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Sociológica (México)
versión On-line ISSN 2007-8358versión impresa ISSN 0187-0173
Sociológica (Méx.) vol.29 no.83 Ciudad de México sep./dic. 2014
Reseña
Individuación, precariedad, inseguridad. ¿Desinstitucionalización del presente?, de Robert Castel, Gabriel Kessler, Denis Merklen y Numa Murard1
María Victoria Sordini2
2 Estudiante de la Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina. Correo electrónico: mvsordini@hotmail.com.ar
El presente libro invita a la reflexión sociológica y permite observar los hechos desde la construcción de la subjetividad de las personas, es decir, comprender cómo éstas perciben a la cuestión social.
El volumen reproduce el debate sobre morales y sentimientos en la cuestión social sostenido por cuatro sociólogos, dos sudamericanos y dos franceses, en la conferencia de la Casa Argentina de París el 1° de marzo de 2011. Sus intercambios abordan el déficit institucional que afecta a los sectores más vulnerables de la sociedad, haciéndoles pagar el costo del progreso o de la crisis e impidiéndoles proyectarse hacia el fututo. Se propone una reflexión alrededor de las políticas institucionales que han cosntruido un nuevo individualismo en la configuración social durante los últimos treinta años.
Resulta interesante complementar las perspectivas de los sociólogos de Europa y de Sudamérica, porque ello permite explicar cómo las exigencias de activación de las políticas de individuación, en una coyuntura de inestabilidad y desempleo, son funcionales a la persistencia de los riesgos. Es decir, a partir de este debate se puede interpretar la forma en que la reorientación institucional propia del neoliberalismo es funcional a la perpetuidad de las desigualdades, haciendo que los sectores populares permanezcan en la dificultad de la odisea de proyectarse hacia el futuro. El diálogo permite comprender las consecuencias del neoliberalismo desde las dinámicas de la individuación y desde la inmersión en una sociedad de riesgo.
Respecto de la reconfiguración de los mundos populares que ha tenido lugar desde los años ochenta, se abordan las transformaciones que provienen del mundo del trabajo, siendo la precariedad del empleo la que empuja a otros modos de acceso al dinero y a las prestaciones sociales. De tal modo se transforman las prácticas sociales de quienes no acceden de modo estable a la autorreproducción de su vida y la de su familia, generando una reelaboración moral de la legitimidad del origen de los recursos a los que acceden, en un contexto de dinámicas de individuación que imposibilitan el ingreso colectivo al progreso.
El libro se articula en cinco partes, la primera introductoria; en la segunda Robert Castel aborda las "Políticas de riesgo y el sentimiento de inseguridad"; la tercera remite a "Las dinámicas contemporáneas de individuación" y está escrita por Denis Merklen; la cuarta se refiere a las trayectorias de vida de las personas que soportaron las consecuencias de la desindustrialización a fines de los años setenta en un barrio francés, y la firman Numa Murard y Jean-François Laé, como autor invitado. Finalmente, Gabriel Kessler aborda un análisis histórico sobre el delito urbano en el área metropolitana de Buenos Aires desde los años setenta, enfocado en la articulación entre lo legal y lo ilegal que entreteje las trayectorias de vida de personas que protagonizaron delitos.
A partir de la reorientación institucional que comparten Europa y América Latina respecto de las políticas institucionales que proveen de recursos y herramientas a los individuos para alcanzar el éxito en la vida social, las miradas sociológicas invitan a pensar el conflicto y las políticas sociales, identificando sus dimensiones objetivas y subjetivas.
La degradación de las condiciones de vida de algunos sectores de la población instauró el estigma de la conexión entre desigualdad y delito, cuando en realidad la cuestión social está atravesada por movilidades laterales entre el mercado de trabajo y las acciones ilegales, cambiantes a lo largo del tiempo. De ahí que estas últimas sean una opción coyuntural. El aporte de los autores permite identificar que la represión a los ilegalismos sostiene el velo sobre una solución a la que la ley y la justicia, solas, no pueden responder.
Las tres décadas más recientes han estado atravesadas por políticas de individuación que definen a las personas como las responsables de sus situaciones de vida y en las que las reglas sociales son percibidas como límites a la libertad individual. Estas exigencias sobre el individuo también fomentan un desfase entre las expectativas socialmente construidas respecto de la seguridad y estabilidad, y las capacidades efectivas que tiene la sociedad de proporcionarlas.
En el segundo apartado, Castel estudia los sentimientos de la cuestión social desde el riesgo y la inseguridad. Identifica como característica de la época la incertidumbre respecto del porvenir, ya que es atravesada por la desestabilización tanto del mercado laboral como de los sistemas de protección social. Las sociedades perciben el riesgo como una amenaza a las capacidades de control y seguridad que poseen las personas acerca del futuro, pero se teme a la inseguridad porque se poseen protecciones, aunque estas sean frágiles y estén amenazadas. Es la concepción neoliberal del individualismo la que implica asumir riesgos, hacerse responsable de modo personal y privado de los peligros que implica la vida social. Es decir, el Estado deja de ser garantía de estabilidad, la cual es gestionada de manera personal y privada. Este es otro de los ejes principales que subyacen a las dinámicas de individuación y a las políticas sociales de los últimos tiempos. El autor propone abandonar el mito de una sociedad sin riesgos, priorizarlos y aplicar políticas realistas; sin embargo, el Estado ya no tiene un papel protector: es deber del individuo protegerse, en caso de que pueda hacerlo.
