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Cuicuilco. Revista de ciencias antropológicas

versión On-line ISSN 2448-8488versión impresa ISSN 2448-9018

Cuicuilco. Rev. cienc. antropol. vol.25 no.72 Ciudad de México may./ago. 2018

 

Diversas temáticas desde las disciplinas antropológicas

Espacio y cuerpo embarazado: aproximaciones a las prácticas, dispositivos y tecnologías de cuidado de sí en mujeres embarazadas

Space and the pregnant body: approximations to practices, devices and technologies for self-care in pregnant women

Karla Alejandra Contreras Tinoco1 

Liliana Ibeth Castañeda Rentería2 

1Centro Universitario de la Ciénega de la Universidad de Guadalajara. ctka_28@hotmail.com

2Centro Universitario de la Ciénega de la Universidad de Guadalajara. liliana.castaneda@cuci.udg.mx


Resumen

En el presente texto discutimos ¿a qué dominios, dispositivos y tecnologías están expuestas las mujeres embarazadas residentes en Guadalajara, Jalisco, dentro de los distintos espacios por los que transitan? Para dar respuesta a lo anterior partimos del supuesto de que el espacio es multidimensional y de que en éste ocurren disputas y luchas de fuerza entre distintos campos sociales. Conviene acotar que consideramos el cuerpo de la mujer embarazada como un espacio estratégico en el que se materializan prácticas, discursos y disputas que dan cuenta de dispositivos y tecnologías de cuidado de sí. El trabajo, aunque de carácter mayormente teórico, realiza aproximaciones netnográficas y analiza 40 notas de la revista Mi bebé y yo. México. Algunas de las conclusiones a las que llegamos dan cuenta de cómo el cuerpo embarazado resulta un espacio de disputa sociocultural, así como también un espacio de resistencias.

Palabras clave: Cuerpo; embarazo; espacio

Abstract

In the present text, we discuss which domains, devices and technologies the pregnant women living in Guadalajara (Jalisco State) are exposed to within the different spaces through which they transit? In order to cover the above points, we start from the assumption that space is multidimensional and that, in this regard, there are disputes and struggles between different social fields. It should be noted that we consider the pregnant woman’s body as a strategic space on which practices, discourses and disputes regarding self-care devices and other technologies are related to. The work, though mainly theoretical in nature, covers ethnographic approaches as well as analyzing 40 articles from the Mexican magazine Mi bebé y yo (My baby and I). Some of the conclusions we reach demonstrate the fact that the pregnant body is a space of sociocultural dispute, along with being a space of resistance.

Keywords: Body; pregnancy; space

Introducción

El proceso del embarazo es particularmente interesante ya que es un momento en el que ocurren cambios en la subjetividad de las mujeres, un evento transitorio en el que éstas se ven sometidas a regulaciones y controles médicos, legales, sociales, y de la mercadotecnia. A partir de estas consideraciones surge la pregunta que guía la presente comunicación: ¿a qué dominios, regulaciones y tecnologías están expuestas las mujeres embarazadas residentes en Guadalajara, Jalisco, dentro de los distintos espacios por los que transitan?

La hipótesis de este trabajo se fundamenta en la idea de que el embarazo podría resituar a las mujeres al espacio privado a través de tecnologías de control del yo. También se asume que el embarazo podría posibilitar a la mujer, futura madre, posicionarse desde un lugar distinto ante los otros y otras en el espacio social. Para el abordaje del problema planteado partimos desde un enfoque cualitativo, de carácter etnográfico. Incorporamos observaciones netnográficas 1 realizadas en dos grupos tomados de la plataforma de Facebook y dirigidos a las mujeres en Guadalajara: “Embarazadas Guadalajara” y “Mamás Embarazadas”, en plazas comerciales de Guadalajara y un análisis a partir de la revisión de 40 notas publicadas durante el 2016 en la revista digital Mi bebé y yo. México.

A lo largo de nueve meses el cuerpo de la mujer embarazada estará sometido al escrutinio del saber médico -alópata o tradicional- y legal. Con respecto a este escrutinio legal conviene señalar que, en muchas sociedades occidentales, continúan los debates políticos, legales, morales y éticos en cuanto a las posibilidades de acción y decisión de las mujeres sobre su cuerpo.

Identificamos básicamente dos temas que han marcado las discusiones con relación a los embarazos: el debate sobre el aborto y los modelos de atención al embarazo. En México, por ejemplo, continúa vigente el debate acerca del aborto, ya que persisten los impedimentos legales para la realización de éste en la mayoría de los estados del país [Palomar 2007a; Lamas 1999]. Cabe señalar que en Jalisco, el aborto sólo es posible cuando el embarazo sea resultado de una violación, cuando corra peligro de muerte o cause un daño grave a la salud de la mujer embarazada (Código Penal para el Estado Libre y Soberano de Jalisco, 2 de noviembre de 1982 - vigente 2017-).

