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Alteridades

versión On-line ISSN 2448-850Xversión impresa ISSN 0188-7017

Alteridades vol.32 no.64 Ciudad de México jul./dic. 2022  Epub 20-Feb-2023

https://doi.org/10.24275/uam/izt/dcsh/alteridades/2022v32n64/roger 

Investigación antropológica

El más querido y el más odiado: Cuauhtémoc Blanco, el trickster y la movilidad social

The most beloved and the most hated: Cuauhtémoc Blanco, the trickster and social mobility

*Universidad Iberoamericana, Departamento de Ciencias Sociales y Políticas. Prolongación Paseo de Reforma 880, col. Lomas de Santa Fe, Álvaro Obregón, 01219 Ciudad de México <roger.magazine@ibero.mx>.

**Universidad Iberoamericana, Departamento de Ciencias Sociales y Políticas <jrgnegroe@gmail.com>.


Resumen

“Habilidoso”, “mañoso”, “héroe” y “naco”, entre otras, son algunas formas en que es reconocido Cuauhtémoc Blanco, exfutbolista profesional y actual político, originario de Tepito, uno de los barrios más rudos de la Ciudad de México. Teniendo en cuenta tanto la cultura popular como los resultados de una encuesta realizada en línea, se encontró que Blanco provoca opiniones polarizadas entre algunos integrantes del público mexicano. Muchos lo admiran por su picardía, audacia e irascibilidad, mientras que otros lo desprecian por estas mismas características. En este texto se propone que la polarización de opiniones sobre él es resultado de su exitosa movilidad social vertical combinada con su comportamiento trickster y el rechazo de la conducta disciplinada que se requiere para ingresar a las clases media y alta.

Palabras clave: futbol; clase social; vergüenza; orden social; rebeldía

Abstract

“Skillful”, “crafty”, “hero”, “tacky”, among others, are some of the ways that Cuauhtémoc Blanco, born in one of the toughest neighborhoods in Mexico City, Tepito, ex-professional football player, and currently politician is recognized. Considering popular culture as well as a result of an on-line survey, Blanco was found to provoke polarized opinions among many in the Mexican population. Many admire his panache, audacity, and hot-headedness, while others despise him for the same characteristics. In this text the proposal is that the polarization of opinions about him are the result of his successful upward social mobility combined with his trickster behavior and the rejection of disciplined culture required to be a part of the middle and high class.

Key words: football; social class; embarrassment; social order; rebelliousness

Introducción

Este artículo pretende contribuir a la larga tradición dentro de las ciencias sociales de estudiar la reproducción de la estratificación de clases y las limtaciones sobre la movilidad social en los contextos capitalistas modernos a través de un enfoque en los modales, los hábitos y los estilos de comportamiento. Proponemos contribuir a esta tradición mediante un análisis de las opiniones y los sentimientos hacia el exjugador mexicano de futbol profesional Cuauhtémoc Blanco, quien después de su ilustre carrera como futbolista ha tenido éxito como presentador de televisión y como político. Blanco representa un caso interesante para explorar el tema de la movilidad social porque lo ha logrado a pesar de no dejar atrás -en el barrio o en el campo de futbol- sus modales y estilos provenientes de la clase trabajadora o popular. Plantearemos aquí que esta combinación genera opiniones extremas de amor y odio hacia él. Mientras el odio representa una manera de intentar castigarlo o disciplinarlo por su transgresión de las supuestas reglas de la movilidad social, la gran admiración hacia él, expresada por otros, sugiere que una parte de su atracción es justamente esta transgresión.

Norbert Elias (2009) fue uno de los primeros estudiosos en señalar la relación entre modales y la reproducción de la estructura social en la modernidad. Según este autor, en el Renacimiento europeo el desmantelamiento de la estructura social rígida, reproducida por nacimiento, existente en la Edad Media, trajo la necesidad de distinguirse para la emergente burguesía por medio de algo distinto a su herencia por nacimiento. De ahí surgió la noción de la superioridad de clase por parte de quienes controlan o esconden sus impulsos emocionales, sexuales y escatológicos. En una corriente similar, Pierre Bourdieu (2016) propone que lo aprendido a edades tempranas produce un habitus corporal, que genera acciones y la evaluación de acciones (gustos), que son difíciles de emular a través de aprendizajes a edades subsecuentes. De este modo, los comportamientos de las clases altas parecen ser naturales, y cualquier intento de personas de clases más bajas de adaptarse a ellos revela una artificialidad imposible de esconder. Así que el sistema económico permite, de forma limitada, un cambio en el nivel de acumulación de riqueza material sin necesariamente una correspondiente aceptación en las clases medias o altas.

Otra rama de las ciencias sociales ha identificado cómo ciertos modales y estilos de las clases populares juegan papeles positivos o necesarios para la sociedad en general e incluso, a veces, para los integrantes de las clases dominantes. Mijaíl Bajtín (2007), de forma análoga a Elias, plantea que, durante el Renacimiento, la cultura popular de lo carnavalesco, con sus aspectos grotescos y obscenos, fue reprimida y limitada con fuerza. Sin embargo, no desapareció del todo y su potencial liberador sobrevivió. Victor Turner (1988), por su parte, sugiere que en la sociedad moderna los contextos de lo que él llama antiestructura y communitas son fuentes necesarias de creatividad y cambio histórico frente a la estructura social. En esta misma corriente, el análisis de Helena Bassil-Morozow (2015) de la figura mitológica del trickster es particularmente relevante para nuestro análisis de Blanco. Según esta autora, en los cuentos tradicionales el trickster representa la tensión entre el individuo contra la sociedad o entre la innovación y la creatividad versus el orden establecido (2015: 31).

El lado trickster de esta tensión se manifiesta en prácticas relacionadas con la transgresión, la transformación, la burla, la alegría, lo sexual y lo escatológico. Sin la energía o el impulso trickster la sociedad quedaría estancada, mientras su negación completa es peligrosa, puesto que sólo propiciará que explote en su versión agresiva y oscura. Pero el trickster desenfrenado también representa una amenaza al orden social y por lo tanto tiene que ser controlado. En sociedades tradicionales, la creación de un balance entre los dos lados es colectiva y la liberación del lado trickster se limita a rituales colectivos (Bassil-Morozow, 2015: 31). En contraste, las sociedades capitalistas modernas sostienen que el individuo es el responsable de mantener este balance, por lo que debe aprovechar su impulso trickster hasta cierto punto, alcanzando creatividad e individualidad para destacarse y diferenciarse tanto en el trabajo como en la vida personal, pero, si no lo controla suficientemente, se arriesga a ser etiquetado de antisocial, rechazado y marginalizado. Además, en las sociedades capitalistas modernas, se vincula de manera estrecha al trickster con el tema de la clase social, debido a que cada clase tiene distinta relación con el orden social y por lo tanto con el impulso trickster. Las clases dominantes tienen más intención de mantener el orden, mientras que para las clases populares o trabajadoras este orden representa cierta seguridad, pero también su dominación y subalternidad. Por eso, estas últimas por lo general tienen más afinidad con la figura del trickster, aunque para las primeras es de igual modo relevante, en virtud de que tienen su lado trickster, aunque sea reprimido (Bassil-Morozow, 2015: 109).

