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Región y sociedad

versión On-line ISSN 2448-4849versión impresa ISSN 1870-3925

Región y sociedad vol.27 no.63 Hermosillo may./ago. 2015

 

Artículos

 

Obreros agrícolas migrantes en Sinaloa

 

Florencio Posadas Segura*

 

* Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS). Teléfono: (667) 13 1 6198. Anastasio Pineda 2965, Universidad 94, C.P. 80058, Culiacán, Sinaloa, México. Correo electrónico: posadas@uas.edu.mx

 

Recibido en enero 2014
Aceptado en julio 2014

 

Resumen

El objetivo de este artículo es demostrar la presencia significativa de los obreros agrícolas migrantes, algunas características que la explican y la pauperización que experimentan. La causa principal de la migración es la desocupación; los empresarios controlan los métodos de contratación, trasportación y explotación, y los jornaleros rurales migrantes trabajan más, ganan menos y su situación es mayormente miserable. Esto se ilustra con el caso de Villa Benito Juárez, Sinaloa, que prueba la gran importancia de los asalariados estacionales del campo, como auténticos productores de la riqueza, y la paradoja de su condición de pobreza aguda. El patrón migratorio interno y externo descubierto contradice los estereotipos prevalecientes, en el marco de la reestructuración productiva y laboral de la agricultura mexicana y la incorporación de fuerza de trabajo asalariada pagada por debajo de su valor, seGMentada y dosificada convenientemente de acuerdo con la estrategia del capital, guiada por el espíritu de la ganancia máxima.

Palabras clave: obreros agrícolas migrantes; noroeste de México; Sinaloa; Guerrero; Oaxaca.

 

Abstract

The aim of this article is to demonstrate the significant presence of migrant agricultural workers, some characteristics that explain it and the pauperization they experience. The main cause of migration is unemployment; employers control the methods of recruitment, transportation and exploitation of rural migrant laborers, who work longer, earn less, and whose situation is mostly miserable. The case of Villa Juárez, Sinaloa, confirms the importance of seasonal field employees as genuine producers of wealth, and their paradoxical condition of acute poverty. The internal and external migration pattern we found contradicts prevailing stereotypes, in the context of production and labor restructuring in Mexican agriculture and the introduction of wage labor that is paid below value, and conveniently segmented and rationed according to a capitalist strategy guided by the spirit of maximum gain.

Key words: migrant farmworkers; Northwest Mexico; Sinaloa; Guerrero; Oaxaca.

 

Introducción

Con base en una orientación teórica e histórica marxiana renovada, que pone el acento en la redefinición conceptual del obrero rural y la superpoblación relativa al capital, el objetivo principal del presente artículo consiste en demostrar la magnitud real y significativa de los obreros agrícolas migrantes en la agricultura capitalista desarrollada, subordinada al capital internacional, y algunos de sus principales rasgos como la desocupación en el lugar de origen; el control empresarial sobre los mecanismos de contratación, la trasportación y explotación; la intensificación y ampliación de los tiempos de trabajo; la reducción salarial y la situación de pobreza en la que viven.

Para cumplir con los objetivos planteados, el método de investigación recabó la opinión de los productores directos auténticos. Se aplicó un cuestionario a un centenar de asalariados agrícolas, una encuesta semiabierta de 135 preguntas, de las cuales se presentan ciertos indicadores relacionados con las características básicas de los obreros agrícolas migrantes: lugar de residencia, contratación, trasportación, ocupación, tiempo de trabajo e ingreso salarial.

Los resultados empíricos obtenidos en Villa Benito Juárez (VBJ) , Navolato, Sinaloa, responden al problema de investigación expuesto, y prueban la presencia importante de los obreros agrícolas migrantes; la desocupación como causa principal de la migración; el control total de los empresarios rurales sobre el sistema de contratación y trasportación; la prevalencia del trabajo asalariado en Sinaloa; las jornadas máximas y los ingresos mínimos.

Independientemente de una serie de estereotipos y posiciones anacrónicas sobre el objeto de estudio, aquí se concluye que la resignificación de los obreros agrícolas migrantes en Sinaloa se lleva a cabo en el marco de una profunda e inédita reestructuración empresarial, productiva y laboral. La agricultura capitalista regional de punta, subordinada al capital internacional, combina la aplicación de formas de explotación relativa y absoluta con lo que eleva la productividad laboral, baja la cantidad requerida del trabajo necesario e incrementa el no pagado, esto es, intensifica o amplía la jornada y los tiempos de ocupación y reduce el salario al mínimo vital. Por ello, se pretende contribuir al estudio de la nueva situación de vulnerabilidad que experimentan los jornaleros agrícolas exmigrantes en las zonas urbanas y, sobre todo, los migrantes pendulares y circulares tanto en las áreas rurales como en las urbanas.

 

Orientación teórica e histórica

De acuerdo con Federico Besserer (1999), las teorías apoyadas en el marxismo, como fundamento para el análisis de los procesos migratorios, se relacionan conceptualmente con el proceso histórico de internacionalización del capital. Así, los teóricos de la "articulación de modos de producción" enfatizaron el circuito del capital mercancía, apoyados en la interpretación sobre la acumulación ampliada del capital (Luxemburgo 1967); otros el circuito del capital financiero, analizado en la obra sobre el imperialismo, como fase superior del capitalismo (Lenin 1961). Entre estos teóricos, fue el modelo "dependentista" el que tuvo mayor influencia en América Latina (Bambirra 1974, 1975; Marini 1977).

Sin embargo, la crisis capitalista de la década de 1980 mostró la incapacidad de los modelos articulacionista y dependentista para darle una explicación global al fenómeno. La internacionalización del capital productivo y la globalización del capital fueron los nuevos elementos que rebasaron las posibilidades de interpretación de los modelos de "dos modos de producción" y de "centro-periferia". La discusión se trasladó al eje de la "nueva división internacional del trabajo" (Palloix 1978; Hymer 1979; Jenkins 1984), en donde la cuestión sobre la migración de la fuerza de trabajo y del capital, así como el carácter de clase de la mano de obra internacionalizada son los elementos organizadores de las posiciones teóricas.

Entre los teóricos se puede identificar la corriente "circulacionista" (Jenkins 1984), que sostiene que el motor para la internacionalización del capital productivo ha sido la relación entre la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, el desarrollo de las comunicaciones y con esto el crecimiento de la movilidad del capital y, por ende, del mercado mundial con lo que éste tiene acceso a una especie de reserva mundial de fuerza de trabajo barata. Tanto la migración de capital como la fuerza de labor son vistas como un problema de mercado, la circulación de capital y la fuerza de ocupación permiten contrarrestar la disminución de la tasa de ganancia, con lo que la migración se trasforma en el eje de la acumulación (Arrighi 1978; Frank 1980; O'Connor 1981). La explicación circulacionista coincide con algunos análisis articulacionistas, que plantean la trasferencia de renta laboral de modos de producción no capitalistas al modo capitalista al incorporar, con la migración, mano de obra al ciclo de la producción capitalista (Melliassoux 1979; Fonseca y Moreno 1984). La misma interpretación circulacionista coincide con algunos teóricos dependentistas, cuando hablan sobre el problema de la migración. Éstos les otorgan a los distintos países papeles especializados en la nueva división internacional del trabajo; unos son fuente de "mano de obra barata" y otros proporcionan el "capital" (Castells 1978).