Otra de las discusiones actuales está relacionada con qué modelos de atención del embarazo/parto ofrecen menos riesgos para la salud y conllevan mayor bienestar para la mujer embarazada. Por un lado, está la atención que se ha denominado “humanizada”, y de la que se encargan parteras y doulas. Por otro lado, está el modelo médico. Este segundo tiene aceptación jurídica porque durante muchos años permitió que se redujera la mortalidad infantil, y aseguró el registro de nacimiento inmediato de infantes [Núñez-Fernández et al. 2015]. Sin embargo, en algunas ocasiones, durante la atención médica ocurre una violencia constante sobre el cuerpo de la mujer embarazada, que si bien se materializa en su máxima expresión durante el parto, a través de la violencia obstétrica, también está presente durante el embarazo [Castellanos 2015].

Además de lo anterior, está el tema de la protección al infante que impone prácticas de cuidado de la salud sobre los cuerpos de las mujeres gestantes. Estas protecciones se traducen en restricciones a las prácticas de las mujeres embarazadas prohibiéndoseles actividades como fumar, beber o medicarse [Imaz 2002 citada en Blázquez 2005].

En suma, es claro que el cuerpo de la mujer durante el embarazo está sujeto a contradicciones, expropiaciones y regulaciones sociales [Arjona 2006] que no están comprendidas en profundidad, y que no pueden ser determinadas de manera general o universal, puesto que el lugar y la época configuran particulares formas de significar y tratar el embarazo. Adicionalmente, el embarazo ofrece diversas posibilidades, controles e implica diversos espacios para las mujeres embarazadas. Por todo lo anterior consideramos que el espacio/cuerpo embarazado ofrece una rica posibilidad de análisis de lo social.

Cabe mencionar que el presente trabajo se estructuró de la siguiente manera: luego de esta introducción, en la sección 1 describimos algunas tradiciones así como condiciones urbanas, culturales, y de género en torno a la ciudad de Guadalajara. En la sección 2 elaboramos la discusión teórica en relación con las diversas formas de entender el espacio social. En la sección 3, establecimos los debates teóricos que sostienen que el cuerpo es un espacio central para observar y comprender las regulaciones y dominios que operan sobre algún tema. En la sección 4 presentamos hallazgos preliminares, y ponemos en diálogo la teoría y las observaciones empíricas. Finalmente, cerramos con algunas conclusiones.

1. Guadalajara: Un marco de contrastes y diversidades espaciales

1.1 La polarización de los espacios y la formación de las “Guadalajaras”

Guadalajara, es una ciudad de contrastes urbanos, económicos, educativos, profesionales, así como de diversidades, divergencias y polarizaciones socioterritoriales que finalmente generan distinciones, jerarquizaciones y separaciones entre los sujetos y sus condiciones de vida.

En cuanto a los contrastes urbanos los trabajos de Cabrales y Chong [2007] y de Lara y Mateos [2015] muestran que Guadalajara dista de ser una ciudad uniforme e igualitaria. Por el contrario, en Guadalajara ha habido un crecimiento fragmentado socio-espacial, disperso y desigual. Esto ha generado pobreza y segregación urbana.

Particularmente, en el trabajo de Lara y Mateos [2015] se ponen en evidencia los problemas de vivienda en Guadalajara, debido al deseo voraz del mercado inmobiliario de usar el territorio de forma poco planificada, con modelos de expansión dispersos y desordenados. En tanto que el trabajo de Cabrales y Chong [2007] analiza, desde una descripción histórica, la construcción territorial diferencial de las colonias Artesanos y Americana. La primera pensada para las clases populares, con una alta densidad poblacional y, la segunda, cuidadosamente diseñada para las clases medias altas, privilegiando la oferta de extensos territorios que permitieran que cada dueño tuviera amplios chalets. Un caso paradigmático lo conforma la Colonia Obrera, ubicada justo en los límites entre el oriente y poniente de la ciudad. De acuerdo con Alvizo [2013], la colonia Obrera fue un proyecto estatal en la década de 1920 que buscaba irrumpir en el modelo de segregación que se había proyectado en la ciudad de Guadalajara. Finalmente, señala la autora, el proyecto fracasó, pues no logró difuminar la frontera, ni geográfica, ni de clase, con la que Guadalajara marcaría su urbanización.

Por su parte, Arias [2011], a través del estudio de caso de San Gaspar, evidencia la existencia de áreas en la zona metropolitana de Guadalajara en las que prevalecen patrones mínimos de convivencia e interacción entre los vecinos. Sin duda, los trabajos de estos autores dan cuenta de cómo en una misma ciudad operan diferencias tan grandes entre poblaciones. Estas diferencias son perceptibles en la configuración territorial de la misma ciudad, sin embargo, hacen evidentes las diferencias de, por ejemplo, clase social, capital cultural y establecen jerarquías entre centro y periferia.

En suma, al hablar de Guadalajara tendríamos que hablar de varias “Guadalajaras”, ya que la ciudad alberga condiciones socio-territoriales diversas. Estos contextos socio-territoriales que configuran a la ciudad de Guadalajara son heterogéneos y fragmentarios y claramente acarrean particulares disposiciones culturales.

En Guadalajara, hay condiciones culturales, históricas y/o emergentes en la globalización, que posibilitan que la ciudad se pueda catalogar como una de las denominadas ciudades híbridas, ya que conjuga neoliberalismo, modernidad y tradicionalismo, por nombrar sólo algunos patrones [García-Canclini 1997], en donde coexisten modelos de familia, económicos, religiosos y culturales diversos y, en ocasiones, hasta contradictorios.