Queremos sugerir aquí que los juegos que incorporan algo de creatividad física como el futbol son una salida potencial para este lado trickster o carnavalesco y que hay ciertos jugadores que lo representan de manera fiel y por esto llaman mucho la atención. Incluso para las clases dominantes estos jugadores son importantes, ya que permiten el reconocimiento del trickster, pero en un contexto bien definido y sin representar una amenaza al orden social en general. Es en este sentido que la movilidad social de Cuauhtémoc Blanco -su salida de este contexto bien definido- genera incomodidad o hasta enojo entre algunos segmentos de la población.

Una comparación entre Blanco y otras estrellas de futbol en América Latina ayudará a aclarar las especificidades del caso del primero. En la región es usual que los jugadores con un estilo trickster llamen la atención del público de una forma extraordinaria, y son amados con gran intensidad por sus grandes logros en el campo de juego y también por ciertos rasgos de su carácter. Dos ejemplos muy claros son: el argentino Diego Armando Maradona y el brasileño Manuel Francisco dos Santos (mejor conocido por su apodo, Garrincha, que se refiere a un tipo de pájaro). Maradona, considerado por muchos el mejor jugador de todos los tiempos, logró hacer campeona a la selección argentina en el Mundial de 1986, gracias a una combinación de habilidad en el juego junto con artimañas no permitidas. Él creció jugando en los terrenos baldíos de uno de los barrios más pobres de Buenos Aires (Archetti, 2017: 698). Garrincha, por su parte, fue clave en las victorias mundialistas de Brasil en 1958 y 1962, lo cual redefinió por completo el papel de su posición: puntero derecho. Se desarrolló en una colonia construida para los trabajadores de una fábrica textil en las afueras rurales de Río de Janeiro (Lopes, 2009: 122).

Como buenos tricksters, las habilidades de estos jugadores parecían ser mágicas e inexplicables. Maradona solía dar pases con una precisión sorprendente y Garrincha podía burlar a sus oponentes con tal manejo del balón que los dejaba confundidos. Ninguno de los dos poseía un cuerpo con apariencia atlética; Maradona era un hombre de baja estatura con algo de sobrepeso desde sus días como jugador; Garrincha, por su parte, estaba literalmente chueco, con la columna vertebral torcida y una pierna seis centímetros más corta que la otra. Aun así, desde un punto de vista físico, ambos hicieron lo inexplicable. En cuanto a sus personalidades, ninguno de los dos perdió nunca sus orígenes humildes: Maradona jamás dejó de ser “un pibe”, el chavo de “los potreros” (terrenos baldíos) argentinos (Archetti, 2017). Garrincha en ningún momento paró de vivir y actuar como alguien de la clase obrera (Lopes, 2009) o de ser el típico malandro (pícaro) brasileño (Araújo de Freitas, 2014). El éxito de ambos no puede ser atribuido a su aprendizaje ni a la adopción de los valores de la clase dominante: ser responsable, serio, ordenado y bien educado. Más bien, eran alegres, indisciplinados, libres y rebeldes.

Lo peculiar de este tipo de jugadores puede verse con más claridad si se comparan con otras estrellas de sus propios países. Por ejemplo, Lionel Messi, el argentino que hoy en día juega para el club París Saint Germain, es considerado por muchos el mejor jugador del mundo durante los últimos 15 años. Messi, al igual que Maradona, tiene orígenes populares, pero una distinta trayectoria en el futbol: desde joven fue reclutado por el Fútbol Club Barcelona y llevado a España junto con su familia, por lo que tuvo una formación futbolística más europea que sudamericana, sin encarnar entonces el mito del pibe que aprendió un estilo de jugar particularmente argentino en los potreros. Al contrario de esto, representa a alguien que ha logrado el éxito a través de un profesionalismo ejemplar (Segura Millan Trejo y Williams, 2019: 5). Además, mientras Messi a veces parece jugar como pibe, en definitiva no tiene la personalidad del pibe (Brach, 2011: 7). Decir que Messi no es querido en Argentina sería una exageración, pero no ocupa la posición mitológica y representativa de la patria que tiene Maradona (Alabarces, 2018: 42).

A su vez, Edson Arantes do Nascimento, Pelé, quien jugó al lado de Garrincha en la selección brasileña y, junto con Maradona, se disputa el título del mejor jugador de todos los tiempos, tuvo asimismo orígenes humildes. Pero a diferencia de Maradona y Garrincha su profesionalización como jugador no fue incidental. Mientras los otros dos crecieron jugando sin ver más allá del contexto del barrio o el equipo de la fábrica, Pelé, hijo de un exjugador retirado muy joven por lesión, creció con el objetivo claro de jugar en ligas profesionales (Lopes, 2009: 147). Así como Messi, Pelé siempre fue el profesional ejemplar y su comportamiento correcto fuera del campo le permitió ser un tipo de embajador corporativo del futbol. En resumen, a diferencia de Messi y Pelé, con su profesionalización y movilidad social vertical, Maradona y Garrincha rechazaron esta vía y a su vez fueron rechazados por ella. Este apego a sus orígenes humildes parece ser clave en los cultos alrededor de ellos. Es lo que les permite personificar el mito del héroe popular (el pibe eterno en el caso argentino y el malandro en el brasileño) quien emerge victorioso a su propio estilo sin adoptar los modales y la actitud de la clase dominante.