Otra corriente en el estudio de la internacionalización del capital es la "productivista" (Jenkins 1984) que, en oposición a la "circulacionista", centra su atención en el proceso productivo, e identifica la caída de la tasa de ganancia con el desarrollo de los medios de producción en los países desarrollados, y con los cambios en la composición orgánica del capital (Warren 1973). Los estudios productivistas subrayan que hay que tomar en cuenta a la clase obrera industrial y las formas de explotación de plusvalía relativa, pero omiten las formas renovadas de explotación de plusvalía absoluta del capital más avanzado y, por tanto, a amplios sectores dentro y fuera de los países desarrollados; también eluden la problemática de la integración del capital internacional y el proceso de conformación y fortalecimiento de los regionales. Los productivistas enfatizan la migración del capital y la formación de un proletariado internacionalizado en el Tercer Mundo, en la línea clásica del marxismo "ortodoxo" (Haworth y Ramsey 1984), pero al dejar fuera la migración de la fuerza de trabajo ignoran su importancia en el proceso de acumulación en los países y regiones desarrolladas.

Otro grupo de teóricos vuelve al análisis de El capital (Marx 1975), para entender el proceso de acumulación ampliada, mediante la revisión de los tres circuitos fundamentales: capital dinero, capital mercancía y capital productivo cuyo desarrollo, en el ámbito internacional, es examinado dentro del momento histórico del capitalismo posterior a la segunda guerra mundial, caracterizado por la internacionalización del capital productivo que, en la vinculación con los otros dos circuitos, integra los modos de acumulación internacional del capital (Palloix 1978).

El planteamiento central de la teoría de los tres circuitos del capital puede resumirse, en lo referente a la migración en general y al caso de México, en que la internacionalización del capital ha cambiado el panorama de las clases sociales en el campo mexicano (Cockroft 1985; Barkin 1985). La migración de la fuerza de trabajo es entendida como un problema de circulación y producción (Sanderson 1990; Baird y McCoughan 1982), y su aporte más importante es al análisis del carácter de clase de la fuerza de trabajo internacionalizada (Besserer 1999).

Frente a las limitaciones productivistas de la definición del "sindicalismo multinacional" se ha planteado otra pregunta más amplia, en el contexto de la internacionalización del capital, ¿se está ante un proceso de proletarización global?

Los teóricos que analizan la internacionalización, con énfasis en la circulación del capital, sostienen una respuesta "optimista" que puede sintetizarse en la conformación de un ejército laboral de reserva internacionalizado (O'Connor 1981). El planteamiento consiste en que el desarrollo de las fuerzas productivas ha masificado el empleo, lo que ha originado un proletariado descalificado. La lucha de clases estimula la migración de fuerza de trabajo y de capital el cual, al masificar su producción, tiene a su disposición a un enorme contingente de la población mundial que se trasforma en ejército de reserva "permanentemente empleado", otro que entra y sale de la producción y un tercero de reserva latente. Los migrantes, que proveen este trabajo no calificado, constituyen una fuerza inherente para el desarrollo de los medios de producción, que permiten la explotación de trabajo siempre barato, sin que decrezca la tasa de explotación, y el proceso de formación de este ejército de reserva internacional debe ser entendido como uno de proletarización. O'Connor supone que el capital internacional ha sectorizado a dicho ejército, y que en momentos de crisis y contracción del sector económico, que genera desocupación laboral, los seGMentos "flotante" y "estacionado" vuelven a la reserva "latente", misma que se refugia en el welfare, en la producción doméstica.

Esta propuesta concentra al motor de la internacionalización de la fuerza de trabajo en el desnivel salarial (un fenómeno de circulación), y el proceso de proletarización sólo se entiende como potencial, en la medida que el capital es capaz de llegar hasta esa fuerza de trabajo en reserva. Así que no se puede hablar en términos estrictos de una globalización de la proletarización, sino de una globalización del mercado de la fuerza de trabajo internacionalizada.

Una primera crítica a la corriente circulacionista, que postula la proletarización global, desde el punto de vista de la internacionalización de los tres circuitos del capital, propone que la creación de un mercado mundial del trabajo no suscita un interés común entre los trabajadores de países avanzados y subdesarrollados, ya que la internacionalización del capital es parte de la búsqueda gerencial de una fuerza de trabajo masiva y sustituible, que no comparta una experiencia de comunidad e identidad (Jenkins 1984).

En ese mismo sentido, otro elemento relevante para la discusión, desde la óptica de los tres circuitos del capital, sostiene que la globalización del capital no sucede de igual forma en todos los niveles (Sanderson 1990); su integración vertical puede pasar por la inversión como capital dinero, en la producción de otros capitales regionales. La integración "vertical" del capital, la organización industrial, no lleva implícita la "horizontal", la del proceso de trabajo. En la agricultura mexicana y estadounidense, el elemento central de esta "integración" vertical son los "contratos" de producción y de compra entre capital regional y empresas internacionales, en lo que se conoce como agricultura por contrato. En resumen, se habla de "internacionalización de la fuerza de trabajo" sin proletarización global, y se analiza la in-ternacionalización de sectores "campesinos" (Sanderson 1985).

Por lo tanto, se trata de dos posiciones en la interpretación de la magnitud del fenómeno de globalización del proletariado; por un lado, el enfoque "optimista" sostiene que frente a la internacionalización y globalización del capital, existe la globalización del proletariado. Esta visión la sustentan los circulacionistas, con base en el contenido proletario que le asignan al ejército de reserva. La potencialidad de dispersión geográfica y movilidad del capital productivo, así como la posibilidad de incorporar a la producción a la fuerza de trabajo menos calificada es lo que provoca que un amplio sector de la población mundial se convierta en trabajadores potenciales para el capital internacionalizado, que en la práctica incluye a grandes sectores, que establecen una relación laboral, aunque no necesariamente permanente. Por otro lado, la perspectiva "pesimista", inscrita entre los que entienden los tres circuitos del capital en la internacionalización, mantiene que el proceso de globalización del proletariado no puede consumarse por límites o contradicciones en la difusión de las relaciones sociales de producción entre el capital internacional y la fuerza de trabajo regional. Esto, sea a partir de negaciones, que detienen el establecimiento del capital mundial, o por las formas combinadas que éste encuentra para dominar la producción regional, a partir del circuito del capital dinero (financiero).