Guadalajara, además, se caracteriza por su alta religiosidad católica y conservadurismo. De esta manera, De la Torre [1996] señala que Guadalajara tiene algunas de las Iglesias y festividades católicas más importantes a nivel nacional e internacional. A su vez, el papel de la Iglesia católica en las administraciones públicas y entre la población tapatía ha sido detallado por Cabrales y Chong [2007] en el caso de la colonia Artesanos, así como por Arias [2011] en las colonias de San Onofre y Santa Cecilia. Particularmente, en Santa Cecilia la Iglesia abrió los primeros colegios para niños y niñas de preescolar.

A pesar de la centralidad y protagonismo de la Iglesia católica, entre la década de los años cincuenta y ochenta en Guadalajara se dio un impulso globalizador que generó el crecimiento, modernización, industrialización y urbanización de la ciudad [Arias 2011]. Estas condiciones propiciaron que desde los años setenta se incorporaran patrones diversos a las prácticas culturales de la ciudad tales como los movimientos feministas, la lucha por los derechos de los animales, los movimientos ligados a las costumbres hippies, entre otros [De la Torre 1996]. Las condiciones de modernización e industrialización, también, generaron que desde mediados del siglo XX, Guadalajara tuviera grandes cantidades de inmigración, principalmente rural, que se instaló de manera permanente en la ciudad [Arias 2011], y que modificó y reorganizó los estilos de convivencia e interacción dentro de la ciudad, así como las prácticas y costumbres culturales de la urbe.

Como resultado de todo lo anterior, Guadalajara es una ciudad fraccionada, compleja, disímil, que presenta una segregación espacial, una polarización cultural y una fuerte división social [Walton 1978].

1.2 Guadalajara y sus mujeres: entre el espacio público y privado

Además, de todos los contrastes que presenta la ciudad de Guadalajara -tanto territoriales como culturales-, se encuentran las diferencias de género, que si bien no son exclusivas o únicas de la urbe, sí que están presentes en la misma. A lo largo de este apartado presentamos algunas de las modificaciones que han ocurrido en el espacio público y privado de las mujeres tapatías, y en sus referentes identitarios.

De acuerdo con Castañeda [2016] la construcción de identidad femenina se ha instituido históricamente a través de tres condiciones: 1) el ser para otros; 2) la maternidad y; 3) la división público/privado. En cuanto al ser para otros, Vega-Centeno [2006] sostiene que en el entramado social latinoamericano existe un imaginario de género desde el que se ha buscado establecer lugares, espacios y comportamientos diferenciados para hombres y mujeres, y que específicamente en el caso de las mujeres, cualidades como: la protección, abnegación, cuidado y servicio de otros están en la base de este imaginario.

Con respecto a la maternidad, González-Montes [1993] señala que ésta es un importante y arraigado modelo cultural cargado de normativas, rituales y significados que presenta ambigüedades, conflictos y contradicciones. La maternidad se liga entonces con signos de madurez, responsabilidad y racionalidad. De este modo, la maternidad se constituye en una posibilidad para reafirmar el valor identitario de la mujer y otorgarle cierto reconocimiento, prestigio y aceptación dentro de la sociedad [Saletti 2008]. Más aún, algunos autores [Serrano et al. 2000] han propuesto que a partir de la maternidad las mujeres han experimentado un cambio de vida que les ha llevado a la adquisición de nuevas responsabilidades, y que ha trastocado su lugar social; la madre se piensa socialmente como alguien importante e irremplazable [Oviedo y García 2011]. De esta manera, afirmaría Femenías [2000], que las mujeres se reconocen más como madres que como mujeres.

Si bien pareciera que “el ser mujer” se reafirma bajo la condición de ser dadora de vida y ser para los otros, el asunto se vuelve más complejo porque la identidad femenina no está situada solamente desde estos dos elementos, también tienen un importante papel: la división público/privado y por la noción de “ser mujer para sí misma”.

En México, a partir de 2013 a la fecha, ingresan más mujeres que hombres a la educación superior [Hernández y Contreras 2015], esto ha traído cambios en cuanto a los referentes identitarios de las mujeres, que ahora ya no están exclusivamente edificados desde el ser para otros, la maternidad o relegadas a lo que podría considerarse como el espacio privado.

También son evidentes transformaciones en cuanto al trabajo y el papel de la mujer. En este sentido Safa y Aceves señalan:

En la nueva situación la carga de trabajo para la población femenina se ha incrementado al asumir la administración y ejecución casi total de las tareas domésticas y al mismo tiempo tener que buscar recursos económicos para compartir la manutención cotidiana de la familia [2009: 14].

Ahora, más mujeres compaginan y coexisten bajo dos funciones que hasta hace unos pocos años parecían irreconciliables, nos referimos a las funciones: productiva y reproductiva. En el caso particular de Guadalajara, Jalisco, se han mostrado transiciones complejas y dispares; en algunos otros, la reproducción y el embarazo han resituado a las mujeres en el espacio privado, debido a que los espacios laborales mexicanos, sobre todo los de alta gerencia y dirección, generan fuertes penalizaciones (que se traducen en despidos, no contrataciones o disminuciones de jornadas), esto por considerarse que las mujeres pueden tener disminuciones de su rendimiento [Zabludovsky 2014]. Mientras que, en otros casos más, se ha optado por la postergación del embarazo y la maternidad con la intención de consolidar un proyecto laboral, sobre todo en sectores de clase alta y profesionales [Castañeda 2016].