Si el jugador de futbol mexicano que más se acerca a este tipo de figura trickster es Cuauhtémoc Blanco, el Messi o Pelé mexicano quizá sería Hugo Sánchez, quien es señalado por los medios de comunicación como el mejor futbolista mexicano de todos los tiempos. Al igual que Pelé, Sánchez fue hijo de un jugador y, tal como Messi, tuvo su mayor éxito con un gran equipo europeo: el Real Madrid. Sánchez inició su carrera futbolística con los Pumas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde también completó sus estudios en odontología. Su carácter profesional y serio lo llevó a ser tanto comentarista como entrenador después de jubilarse como jugador. Por su parte, Cuauhtémoc Blanco muestra grandes similitudes con Maradona y Garrincha, él es identificado por tener sus orígenes en el barrio más famoso, rudo y con mayor cultura popular de la Ciudad de México: Tepito. Esto se ve reflejado en su forma de jugar indisciplinada, creativa y atrevida, así como en su figura celebrada por la manera en que finta (burla) a los oponentes. Blanco no posee un cuerpo atlético típico: su postura y estructura corporal le da la apariencia de tener una joroba, además es conocido por poseer una personalidad y expresión propia de la cultura popular mexicana. El carácter de este jugador es apasionado, con un temperamento irascible y una forma de hablar tanto ingeniosa como burlona -al modo de la picardía o el relajo- que es análoga a su estilo de juego. Pero de igual modo tiene una diferencia significativa en comparación con Maradona y Garrincha, pues, aunque nunca dejó su estilo popular, ha tenido éxito en el mundo fuera del futbol, primero como figura televisiva y luego como político. Esta diferencia con los otros dos eternos tricksters será esencial, así que la plantearemos para entender el odio que genera Blanco entre algunos segmentos de la población mexicana, un sentimiento que parece no haber sido causado por Maradona o Garrincha en sus respectivos países. Esta particularidad del caso de Blanco nos llevará a ciertas conclusiones acerca de los límites de tolerancia de las clases medias y altas con los héroes populares.

Metodología de la investigación

La mayor parte de los datos empíricos que presentaremos vienen de una encuesta llevada a cabo en línea a través de la herramienta Google Forms, entre abril y agosto de 2020. Decidimos denominar la encuesta “Estudio antropológico sobre el futbol en México”, sin mencionar a Cuauhtémoc Blanco en el título, para evitar que las opiniones sobre Blanco influyeran en la decisión de llenarla. Al principio de esta herramienta se interrogó acerca de la edad, el equipo predilecto de la Liga Mexicana de Futbol (Liga MX), y los jugadores favoritos de la selección mexicana, con la intención de ver si entre las respuestas aparecía mencionado Cuauhtémoc. Luego, se cuestionó acerca del interés del encuestado en los partidos de la selección y su opinión sobre el desempeño general de ésta. A continuación empezaron las preguntas específicas sobre Blanco, incluyendo memorias e impresiones de él, una descripción de su personalidad, sus opiniones y sentimientos hacia él, si ejemplificaba algún aspecto del carácter mexicano y, al final, un interrogante sobre la opinión de los encuestados en cuanto a la incursión de Blanco en la política. El siguiente paso fue pedir a nuestros contactos en Facebook y otras redes sociales que llenaran la encuesta y la compartieran con sus propios contactos. Al final acumulamos 429 respuestas. Para este artículo complementamos estos datos obtenidos en la encuesta con algunas representaciones de Blanco en la cultura popular, incluidos corridos escritos en su honor e imitaciones de él hechas por comediantes en videos que encontramos en YouTube.

Es preciso notar que este estudio fue un primer acercamiento al tema y que estamos conscientes de que hace falta un trabajo de investigación más extenso. Además, el encierro y distanciamiento social provocados por la pandemia de COVID-19 nos limitaron a esta metodología virtual, con sus ventajas y desventajas. La encuesta en sí tiene unas debilidades claras, puesto que desatendimos la recolección de más datos básicos de los encuestados como su género, lugar de origen y residencia, nivel educativo y actividades laborales. Además, nuestra muestra de encuestados, basada en la difusión estilo bola de nieve por las redes sociales, empezando con nuestros propios contactos, es a todas luces limitada y no es representativa de la población mexicana en su conjunto. Sin embargo, la muestra sí logró abarcar una población heterogénea en ciertos aspectos. Hay una buena distribución entre rangos de edad con 165 encuestados de entre 21 y 30 años, 137 de entre 31 y 40, 66 de 41 a 50 años, 33 de 15 a 20 años y 31 de más de 50 años.

En relación con los clubes favoritos, 109 expresaron afinidad con los Pumas de la UNAM, 64 con el América, 56 con las Chivas del Guadalajara y Cruz Azul respectivamente, 40 personas dijeron no tener equipo favorito de la Liga MX, al tiempo que varios otros equipos mexicanos fueron señalados por entre uno y ocho seguidores. El hecho de que una cuarta parte de los encuestados fueran aficionados a los Pumas fue causado, acaso, por empezar con nuestros contactos personales. No obstante, a pesar de este sesgo hacia los Pumas, y el hecho de que sólo 64 de los encuestados eran aficionados al América -el club más asociado con Blanco- logramos recopilar una variedad de opiniones sobre él: 181 fueron opiniones positivas, 83 negativas, 72 que expresaron una mezcla de opiniones positiva y negativa, así como 93 que expresaron neutralidad o indiferencia. De hecho, no había una correspondencia clara entre el tipo de opinión hacia Blanco y el equipo favorito. Tanto los aficionados del América como los de Pumas, Cruz Azul y Chivas lo evaluaron en términos positivos y negativos. Esto nos sugirió una forma específica de interpretar los resultados: que Blanco genera opiniones polarizadas entre la población mexicana en general e incluso, como vimos en 72 casos, hasta a nivel individual. En otras palabras, con base en los resultados de la encuesta en su conjunto, para la sociedad mexicana el exjugador parece encarnar una contradicción o paradoja.

Cuauhtémoc Blanco Bravo

Cuauhtémoc Blanco nació el 17 de enero de 1973 en la colonia Tlatilco de la entonces delegación Azcapotzalco en la Ciudad de México y unos años después su familia se mudó al barrio de Tepito, cerca del centro de la ciudad. Luego de su participación en un torneo juvenil fue reclutado por el Club América a la edad de 15 años y debutó en la primera división a los 19 años. Representó a México en los mundiales de 1998, 2002 y 2010, y fue el primer mexicano en anotar un gol en tres mundiales. Su exclusión de la selección para el Mundial de 2006 provocó mucha controversia e incluso sus partidarios organizaron una marcha de protesta a las oficinas de la Federación Mexicana de Futbol.1 Es el tercer máximo goleador de la selección mexicana, el segundo mayor goleador histórico del Club América y el líder de goleo en competencias oficiales del seleccionado nacional. Fue conocido por su genio e improvisación en el campo y creó sus propias jugadas incluyendo “la cuauhtemiña”, en la cual brincaba con el balón atrapado entre los pies para pasar entre dos defensores. Aunque jugó con nueve equipos en México, España y Estados Unidos durante su carrera de 15 años, siempre regresó a su primer club, el América.