Si en parte se sigue a Besserer, la aparente contradicción entre "optimistas" circulacionistas y "pesimistas" de los tres circuitos del capital desaparece al considerar dos aspectos, que servirán también para explicitar algunos instrumentos de utilidad para el análisis del obrero agrícola migrante; primero, las fracciones de la clase obrera vinculadas con el capital regional y las asalariadas con el capital internacional, esto debido a la integración vertical "diferencial". Cuando se menciona la subordinación del capital regional al internacional, también se habla de subordinación de la fracción del proletariado, que incrementa el valor para el capital regional, cuyo plustrabajo es integrado por el internacional a su ciclo mercantil, donde se realiza una parte de él.

El segundo aspecto es el proceso de internacionalización del capital, que hace lo propio con amplios sectores de la fuerza de trabajo, mas no necesariamente los proletariza. En términos estrictos, lo que proletariza es sólo la internacionalización en el circuito de las relaciones sociales de producción del capital; este es el único caso en que la internacionalización del capital es igual a la proletarización de la fuerza de trabajo. Se puede entonces distinguir entre internacionalización de la mano de obra en la circulación, o sea, la del ejército de reserva, como la circulante y disponible para el capital internacional; y proletarización a escala internacional, es decir, inclusión en la producción de ese sector, que depende del salario del capital internacionalizado. Lo que sucede en la práctica es una tendencia hacia la proletarización internacional de quienes, como fuerza de trabajo, se integran al capital internacionalizado por la vía de la circulación.

La revisión de los estudios sobre el mercado de trabajo rural en México y Estados Unidos pone al descubierto que lo que aparenta ser una relación entre la superpoblación relativa y los empleos fraGMentados y dispersos en el tiempo y el espacio es, en la práctica, un sistema de contratación y trasportación eficiente y bien estructurada del capital internacional.

El capital agrícola regional e internacional ha logrado desarticular el proceso productivo al igual que la industria. La contratación temporal y por tarea proyecta la imagen del trabajador rural que circula por una serie de relaciones laborales y fraGMentos de la producción divididos, que sólo tienen conexión en su propia historia laboral. El capital hace transitar al asalariado del campo por la esfera de la circulación, para integrarse al proceso productivo; esta doble condición del trabajador migrante puede encontrarse en diversos estudios en México y Estados Unidos. Dentro del mercado de la fuerza laboral rural, sólo los trabajadores permanentes de planta y migratorios (Paré 1979; Friedland 1981; Posadas 2005) le dan coherencia al planteamiento de la internacionalización como fuerza de trabajo libre, que en el mercado se proletariza permanentemente.

A lo anterior se puede agregar la sorprendente integración patronal, para la organización de la fuerza de trabajo migrante y el establecimiento de salarios generales en el noroeste mexicano (Baird y McCoughan 1982; Astorga 1985). Otras investigaciones dan cuenta de la relación entre patrones en México y Estados Unidos y poblados específicos en territorio mexicano, a donde envían enganchadores para garantizar el suministro de mano de obra migrante.

En la práctica, entonces, existe un punto en el que operaría cabalmente el planteamiento de O'Connor en relación con la sectorización de la sobrepoblación relativa y la activación o desactivación de ésta, según las necesidades del capital. Sin embargo, por lógica, se puede plantear que la internacionalización del mercado de trabajo conlleva a la proletarización de un ejército de reserva que se mundializa.

Besserer subraya la tendencia a vincular la circulación y la producción desde la perspectiva de la fuerza de trabajo, el mercado de ésta y el empleo. En términos generales, afirma que la internacionalización apunta, en el plano objetivo, hacia la proletarización de la fuerza de trabajo conforme se vaya internacionalizando.

Al parecer, en los años setenta la discusión sobre la estructura de clases en el campo mexicano había llegado a un punto de acuerdo entre dos corrientes: la "campesinista", que sostiene la supervivencia de una clase campesina en el campo, y la "descampesinista", que sustenta la transición obligada hacia la proletarización de estos sectores (Feder 1984). El supuesto punto de acuerdo residía en el argumento de que en el desarrollo capitalista aparece un proceso de disolución y reproducción del campesinado (Carton 1986).

Sin embargo, la internacionalización del capital productivo ha cambiado el panorama de las clases sociales en el campo, y da la razón a quienes sustentan que la tendencia predominante es la proletarización de la fuerza de trabajo agrícola y de ninguna manera la recampesinización.

A partir de los años ochenta, el nuevo modelo de desarrollo mexicano y sus implicaciones en la política económica hacia el campo ha trasformado a la producción agrícola doméstica ya no en la de bienes de consumo baratos para apoyar el crecimiento industrial, característica del modelo anterior, sino que ha priorizado su papel como productor y reproductor de fuerza de trabajo (Dierckxsens 1985). A esto se le ha denominado la "doble explotación del proletariado-campesino", porque forman parte de un contexto capitalista más grande que los explota como jornaleros agrícolas asalariados mal pagados y también de su recurso de autoexplotación, como agricultores de subsistencia o productores domésticos, para satisfacer sus necesidades de consumo. Sin embargo, estas comunidades de origen campesino contrastan con las formaciones sociales desarrolladas, vinculadas a los grandes distritos de riego en el noroeste mexicano, donde la burguesía agrícola regional se caracteriza por su subordinación al capital internacional y donde, además, existe un proletariado agrícola regional al que se suman trabajadores temporales migrantes, proletarios-campesinos provenientes de comunidades con producción agrícola doméstica, que se han constituido en ejército de reserva del capital internacional (Cockroft 1983).

La migración como circulación de la fuerza de trabajo de las formaciones sociales subdesarrolladas, que funcionan como una especie de almacenes de la sobrepoblación relativa para el capital mundial hacia las regiones donde éste se valoriza, se ha entendido como proceso de proletarización que se revierte en ciertos periodos del ciclo agrícola y en momentos de crisis para el sector económico, que disminuye la demanda de asalariados.

Algunos autores han interpretado de forma equivocada la migración de retorno o reinmigración como proceso de recampesinización del proletariado agrícola (Carton 1986; Baird y McCoughan 1982); la entienden como un fenómeno de circulación y no de internacionali-zación del capital productivo y proletarización. El regreso a la formación social subdesarrollada, en el lugar de origen de los trabajadores rurales asalariados migrantes, es una condición transitoria, cuando se les ha internacionalizado como ejército de reserva. Con la migración, la condición de clase del trabajador cambia a la de proletario internacionalizado, que se acentúa cuando es constante y se extiende por años.

No obstante sus valiosas aportaciones, tal y como diversos críticos lo han sugerido de manera reiterada (Arango 2003; García 2003; Lizárraga 2004), prácticamente todas las visiones teóricas inspiradas en el marxismo adolecen de una serie de limitaciones que separan lo teórico de lo empírico. De acuerdo con los objetivos del presente artículo, cabe destacar que las ausencias, imprecisiones y ambigüedades en la definición de los conceptos de proletario agrícola y superpoblación relativa han dificultado la comprensión tanto teórica como empírica del obrero agrícola migratorio.

