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Revista mexicana de investigación educativa

versión impresa ISSN 1405-6666

RMIE vol.20 no.64 Ciudad de México ene./mar. 2015

 

Investigación

 

Un mundo imaginario. Rastros autobiográficos en la escritura de Kaurin

 

An Imaginary World: Autobiographical Traces in the Writing of Kaurin

 

Ana Chrystina Mignot* y Alexandra Lima da Silva**

 

* Profesora asociada del Programa de Posgrado en Educación de la Universidad del Estado de Río de Janeiro. Rua São Francisco Xavier núm. 540, Bloco F, sala 12037, CP 20550-900, Maracanã, Río de Janeiro, Brasil. CE: acmignot@terra.com.br

** Profesora del Departamento de Historia y del Programa de Posgrado en Historia de la Universidad Federal de Mato Grosso. CE: alexandralima1075@gmail.com

 

Artículo recibido: 5 de febrero de 2014
Dictaminado: 26 de marzo de 2014
Segunda versión: 28 de julio de 2014
Aceptado: 7 de agosto de 2014

 

Resumen

Este artículo se centra en la interpretación de los rastros autobiográficos en Kaurin, pequeños libros escritos por Edgar Sussekind de Mendonça en su infancia. Aunque no se trata de una obra propiamente autobiográfica –como las cartas, diarios y agendas– su autor se revela en ella, al crear un mundo ficticio. La investigación se ocupa tanto de la forma como del contenido, buscando interpretar las huellas familiares y, sobre todo, las escolares, y las relacionadas con las prácticas de lectura; lo anterior lleva a dialogar con la historiografía de la educación, del libro y la lectura, y la de la cultura escrita, particularmente sobre los escritos infantiles, a sabiendas que los mismos no se restringen a las redacciones escolares. El análisis de estos textos permite entender los relatos como un refugio, en donde crear un mundo imaginario podría ser una forma de enfrentar los obstáculos de la vida, es decir, un mundo no desvinculado del "real", con retoques y dosis de humor, creatividad y cierta erudición.

Palabras clave: autobiografía, escritura, infancia, familia, lectura, Brasil.

 

Abstract

This article is centered on the interpretation of autobiographical traces in Kaurin, short books written by Edgar Sussekind de Mendonca in his childhood. Although the work is not entirely autobiographical —with the inclusion of letters, diaries, and calendars— the author reveals information about himself by creating a fictitious world. The research focuses on form as well as content, in an attempt to interpret the signs of family and school, as well as his reading; thus a dialogue is started with the historiography of education, books, and reading, as well as a historiography of written culture, particularly with regard to children's writing that is not restricted to schoolwork. The analysis of these texts permits an understanding of writing as a refuge, where creating an imaginary world could be a form of facing life's obstacles; in other words, a world not separate from the "real" world, and with touches of humor, creativity, and wisdom.

Keyword: autobiography, writing, childhood, family, reading, Brazil.

 

Introducción

En hojas de papel blancas, dobladas en formato de libros, un niño escribió pequeñas historias donde, dentro de los límites de la casa, proyecta mundos imaginarios: Micatava: una "combinación racional de dos partes, compuestas por Mica y Tava. Mica representaba el dominio de mi hermano; Tava, el mío. En su dominio, una nación centralizaba el continente – Kaurin; en el mío, el continente también giraba en torno de un país – Lamatake" (Mendonça, 1953:78). Así se expresa, años después, el hermano del autor. Estos pequeños libritos, producidos a inicios del siglo XX y cuidadosamente preservados en un archivo familiar como uno de los principales refugios de la narrativa infantil, constituyen una invitación para los historiadores de la educación, al aguzar la curiosidad de adentrarse en un universo no adulto, a través de la elección de la versión infantil de los sueños y las vivencias.

La primera ocasión en que los documentos raros se dieron a conocer fue en la exposición Memoria de la escritura cotidiana,1 cuando se percibió que se trataba de textos que habían conseguido escapar del destino de las "escrituras ordinarias"2 –condenadas a la destrucción, al abandono y al olvido–, lo que permitió a quienes los conservaban un reencuentro con su propia historia. Los vestigios del tiempo subsistían en sus páginas amarillentas. Por esos documentos, a través de lápices o lapiceras, pasaron experiencias, aprendizajes, descubrimientos, secretos. Desde entonces, prevalecía la curiosidad para interpretar lo que habría llevado a un niño a escribir, en el espacio doméstico, pequeños libros de historia de un país imaginado, ilustrados con mínimos detalles. La curiosidad era aún mayor por tratarse de escritos infantiles producidos por un intelectual de la educación brasileña, con el que ya nos habíamos encontrado al transitar el movimiento brasileño de renovación educativa, a inicios del siglo pasado. ¿Qué podían contar tales escritos de la infancia del escritor?, ¿eran textos libres?, ¿dónde hallaba su inspiración el pequeño escritor? Para responder esos interrogantes, fue necesario recurrir a testimonios de índole (auto)biográfica, libros y lecturas infantiles.