Significativo aporte al debate realiza Merklen en la tercera sección del libro, donde caracteriza a las políticas de individuación. Éstas se mantienen sobre un aparato ideológico que construye sujetos individuales que se conciben activos y responsables. Los términos de responsabilización y activación de la voluntad individual se hallan en los objetivos de las políticas públicas y en la reorientación de las sociales. Como contextualiza Castel, se solicita al individuo que se asegure por sí mismo contra el riesgo y prevea las contingencias de vivir en sociedad, que se proteja contra el desempleo, la enfermedad, la vejez. Antes la sociedad protegía a las personas, ahora los individuos deben asegurarse por sí mismos, al mismo tiempo que se hacen responsables de prever los avatares de la vida en sociedad y de los inconvenientes que ella puede ocasionar tanto a otros como a sí mismo. El caso es que en la cuestión social la desigualdad se manifiesta respecto de la exposición a los riesgos, ya que son desiguales los recursos que tienen las personas para protegerse.
En el contexto neoliberal emergen las políticas de individuación, que reorientan la relación entre Estado y sociedad. Ya no se trata de la integración de las personas a la vida social. La individuación es concebida como la liberación de los límites que la sociedad impone; en esta clave se construye una sociedad atomizada, determinada por el consumo de masas, que conduce a la incapacidad de producir sentido y al empobrecimiento cultural.
Las políticas de individuación se proponen intervenir sobre el otro e inculcar los valores de la autonomía, la responsabilidad, la activación y la seguridad de sí mismo ante los riesgos, y de ese modo preparar a los individuos para la competencia que implica vivir en sociedad. Sucede que estas políticas se dirigen a personas que han fallado en su estrategia, que se encuentren en una situación de dependencia: han sido perdedores de la competencia y no se ocupan de las reglas del juego. Tales políticas exigen la activación del individuo como actor de su propia vida, otorgan un beneficio de amparo aun cuando debería haber previsto los riesgos que ha sufrido, siendo en consecuencia tanto responsable como víctima de los peligros que lo han sobrepasado. Desde esta lógica ya no es la sociedad la que está en deuda con los desfavorecidos, sino que son los beneficiarios de políticas sociales quienes están en deuda con la sociedad. Como contrapartida deberán activarse. La paradoja reside en que tal exigencia de activación se realiza en una coyuntura de baja ocupación. De este modo, las desigualdades prevalecen, ya que las personas asistidas, si bien cargan con la deuda social de cambiar, de activarse, no cuentan con los recursos para ello. Según el autor, el control social reside en supervisar el permanente esfuerzo que los individuos realizan para mantenerse activos.
Complementando estos argumentos y potencializando la reflexión, Numa Murard y Jean-François Laé abordan las trayectorias de vida de personas que han sufrido las desindustrializaciones de fines de los años setenta en Elbeuf, la masificación de la pobreza, y que treinta años más tarde no han superado su condición social. Cada una de las personas investigadas está marcada por la desindustrialización, la marginalidad, el desvío y los recursos de la asistencia de políticas públicas. En una misma historia colectiva, a través de diferentes relatos, los autores marcan límites entre distintas fracciones de clase. Sus conductas de vida son diferenciadas en la lucha por no caer más abajo; las personas se identifican según sus posiciones respecto de los beneficios sociales y el tipo de precariedad de su empleo; se comparan en relación con las trayectorias laborales de sus pares, y se distinguen en tanto hayan alcanzado a jubilarse o no. Treinta años después de la desindustrialización los hogares continúan padeciendo la desocupación, ahora de los hijos de treinta o cuarenta años.
En este análisis se pueden cruzar los aportes de Castel y Merklen e interpretar cómo en una sociedad de riesgo las políticas de individuación exigen un cambio en un entorno en el cual no hay alternativas de cambio, porque lo que no se activa es la fuente de empleo. Las personas no sólo permanecen durante seis lustros en condiciones de pobreza, sino que además cargan con el mandato social de hacer algo para devolver lo recibido. La moral y los sentimientos en la cuestión social se pueden interpretar desde los lentes del individualismo neoliberal en el que nadie piensa en la construcción de colectivos capaces de proteger a las personas. Por el contrario: lo que hace es atomizarlas y ejercer el control a partir de las desigualdades que residen en la cuestión social.
1 Robert Castel, Gabriel Kessler, Denis Merklen y Numa Murard, Individuación, precariedad, inseguridad. ¿Desinstitucionalización del presente?, Paidós, Buenos Aires, 2013, 180 pp. [ Links ]