En ese sentido, habría que señalar que, desde el enfoque económico de la propia perspectiva marxiana (Marx 1975), por proletario u obrero se entiende al asalariado productivo que valoriza capital, y al que el capitalista desocupa en cuanto se vuelve superfluo para dicho propósito. La acumulación capitalista produce una población obrera relativamente excesiva para las necesidades medias de valorización del capital y, por tanto, sobrante. Pero, si una superpoblación obrera es el producto inevitable de la acumulación o del desarrollo de la riqueza sobre una base capitalista, ésta se convierte, al mismo tiempo, en palanca de la acumulación capitalista, e incluso en una condición de existencia del modo de producción capitalista. Constituye un ejército industrial de reserva a disposición del capital, que le pertenece como si lo hubiera criado a costa suya. Esta sobrepoblación crea el material humano explotable utilizable en forma continua para las necesidades mudables de valorización del capital, independientemente de los límites del incremento real de la población.

El obrero rural se define por su relación de oposición y contradicción social con el capital en el proceso de valorización, esto es, como productor y valorizador de éste. Existe, principalmente, por la venta de su fuerza de trabajo, que permuta por un salario para obtener los medios de consumo indispensables para la reproducción, y la producción de ella, demandada para el funcionamiento del sistema económico y social predominante.

Todos los proletarios integran la superpoblación relativa al capital, durante el periodo en que están semiocupados o desocupados. En consecuencia, la clase obrera agrícola está integrada por dos grandes fracciones: la población activa y la sobrepoblación inactiva en forma parcial o total; la parte ocupada y su reserva. La superpoblación relativa a los medios de producción adopta tres formas: la oscilante, la oculta y la inmovilizada.

En la medida en que la producción capitalista domine la agricultura, o según el grado en que se ocupe de ella, la demanda de población asalariada rural disminuirá a medida que crezca la acumulación del capital que funciona en este sector, sin que la expulsión de esos trabajadores se complemente con una atracción igual o mayor. La sobrepoblación relativa fluctuante rural siempre está en vías de trasformarse en población urbana o manufacturera, es decir, en la industria no agrícola, que fluye de forma constante del campo a la ciudad.

Sin embargo, su salida invariable supone la existencia, en el propio campo, de una sobrepoblación relativa continuamente escondida, que se vuelve visible cuando la migración constante hacia las ciudades se manifiesta con toda su abundancia. De ahí que al bracero rural activo se le reduzca al salario mínimo, y que esté siempre con un pie hundido en el fondo más bajo de la superpoblación relativa, en la esfera de la miseria.

La sobrepoblación relativa estancada constituye una parte de los obreros activos, pero su ocupación es anormal, de tal modo que el capital tiene aquí a su disposición a una concentración extraordinaria de fuerza de trabajo disfrazada. Sus condiciones de vida caen por debajo del nivel medio normal de la clase trabajadora, y es esto lo que convierte a esa categoría en base amplia para ciertos renglones de explotación del capital, caracterizada por el máximo de tiempo de trabajo y el mínimo de salario. Su representación primordial se conoce como la industria domiciliaria, incluso en la agricultura, cuyos supernumerarios son explotados como asalariados a domicilio.

De manera similar a la manufactura no agrícola, en la industria rural, una parte de los trabajadores que forman parte de la población excedentaria relativa fluctuante emigra, y no hace más que seguir los movimientos del capital emigrante, con la particularidad de que la migración es del campo a la ciudad y, por lo general, es irreversible. Uno de los efectos en el campo es que la población femenil crece más rápido que la varonil. El capital demanda masas mayores de asalariados jóvenes, y menores de obreros varones adultos. Los integrantes de la sobrepoblación relativa estancada no emigran, pues continúan inmóviles en sus industrias agrarias domiciliarias, en espera de ser contratados como obreros en su propia residencia.

A diferencia de la sobrepoblación fluctuante y la estancada, pero combinada con ellas, quienes constituyen la relativa latente se convierten en obreros rurales activos e inactivos. Es esta parte de la mano de obra rural desocupada, ya sea en forma parcial o completa, la que emigra; reconoce la táctica del capital y diseña su propia estrategia, sigue los cultivos en los lugares de destino nacional o internacional, y considera que los tiempos de producción y los de trabajo en la agricultura no siempre coinciden. La emigración regional o internacional puede ser definitiva y termina con el cambio de domicilio, o bien temporal (pendular o circular) o permanente (circular), con lo que continúa vigente con cambios de domicilio transitorios en los lugares de destino.

El noroeste de México, encabezado por Sinaloa y el valle de Culiacán, produce y exporta la mayor parte de las hortalizas con las que México controla alrededor de la mitad del mercado de Estados Unidos. Sinaloa es la primera economía agrícola del país con una agricultura capitalista desarrollada y subordinada al capital internacional. En 2010, el valor comercial de su producción agrícola ascendió a 35 mil millones de pesos (Aguilar 2010; Besserer 1999; Cota 2012; Maya 2011; Ortiz 2007; Rojas 2013).

En Sinaloa y en el valle de Culiacán, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (201 1, 2001), existe una de las mayores concentraciones de jornaleros agrícolas; la población económicamente activa ocupada en el sector primario de Sinaloa, en calidad de asalariados rurales, constituye más de 80 por ciento del total y los migrantes externos son una parte fundamental en la generación de la riqueza en la actividad económica agrícola y en el conjunto de la cadena agroalimentaria. Con base en información oficial y privada, Sinaloa concentra una de las mayores cantidades de jornaleros hortícolas, cerca de 200 mil, de los cuales 42 por ciento serían locales y 58 procedentes de otros estados (Secretaría de Desarrollo Social, SEDESOL 2000; Habermann 2005). El valle de Culiacán tiene una gran importancia económica como lugar de destino, y también para las regiones de origen de la población jornalera agrícola migrante dentro y fuera del estado.

Con base en la orientación teórica e histórica anterior, el problema por investigar en el presente artículo se resume en los siguientes interrogantes: ¿quiénes son los obreros agrícolas migrantes?; ¿cuáles son las causas principales que los originan?; ¿cómo son subordinados y explotados por los patrones?; ¿dónde son ocupados?; ¿cuánto tiempo trabajan y cuáles son sus ingresos?, y ¿cuál es su situación? En respuesta, aquí la hipótesis es que la reestructuración de la agricultura mexicana conlleva la estructuración sectorizada del conjunto de trabajadores rurales asalariados. Los obreros agrícolas migrantes desempeñan un papel esencial en la estrategia del capital, por lo que su participación es muy significativa. La desocupación es la causa principal de la emigración laboral rural. El capital regional subordinado al internacional controla los métodos de contratación, la trasportación y la explotación del proletariado rural migrante. Su jornada es más extensa, el salario es más reducido y su pauperización es mayor.