Es preciso notar que el América no es cualquier equipo de futbol. Junto con Chivas, Cruz Azul y Pumas, cuenta con un gran número de seguidores en todo el país y es sin duda el rival más odiado de los aficionados de los demás clubes. Este odio surge de la asociación del club con el carácter soberbio y engreído de los ricos e influyentes, al ser éste propiedad del poderoso conglomerado mediático Televisa, el cual suscita sentimientos en extremo polarizados entre la población. Para algunos representa sus aspiraciones de éxito, fama y glamur, en cuanto que para otros produce fuertes resentimientos por su alineamiento con los intereses de los grupos hegemónicos, incluyendo el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el partido político dominante durante la mayor parte del siglo XX en México. El gran crecimiento y difusión de estos sentimientos polarizados hacia el club no es un accidente. Cuando Emilio Azcárraga Milmo, el hijo y futuro heredero del dueño de Televisa, compró el club en 1959, su plan era convertirlo en el villano del futbol mexicano, para crear una narrativa melodramática análoga a las telenovelas y así atraer más televidentes (Varela Hernández, 2012). Este estatus del villano del futbol mexicano ha sido efectivo no sólo para generar animadversión, sino también, paradójicamente, para atraer aficionados al América, quienes incluso han adoptado con entusiasmo el lema “Ódiame más”.

Es preciso notar que esta asociación entre el club y los ricos y poderosos no significa que sus seguidores necesariamente vengan de este segmento de la población. Más bien, el América atrae muchos aficionados de las clases populares para quienes el equipo representa la aspiración a la movilidad social vertical. Pese a que americanistas y no americanistas pueden coincidir en esta asociación entre el club y la movilidad social vertical, hay importantes diferencias en cuanto a lo que está implicado en esta movilidad. Los rivales del América ven esta movilidad social como algo logrado a través de “relaciones” de lealtad a personas más arriba en la jerarquía de instituciones como el mismo club, Televisa o el gobierno. Es vista como ilegítima e ilustrativa de la corrupción endémica de la sociedad mexicana (Magazine, 2008). En contraste, los americanistas de las clases populares la ven como una superación de las barreras impuestas por una sociedad injusta, en la cual uno tiene que ser no sólo mejor que los demás, sino también hábil en otros sentidos: de carácter fuerte, luchador y astuto. En ninguno de estos dos casos se ve esta movilidad como resultado exclusivamente del trabajo duro y la destreza superior.

La asociación de Blanco con el América parece tener relevancia para su percepción entre el público y además influyó en la trayectoria de su vida fuera del campo: ha estado en relaciones de pareja con actrices, modelos, cantantes o conductoras en el mundo televisivo mexicano. En 2010 tuvo un papel menor en una telenovela de Televisa y en ese año su carrera en televisión continuó con su propio programa de entrevistas con personajes deportivos “La hora de Cuauhtémoc Blanco”, en Fox Sports, una cadena competidora de Televisa. En 2015 se retiró del futbol y ganó la elección para la presidencia municipal de Cuernavaca, la ciudad capital del estado de Morelos. Finalmente en 2018 fue elegido gobernador de ese estado. Podríamos decir que Blanco es el americanista soñado o, como dijo un participante en la encuesta: “dio forma a esa personalidad colectiva del club” (encuestado dentro del rango de 21 a 30 años, aficionado del Cruz Azul), desde sus orígenes humildes logró volverse uno de los ricos y poderosos. Sin embargo, las opiniones acerca de su persona y esta movilidad social se ubican en los extremos opuestos.

Las opiniones y representaciones de Blanco

Al contestar la pregunta de la encuesta sobre opiniones de él como jugador, algunos notaron su talento y sus habilidades técnicas, cualidades en estricto sentido futbolísticas, pero la mayoría de las respuestas estaban dirigidas hacia cuestiones de personalidad o carácter. Varios, por ejemplo, se enfocaron en su carisma y su capacidad de liderazgo entre los demás jugadores. Algunos más señalaron atributos que recuerdan directamente al típico trickster en su versión mexicana: “travieso”, “pícaro”, “canchero”, “mágico”, “divertido” o “alegre”. Como dijo un encuestado:

Picaresca, en cada partido aplicaba un albur, una burla para amedrantar al rival, y muchas veces funcionó. Pero era genial ver cómo hacía magia en la cancha que fuera, sea en el Azteca, el Bernabeu o en Cali, donde todo estaba en su contra, y él de algún modo salía triunfante [aficionado de Pumas, 21 a 30 años].

En un sentido similar, hubo quienes advirtieron su valentía. Lo describieron como “atrevido, encarador”, “aguerrido (cuando no dejan derrotarse a pesar de la adversidad)”, de “carácter fuerte”, “revoltoso” y “audaz”. Algunos hicieron explícita la conexión entre sus orígenes “de barrio” y sus rasgos distintivos como jugador y persona:

Diferente, explosivo y americanista. Diferente porque él sí se veía real en la cancha, sin reservarse como lo hacen los demás hipócritas para quedar bien. Explosivo, porque por lo mismo de ser diferente, venido del barrio, traía otro chip, no se guardaba nada con nadie y le gustaba meterse en problemas y en polémicas, eran su pan de cada día [aficionado del Cruz Azul, 21 a 30 años].

Su “explosividad” (capacidad de enojarse con facilidad) fue señalada en varias ocasiones, pero casi siempre en un sentido positivo, como en la cita anterior. Es percibida su capacidad de dirigir su coraje -algo que tuvo que desarrollar para sobrevivir en un barrio rudo y peligroso- hacia resultados positivos en la cancha. Su coraje le permitía superar la adversidad, ser aguerrido, “entregado”, apasionado e intrépido. Incluso, su intrepidez desarrollada en el barrio se demostró, según sus admiradores, al enfrentar a otras poderosas selecciones nacionales y salir victorioso, al menos a nivel personal. Algunos encuestados explicaron que, a diferencia de los otros jugadores mexicanos, Blanco no fue intimidado por los alemanes o brasileños y más bien le ayudaron a subir su nivel de juego. Otras contestaciones indican que esta misma falta de intimidación de parte de los poderosos le permitió la movilidad social posterior al futbol. La idea general es que, al enfrentar a los privilegiados y poderosos, alguien de la clase popular sólo puede competir empleando el coraje generado por las muchas injusticias que tuvo que superar.