Tales documentos raros que escaparon del descarte de su propio autor y sus herederos –que por lo general desconocen la importancia que los escritos infantiles poseen para el estudio de tiempos pretéritos– llevan en sus páginas descripciones e ilustraciones de hechos históricos, datos geográficos y símbolos nacionales –descubrimiento, población, colonización, capitanías, donatarios, guerras, independencia, revoluciones, proclamación de la república, así como límites, superficie, población, escuadras, mares, ríos, lagos, golfos y sierras, calles, ferrovías, fachadas de palacios de gobierno, academias, cuartel, himno y banderas– del país imaginado. Sin embargo, estos documentos, una vez hallados y manoseados por historiadores, no siempre merecieron la misma atención que otros: cartas, testamentos, relatos de viajes o fotografías. Tal como lo advierte Dominique Julia:

[...] Los documentos se encuentran si existe la voluntad de buscarlos. Estoy convencido de que los historiadores todavía no han prestado una atención suficiente a la escritura infantil porque pensaban, sin duda, que se trataba de un material desprovisto de dignidad. ¿Por qué no esforzarse hoy en demostrarles, con las pruebas en la mano, lo contrario? (Julia, 1992:34).

Edgar Sussekind de Mendonça, autor de Kaurin, participó activamente en las reformas de la enseñanza en las décadas de 1920 y 1930, en Río de Janeiro; destacó en el debate educativo brasileño en defensa de la escuela pública, gratuita y laica; fue fundador de la Asociación Brasileña de Educación (1924) y signatario del Manifiesto de los Pioneros de la Nueva Educación (1932);3 fue preso político (1935 y 1936);4 escribió libros sobre enseñanza de dibujo, ciencias, y enseñanza profesional, y tradujo varias obras.5

La escritura de Kaurin fue rememorada en un discurso que Carlos Sussekind de Mendonça pronunció en 1953, en homenaje a su hermano Edgar que ingresaba en la Academia Carioca de Letras. Se refirió a los tiempos de la infancia, destacando que hacía parte de los juegos, entre unos dos mil soldaditos de plomo, a los que les daba "[...] la vida que no tenían. Al final, eran seres pensantes como cualquiera de nosotros. Y formaban familias, naciones, continentes y mundo" (Mendonça 1953:78). En la misma época, escribieron dos periódicos que circulaban dentro de los estrechos límites de la casa y cultivaban una eterna rivalidad: La República y El Imperio, que traducían en sus propios títulos el contexto político de su idealización. El autor también afirmó, en relación con la infancia y los juegos:

Así vivimos lo mejor de nuestra infancia.
Todo aquel mundo imaginario nos preservó por mucho tiempo de las tristezas
y decepciones del otro, el real.
Engañándolo, nos engañábamos.

Y de esa forma le dimos al menos una apariencia verdadera a un gran sueño, cuando no un testimonio de nuestras posibilidades, que nos llenó, dignificando esa primera fase de la vida, generalmente incolora e inexpresiva..." (Mendonça 1953:79).

A pesar de que Kaurin no es un escrito propiamente autobiográfico –como las cartas, diarios y agendas–, entendemos que en él se revela el autor, en la medida en que crea un mundo ficticio. Así, investigamos tanto la forma como el contenido, buscando interpretar las marcas familiares y, sobre todo, las huellas de escolaridad y de prácticas de lectura, tanto en la disposición gráfica como en los temas tratados, lo que remite a los libros didácticos de historia brasileña adoptados en Río de Janeiro a inicios del periodo republicano. Esto también lleva a dialogar con la historiografía de la educación, la del libro y la lectura, y la de la cultura escrita, particularmente en lo que hace a la escritura infantil, entendiéndose que la misma no se limita a las redacciones escolares.

 

En las portadas y contraportadas, huellas familiares

Las portadas y contraportadas de Kaurin I y Kaurin III permiten que aun el lector más desatento no ignore los cuidados del pequeño escritor al construir el espacio gráfico, tanto en los títulos y subtítulos, como en los márgenes y pautas, haciendo que estos libros manuscritos, escritos con pluma, se asemejaran mucho a los impresos que circulaban en casa y en la escuela (Julia, 1992) (figura 1).

Además del título de la obra, las portadas presentaban anotaciones en lápiz que indicaban el año de "publicación", es decir 1906 y 1907, cuando el autor, nacido en 1896, tenía 10 y 11 años. A su vez, la portada del Atlas de Geografía de los Estados Unidos de Kaurin llevaba anotados los años 1911 y 1912. En ese periodo, el autor ya había estudiado en algunas escuelas, como recuerda su hermano:

Comenzamos a frecuentar juntos el Colegio Americano-Fluminense, que funcionaba frente a nuestra casa [...] Eso en 1904.