En ese sentido, el objetivo principal del texto es demostrar la presencia significativa de obreros agrícolas migrantes; la desocupación en el lugar de origen como causante fundamental de la emigración; el control absoluto de los patrones sobre los mecanismos de contratación, trasportación y explotación; sus jornadas más largas; los salarios reducidos y la peor situación de pobreza en la que viven. Todo lo anterior, mediante el trabajo de campo en VBJ, en el corazón del valle de Culiacán, donde se concentraban alrededor de 20 mil jornaleros agrícolas locales y migrantes empleados en diversas empresas especializadas en la producción y exportación de hortalizas, sobre todo de tomate, chile, pepino, calabaza, berenjena y elote (Ortiz 2007; Cota 2012; Rojas 2013).

 

Metodología

La investigación sobre los obreros agrícolas migrantes en VBJ incluye indagación teórica y empírica; de gabinete y de campo. Eso implicó visitas a empaques, campamentos y colonias seleccionadas, como muestra representativa, el uso de cuaderno de campo y aplicación de una encuesta semiabierta. Para cumplir con los objetivos planteados, se consideró que se debía recabar la opinión de los productores directos, para lo que se aplicó un cuestionario a los asalariados agrícolas. Para tal efecto, se diseñó una encuesta semiabierta dividida en 11 apartados, de los cuales, aquí se presenta una serie de indicadores relacionados con las características de los trabajadores agrícolas migratorios tales como lugar de residencia, contratación, trasportación y ocupación, duración de la jornada e ingresos.

El total de habitantes de la sindicatura de Villa Benito Juárez era de 24 152, sin considerar a los inmigrantes temporales (Cota 2012), por lo que se estimó que los asalariados agrícolas eran cerca de 20 mil. La encuesta se aplicó a una muestra de 96 jornaleros con domicilio en campamentos, colonias y cuarterías; su tamaño se decidió de acuerdo con la siguiente fórmula, indicada para estimar proporciones y porcentajes en poblaciones finitas (Holguín y Hayasi 1993):

donde, para el caso de Villa Benito Juárez, equivale a: n= 20 000; P= 0.5; Q= 0.5; Z= 1.96; e= 0.1; n0= 3.84 x 0.25= 0.96/0.01=96; con nivel de confianza de 95 por ciento y una precisión o error máximo de 10.

Además, se consultaron las tablas de "límites y precisión de confidencia especificados para cantidades muestrales cuando la muestra se da en porcentajes" (Yamane 1980), en las que se observa que para una población de 20 000 casos hasta el infinito, el tamaño de la muestra debe ser de 100, por ello se determinó que esta fuera la cantidad de trabajadores agrícolas encuestados en VBJ.

En la zona de estudio, de acuerdo con los objetivos de la investigación, las encuestas se aplicaron entre cuotas de trabajadores, con el criterio básico de la situación que vivían los proletarios agrícolas; por ejemplo en empresas donde sus condiciones eran buenas y en otras donde eran malas, de acuerdo con una clasificación de la SEDESOL.1

Entre enero y febrero de 2012 se aplicaron cien cuestionarios a trabajadores agrícolas en las zonas rural y urbana de VBJ; en la primera se encuestaron a los de cuatro empresas hortícolas, seleccionadas como "buenas" y "malas" por el grado de respeto a los derechos laborales, sociales y humanos de sus trabajadores. En la segunda a asalariados en cinco colonias, según los siguientes criterios convencionales: a) mejores viviendas (Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores); b) mayor antigüedad; c) cuartería de migrantes; d) prevalencia indígena y e) lugar público y abierto. Los cuestionarios se aplicaron entre obreros de 12 empresas agrícolas y más de diez colonias,2 cuarterías3 y campamentos4 de proletarios agrícolas: 59 en la ciudad y 41 en el campo. Los cuestionarios se distribuyeron convenientemente en las zonas rural y urbana de la sindicatura de VBJ. La muestra era representativa de hombres y mujeres; jóvenes, adultos y adultos mayores; indígenas y no indígenas.

De los cien encuestados, 64 por ciento fueron hombres y 36 mujeres. En cuanto a la edad, 39 por ciento tenía de 15 a 34 años; 51, de 35 y hasta 59, y 10, mayores de 60; el promedio de edad fue de 39 años. Con respecto a la fuerza de trabajo y su composición individual o grupal, 54 jornaleros rurales eran padres de familia, 34 madres de familia, 8 hijo(a)s y 4 estaban solos. En lo que se refiere al lenguaje que utilizan para comunicarse, todos hablaban español como lengua común o idioma puente; 82 por ciento era monolingüe del español y 18 resultó bilingüe; es decir que, además del español, 1 por ciento hablaba inglés; 5, mixteco; 5, náhuatl; 4, huasteco; 2, zapoteco y 1, tlapaneco. En relación con la calificación de la fuerza de trabajo, expresada a través de los índices de analfabetismo y escolaridad, 18 no tenían estudios, 64 cursaron la educación primaria, 16 la secundaria, uno la preparatoria y uno la profesional. De ellos, 18 por ciento jamás cursaron algún grado escolar; 64 promediaron el quinto de primaria; 16, el segundo de secundaria por término medio; 1 por ciento estudió hasta el segundo de preparatoria y 1 llegó al tercer año de profesional. El promedio de escolaridad era de cuarto de primaria.

 

Resultados

Presencia de migrantes

De los 100 asalariados rurales, 59 eran locales, con residencia permanente en VBJ, es decir, no eran migrantes ni exmigrantes asentados, y 41 eran migrantes externos. De estos últimos, 33 vivían de manera temporal en la localidad o eran pendulares, que van y vienen a su territorio de origen o de procedencia y residencia principal; ocho residían temporalmente en VBJ o eran migrantes circulares, por tanto, tenían residencia variable.

Del total de la muestra, 28 fueron de Sinaloa y 72 de otros estados. Los 59 trabajadores locales estaban divididos en 28 internos y 31 externos; los 41 migrantes, en 33 pendulares y 8 circulares. Los 28 jornaleros internos resultaron locales, mientras que los 72 externos se descomponían en 31 locales y 41 migrantes.

En relación con los jornaleros agrícolas migrantes, 33 eran pendulares y residían de forma temporal en VBJ; 13 viajaban de ida y vuelta desde las cuatro regiones de Guerrero,5 Chilapa de Álvarez (C), Tlapa de Comonfort (M), Xocoyoltzintla Ahuacotzingo (C), Chaca-lapa Igualapa (CCH), Aplapactl, Atoyac de Álvarez (CG), Tepetlacingo Chilapa de Álvarez (C), Las Pilas Tlapa de Comonfort (M). Seis eran de Durango,6 Los Altos Mezquital, Canatlán (C); cuatro de San Luis Potosí (SLP),7 Tamazunchale (H), Matlapa (H); tres de Zacatecas (Carranza, Miguel Auza); dos de Oaxaca,8 San Miguel Soyaltepec Tuxtepec (P); dos de Veracruz,9 Tres Valles (GM); uno de Hidalgo, Chapulhuacán; uno de Jalisco y otro de Puebla, San Salvador.