En vista de lo descrito con anterioridad se hace evidente que en Guadalajara hay contradicciones y divergencias en cuanto al papel y adjudicación que hacen actualmente las mujeres del espacio tanto público como privado en Guadalajara, sobre todo por los cambios que suceden en relación con el trabajo, educación superior, globalización e individualización que se ponen en tensión específicamente durante los periodos de embarazo y maternidad.

2. El espacio social: ni material, ni público, ni privado

En esta sección describiremos los usos y debates teóricos que se han dado con relación al espacio. Para Mazurek [2012], el territorio está enlazado a los cambios provenientes de la globalización, que han acarreado la desaparición de las fronteras y han propiciado la aceleración de los flujos de información. De esa forma, Mazurek [2012] propone que el territorio es el resultado de dinámicas socio-espaciales y de vivencias colectivas e individuales.

Por su parte, Lefebvre [1974] señala que el espacio se produce socialmente. Para el autor, por un lado está la producción del espacio material, mediante productos tales como las cosas, los bienes, las mercancías. Por otro, estaría la producción del espacio que opera mediante obras, ideas, conocimientos, ideologías e incluso instituciones. Esta segunda noción de espacio podría dividirse en la representación del espacio que habla de rutinas diarias, conocimientos y el espacio vivido más ligado a las emociones que evoca el espacio, tales como significados y fantasías. A su vez, señala Lefebvre [1974] que emergen nuevas relaciones entre el cuerpo y la sociedad con el espacio, que hacen que haya nuevas formas que se combinan con las antiguas formas, para conocer, tratar y transformar el espacio. La obra de Lefebvre es interesante porque invita a considerar la relación cuerpo y espacio, socialmente producido.

En tanto, para Harvey [2006], el espacio puede dividirse en absoluto, relativo o relacional. El espacio absoluto se refiere a una dimensión material fija e inamovible, es un espacio que se presenta como una red preexistente de mediciones estandarizadas, abiertas al cálculo y describibles en planos de ciudades. El espacio relativo hace alusión a la relación de un objeto con otros objetos, depende de qué es lo que se está siendo y por quién. Este espacio también considera la relación espacio-tiempo. En el espacio relativo importan las relaciones y el punto de vista del observador. El espacio relacional se refiere a que no hay espacio ni tiempo fuera de los procesos, por lo que implicaría relaciones externas e internas. Sin duda, este último tipo de espacio ofrece amplias posibilidades de interpretación para la sociología y la antropología, ya que desde el espacio relacional se podría estudiar el asunto de las subjetividades políticas cambiantes, así como el tema de las identidades. Por ejemplo, el tema de la identidad femenina durante un proceso específico como lo es el embarazo. La propuesta de Harvey no exalta o excluye algún tipo de espacio, por el contrario, el autor propone interpretarlos y mantenerlos en una tensión dialéctica y ver constantemente la interacción entre ellos.

Hyden [1980, citada en Del Valle 1991] señala que el aporte a la comprensión social del espacio por parte de teóricos como Harvey y Lefebvre es valiosa, a la vez que les acusa de que, al menos hasta los años ochenta -año en que ella escribió la crítica-, estos autores no consideraban las distinciones por género y las desigualdades espaciales a las que se ha sometido a las mujeres.

Esta tarea la emprende Del Valle [1991], quien sugiere que la comprensión de la asignación y de la significación del espacio puede contribuir a la comprensión de la jerarquización sexual, la cual está relacionada con esencialismos biológicos como la capacidad reproductiva. Para Del Valle [1991], la construcción social del espacio urbano está más orientada a mantener a las mujeres en espacios simbólicos o materiales que concuerdan con roles familiares y de cuidado. Lo que hace evidente que hay una distribución desigual del espacio para hombres y mujeres.

El espacio se limita, se jerarquiza, se valora, se cambia. Las formas que se utilizan para ello tienen su incidencia en las actividades humanas. Es más, en muchos casos sirve para separar, jerarquizar, incluir, excluir y va unido a las formas de cómo una sociedad elabora y expresa su concepción del poder y en concreto, sus sistemas de género. En este contexto el estudio del espacio se presenta unido a las experiencias de las mujeres y los hombres y de los espacios relativos que ambos ocupan [Del Valle 1991: 226].

Para esta autora la diferenciación del espacio debiera ser más compleja que la clásica división público y privado, sobre todo considerando que ahora más mujeres trabajan o estudian, pero también desertan de los estudios, se quedan desempleadas, o bien, dejan el trabajo o el estudio porque se embarazan. Además, que con las revoluciones tecnológicas que trajo consigo la globalización las mujeres podrían no salir de casa y tener bastante presencia en otros espacios a partir del Internet, lo que ha propiciado que las mujeres se muevan entre espacios relacionales que son cambiantes, y que ya no pueden ser interpretados únicamente desde la dicotomía público/privado.