Tal como el típico trickster, sus peculiaridades incluyen una actitud rebelde en relación con la autoridad, pero, a la vez, al menos los encuestados que expresaron admiración hacia él, no lo describían como alguien individualista o antisocial. Para algunos, su audacia lo convertía en líder en el campo: “Líder con garra y no se dejaba intimidar por ningún jugador internacional” (aficionado de Pumas, 31 a 40 años). Otros pusieron énfasis en la manera en que fue muy querido como jugador por personificar al pueblo mexicano y de ser “solidario” con él:

representaba al pueblo, lo que quiero decir con esto es que los mexicanos que venimos de clases bajas nos sentimos identificados con él, porque viene de un barrio muy humilde y peligroso [aficionado del Cruz Azul, 21 a 30 años].

Un tipo “de barrio” que encajó justo en la personalidad del mexicano o en este caso de lo que el aficionado mexicano aspiraría a ser: polémico, canchero, sentimental, luchón, entre otras cosas [aficionado del Atlas, 21 a 30 años].

Aquí vemos que su actitud indómita lo hace representativo de los mexicanos; traspasando a lo colectivo una característica individual. Si algo lo distingue de la mayoría es su habilidad destacada para convertirse en líder. En ciertos comentarios vemos inclusive que el hecho de que Blanco había logrado “superarse” o salir del barrio no era mal visto ni tampoco contradecía esta identificación con el pueblo:

Buen jugador, se podría clasificar de estilo “canchero”, eso le permitió generar empatía en el aficionado mexicano que se identificó con él, tanto por su condición social y su posterior movilidad social, así como su forma de jugar y actitudes [aficionado del Atlas, 21 a 30 años].

No siento más que admiración porque se crió en un barrio popular y logró destacar y triunfar a base del futbol [aficionado del América, más de 50 años].

En este sentido, unos pocos incluso opinan positivamente de su incursión en la política: “Demuestra que existe la democracia” (aficionado de Chivas, 31 a 40 años); “Buena, mejor que cualquier estudiado” (aficionado del Veracruz, 31 a 40 años).

Como mencionamos en el apartado sobre la metodología, decidimos complementar los datos de la encuesta con algunos corridos compuestos en honor a Blanco, los cuales encontramos en YouTube. Las letras de estas canciones refuerzan el hallazgo de las encuestas, mostrando que los fans de Blanco suelen otorgar gran importancia a sus orígenes populares y al tipo de carácter que se necesita para mantener una asociación con estos orígenes al mismo tiempo que se los supere. Cinco de los seis corridos encontrados mencionan “Tepito” y hay múltiples referencias a “el barrio”. Uno de los atributos celebrados en relación con esto es el hecho de que ha mantenido su humildad a pesar de la fama: “Él es un hombre de barrio/Jamás perdió su humildad”.2

Otro halago frecuente hace referencia a la manera en que superó sus orígenes, como vemos en éste:

Carismático y sencillo

Y Bravo para el trabajo...

Él viene de cuna humilde

Pero se fue superando

Con disciplina y esfuerzo

Sus triunfos anda logrando [Bello, 2015].

Y en este otro:

Para llegar donde quieres

Hay que ser inteligente

Y tú saliste del barrio

Donde no entra ni el presidente

Ya conoces la pobreza

La que a todos nos lastima

Por eso échale putazos

Para llegar hasta arriba [Saenz, 2018].

En estas canciones se puntualiza que la movilidad social no es algo que pueda lograr cualquiera, porque requiere disciplina, esfuerzo e inteligencia, así como luchar o “echarle putazos”, que es algo que se aprende en el barrio si se quiere sobrevivir:

Hasta el barrio de Tepito

Donde Dios te dio ese Don

Donde creció el chamaquito

Por eso se volvió Bravo

Por eso creció curtido

Él no siempre está presente

Pa caerle bien a la gente [Saenz, 2018].

La bravura y la dureza junto con su humildad son las características que lo distinguen de la gente de clases más altas, y también explican por qué no demuestra la complacencia y los buenos modales de quienes crecen sin grandes adversidades. Además, lo que le ha permitido destacarse respecto de sus compañeros del barrio popular, junto con su carisma y su “don” como jugador, es la habilidad de dirigir este coraje hacia el “triunfo” con su trabajo duro e inteligencia.

Bastantes encuestados expresaron su admiración por Blanco y los corridos constituyen justamente un género artístico basado en el halago. Sin embargo, entre las respuestas encontramos asimismo varias reacciones negativas contra él, pero algo que nos llamó la atención es que muchos de los encuestados expresaron una combinación de opiniones positivas y negativas. Para los menos críticos, sus orígenes humildes no son algo que celebrar, pero justifican o perdonan su mal comportamiento:

Buen[o] y de mecha corta. Por dónde le tocó crecer tuvo que madurar pronto. Y ya que tuvo todo en el futbol no supo llevarlo algunas veces [aficionado del Veracruz, 41 a 50 años].

Una personalidad del mexicano promedio, de barrio, con una educación deficiente por su entorno social [aficionado de Pumas, 15 a 20 años].

Persona que tiene que vivir todos los días con la categoría “de que es de Tepito” y por ello, obstaculizado [aficionado del Atlas, 21 a 30 años].

Otros fueron menos indulgentes:

Futbolísticamente tenía muchas habilidades, era muy bueno, pero su carácter lo arruinaba todo, perdía la esencia del deporte, siempre quería pelear, lo que automáticamente lo convertía en mal jugador [aficionado de Chivas, 21 a 30 años].

Polémico pero carismático, buen jugador y líder. Se ganó tanto odio como amor [aficionado del Atlas, 21 a 30 años].

Liderazgo y vulgar. Mantenía un juego en conjunto y levantaba al equipo cuando se caía. Era vulgar por el tipo de comportamiento y festejos que realizaba [aficionado del América, 21 a 30 años].

Su inteligencia emocional poco le ayudaba porque era muy creativo e inteligente, pero no sabía controlar emociones, impulsivo y agresivo [aficionado de Pumas, 31 a 40 años].

Podríamos decir que estos encuestados se encuentran en medio de los admiradores y los detractores de Blanco, pero de forma más precisa se puede observar que estas respuestas contrastaron una opinión positiva de su desempeño como jugador con una negativa de su personalidad, dentro o fuera de la cancha, lo cual confunde la posición intermedia de estos encuestados. En vez de un continuo, lo que vemos es una polarización de opiniones acerca de sus atributos como persona, además de un cuasiconsenso acerca de sus habilidades como jugador. Empezamos a notar en estas citas que lo critican como persona, que los encuestados identifican las mismas características que sus admiradores, pero ahora son evaluadas de forma negativa. Por ejemplo, de los dos lados lo califican como peleonero, pero mientras para sus partidarios esto fue una parte esencial de su efectividad en el campo, en varios de los comentarios ambivalentes “lo convertía en mal jugador”, y lo que fue celebrado como su explosividad aguerrida arriba, aquí está descrito desfavorablemente como una falta de control emocional.