Por otra parte, de ocho peones rurales migrantes circulares, dos eran de Oaxaca, uno de Miahuatlán de Porfirio Díaz (SS) y otro de San Miguel Soyaltepec Tuxtepec (P), y cubrían las rutas Oaxaca-VBJ-Chihuahua y Oaxaca-Veracruz-VBJ-Oaxaca. Otro de San Antonio, SLP (H), se trasladaba entre SLP-VBJ-Baja California y uno más andaba por SLP-VBJ-Puebla; uno era de Durango, y recorría la ruta Durango-Chihuahua-VBJ-Sonora; otro de Villa Corso, Chiapas, y cubría Chia-pas-Chihuahua-VBJ-Sonora y uno más de Chihuahua, circulaba por Chihuahua-Oaxaca-VBJ-Chihuahua.

 

Origen de la migración

Al preguntarles sobre las causas de la migración, 80 asalariados agrícolas expresaron que salían del lugar donde nacieron porque no había oportunidades de empleo; tres dijeron que por la inseguridad y violencia; uno por otras razones y 16 no respondieron. En resumen, 95 por ciento emigran por la desocupación en sus lugares de origen y 5 por la violencia y otras razones. En relación con el principal lugar de destino, 78 rurales expresaron que el motivo por el que llegaban al valle de Culiacán y a VBJ era por el empleo (96 por ciento); tres, porque tenían familiares y amigos (4), y 19 no respondieron.

Al cuestionar sobre el objetivo del viaje, a los trabajadores que periódicamente van a sus lugares de origen, 29 manifestaron hacerlo para estar con su familia (64 por ciento); 12 para buscar empleo asalariado (27) y 4 para atender su parcela (9). A la pregunta: ¿tiene tierras de cultivo que siembre?, 10 aseguraron que sí (23 por ciento) y 34 dijeron que no (77). En el caso de los asalariados agrícolas que siembran su parcela, y cultivan maíz, frijol, chile, calabaza y naranja, en orden de importancia, en pequeñas superficies entre una y nueve hectáreas y un promedio de 3.3, destinadas al autoconsumo, tres aseguraron que sus parcelas constituían su principal fuente de ingresos; cinco manifestaron que sólo representaban un complemento a sus salarios; uno expresó que le provocaban pérdidas y uno no respondió. En resumen, la mayoría considera la parcela trabajada como complemento al salario y la minoría como principal fuente de ingreso.

Al ser cuestionados sobre sus posibles actividades cuando están desocupados, como trabajadores asalariados del campo, 5 obreros se ocupaban en el sector industrial; 4 en los servicios; 14 en otras tareas; 26 se autoempleaban y 26 permanecían desocupados. En síntesis, 64 por ciento de los obreros con respuestas efectivas continuaba trabajando y 36 se mantenía desocupado en espera de nuevas oportunidades.

 

Contratación, trasportación y explotación de migrantes

Cuando se les preguntó a los 41 jornaleros rurales migrantes sobre la figura que los contrató y trasportó desde su estado de origen a VBJ, a 28 obreros los trasladó el patrón o la empresa; 1 vino con el líder natural y a 12 los trajeron los contratistas. El trasporte de ida y vuelta desde su lugar de origen al de destino fue gratuito, y el tiempo invertido varió de 24 a 96 horas; fueron 53.6 en promedio.

En el caso de los asalariados agrícolas migrantes, 23 habían laborado en Sinaloa, como principal territorio de destino, en los cultivos de pepino, tomate y chile; de ellos, uno lo hizo durante dos meses; cuatro, por tres; cinco, durante cinco; cuatro, por seis; uno, por siete; uno, por ocho; uno más, por nueve; otro, por diez y otro más, por doce. Los 19 jornaleros con respuestas efectivas, en promedio trabajaron 5.7 meses en Sinaloa. Cinco asalariados del campo ganaron 120 pesos diarios; uno, 210; otro, 117; nueve, 100; uno, 115; uno más, 114; uno, 90; otro, 95 y dos, 87. Los 22 trabajadores agrícolas, con respuestas efectivas, en promedio devengaron 109.77 pesos diarios en Sinaloa.

En Sonora, los jornaleros rurales migrantes circulares trabajaron en los viñedos; uno durante dos meses; otro por tres, y dos por seis. Uno obtuvo un salario diario de 80 pesos; dos, de 100 y uno más de 150, en promedio 107.50 pesos al día. En Baja California, cuatro en los cultivos de tomate, chile, fresa, cebolla y pepino; uno durante seis meses y dos por cuatro, con salarios diarios de 150 pesos uno; otro de 143; uno de 120 y otro de 114, el promedio fue de 131.75. Un asalariado laboró en Chihuahua, en el cultivo de papa, durante tres meses, por 150 pesos diarios. Otro en el campo, en Baja California Sur; uno más, en Nuevo León, en la industria no agrícola, durante seis meses, con un salario diario de 250 pesos.

También en sus territorios de origen, los peones rurales migrantes pendulares encontraron ocupación asalariada; cuatro en Guerrero, en la siembra de maíz y como peones de albañilería; (uno por dos meses; otro por cinco y dos por siete) que en promedio fueron 5.5. De los anteriores, dos ganaron 60 pesos diarios y dos 80 (promediaron 70 al día). Uno laboró en Durango, en el cultivo de frijol, durante siete meses, por 150 pesos diarios. Otros dos, en San Luis Potosí, en los campos de frijol y maíz, durante nueve meses, por 80 pesos. Uno en Veracruz, en la caña, durante seis meses, por 150 pesos; otro en Zacatecas, en el cultivo de chile, por dos meses, por 100 pesos. Uno en Hidalgo, en el cultivo de maíz, cerca de dos meses, por 120 pesos al día. Con base en la información proporcionada por 23 obreros rurales migratorios se pudo construir rutas migratorias o historias laborales en el año anterior, y establecer que trabajan un promedio de 10.9 meses al año.

 

Jornada laboral y tiempo de trabajo

Con respecto a la jornada de trabajo diario del conjunto de los asalariados rurales, se pudo determinar que 2 obreros laboraban cuatro horas diarias; 71, ocho; 21, doce y 5 más de doce. El promedio fue de nueve al día para todos los obreros agrícolas locales y migrantes; 8.9 para los locales; 9.1 para los migrantes; 8.7 para los locales internos; 9 para los locales externos; 9 para los migrantes pendulares y 9.7 para los migrantes circulares.