Del Valle [1991] sugiere que a la división público-privado debiera agregarse la noción de espacio exterior, ya que una mujer puede salir del espacio privado (o interior, para la autora) y no ocupar el espacio público. Para esta autora, el tránsito de las mujeres entre el espacio privado y público puede ser efímero, es decir, una mujer podría ocupar por períodos momentáneos o secundarios el espacio público, sin nunca sentirse segura o apropiarse realmente de éste. La autora también sostiene que una mujer podría insertarse en el espacio público, sin dejar del todo el espacio privado. A la vez que las mujeres pueden estar situadas en el espacio privado y nunca tenerlo apropiado del todo, puesto que podrían imperar regulaciones de espacios exteriores sobre el cuidado del cuerpo, la experiencia de la sexualidad, o persistir creencias de que la mujer debe adaptarse a las necesidades de otros; por ejemplo, del esposo o de los hijos

Para nuestro estudio, resulta importante el trabajo que ofrece Bourdieu acerca del espacio social, en primer lugar, porque dicho autor hace un análisis en torno a cómo mediante las prácticas, las divisiones interiores de la casa y la estructuración del espacio en los agentes, se desarrolla un dominio masculino bien asegurado y hasta naturalizado que se pone en operación mediante lo que él llama el habitus sexuado y sexuante [Bourdieu 2000]; y en segundo lugar, porque Bourdieu [1989] piensa el espacio social como un conjunto de posiciones distintas, multidimensionales, coexistentes, exteriores las unas respecto de las otras, donde ocurren relaciones de fuerza y luchas simbólicas entre campos sociales.

Estas luchas simbólicas se libran por medio de capitales (sociales, simbólicos, económicos, culturales) que dotan de principios de diferenciación, separación y jerarquización a los sujetos que son miembros de un campo social. Los agentes son definidos y distribuidos en función de sus posiciones relativas en el espacio social. En estas posiciones relativas dentro del espacio social entran en juego elementos de distinción, que producen esquemas de construcción y representación del mundo social, tales como el ser hombre o mujer o el poseer ciertos títulos. De manera equiparable consideramos que un título podría ser por ejemplo el de “la madre”, puesto que de acuerdo con Oviedo y García [2011] la categoría de la madre está inscrita dentro del imaginario social como un ser respetable, dotado de madurez, portador de prestigio y reconocimiento social.

En síntesis, para Bourdieu: “la experiencia del mundo social y del trabajo de construcción que requiere se opera en la práctica por debajo del nivel de la representación explícita y de la expresión verbal” [1989: 33], más bien “las categorías de percepción del mundo son esencialmente el producto de la incorporación de las estructuras objetivas del mundo” [Bourdieu 1989: 34]. Así, Bourdieu [2008] considera que el espacio de las posiciones sociales puede ser un espacio de tomas de posición por medio de los habitus. Además, este autor nos habla de un espacio social en el que la dimensión simbólica es fundamental. Justamente por eso es que este trabajo se enmarca con precisión en torno a la visión de espacio propuesta por este teórico.

3. El cuerpo como un espacio de disputa

A lo largo de las siguientes líneas describiremos grosso modo lo que afirman Foucault [2003] y Bourdieu [2008] acerca del cuerpo, con la finalidad de entender al cuerpo como ese espacio en el que se van a generar las formas en las que operan las regulaciones, dominios y tecnologías sobre la mujer embarazada. Si bien existen múltiples diferencias en los posicionamientos epistemológicos y las teorizaciones que cada uno de estos autores realiza acerca del cuerpo, también está presente en ambos un interés y una preocupación por pensar y teorizar el cuerpo como un lugar privilegiado para observar el poder y/o dominación que se ejerce sobre el sujeto, lo que hace útiles para nuestro trabajo las aportaciones de estos autores.

Bourdieu [2000] señala, que el cuerpo es fruto de las relaciones jerárquicas desiguales. El cuerpo, para este autor, no sería biológico, sino que se construye dentro del mundo social, el cual dota al cuerpo de principios sociales de división, mediante el lenguaje ordinario, la educación y los capitales (culturales, sociales y económicos). Así, el cuerpo se configura como depositario de categorías (hombre/mujer; gordo/flaco, etc.), como reproductor de realidades naturalizadas sexuadas, como un sustrato de la vida colectiva.

Estas categorías sociales modelan las formas de percepción, y apreciación subjetiva que se hacen cuerpo mediante el habitus. El peso del habitus no se puede aliviar por el esfuerzo de la voluntad, por una reflexión o por una conciencia liberadora. Los sujetos tienen inscritos en sus cuerpos conjuntos de disposiciones que toman la apariencia de naturalidad. Estas disposiciones gobiernan al sujeto mediante prácticas y esquemas simbólicos que generan grandes oposiciones como puro/impuro, alto/bajo, etcétera. El sujeto es fruto de las inscripciones del cuerpo que se forman tanto de las estructuras estructuradas, como por los elementos estructurantes del habitus y que determinan sus posiciones sociales dentro del espacio.