Permanecimos en él hasta fines de 1905, cuando ya se había mudado a la playa de Botafogo.

A inicios de 1906, lo dejamos para estudiar en casa con Doña Bela Robinson Andrews, la fundadora del Colegio Andrews [...].

Ya estábamos a mediados de 1906 cuando nos inscribimos en el Colegio Alfredo Gomes. De allí salimos recién a fines de 1909, cuando falleció nuestro padre [...]

En 1910, la situación económica a la que nos vimos reducidos [...] nos obligó a dejar el Colegio Alfredo Gomes. No porque su digno director no nos hubiese ofrecido cursar gratuitamente, sino porque precisábamos más –enseñanza y sustento– y eso solo lo conseguiríamos como pupilos.

Ingresamos, siempre juntos, yo a 1er año y mi hermano a 3º, al Colegio Pedro II, que era entonces el Internado Nacional Bernardo de Vasconcelos, en el campo de San Cristóbal, donde aún se encuentra [...]

Sin embargo, en 1911, la Reforma de Rivadavia llegó para revolucionar nuestra vida.

No debido a grandes innovaciones de la enseñanza, sino porque suprimía de los internados las clases más altas, para evitar la permanencia de grandulones entre los menores de los primeros años [...]

Eso le valió a mi hermano la pérdida del bachillerato en ciencias y letras, porque no permaneció como alumno externo y fue transferido compulsivamente por ley, debiendo en consecuencia prepararse en casa, de forma autodidacta, hasta 1914, cuando ingresó al curso superior (Mendonça, 1953:80-83).6

Los pequeños libros manuscritos y profusamente ilustrados sugieren, más allá de las huellas escolares, que la incorporación de tales elementos tipográficos se debe al lugar social que ocupaba la familia del autor de Kaurin. Hijo de Anita Sussekind de Mendonça y Lúcio de Mendonça,7 Edgar convivía en el ambiente doméstico con una madre que era artista plástica y un padre escritor, fundador de la Academia Brasileña de Letras. "Así, tras la muerte de nuestro padre, vivía dividido entre la cultura artística, la pintura y la música maternas" (Mendonça, 1953:85) y "el recuerdo, muy vívido, de los amigos, de los grandes amigos que vivían en nuestra casa en sus últimos tiempos de vida" (p. 86).

Lo anterior llevó a Edgar Sussekind de Mendonça a referir, en una conferencia a los 18 años, ese ambiente doméstico poblado de hombres de letras y grandes escritores brasileños; como lo registró su hermano, citando las palabras pronunciadas:

'Vi pasar a mi lado, de niño –decenas– un torbellino de hombres admirables'. No todos quedaron grabados con la misma nitidez, en su memoria de niño. Y por otro lado, 'sobrepujando cualquier otra imagen' se imponía, dominadora, la del padre, que de él se despedía. Algunos, de a poco, quedaron sin embargo felicísimos en los escasos trazos anotados. Fue el caso de Raimundo Correia,8 a veces irritado, hablando mucho, cambiando constantemente de lugar, fumando siempre, con gestos rápidos, todo envuelto en sándalo', a veces 'acariciador, evocando ingenuamente las creencias puras de la religión cristiana, como para paliar con una caricia dulcísima de amigo la extinción agitada de mi padre'. Del mismo modo, Machado de Assis,9 'cuya afabilidad, mansedumbre y modestia de apariencias respondían tan lindamente a los homenajes que recibía como Maestro'. Y también Euclides da Cunha,10 de una grandeza inabarcable, aunque apreciable según la atención maravillada de aquellos que lo escuchaban 'pronunciar frases soberbias con una impresionante naturalidad'. Y finalmente Valentim Magalhães,11 'constantemente visto parcamente, expansivo, hablando sin impedimentos con toques de rutilantes carcajadas, impresionado e impresionante, cediendo a la alegría y la vida abundante' (Mendonça, 1953:86-87).

Las portadas informan, asimismo, que los libros fueron escritos en Río de Janeiro y en Teresópolis, y que serían comercializados, imaginariamente, en la Librería Sussekind de Mendonça, lo que sugiere cierta intimidad con la producción editorial, cultivada en el ambiente doméstico, donde circulaban numerosos libros además de muchos escritores, como se señala en la observación de Carlos Sussekind de Mendonça cuando relata las actividades de su hermano al salir del internado. Además de organizar el archivo paterno, donado a la Academia Brasileña de Letras, se dedicaba a la pequeña biblioteca que había sobrado de la donación que "había alcanzado los libros de Derecho dentro de cajas mal guardadas en un sótano" (Mendonça, 1953:85).