De modo semejante vemos evaluaciones muy distintas a las notadas arriba en cuanto a su movilidad social y su participación en la política, aspecto de su vida fuera de la cancha que generó muchas opiniones adversas, lo cual tal vez refleje más de la visión sobre la política mexicana que sobre el propio Blanco. Encontramos críticas que lo señalan de ser oportunista y usar su imagen y popularidad sin saber nada de la política, además de referirse a su incursión electoral como “ridícula”, “nefasta”, “absurda”, llegando a considerarlo como “un títere” de gente poderosa que está dando “pan y circo” al pueblo. En las mismas respuestas observamos de nuevo el contraste entre la admiración hacia él como jugador y una opinión muy severa de su actividad extracancha: “Me divertía como jugador. Me genera mucho rechazo como político” (aficionado de Pumas, 41 a 50 años). “Que no debió irse a la política. Debió seguir viviendo del futbol tal vez como D.T.3 De política no sabe nada” (aficionado de Toluca, 15 a 20 años).

Su movilidad social para algunos incluso afectó su desempeño como jugador. Un encuestado lo describió como:

Ambigu[o] y polivalente. Porque por un lado fue un tipo muy identificable con el pícaro de colonia popular que sabía utilizar sus habilidades físicas en la cancha. Pero, por el otro, el dinero y la fama le arrebataron esa espontaneidad inicial y lo transformaron en una figura más mercantilizada, apareciendo en anuncios y vendiendo productos de diversa índole [aficionado de Pumas, 41 a 50 años].

Como vimos antes, a pesar de que para algunos su movilidad social generó “empatía”, para otros representa una fuerte contradicción: no parece compatible el ser un pícaro popular -figura relacionada con el constante reto al sistema establecido- con el éxito comercial que representa una incorporación, aceptación e instrumentación del sistema establecido.

En otras opiniones negativas los mismos rasgos que algunos admiraron son cuestionados por otros. Por ejemplo, lo que fue valorado como su audacia y actitud aguerrida, también es descrito como “violento” y “macho”. Ser revoltoso se convierte en “chillón o llorón”. Sus ganas de superarse son entendidas como las de alguien “altanero” y “oportunista” o de un tipo “poco profesional”, “mañoso” y “corrupto” que representa el “agandalle y lo ventajoso”. Lo que para algunos fue su travesía y picardía, para otros es lo “mal educado”, lo “vulgar”, lo “desagradable” o lo “naco”, este último término despectivo combina lo altanero con lo vulgar.

No faltaron las opiniones que no sólo representan las mismas características de forma negativa sino que parecen describir a otra persona. En vez de verlo como un humilde líder solidario, hubo quienes notaron que “le gusta polarizar a la gente”, que es “soberbio” y “arrogante” o que demuestra egoísmo por ser “personalista” o “teatrero, le gustaba ser protagonista dentro y fuera de la cancha”. En lugar de ser intrépido y de “puro corazón”, es “fantoche” e “inflado por Televisa”. En vez de ser mágico y distintivo es más bien “mediocre”.

Si los corridos proveen una fuente de halagos a Blanco en forma de cultura artística masiva, hay de igual modo representaciones mediáticas más tibias en la modalidad de escenificaciones cómicas en la televisión, ahora grabadas en YouTube. En estas escenificaciones, algún actor o comediante representa a Blanco, burlándose de su particular postura física, su acento y su forma de hablar originaria de los barrios populares de la Ciudad de México.4 Así, aparece representado como una especie de Cantinflas (clásico personaje cómico de películas mexicanas, caracterizado por Mario Moreno) quien supera a las autoridades hablando en círculos y sin pleno sentido aparente para causarles confusión. Sugerimos que aunque Cantinflas es un tipo de héroe mexicano es, pese a ello, un héroe ambiguo, pues provoca risa con él y de él, ya que todo lo que hace lo realiza con seriedad sin evitar ser involuntariamente gracioso. Cantiflas entonces es un trickster en forma de bufón y por lo tanto no representa una amenaza seria al sistema y a sus reglas. Las representaciones de Blanco son doblemente denigrantes y desempoderantes. No sólo lo representan como el trickster inocuo y bufón sino, a diferencia de Mario Moreno, no está actuando, pues en realidad ésa es su forma de ser según estas escenificaciones televisivas.

Análisis: ¿por qué Blanco genera tanto amor y odio?

En este apartado nos interesa tomar esta variedad de opiniones hacia Blanco en su conjunto y tratar de explicar por qué genera reacciones tan polarizadas. Entre otras cosas, queremos analizar por qué idénticas características de trickster que admiran tanto algunos (su bravura y creatividad) son tan fuertemente rechazadas por otros como violencia y vulgaridad. Como describimos arriba, mientras los tricksters pueden generar distintas reacciones entre las clases populares versus las clases dominantes, en el contexto del futbol son casi siempre celebrados por todos los integrantes de la sociedad. Según lo señalado por Bassil-Morozov (2015: 109), en las sociedades capitalistas, puesto que todo mundo guarda algo de resentimiento al sistema que les ha obligado a reprimir su lado trickster, alguien que reta al sistema puede llegar a generar admiración y complicidad entre todas las clases sociales. Si Maradona y Garrincha personifican esta apreciación universal de la figura trickster, entonces surge el interrogante de por qué Cuauhtémoc Blanco constituye un tipo de controversia personificada para los mexicanos. La respuesta podría encontrarse en que las sociedades argentina y brasileña son muy diferentes en comparación con la mexicana. No queremos eliminar esta posibilidad, pero no parece que estas sociedades sudamericanas estén menos divididas por las clases sociales o reaccionen menos represivamente al impulso trickster que la mexicana. Más bien, proponemos que la diferencia está entre la trayectoria de los jugadores de manera individual. Como ya mencionamos, una diferencia importante entre Maradona y Garrincha en contraposición con Blanco es que los primeros no aspiraron a la movilidad social. Es más, podríamos decir que rechazaron tal movilidad a pesar de su fama y éxito económico: Maradona eligió jugar por el Club de Futbol de Nápoles debido a que era un equipo representativo del pueblo en una ciudad italiana pobre, en vez de los grandes y ricos equipos europeos, además cuestionó al futbol en cuanto un gran negocio corporativo, e hizo amistad con Fidel Castro. Garrincha, por su parte, casi no se dirigió a la prensa y siempre vivió en barrios de zonas industriales.