En relación con el tiempo de trabajo anual, diez trabajadores agrícolas habían laborado entre uno y tres meses al año; 26, de cuatro a seis; 31, entre siete y nueve y 33, de diez a doce. El conjunto de los obreros rurales locales y migrantes trabajaban en el campo sinaloense un promedio de 7.6 meses anuales; los locales, 8.9; los migrantes, 5.8; los locales de Sinaloa, 9.3; los locales de otros estados, 8.5; los migrantes pendulares 5.4 y los migrantes circulares, 7.6.

De acuerdo con una muestra de 23 jornaleros rurales migrantes, se pudo establecer que trabajaban un promedio de 10.8 meses al año. Los migrantes pendulares lo hacían como asalariados por 5.7 meses en sus estados de origen y alrededor de 5.4 en Sinaloa, para un total de 11.1 anuales. Por su parte, los migrantes circulares laboraron 7.6 meses en Sinaloa, como primer punto de destino y 4.4 en otros, para sumar 12 al año.

 

Ingreso salarial

Con respecto a los ingresos semanales familiares o individuales del conjunto de los trabajadores agrícolas, y al considerar el salario mínimo de 59.90 pesos por jornada de ocho horas de la región "C" de la república mexicana, donde se ubicaba a Sinaloa en 2012, se encontró que: a) 40 ganaban entre uno y menos de dos salarios mínimos mensuales (SMM) (entre 1 797 y menos de 3 594 pesos al mes -en específico entre 2 167 y 3 467 y un promedio de 3 007 mensuales o 100 diarios); b) 44 entre dos y menos de tres SMM (entre 3 594 y menos de 5 391 -en concreto, entre 3 683 y 5 373 y un promedio de 4 321 mensuales o 144 diarios); c) siete percibían entre tres y menos de cuatro SMM (entre 5 391 y menos de 7 188 -entre 6 067 y 6 933 y un promedio de 6 488 mensuales o 216 diarios; d) seis ganaban entre cuatro y menos de cinco SMM (entre 7 188 y menos de 8 985) -entre 7 800 y 8 667 y un promedio de 8 158 mensuales o 272 diarios- y e) tres captaban entre cinco y menos de seis SMM (entre 8 985 y 10 782) -entre 9 100 y 9 880 y un promedio de 9360 mensuales o 312 diarios-.

La media de los ingresos salariales del conjunto de obreros rurales en Sinaloa, tanto locales como migrantes, era de 999.88 a la semana o 142.84 al día; los locales de 1 029.32 o 147; los migrantes, de 957.51 o 136.8; los locales de Sinaloa, de 913.21 o 130.45; los locales de otros estados, 1 134.19 o 162; los migrantes pendulares, 992.88 o 141.85 y los migrantes circulares, de 785.71 semanales o 112.24 diarios.

 

Discusión y conclusiones

Los resultados obtenidos en el trabajo de campo en VBJ responden al problema de investigación planteado, y prueban la presencia significativa de los obreros agrícolas migrantes; la desocupación como causa principal de la migración; el control total de los empresarios agrícolas sobre los sistemas de contratación y trasportación; la prevalencia del trabajo asalariado en Sinaloa y la jornada máxima y los ingresos mínimos.

Quizá el mayor descubrimiento y la conclusión principal, con base en los resultados de la investigación empírica, fue constatar que el promedio de los obreros rurales están sometidos a jornadas máximas de trabajo diario e ingresos salariales mínimos, sobre todo los jornaleros agrícolas migrantes y los migrantes circulares, con la correspondiente pauperización progresiva de los asalariados del campo, en condiciones de una migración interna inexistente, otra exmigración histórica interna y externa asentada y una migración externa auténtica y significativa.

En consonancia con los resultados obtenidos en la encuesta de trabajadores agrícolas 2012 y, de acuerdo con la racionalidad capitalista, primero se estaría garantizando una fuente segura de fuerza de trabajo asalariada local y segundo, una mano de obra migrante pendular y circular, que duplica el promedio nacional, y de gran significación para la aplicación de formas de explotación absolutas. Lo anterior estaría poniendo en duda supuestos que sobredimensionan la presencia de los obreros rurales migratorios en relación con los locales, el sur de México frente al norte y la sierra de Sinaloa contra los valles o el centro, en el abastecimiento de mano de obra asalariada a las empresas hortícolas enclavadas en Sinaloa (Canabal 2002; Carton y Lara 2010, 2004; Lara 2010a, 2010b; Granados 2009, 2005; SEDESOL 2010, 2007, 2002, 1997; Maya 2011).

El antecedente histórico de la emigración en el campo es el proceso de diferenciación del campesinado y la descomposición de la pequeña economía campesina, que sucumbe ante los embates del capitalismo (Coello 1986; Lizárraga 2004; Sassen 1988; García 2003; Escalante et al. 2007; Edinger 2005). La ruina de la economía agrícola, ganadera y artesanal de los campesinos pobres los deja en condiciones de desocupación, lo que constituye la causa primordial de la migración, entendida como la circulación de la fuerza de trabajo descalificada como oferta, en el mercado laboral capitalista. En el primer momento, a la inclusión de dicha circulación le sigue su incorporación al proceso productivo y la prevalencia absoluta del trabajo asalariado como la principal fuente de ingreso, en oposición a las percepciones complementarias obtenidas en la pequeña economía campesina por una minoría de obreros agrícolas con parcela o proletarios-campesinos, cuya función fundamental es la de ser productores y reproductores de fuerza de trabajo (Coello 1981; Besserer 1999; Cockroft 1983; Dierckxsens 1985; Edinger 2005). Lo anterior, en evidente refutación de quienes habían venido sosteniendo la presencia de una especie de recampesinización en el retorno periódico y temporal de los obreros rurales migrantes a sus lugares de origen, que después rectificaron ante la evidencia (Carton 2009, 1986; Baird y McCoughan 1982).

El capital regional subordinado al internacional se ha integrado de manera sorprendente, para renovar los mecanismos de control de la contratación y trasportación de mano de obra migrante. Esto debido a la importancia de la fuerza laboral migrante no calificada y de bajos salarios, en la combinación de formas de explotación relativas y absolutas con ingredientes de trabajo esclavo (Marañón 2011), cuyo objetivo es la obtención de la ganancia máxima. Con lo anterior se comprueba de nuevo el rol significativo que desempeña el sistema de intermediación en la contratación, trasportación, explotación y dominación de jornaleros migrantes desde sus lugares de origen hasta los de destino (Baird y McCoughan 1982; Astorga 1985; Besserer 1999; Hernández 2005; Edinger 2005; Balcázar 2011).