Por su parte, Foucault, en Vigilar y Castigar [2003], muestra que ha habido un cambio en las técnicas punitivas que imperaban sobre/hacia los sujetos dentro del régimen soberano. Este autor nos dice que aun las penas más suaves tienen efectos en el cuerpo. Asimismo, Díaz-Cruz [2012], quien dice adscribirse a la antropología del cuerpo, señala que el cuerpo está inscrito en posiciones, relaciones de poder y jerarquías socialmente construidas que instituyen una realidad sobre los sujetos.

Al parecer, en Foucault [2003], el cuerpo es parte de un campo político, donde se ejercen relaciones de poder/saber que lo marcan, cercan, someten y producen. De esta manera, en las prácticas disciplinarias, surgen técnicas y tácticas sobre el cuerpo que producen al sujeto. En estas prácticas disciplinarias se busca el control del cuerpo mediante programas, maniobras, ejercicios, actividades codificadas y esquemas anatomo-cronológicos del comportamiento. Foucault, muestra que el cuerpo es intermediario para sujetar al sujeto. El cuerpo así se ve prendido en un sistema de obligaciones, de disposiciones, de evaluaciones, disciplinas, saberes, exámenes, dominios, privaciones que forman parte de las tecnologías del cuerpo y le hacen trabajar, controlar sus tiempos y espacios, lo cual finalmente genera un sujeto sujetado.

Para Pujol y Amigot [2010], Foucault, en su trabajo Historia de la Sexualidad muestra que el cuerpo femenino es un espacio privilegiado y estratégico para poner en operación una nueva forma de poder/saber, el biopoder, con el que se busca producir y regular la vida, teniendo como blanco el cuerpo que se somete a los discursos médicos, los controles médicos familiares, y los diagnósticos psicológicos, que encaminan a que la mujer sea concebida como la responsable de ver por su salud, la de los infantes y en términos generales, de su familia. Para estas autoras, en el interior del biopoder -en su forma anatomopolítica o biopolítica- se crean deseos y placeres para las mujeres que producen discursos de verdad.

Pese a las particularidades y diferentes formas de concebir el cuerpo, en los trabajos de Bourdieu [2000] y Foucault [2003] quizá se podría decir que coinciden en que el cuerpo no es una realidad meramente biológica, sino que está atravesado por discursos, normas y prácticas que provienen de espacios sociales y que guardan relaciones de poder, jerarquía o dominación que producen ciertas formas, espacios y modos de ser y estar como sujeto.

Ahora bien, para Le Breton [2012], el cuerpo es el espacio que permite la agencia y soberanía sobre el mundo coercitivo. Para el autor, el cuerpo social está envuelto en una paradoja, se configura como objeto de múltiples intervenciones sociales que le dan sentido a la experiencia corporal, a la vez que es la única forma de separarse de la experiencia colectiva. Por tanto, el estudio del cuerpo, conlleva pensarlo como espacio de sujeción, y también, como espacio de subversión a las exigencias inmediatas del cuerpo [Foucault 2003; Díaz-Cruz 2012]. De igual forma que para Le Breton [2012] para múltiples autores más [Bourdieu 2007; Díaz-Cruz 2012; Martínez 2004] es en el cuerpo donde se puede buscar comprender las influencias sociales, estructurales y culturales que imperan sobre el sujeto.

4. Hallazgos y análisis netnográfico

De acuerdo con Mazurek [2012] y Del Valle [1991] los nuevos flujos de comunicación, la globalización y el alcance de las tecnologías han trastocado la forma de entender el espacio. En ese sentido, el espacio de Internet se ha hecho presente como sitio de recurrencia y observación de discursos y prácticas de mujeres embarazadas en Guadalajara.

Mediante los grupos de Facebook: “Embarazadas en Guadalajara” y “Mamás Embarazadas”, se pudo observar que las embarazadas comparten memes, fotos de embarazos e imágenes con frases donde se habla acerca de lo deseable y hermoso de la experiencia de ser madre, reafirmándose así el valor social que ocupa la figura de la madre en el imaginario de la gente, tal como afirma Oviedo y García [2011] (Véase captura de pantalla 1).

Captura de pantalla 1:  Lo deseable de ser mamá 

Además, dentro del grupo de mujeres embarazadas, se generan debates acerca del tipo de parto que puede resultar ser el mejor y qué mujeres son más valientes. Se habla de que las madres que tienen que ser intervenidas por medio de cesáreas se convierten en heroínas por sufrir ciertos dolores (véase la captura de pantalla 2). Entre los comentarios vertidos en este post se pueden hallar opiniones según las cuales las mujeres que tienen un parto natural no guardan cicatrices que les puedan recordar todo lo que han dado por sus hijos, a lo que otras responden invalidando esa opinión, pues afirman que existe sufrimiento y que “son más valientes las mujeres que han vivido partos naturales”. Como se puede ver, en el espacio virtual se libran batallas por definir quiénes serán los agentes que gozarán de mayor prestigio y aceptación dentro del campo social de “las madres”, tal como lo afirma Bourdieu [1989; 2008]. Estas batallas, a su vez, dan cuenta de las fragmentaciones y divergencias que están operando en Guadalajara, tal como lo afirman autores como Walton [1978] o Arias [2011].