Ninguno de los dos jugó a favor de las reglas del sistema, pero tampoco esperaron que el sistema les premiara con la movilidad vertical. En otras palabras, desafiaron a la autoridad desde la posición colectiva de la clase popular o trabajadora. Su desafío fue cobijado por la lucha colectiva de clases, por lo que podríamos decir que se quedaron en su lugar. Blanco al igual que ellos no juega para las reglas del sistema (desafía y burla a la autoridad, ejerce su creatividad y no controla sus emociones), pero en contraste sí ha aspirado y logrado la movilidad social. Como dijeron algunos encuestados, Blanco es solidario con la clase popular pero a la vez reta individualmente a la autoridad y el orden social con sus incursiones a las clases más altas, lo que lo con-vierte en un trickster fuera de lugar. No es difícil imaginar que esta situación causará resentimiento entre los que han sacrificado algo de su creatividad e individualidad para mantener su posición social o para tratar de lograr la movilidad social.

Bassil-Morozow plantea que el arma más efectiva del sistema para controlar al trickster y mantenerlo en su lugar es la vergüenza (2015: 41). Ser trickster es diferenciarse de la norma y esto amenaza la necesidad humana de pertenecer. La vergüenza es el sentimiento que experimentamos al sentirnos rechazados por la colectividad (Giddens, 1995). La clase media es un segmento social particularmente vulnerable a este tipo de rechazo, puesto que esta posición social justo es lograda por seguir las reglas del sistema incluyendo la obediencia, la autodisciplina, la responsabilidad y el trabajo duro, mientras la clase alta está arriba de las reglas y la clase popular tiene poco que perder (BassilMorozow, 2015: 109). Por esto, los integrantes de la clase media con frecuencia cumplen el papel de ser los reguladores del comportamiento en la sociedad, y en especial la entrada a la clase media, lo cual incluye el control del impulso trickster a través de la vergüenza, que en el caso de las sociedades modernas capitalistas funciona señalando la falta de control de las emociones y el comportamiento inapropiado como plantea Elias (2009). Encontramos entonces que muchas de las opiniones negativas y críticas hacia Blanco pueden ser interpretadas como intentos de avergonzarlo, al llegar a etiquetarlo como “naco”, por ejemplo.

Claudio Lomnitz (2001: 111-114) plantea que naco es un insulto que antes se dirigía a las personas campesinas o indígenas en la ciudad, pero, a partir de la apertura de la economía mexicana al mercado y el consumo internacional en los ochenta y noventa, se redirigió la categoría de naco a las personas que quieren lograr una apariencia de movilidad social a través del consumo de productos de “primer mundo”. Lo en apariencia vergonzoso de esta acción, recordando el argumento de Bourdieu (2016), es aspirar al estatus más alto sin poseer el habitus para hacerlo bien; así, el insulto señala a estos consumidores como gente fuera de su lugar. Su inautenticidad es revelada y con esto se va volviendo a poner una barrera entre clases perdida por la nueva accesibilidad de los productos de consumo que antes reflejaban un estatus al estar sólo disponibles para una minoría con visas y recursos para viajar a otros países. El insulto de naco sirve para recordar a los de la clase popular que no pueden salir de su lugar simplemente por realizar algunas compras, ya que no hay atajos para ingresar a la clase media. De forma similar, los distintos insultos dirigidos a Blanco tienen la intención de avergonzarlo y regresarlo a su lugar o corregir su conducta trickster. Con esto tratan de decirle que si va a seguir comportándose de esa manera entonces tendría que quedarse en Tepito, regresar al campo de futbol o jugar el papel de bufón que le representan los comediantes. O, si va a estar en la televisión como presentador y en la política, tiene que disciplinarse y ser civilizado.

Otro rasgo que lo distingue de Maradona y Garrincha es la autodestrucción de estos sudamericanos. Maradona tuvo múltiples episodios de drogadicción que resultaron en un coma y en otros problemas de salud, que eventualmente lo llevaron a su muerte cuando tenía 60 años, en 2020. Garrincha sufrió graves problemas de alcoholismo y murió a los 49 años debido a esta adicción (Lopes, 2009: 122). Bassil-Morozow observa que los cuentos de tricksters en las sociedades tradicionales terminan en su desaparición o su reforma (2015: 12). Esta autora lo explica con el argumento de que, mientras el trickster sea necesario para la sociedad, se mantendrá como una necesidad secundaria: el orden social tiene que prevalecer o habrá sólo caos (2015: 24). Elegir entre desaparición o reforma es algo que la mayoría de los que liberan su impulso trickster tienen que enfrentar en las sociedades modernas capitalistas. Mantenerse como trickster mientras se está expuesto a los efectos poderosamente debilitadores de la vergüenza no es fácil. Alguien que desarrolla su lado trickster en la clase popular, donde encuentra menos resistencia, y luego está expuesto a la mirada crítica de la clase media (aun si no tiene aspiraciones de pasar a ser parte de esta clase) experimentará un choque fuerte (Bassil-Morozow, 2015: 58). Mantenerse firme ante esta presión social omnipresente requiere una piel muy gruesa, una falta de sensibilidad social o alguna otra peculiaridad excepcional. La autodestrucción por adicciones que ocurrió en los casos de Maradona y Garrincha podría ser explicada como una forma de enfrentar o evitar estas presiones.

A pesar de que ambos tricksters sudamericanos han sido queridos en sus países, no pudieron impedir verse involucrados en los juicios y la presión de la clase media, por lo que su caída fue como una redención de su transgresión y vergüenza, convirtiéndose ésta en la vía por la que pudieron ser disculpados. Cuando Maradona fue suspendido del futbol internacional, al no pasar la prueba antidoping del Mundial de 1994, un periodista argentino planteó que “siempre perdonaremos a Diego Maradona” porque es “la esencia de la alegría en el futbol, y si usó efedrina él no fue responsable; otros fueron responsables” (Archetti, 2017: 701). Archetti cita a un aficionado argentino que no sólo perdona a Maradona sino que toma la responsabilidad por su caída, notando que él igual que otros aficionados argentinos lo presionaron al extremo para levantar a toda la nación (una carga demasiado grande para una persona) (2017: 702). A la muerte de Garrincha, una gran multitud se juntó para acompañar la procesión funeraria y, después de una “verdadera muerte social” en sus últimos años de vida, los periodistas de repente recordaron al exjugador y lo celebraron como leyenda (Lopes, 2009: 126, 128). La caída definitiva de Garrincha, provocada por su autodestrucción con el alcohol, trajo su perdón y su retorno al estatus de héroe.