Los asalariados rurales, que trabajaban la mayor parte del año, constituían una especie de ejército activo de la clase obrera agrícola, y los que laboraban menos tiempo formaban parte de un género de la sobrepoblación relativa a los medios de producción. El capital decidía, en función de sus propias necesidades, quiénes, cómo, dónde, cuándo y por qué entrarían en el proceso laboral (SEDESOL 2010, 1997). Sin embargo, si se considera el tiempo de trabajo asalariado anual en los lugares de origen y en otros de destino, los obreros del campo trabajan casi todo el año, como lo demuestra el caso de los rurales migrantes, en especial los migrantes circulares que cubren jornadas de casi diez horas diarias durante 12 meses. Así se comprueba también la importancia de los migrantes para la implementación de formas de explotación absoluta.

Habría que subrayar que la mayoría de los obreros rurales obtenían ingresos salariales individuales o familiares menores a los tres SMM. Por lo general los migrantes y en especial los circulares, que son los que trabajan más tiempo y ganan menos, vivían con un salario mínimo. En realidad, la situación de los trabajadores agrícolas asalariados a escala nacional y estatal no podía ser más grave. En ese sentido es oportuno señalar que, de acuerdo con el reporte de investigación, titulado Una nueva crisis para los trabajadores mexicanos, realizado por un grupo encabezado por Luis Lozano, del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el salario mínimo de diciembre de 1987 y hasta 2012 acumuló una pérdida de 82.36 por ciento en su poder de compra; en la actualidad se requerirían más de seis mini salarios para adquirir una canasta obrera indispensable (La Jornada, 17 de mayo, 2013). A la luz de los datos anteriores, para 84 por ciento de los trabajadores agrícolas y sus familias con ingresos menores a tres SMM era imposible adquirir la canasta alimentaria básica, y la totalidad de ellos estaba impedido para hacerse de la canasta obrera indispensable, pues ninguno recibía ingresos iguales o mayores a seis SMM, y constituían los estratos sociales de trabajadores mexicanos con ingresos salariales más pobres (Barrón y Rello 2000; INEGI 201 1, 2001; SEDESOL 2010).

Ni siquiera con la suma de la mano de obra del grupo familiar, los hogares de los asalariados agrícolas podían reunir el salario indispensable para acceder a los medios de consumo necesarios para reponer, en las mismas condiciones, la desgastada fuerza de trabajo, indispensable para continuar con el proceso de producción y la reproducción de ellos junto con su familia, como garantía de la reproducción del propio sistema. Cuando trabajaban y obtenían ingresos su situación era mala, y cuando no lo hacían era peor.

Un resultado inesperado de esta investigación fue la inexistencia de migración rural-rural interna y, por lo tanto, la falta de trabajadores rurales migrantes de Sinaloa. En ese sentido, habría que considerar que tiene la ventaja, con respecto a otros estudios sobre el tema, de una mayor cobertura de trabajadores locales y migrantes en relación con el conjunto de los agrícolas. No obstante, habría que reconocer limitaciones relacionadas con la representatividad de la muestra. Una investigación más exhaustiva y representativa debería tomar en cuenta a los jornaleros agrícolas migrantes alojados en los albergues propiedad de las empresas y a los residentes en colonias obreras de poblaciones aledañas a las empresas, así como a los no migrantes que cotidianamente se trasladan de ida y vuelta, para trabajar, desde puntos más alejados, unos de ejidos y comunidades y otros de la periferia de las ciudades, incluida Culiacán.

Se concluye que la resignificación de los obreros rurales migrantes en Sinaloa se realiza en el marco de una profunda e inédita reestructuración empresarial, tanto de carácter productivo como laboral. La agricultura capitalista regional de punta, subordinada al capital internacional, combina la aplicación de formas de explotación relativa y absoluta para intensificar la productividad del trabajo, bajar la cantidad requerida del que es necesario e incrementar el no pagado, esto es, intensifica o amplía la jornada y disminuye el salario al mínimo vital necesario. Reduce superficies de cultivo, y opera sobre la base de una mayor inversión proporcional de capital constante en medios de producción y tecnología y una menor inversión proporcional de capital variable en fuerza de trabajo asalariada, convenientemente pagada, segmentada y dosificada de acuerdo con la lógica y las necesidades del capital, que puede ser: calificada y no calificada; permanente y temporal; local y migrante; familiar e individual; masculina y femenina; indígena y no indígena; joven y adulta.

Por lo general los obreros rurales, sobre todo los migrantes y en especial los circulares, están sometidos a jornadas diarias máximas y sus ingresos salariales son mínimos, por lo que la estrategia capitalista basada en las formas de explotación absoluta explica la participación significativa de los jornaleros agrícolas migrantes, que duplica la media nacional. En efecto, son muy reducidos los tiempos de circulación de la fuerza de trabajo menos calificada de los obreros migrantes, en marcado contraste con los de producción y trabajo, que ocupan prácticamente todo el año a la mano de obra no calificada y peor pagada, con la correspondiente agudización del empobrecimiento progresivo de los trabajadores asalariados migrantes del campo, en condiciones de una migración interna inexistente, otra exmigración histórica interna y externa asentada y una auténtica y significativa migración externa.

En Sinaloa y a escala regional está ocurriendo una nueva reestructuración productiva y laboral de la agricultura capitalista, dentro del proceso de modernización iniciado a principios de la década de 1980. Lo anterior está teniendo repercusiones importantes sobre los principales actores trabajadores, empresariales y gubernamentales, por lo que es muy importante investigar cuáles son las características principales de esta nueva etapa, para el diseño de estrategias y políticas adecuadas en el seno de la sociedad civil y el Estado. En ese sentido, este artículo pretende contribuir al estudio de la nueva situación de vulnerabilidad que viven los jornaleros agrícolas exmigrantes en las zonas urbanas y en especial los migrantes, tanto en las áreas rurales como en las urbanas.

 

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Notas

1 Entrevista con Arturo López Ruiz, coordinador estatal del Programa Nacional con Jornaleros Agrícolas, Culiacán, Sinaloa (27 de agosto de 2005).

2 Conjunto de viviendas urbanas independientes habitadas por trabajadores agrícolas locales. En VBJ se enlistaban 29 (Cota 2012).

3 Conjunto de viviendas urbanas con habitaciones independientes y servicios comunes rentados a trabajadores agrícolas migrantes. En VBJ se contabilizaron 82 (ídem.).

4 Conjunto de viviendas rurales con habitaciones independientes y servicios comunes dentro de las empresas agrícolas, prestadas a los trabajadores agrícolas migrantes. En VBJ existían cerca de 21, con apoyos de SEDESOL (ídem.; Ortiz 2007).

5 Regiones de Guerrero: (M) Montaña; (C) Centro; (CCH) Costa Chica; (CG) Costa Grande.

6 Regiones de Durango: (NE) Noreste; (S) Sierra; (C) Centro.

7 Regiones de San Luis Potosí: (H) Huasteca; (EM) Este Medio.

8 Regiones de Oaxaca: (M) Mixteca; (SS) Sierra Sur; (VC) Valles Centrales; (I) Istmo; (P) Papaloapan.

9 Regiones de Veracruz: (GM) Grandes Montañas.

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