En la contraportada del tercer volumen (figura 2) aparecen los títulos de los libros que integraban la colección de la Editora Mendonça: Kaurin (tres volúmenes), Vistas de Lamatake, Banderas de Miccattava, Miccattava, y Geografía de Miccattava bajo impresión. Curiosamente, al autor se le atribuyen algunos seudónimos: V. J. da Costa, A. G. Monteiro y C. Bernardetti, y en los propios ejemplares, bajo los nombres, se lee: de la Academia Kauriana, de la Academia de Artes, de la Academia de Ciencias – Instituto Kauriano, imitando así los libros didácticos escritos en ese periodo, que en sus portadas indicaban la procedencia de los autores, pertenecientes a instituciones de prestigio en aquella época, incluyendo la Academia Brasileña de Letras, la Escuela Normal, el Colegio Pedro ii y el Instituto Histórico y Geográfico.

En uno de los libros de la colección se lee que fue "publicado" en 1911 y 1912, fecha que coincide con la salida de Edgar Sussekind de Mendonça del Internado Nacional Bernardo de Vasconcelos,12 donde fue alumno de Escragnolle Dória,13 quien lo clasificó como "inteligente y bueno".14 Gracias a la convivencia en el ambiente doméstico con escritores amigos de su padre, Kaurin no pasó desapercibido y fue objeto de elogios de Sylvio Romero,15 "que conoció un día, en Teresópolis, los cuadernillos donde Edgar escribiera pacientemente, en dos volúmenes, nuestra geografía y nuestra historia" (Mendonça, 1953:79). La alusión al comentario de Sylvio Romero no esconde un dejo de vanidad sobre "la obra". Él era a partir de fines del siglo XIX, junto con Olavo Bilac y Coelho Netto, entre otros, uno de los intelectuales brasileños de renombre que habían comenzado a producir libros de carácter cívico para el público infantil, asociando la producción de la literatura cívico-pedagógica a la construcción de un ideal de infancia brasileña (Hansen, 2007).

Las informaciones en las portadas y contraportadas ciertamente conducen a pensar que la "escritura infantil se ve siempre, de un modo más fuerte o más tenue, sometida a normas, al control adulto, ya sea de padres o profesores, control que puede presentarse como incentivo o corrección" (Mignot, 2013). Por cierto, Egle Becchi (1993:97) considera que las escrituras infantiles realizadas en el espacio doméstico son más libres que las escolares –donde se estimulan apenas algunos modos de escritura previamente solicitados– pero señala que por más libre que sea tal redacción, siempre conlleva las marcas, invisibles incluso, del adulto que demanda, incentiva, aplaude y ofrece modelos.

 

Huellas de escolaridad en escrituras infantiles

Escritos en el ambiente doméstico, estos pequeños libros no huyen de la lógica escolar. Traducen la vida del autor, que vivió su infancia en un momento de ampliación de la escolarización en la ciudad de Río de Janeiro, a partir de fines del siglo XIX, con una serie de diferencias específicas en relación con el resto del país y una creciente expansión de la red de enseñanza que reducía gradualmente el analfabetismo. Junto con este crecimiento de la enseñanza pública y privada en la ciudad, se producían inversiones diversas en la publicación de libros para diferentes públicos, con especial atención en los niños y las clases primarias. Las obras escritas para la infancia evidenciaban innúmeras especificaciones, como formato y tamaño reducidos, metodologías, imágenes, lenguaje más simple. Esos libros podían ser utilizados tanto por el profesor en clase o como auxiliares paras las "lecciones de casa", sirviendo de apoyo o incluso de iniciación de muchos niños a la lectura y cultura letrada. En fin, sus usos no se limitaban a la escuela. Invadían el ambiente doméstico y familiar, con el autodidactismo propio de aquella época.

La estructuración de Kaurin replica en sus capítulos, de cierta forma, los contenidos tratados en los libros didácticos, cuando aborda el descubrimiento, los indios, la colonización, las capitanías hereditarias, los conflictos y la fundación de las capitales, así como una breve nota sobre los kaurianos ilustres. Aun mezclados con fantasías, batallas y guerras imaginarias entre naciones y pueblos que existían apenas en el mundo ficticio, sus temas e ilustraciones traducen, además de cierta familiaridad con los libros, una particular apropiación de aquellos de tipo didáctico adoptados en la ciudad de Río de Janeiro a inicios del siglo XX; entre ellos se destacaban algunos orientados hacia las clases primarias, escritos entre fines del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX, con perspectiva cívico-pedagógica, destinados a la enseñanza de historia brasileña: Lições de História do Brasil para uso das classes primárias, Joaquim Manuel de Macedo (1877); Lições de História do Brasil para uso das classes primárias, de Luís Queiroz de Matoso Maia (1905); Conheçamos Nossa pátria, Joaquim José de Meneses Vieira (1892); Através do Brasil, de Manuel Bonfim e Olavo Bilac (1910); A história do Brasil ensinada pela biografia de seus heróis, de Sylvio Romero (1890); Homens e fatos da história pátria, estudos biográficos segundo a ordem estabelecida no programa das escolas primárias, de José Maria Velho da Silva (1895); Resumo da História do Brasil para uso das escolas primárias, de Maria Guilhermina Loureiro de Andrade (1894).