En contraste, Cuauhtémoc Blanco no se ha autodestruido. Más bien, ha logrado en varias ocasiones esquivar situaciones potencialmente destructivas, incluyendo tres acusaciones de violencia: un golpe al periodista David Faitelson, un ataque a un fotógrafo de prensa y la violencia doméstica hacia su primera esposa. Nunca fue condenado de manera formal por estos actos y, en apariencia, sus actividades profesionales no han sido afectadas, ni él tampoco ha sido plenamente avergonzado por sus transgresiones, a diferencia de Maradona y Garrincha. La impunidad de Blanco con seguridad evidencia las fallas del sistema judicial mexicano, pero esto no explica el alto nivel de enojo dirigido hacia su persona en comparación con el que se dirige contra el sistema en sí o hacia personas mucho más violentas. Quisiéramos sugerir entonces que el alto nivel de enojo hacia él no se debe a que lo que ha hecho sea tan terrible, sino a que ha logrado mantener su estilo trickster fuera de lugar y triunfar a pesar de él. El enojo es una manifestación del resentimiento de los que han tenido que reprimir su lado trickster para tratar de lograr o mantener la posición social. En contraste, entre sus admiradores, la habilidad de Blanco de evitar la autodestrucción es vista como parte de su fortaleza. Para ellos, los intentos de avergonzar al héroe popular tanto como las tentaciones de las adicciones son trampas puestas por las clases superiores para guardar su posición y exclusividad, y Blanco parece seguir burlándose de ellas.

Conclusiones

El trickster por lo general se define como un personaje o un impulso que reta o se opone al orden social. Pero la oposición entre trickster y sistema no está balanceada. El trickster funciona como la musa del sistema. Es definido negativamente por éste y en sus términos. Además, como hemos visto, es destinado a la desaparición o a su reforma e incorporación al sistema. Quisiéramos sugerir que esta narrativa de la relación entre el trickster y el orden social, incluyendo la existencia y empleo de estas categorías están escritas desde el punto de vista del vencedor: el del mismo orden. En la narrativa típica, el trickster, al final de cuentas, se queda en su lugar y así no constituye una amenaza seria a la estratificación social. De este modo, el trickster puede ser perdonado e incluso agradecido por el sistema y quienes siguen sus reglas, ocupando el lugar de un otro necesario como válvula de escape e incluso necesario para definir el propio sistema y su orden.

Hemos planteado que Cuauhtémoc Blanco provoca enojo y odio al romper con la narrativa tradicional del trickster, pues no cae ante la vergüenza, ni tampoco es reformado o pide perdón. Y de forma todavía más problemática, mediante su movilidad social, no queda en el lugar reservado para la figura del trickster. Con esto, Blanco genera una contradicción, desdibuja las fronteras entre las categorías de estructura y antiestructura y rompe las reglas de la movilidad social. En este sentido, tiene el potencial de ofender tanto al burgués como al marxista, al primero por su empeño en no dejar su lado trickster al entrar a las clases dominantes y al segundo por el supuesto abandono de su clase y la aspiración a la movilidad social. Pero si recordamos que las categorías en sí están creadas por la clase dominante (los vencedores), sean capitalistas o intelectuales marxistas, podemos entonces empezar a ver más allá de la contradicción. Hemos observado que para Blanco y sus seguidores es evidente que no hay paradoja alguna, lo cual sugiere que se posicionan de otra manera frente a estas categorías. Así, lo que Blanco y sus seguidores nos obligan a cuestionar no es simplemente el sistema, sino la aplicabilidad universal de la dicotomía de trickster versus sistema.

Nuestra propuesta no es que Blanco evita enfrentar la dicotomía entre el trickster y el orden social. Más bien, su enfrentamiento a esta dicotomía y las opciones limitadas que ofrece es justo lo que le distingue. El caso de Blanco ayuda a revelar la oposición como trampa: una trampa que por un lado parece ofrecer la opción de una salida al sistema (la que toman los tricksters eternos como Maradona o Garrincha), pero esta “salida” sirve en realidad para mantener a los rebeldes en su lugar y a distancia segura del sistema. El otro camino de la trampa es el que parece ofrecer la opción de una movilidad social (el que han tomado figuras como Messi o Pelé), pero que al demandarle al sujeto abandonar su lado trickster también funciona para reproducir una forma no económica de mantener la distinción entre las clases sociales.5

Esquivar la trampa de estas dos opciones limitadas requiere cierto tipo de personalidad. Necesita tener la piel suficientemente gruesa para enfrentar los intentos de avergonzamiento, los cuales pueden venir desde las clases sociales más altas pero de igual modo desde las más bajas, desde arriba catalogándolo como naco y desde abajo como traidor, con el fin de limitarlo a elegir una opción de la trampa o la otra. La admiración que muchos muestran hacia Cuauhtémoc Blanco no es tan sólo por su lado trickster sino también por el valor y la astucia que demuestra al no quedarse en “su lugar” ni aceptar las opciones impuestas por la oposición entre trickster y sistema al servicio de la estratificación social. Al mismo tiempo, genera tanto odio y resentimiento porque no se limita a desafíar al sistema desde la posición apartada del trickster sino que desdibuja la oposición entre esta dualidad de estructura y antiestructura, amenazando con revelarla como la trampa que es.

Fuentes

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1Agradecemos a Samuel Martínez por señalarnos este acontecimiento

2Corrido a Cuauhtémoc Blanco”, en YouTube <https://www.youtube.com/watch?v=YPGQBnfhZV0> [13 de julio de 2020].

3D.T. se refiere al director técnico de un equipo de futbol.

4Véase, por ejemplo, “Piojo Herrera pone a prueba al ‘Cuau’ para jugar en el Mundial 2014 / Televisa Deportes”, en YouTube <https://www.youtube.com/watch?v=-duou956MJQ> [13 de julio de 2020].

5En una tesis reciente, Rozo Rondón (2020) revela una trampa analógica relacionada con el nacionalismo. Los aficionados latinoamericanos que apoyan a los grandes equipos europeos están señalados entre algunos de sus paisanos como inauténticos o traidores por no seguir a los equipos locales. Sin embargo, estos aficionados transnacionales siguen desafiando las opciones limitadas que ofrece el nacionalismo y niegan que hay una contradicción en sus elecciones.

Recibido: 19 de Octubre de 2021; Aprobado: 03 de Marzo de 2022

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