Captura de pantalla 2:  Dar a luz por Cesárea 

Adicionalmente, entre los comentarios identificamos que ante preguntas de otras miembros del grupo las usuarias sugerían revisar notas provenientes de la revista Mi bebé y yo. México, por lo que decidimos analizar algunos de los artículos publicados en la misma. Hicimos la revisión de 40 notas publicadas entre 2016 y 2017. Los contenidos de la misma han sido clasificados en dos categorías: 1) Embarazo y biopolítica y 2) El mercado en la producción del cuerpo embarazado. A continuación, describimos cada una con mayor detalle.

1) Embarazo y biopolítica

De las 40 notas revisadas en la revista Mi bebé y yo. México, quince estuvieron destinadas a la salud. Los tópicos que se abordan en esta categoría son:

  • a) La importancia de asistir a citas médicas, nutriológicas y exámenes de rutina para descartar problemas de salud, y complicaciones durante el embarazo y el parto.

  • b) Las contracciones: sus causas, funciones y cómo la mujer embarazada podría prevenirlas o aminorarlas a partir de la alimentación, ejercicios y cuidados.

  • c) Los riesgos y efectos de fumar durante el embarazo.

  • d) Los peligros o problemáticas que están relacionadas con los embarazos de mujeres “añosas”, sobre los 40 años. Se habla de la posible presencia de subidas de tensión, diabetes, enfermedades cromosómicas, etcétera.

  • e) Otras condicionantes que se ligan al embarazo de alto riesgo, tales como la hipertensión, factores genéticos y la alimentación.

  • f) Los problemas de salud que se pueden presentar durante el embarazo y cómo solucionarlos: problemas de circulación durante el embarazo, problemas de orina, diabetes.

A su vez, siete notas publicadas en esta revista están relacionadas con la alimentación; ahí se afrontan temáticas como:

  • a) La importancia de mantener una alimentación sana y equilibrada, para el correcto desarrollo del infante.

  • b) Lo relevante en cuanto a que la mujer se vigile a sí misma e identifique si algún producto podría producirle alergia y así evitar su consumo.

  • c) La importancia de equilibrar la ingesta de nutrientes, vitaminas y ácido fólico para evitar malformaciones o enfermedades en el infante.

  • d) La importancia de una alimentación adecuada para evitar problemas de anemia que pudieran afectar el correcto desarrollo del nonato y generar cansancio, desgaste y desánimo en la mujer embarazada.

  • e) Recomendaciones sobre qué alimentos consumir meses antes de un embarazo, según el sexo deseado del infante.

Pareciera que, como lo proponía Foucault, las nuevas formas de control de los sujetos operan a través de los discursos de saber/poder que se materializan mediante el biopoder. Para ello, revistas como Mi bebé y yo. México, apropian, reproducen y socializan discursos desde los que se dota a las mujeres de la responsabilidad de la autovigilancia sobre su salud, sus controles médicos, sus estados físicos, y sus tipos de alimentación en miras a proteger la salud y el bienestar del infante. Para ello, se recurre a la validación de las disciplinas médicas y nutriológicas que se instauran como las portadoras de saberes validados y aceptados sobre el tema [Arjona 2006]. Tal como lo dicen Pujol y Amigot [2010], el foco principal es el cuerpo de la mujer, el cual debe ser sometido a disciplinamiento, autocensura o autovigilancia.

2) El mercado en la producción del cuerpo embarazado

En la misma revista encontramos nueve notas relacionadas con la belleza. El tópico central de estas notas fue el referente a la aparición de estrías en el cuerpo de una mujer embarazada. Hubo específicamente seis artículos donde se aborda el tema de las estrías, y entre otras cosas, se otorgan consejos sobre cómo prevenirlas, evitarlas, o bien, acerca de cómo erradicarlas. Algunas de esas notas proponen la compra de ciertos productos, mientras que otras más, usan el argumento de que los “especialistas” han señalado que la mejor opción para quitarlas es algún tipo de remedio casero o el consumo de ciertos alimentos.

Otro par de notas consultadas, habla acerca de lo indeseable que es ganar peso durante el embarazo, los riesgos que esto comporta para la salud e imagen de la mujer embarazada, así como lo difícil que es bajar de peso luego del embarazo. En términos generales en estas notas se ofrecen consejos de cómo equilibrar el peso, entre ellos, no comer en exceso, cocinar comida baja en grasas y evitar la comida “chatarra”. Asumir que se debe comer por dos, etcétera. Finalmente, una nota estuvo dedicada a la belleza que conlleva lo que en la revista se define como “un período único de la vida de las mujeres”: el embarazo. Para prolongar esa belleza, se recomienda en la nota capturar esos momentos mediante la producción de fotografías artísticas en espacios memorables y hermosos.

Además, en la revista Mi bebé y yo. México, se pueden identificar artículos que podrían clasificarse como propios de la mercantilización del embarazo. Tres de estos artículos hablan acerca de lo recomendable que es hacer yoga, psicoprofilácticos, natación y ejercicios durante el embarazo, y sugieren centros o lugares que ofrecen servicios para las mujeres en Guadalajara. Hay seis artículos dedicados a la moda para las mujeres embarazadas, en éstos se habla acerca de lo preferible que es no usar tacones durante esta etapa para evitar dolores pélvicos, esguinces o accidentes en general. También se debate sobre si es más deseable la ropa entallada u holgada, resolviendo que la segunda es mejor opción para evitar problemas de inflamación y circulación de sangre en el bebé. Asimismo, se muestra moda en trajes de baño, playeras y pantalones para mujeres embarazadas.