Es probable que algunos de esos libros –que se caracterizaban en líneas generales por inculcar valores cívicos y morales, además de incentivar el amor y respeto a los símbolos patrios como las banderas, los himnos, las efemérides y los "grandes nombres" de la historia nacional– sirvieron de modelo para el autor de Kaurin, que detalló cuidadosamente a los kaurianos ilustres, responsables de grandes y heroicos hechos: Pedro Tavares da Costa, "el mejor de todos los donatarios", Romero da Cunha Peixoto, que fue un "grande ilustre, porque hizo el gran palacio Tievaro de la Calle de la Libertad, en Quiva", Viogando, "gran defensor de Kaurin, tomó de Micca la ciudad Patria", Cavallatti Bernadetti, que "proclamó la República", João Antunes, "presidente de Kaurin; fue él quien quiso proclamar la República", y Antonio Silva, "hijo de Antonio Manuel da Silva, héroe de la batalla de Ghizumdu; gran compositor kauriano, compuso el 5 de octubre el himno kauriano, tan admirado por este pueblo".

Pero de todos, el gran héroe del mundo imaginario parecía ser el propio autor. Ya en la primera página del volumen i de Kaurin, cuando aborda la historia del país, dedica sus primeras observaciones al descubridor de las nuevas tierras, que encontró a su llegada indios de dos naciones –los kavanos y los kaurianos– divididas en muchas tribus:

Kaurin fue descubierto por el Sr. Edgar Sussekind de Mendonça el día 10 de abril de 1906. Gobernaba Kaurin Francisco de Paula Rodrigues Alves.

Manuel Campos da Veiga, emperador de Micca, envió al almirante Carlos Pitteiro con una escuadra de 2 navíos y 50 hombres para matar a Neves, secretario de Edgar y su escuadra, y tomar la nueva tierra, pero Edgar ganó el combate matando a Carlos Pitteiro y aprisionando su escuadra.

Muy posiblemente el autor de historia brasileña que más inspirara a Edgar Sussekind de Mendonça haya sido Sylvio Romero, quien pertenecía a la red social de su padre. Puede inclusive que el niño hubiese leído uno de sus libros para escuelas primarias –A História do Brasil ensinada pela biografia de seus heróis– publicado en 1890 por la Librería Clásica de Alves y Compañía, con 103 páginas, formato pequeño, in-8°. Su portada rígida, como era costumbre en aquella época, enfatiza las "referencias" del autor: "Educación cívica. La historia de Brasil enseñada por la biografía de sus héroes, para uso en clases primarias, de Sylvio Romero. Profesor del Instituto Nacional de Instrucción Secundaria. Con prefacio y vocabulario de João Ribeiro". Este libro ofrecía como propuesta metodológica el uso de la biografía de "personajes ilustres" de la historia brasileña, relacionando la vida "de los grandes hombres" a los hechos y eventos históricos estudiados, con muchas ilustraciones en blanco y negro de los "héroes nacionales". 16 La mayoría de las imágenes son rostros de los personajes, aunque también las hay de la naturaleza local, paisajes, con la fauna y flora brasileña en la época de llegada de los portugueses, mapas, etc. Estos paisajes tal vez hayan servido de modelo para el pequeño escritor, a la hora de ilustrar sus historias con lujo de detalles, fijando su imaginación en cada símbolo patrio, en cada hecho narrado y en cada pedacito del país imaginario.

 

Acerca de la infancia, escritura y autobiografía: indicaciones

Con Kaurin en nuestras manos teníamos conciencia de haber encontrado un documento raro, capaz de darle visibilidad a la infancia, las escrituras infantiles y la vida de un niño, que pasó sus primeros años de existencia en Río de Janeiro entre fines del siglo XIX e inicios del XX. Huyendo del destino que poseen los escritos cotidianos –condenados a la destrucción, el abandono y el olvido– los pequeños libros escritos por Edgar Sussekind de Mendonça y preservados por su familia permitían escrutar en sus páginas amarillentas los vestigios del tiempo. Por ellas se habían deslizado sueños, expectativas, costumbres, creencias, prácticas, proyectos, deseos, inquietudes, fantasías.

