pero hay varias características dignas de mención. En primer lugar, la destrucción de puestos de trabajo provocada por China se califica de shock. No fue un shock; fue el resultado de una reconstrucción cuidadosamente planificada del sistema económico internacional. Etiquetarlo de esa manera desvía la mirada de tal verdad incómoda. En segundo lugar, las consecuencias de esa reconstrucción del sistema eran lógicamente predecibles de antemano —véase Palley (1994a, 1994b y 1999)— y el impacto en los empleos y los salarios se documentó en tiempo real —véanse Bronfenbrenner (2000), Bronfenbrenner y Luce (2004) y Scott (2008)—. Todo eso fue ignorado por la profesión económica, ya que no fue dicho por las “personas correctas”. En tercer lugar, aunque el daño era lógicamente predecible y evidente en tiempo real, la profesión económica pudo desestimar los argumentos con base en que la evidencia no estaba disponible (es decir, el daño real completo aún no había ocurrido). Ahora que se ha producido el daño, se trata como si ya no fuera relevante, porque ya pasó, y la teoría económica continúa sin cambios.

9El Partido Demócrata de los Estados Unidos es culpable en este sentido. Ayudó a diseñar la economía globalizada, pero ha buscado, de manera persistente, eludir la responsabilidad de sus acciones al afirmar que el “engaño” extranjero es la causa del problema. Eso ha alimentado de forma tácita la narrativa política nacionalista racista.

10Tales características políticas de los sindicatos están documentadas por Banerjee et al. (2021).

11El éxito político de Trump es producto del pacto faustiano republicano de hace 50 años (Palley, 2021a). El acuerdo fue alcanzado por el presidente Nixon, quien ofreció políticas que llamaban a la mayoría de la base del partido a cambio de poner en marcha la agenda neoliberal procorporativa. Ahora, la base política de este tipo de políticas se ha apoderado del partido, pero hasta hoy se ha mantenido fiel a la agenda económica neoliberal. Trump encaja en el perfil de esa configuración política.

12La crítica al fracaso del gobierno tiene múltiples facetas. Friedman (1961) argumentó que la política macroeconómica era propensa a retrasos en la implementación, por lo que las intervenciones políticas a menudo empeoran los resultados debido a que son inoportunas. Niskanen (1971) argumentó que la política gubernamental es propensa a la captura burocrática, por lo que sirve a los intereses de los burócratas en lugar de los del público. Stigler (1971) argumentó que la regulación tiende a ser capturada por los regulados, por lo que a menudo proporciona a las corporaciones un medio para consolidar su poder de monopolio en lugar de disminuirlo. Krueger (1974) argumentó que la intervención del gobierno establece una dinámica de búsqueda de rentas mediante la cual las empresas presionan al gobierno para intervenciones políticas que las benefician, pero que distorsionan la economía. Por último, Lucas (1976) y Barro (1974) argumentaron que la política macroeconómica sistemática (es decir, la política monetaria y fiscal) es sustancialmente menos potente de lo que afirman los macroeconomistas keynesianos.

13La reputación es valiosa cuando los agentes realizan transacciones reiteradas con otra persona o grupo. En esa situación, los agentes tienen un incentivo para comportarse bien con el fin de mantener su reputación y conservar la posibilidad de futuras transacciones.

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