Estas notas en conjunto dan cuenta de cómo el cuerpo es un espacio en el que se ven materializadas las regulaciones, tecnologías y dominios a los que está sujeta la mujer durante el embarazo, tal como afirman Bourdieu [2000] y Foucault [2003]. La tarea de las mujeres embarazadas consiste en autovigilarse y cuidar de sí misma para lograr ser madre y a la vez mantener un cuerpo calificado como bello que no tenga malformaciones ni cicatrices, como lo afirma Arjona [2006]. Las mujeres tienen que recurrir al mercado, a las autorregulaciones y confiar en los discursos de “los especialistas” que son sujetos que detentan el poder/saber para prevenir la aparición de estrías, evitar el aumento desmedido de peso, estar a la moda sin poner en riesgo su salud y sin salir de los estándares de belleza.

Estas regulaciones sobre el cuidado del cuerpo, muestran que hay espacios exteriores -no precisamente públicos, como serían el trabajo o la escuela- desde los que se está incidiendo en el cuidado del cuerpo. Estos espacios exteriores son los espacios virtuales y escritos que están instando a las mujeres a regresar a los roles familiares, tales como cocinar, de acuerdo con las afirmaciones de Del Valle [1991].

Conclusiones

Estas múltiples observaciones, nos permiten dar cuenta de que, como afirma Bourdieu [1989; 2008] los agentes sociales se distribuyen de acuerdo con sus posiciones relativas y cambiantes en el espacio social, y al presentarse títulos que contienen una carga simbólica como el de “la madre” generan que estos agentes se distingan del resto, a la vez que se les asignan espacios sociales y simbólicos distintos.

Por otro lado, los trabajos de Lara y Mateos [2015], Cabrales y Chong [2007] y el de Arias [2011] nos hacen pensar a la ciudad como heterogénea, fragmentada y desigual, y por tanto una tarea pendiente será buscar recuperar la experiencia de mujeres que estén ubicadas en distintas partes de Guadalajara, cuidando incorporar las voces de las mujeres que se hallan en la periferia de la ciudad, en el centro, en las islas de modernidad o en los cotos de clases más altas. Una hipótesis naciente a partir de este trabajo es que quizá en cada una de estas distintas zonas se vivan complejidades, tensiones o experiencias varias del embarazo, debido a las dificultades de accesibilidad y movilidad del lugar de residencia, la distancia en relación con los servicios de salud, comercio o trabajo.

Un ejemplo de estas distinciones lo podemos observar en los centros comerciales de Guadalajara como La Gran Plaza o Andares. Tanto en una como en otra se puede observar que hay sitios de estacionamientos reservados para embarazadas. Estos sitios en ambos lugares se caracterizan por estar en planta baja, cerca de las puertas de acceso y por estar diferenciados con color amarillo. Sin embargo, en la plaza Andares, hay letreros que indican: “Exclusivo embarazadas o papás con bebés”, mientras que en los estacionamientos de la “Gran Plaza”, los letreros únicamente privilegian a las embarazadas. Ante esta diferencia queda la interrogante, ¿por qué en un sitio no se incluyen a los padres (varones), y en otro sí? Una primera hipótesis a corroborar en futuros trabajos sería la de conocer si operan capitales simbólicos, económicos o materiales entre estos dos sitios que generan la distinción en la manera de situar y atribuir espacios a los sujetos. Ahora bien, tal como lo afirma Lara y Mateos [2015], Guadalajara es una urbe en donde coexisten patrones de composición y organización dispersos y diferenciables. Así que será una tarea futura para seguir indagando y entender a qué se debe que en algunos espacios de la ciudad tildados como de clase alta se incorpore a los papás con bebés y en otros se les excluya.

Este trabajo además da cuenta de la necesidad de seguir tensionando la clásica distinción entre espacio público y privado tan predominante en los trabajos feministas, y pensar en que, así como sugiere Del Valle [1991], haya otros espacios -tales como el exterior- que tienen injerencia en la forma en que las mujeres configuran su subjetividad o que estén generando regulaciones o discursos significativos para comprender la experiencia del embarazo.

Finalmente, al inicio de este trabajo mencionamos que una de nuestras hipótesis era que el embarazo podría resituar a las mujeres al espacio privado a través de tecnologías de control del yo. Si bien, en las notas publicadas en la revista Mi bebé y yo. México, pudimos constatar que los discursos que se despliegan hacia las mujeres embarazadas instan hacia el cuidado de sí, a su cuerpo e imagen, también pudimos ver en la netnografía que las mujeres embarazadas son sujetos expuestos, actores reflexivos, que libran batallas y defienden posturas en esos espacios exteriores, así que también podrían constituirse en espacios de resistencia.

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1La netnografía, según Kozinets [2010] es un recurso útil para observar y analizar comunidades virtuales o comunidades cuya interacción está medida por la computadora. La netnografía, de igual modo que la etnografía, realiza observación, registro y descripción densa y análisis de la información.

Recibido: 01 de Febrero de 2018; Aprobado: 20 de Noviembre de 2018

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