La posibilidad de inclinarnos sobre un libro producido en el espacio doméstico por una pluma infantil permitía adentrarnos en un tipo de escritura libre que no resulta de la imposición adulta, ya sea de profesores o padres. ¿Cuál es, sin embargo, el grado de libertad en estos escritos infantiles, si casi siempre son "instrumentalizados, regulados, muy pocas veces completamente libres, porque se desarrollan siguiendo normas rígidas y estables, modelos reproducidos y transmitidos tanto dentro como fuera de la escuela" (Sierra, 2012:35)? Nos preguntábamos cuál sería su carácter espontáneo y su capacidad creadora, ya que "siempre hay algo en los documentos de los niños y niñas que nos conduce a su personalidad y que nos demuestra su capacidad para transgredir las normas establecidas y enfrentarse de este modo a las restricciones impuestas por quienes detentan, en cada momento histórico, el poder de la escritura" (Sierra, 2012:35).

Los pequeños libros exigían que exploráramos la redacción infantil, intentando comprenderla en su especificidad. No se trataba de escritos escolares, que tanto han despertado el interés de los historiadores.17 En Kaurin, el autor se inspiraba en su propia experiencia de lector para escribir. Existía en ese proceso una serie de implicaciones que precisaban ser comprendidas de forma articulada. Así, a partir de estos particulares escritos infantiles, asumimos el desafío de evaluar diferentes huellas presentes en los mismos: el ambiente familiar, escolar, las lecturas efectuadas por el autor y también los trazos típicos de la edad del niño. Los nombres de los países, los héroes, las ciudades, indicaban que las elecciones, perspectivas y modos de escribir también son, en cierta medida, característicos de la infancia, por más que se inspiren en lecturas de libros escritos y prescritos por adultos en casa o en la escuela.

Kaurin representaba el mundo interior del niño Edgard Sussekind de Mendonça; su forma de exteriorizar su mundo interior, repleto de imaginación, fantasías, e influido asimismo por las vivencias familiares y la vida escolar. La invención de Kaurin expresaba el mundo de Edgar en sus tiempos de infancia: familia, escuela, libros y mucha imaginación. Todas esas vivencias impregnaban la existencia del niño y están presentes en sus escritos infantiles. Al escribir como "una persona grande", Edgar evidenciaba su admiración y respeto por el ambiente donde creció. Ciertamente, el medio familiar también fue bastante significativo en ese proceso, ya que el autor de Kaurin parecía inspirarse en las redes sociales de la familia para escribir. La muerte del padre, en 1909, puede haber motivado asimismo la continuidad de su narrativa en el Atlas de Geografia dos Estados Unidos de Kaurin, escrito entre 1911 y 1912. Escribir tras la muerte del padre podía significar una reverencia y homenaje a su vida: la de un hombre de letras. Podemos afirmar que el periodo durante el cual Edgar se dedicó a la redacción de los libros sobre Kaurin (de 1906 a 1912) fue bastante intenso y emblemático en la vida del autor: cambios de escuelas, fallecimiento del padre, dificultades financieras.

Seguir rastros autobiográficos en escritos infantiles permite entender la narrativa como un refugio. Inventar un país podía ser el camino para enfrentar los obstáculos que la vida presentaba. Un mundo imaginario, aunque no disociado del "real", repleto de elementos de la vida cotidiana, pero con retoques y dosis de humor, creatividad y cierta erudición.

El análisis de la escritura de Kaurin también evidencia el lugar social del sujeto que narra, pues no todos los niños y niñas de la edad de Edgar se dedicaban a escribir libros de historia y geografía en ese periodo. Él no era un niño común y parecía afirmar esa distinción constantemente, a través del ejercicio de la escritura. La pertenencia a una familia letrada y la convivencia con libros y "hombres de letras" fueron cruciales para la sensibilización de Edgar. La preocupación con la preservación de ese tipo de material también se debe en gran medida al lugar social ocupado por los Sussekind de Mendonça, ya que tales documentos se encuentran en el archivo de la familia.

Podemos concluir que en términos metodológicos la investigación de los escritos infantiles de Edgar Sussekind de Mendonça se dio a partir de la reunión de fuentes diversas, producidas en diferentes periodos de la vida del autor y de familiares del mismo. El elogioso discurso de Carlos Sus-sekind de Mendonça, por ejemplo, es importante al destacar los sentidos de la redacción en la vida de su hermano Edgar, remontando a los tiempos de infancia y las aventuras de Kaurin. El análisis y la comparación de los manuscritos de los tiempos de infancia del reconocido educador, con impresos destinados a niños y público escolar en la época, sugieren marcas de escolaridad y de intensa convivencia con la cultura letrada.18 El estudio de la escritura infantil no escolar lleva a una comprensión de los modos mediante los cuales el autor revelaba sobre sí mismo y el mundo a su alrededor, en un ejercicio de escritura libre que no prescindía de la presencia, aunque invisible, del adulto.

 

Referencias

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Notas

1 Esta exposición fue montada en la Universidad del Estado de Río de Janeiro, en junio/julio de 2002, con Antonio Castillo Gómez y Ana Chrystina Venancio Mignot como curadores. Al respecto, consultar: Mignot, 2006:207-224.

2 Según la acepción de Daniel Fabre (1993), las escrituras ordinarias son producidas sin intención de constituir una obra literaria.

3 El Manifiesto de los Pioneros de la Nueva Educación fue un documento firmado por 26 intelectuales brasileños en 1932, ampliamente divulgado en la prensa, que defendía la escuela pública, gratuita y laica como derecho de todos. Considerado un marco en la historiografía de la educación, este documento representó una división entre los educadores pioneros (como se auto-intitulaban los signatarios) y los católicos. Ver Xavier, 2002.

4 Acerca de la prisión política de Edgar Sussekind de Mendonça, ver Mignot, 2002:115-136.

5 Entre los libros escritos por Edgar Sussekind de Mendonça destacan: O balbucio das mãos (1930) y Curso de Desenho (1936). Junto con Francisco Venancio Filho escribió Introdução Geral às Ciências Físicas e Naturais (1932) y Leituras de Ciências Físicas e Naturais (1934). Con Carlos Sussekind de Mendonça publicó Iniciando uma campanha contra a ação católica no Brasil (1924), un libelo anticlerical, y Discursos na Academia (1953). De los libros que tradujo –actividad que inició durante su prisión política– fueron publicados, entre 1938 y 1942, Viagem ao Brasil, de Luiz y Elizabeth Cary Agassiz; Os grandes homens da ciência, de Groove Wilson: Viagem ao Brasil, del Príncipe Maximiliano de Wied von Neuwied; Geografia e Geologia do Brasil, de Charle Frederick Hart, y O Brasil e os brasileiros, de Kidder y Fletcher. Acerca de la biografía del educador, consultar Vidal, Diana, 1999:159-164.

6 Acerca de la infancia y en especial de la escolarización, Carlos Sussekind de Mendonça relata, asimismo, la creación del Gremio Literario "Euclides da Cunha", surgido en el internado, que actuaría durante muchos años, reuniendo a los mayores estudiosos de la obra del escritor de Os Sertões. Sobre Carlos Sussekind de Mendonça, consultar Mendonça, Adriana Sussekind (2013).

7 Lúcio de Mendonça nació en Piraí, Río de Janeiro, el 10 de marzo de 1854, y falleció en la ciudad de Río de Janeiro, el 23 de noviembre de 1909. Fue abogado, periodista, magistrado, escritor y poeta, y fundador de la Academia Brasileña de Letras. http://www.academia.org.br/abl/cgi/cgilua.exe/sys/start.htm?infoid=733&sid=152 (consultado el 30/01/2014).

8 Raimundo Correia nació en el estado de Maranhão el 13 de mayo de 1859 y falleció en París el 13 de septiembre de 1911. Fue magistrado, profesor y poeta, y fundador de la Cátedra 5 de la Academia Brasileña de Letras (ABL). Walmir Ribeiro do Val escribió Vida y obra de Raimundo Correia (Val, 1960).

9 Joaquim Maria Machado de Assis (Machado de Assis) nació en Río de Janeiro el 21 de junio de 1839, donde también falleció el 29 de septiembre de 1908. Fue periodista, escritor, cronista, novelista, poeta y autor teatral. Fundador de la Cátedra 23 de la ABL. Cf. http://www.machadodeassis.org.br (consultado el 28 de enero de 2014). Existen muchos estudios sobre Machado de Assis; entre ellos se destaca Werneck, 1996.

10 Euclides Rodrigues da Cunha nació en Cantagalo el 20 de enero de 1866. Fue escritor, sociólogo, periodista, entrevistador, historiador e ingeniero. El 21 de septiembre de 1903 fue elegido para ocupar la Cátedra número 7 de la ABL, sucediendo a Valentim Magalhães. Cf: http://www.euclidesdacunha.org.br/ (consultado el 28 de enero de 2014).

11 Valentim Magalhães nació en Río de Janeiro el 16 de enero de 1859 y falleció en la misma ciudad el 17 de mayo de 1903. Periodista, escritor, novelista y poeta, fue el fundador de la Cátedra 7 de la Academia Brasileña de Letras. Cf: http://www.euclidesdacunha.org.br/ (consultado el 28 de enero de 2014).

12 El Colegio Pedro ii fue hasta la proclamación de la República el único y principal responsable de los exámenes de educación secundaria a nivel superior de la Corte. Posteriormente se llamó Instituto Nacional de Instrucción Secundaria y después Gimnasio Nacional. En 1909, pasó se denominó Externado Nacional D. Pedro ii e Internado Bernardo de Vasconcelos. Sobre el Colegio Pedro ii, ver: Andrade, 1999, y Dória, 1937.

13 Nació en 1869 y falleció en 1948. Fue profesor del Colegio Pedro II y miembro del Instituto Histórico y Geográfico (Andrade, 1999).

14 Según Carlos Sussekind de Mendonça, para Escragnolle Dória "existía en su corazón 'una verdadera dinastía de Mendonças'. Primero, Lúcio, con quien había convivido en 'La Semana'; después, Salvador de Mendonça Moreira, que fue su alumno en sus primeros años de magisterio. Más tarde llegamos nosotros –también sus discípulos de Historia, en el externado Pedro ii– yo 'auspicioso y perspicaz' – y Edgar 'inteligente y bueno'. Por último, Salvador, el viejo patriarca de la familia, con el cual había tenido la oportunidad de convivir en sus últimos años" (Mendonça, 1953:87).

15 Sylvio Romero nació en el estado de Sergipe en 1851. Fue periodista combativo, con intensa actuación en la prensa, crítico literario, sociólogo, historiador y profesor del Colegio Pedro ii. Fundó la Cátedra 17 de la ABL. Falleció en Río de Janeiro, el 18 de julio de 1914 (Mota, 2000:18).

16 En los últimos treinta años, tras haber sido omitidos tanto por los historiadores como por los bibliógrafos, los libros didácticos suscitan un vivo interés entre los investigadores (Choppin, 2004:549). En el ámbito de la historiografía de la educación brasileña, muchos son los caminos y enfoques para explorar el universo de los libros en sus diversos matices y posibilidades. En lo que hace a los trabajos sobre textos didácticos de historia específicamente, muchas son las perspectivas y corrientes teóricas que se proponen investigarlos, en un proceso donde surgen diariamente nuevos trabajos, con importantes contribuciones para el debate, como lo indican los estudios de Bittencourt, 1993; Mattos, 1993; Munakata, 1997; Gasparello, 2002; Hansen, 2000 y Silva, 2008.

17 Lo cual puede ser observado en los trabajos realizados por investigadores de diferentes países, que exploran documentos diversos para analizar las escrituras infantiles. Entre varios eventos y publicaciones recientes sobre el tema, se destaca el "viii Congreso Internacional de Historia de la Cultura Escrita", promovido en 2005 por la Universidad de Alcalá, que eligió las "Escrituras cotidianas en contextos educativos" como tema central y que llevó a la publicación de Mis primeros pasos: alfabetización, escuela y usos cotidianos de la escritura, organizado por Antonio Castillo Gómez y Verónica Sierra Blas, con textos agrupados en torno de los siguientes ejes: iniciación a la cultura escrita; pruebas, cuadernos escolares y grafitis; y diarios, agendas y cartas. También destaca el Coloquio Internacional sobre Escrituras Infantiles, celebrado en septiembre de 2011 en el Centro Internacional de la Cultura Escolar, en homenaje al profesor Davide Montino, cuyos textos integran el dossier temático de la revista History of Education and Children's Literature (hecl), de julio de 2012, de la Universidad de Macerata, Italia. El coloquio fue organizado por Antonio Castillo, Juri Meda y Veronica Sierra Blás; y reunió estudios de Antonio Viñao, Maria del Mar del Pozo Andrés, Juri Meda, Anton Costa Rico, Sjaak Braster, Dorena Caroli, An Wingenter, Rudolf Dekker, Arianne Baggerman, Monica Ferrari, Pamela Giorgi, Francesca Borruso, Ana Badanelli y Antonio Gibelli. Sobre cuadernos escolares específicamente, se destaca: "Convegno Internazionale di Studi Quaderni di Scuola: una fonte complessa per la storia delle culture scolastiche e dei costumi educativi tra Ottocento e Novecento", de la Universidad de Macerata, Italia. Del congreso resultó una publicación, en dos volúmenes: School exercise books: A complex source for a History of the approach to schooling and education in the 19th and 20th centuries (editado por Meda, Montino y Sani, 2010). En la línea de estos estudios, cabe destacar, asimismo, la publicación de Cadernos à vista: escola, memória, cultura escrita (Mignot, 2008); y artículos en periódicos, entre ellos: "Álbuns e escrita infantil: escrita epistolar dos alunos do curso primário do Colégio Farroupilha (Porto Alegre/RS –1948-1966)" (Bastos y Jacques, 2012); "Exercício de intimidade: uma aproximação com a aprendizagem da escrita de si" (Mignot, 2013).

18 Consultar Mignot, 2003:39. "Crianças provenientes de ambientes nos quais a leitura e a escrita são valorizados muito cedo experimentam decifrar as letras e comunicar suas idéias e sentimentos. Edgar Sussekind de Mendonça [...] em pequeninos livros fartamente ilustrados nos quais fabntasiava e imprimia a república de seus sonhos, projetando seus símbolos, idealizando seu progressos, evidencia nesses pequeninos cadernos que, no ambiente familiar, presenciava debates, conversas discussões sobre os projetos, as experiências e as esperanças dos republicanos".

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