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Archivo General de la Nación, Provincias internas, vol. 152, exp. 5, f. 527-553, ciudad de México, 15 de noviembre de 1772, "Copia del informe del R.P. Guardián de San Fernando".

 

Sobre nuevo método de Gobierno espiritual de misiones de Californias.

Excelentísimo Señor: Señor: Acompaña a ésta, la lista de los Religiosos, y Monasterios, que al presente tiene esta Provincia de Religiosos Franciscanos de Michoacán, la que vuestra excelencia por carta de 9 del septiembre pasado se sirvió ordenarme, le dirigiera, en cumplimiento de las Leyes, que cita el señor Fiscal, en el parecer que vuestra excelencia se sirve relacionarme. Luego que la recibí me dispuse gustoso; a ejecutar los justísimos preceptos de vuestra excelencia y solo ha habido la atención necesaria, para formar la citada lista.

Al mismo tiempo me hallaba en disposición de formar según mi dictamen, el Plan, o Apuntamientos, para el nuevo Gobierno, que el celo, y vigilancia de vuestra excelencia intenta establecer, en las Misiones, y Conversiones de esta América, y el que me tenia pedido por Carta del 2 del citado Septiembre, que recibí con mi mayor respeto, y veneración; pero advirtiendo que las Misiones que esta Provincia tiene son por la mayor parte de muy antiguas, y Poblaciones formadas, pues solo tres son nuevas, y Conversiones vivas de Infieles, hallándose las demás, con toda la Policía, e Instrucciones, que pueden desearse en los Neófitos, y haciéndome también cargo, de que las advertencias, que pudiera producir mi limitado juicio no eran, adaptables a las tres Misiones Sobre dichas, por faltarme a causa de ser tan recientemente encargadas a esta Provincia, el necesario conocimiento de las Calidades, Climas, y Condiciones, de aquellos Países, de la índole de sus naturales; y las Instrucciones, que pudieran franquearme algunos Misioneros prácticos, por ser todos los que se hallan empleados en ellas, nuevamente introducidos, suspendí el molestar la superior atención de vuestra excelencia con mis inútiles reflexiones, esperando el que instruida la superioridad de vuestra excelencia por conductos, y órganos más proporcionados, asiente el nuevo método, que sea capaz de desempeñar el religioso celo que vuestra excelencia manifiesta por estas acertadas providencias de la Propagación del Evangelio, y servicio de nuestro Católico Monarca. Así lo espero, prometiendo procurar la más exacta observancia, a lo que la dignación de vuestra excelencia dispusiere, en lasMisiones de mi Cargo, las que al presente se gobiernan, en cuanto la fragilidad humana permite según el método primitivo, que tan justamente recomienda el Señor Fiscal; modificado por ese Superior Gobierno, en varias ocasiones, y últimamente en la visita, y reconocimiento de la Colonia de la Nueva Santander.

Deseo a vuestra excelencia la mejor Salud, en cuyo beneficio pido a Dios que su vida para bien de estos Reinos muchos años. Querétaro, y octubre 2 de 1772: Excelentísimo Señor: mi Señor: B. L. M. de vuestra excelencia su más afecto, y reconocido súbdito, servidor y Capellán que le venera: Fr. Antonio Fernández: Excelentísimo Señor: Virrey Don Antonio Bucareli y Ursúa.............................

Excelentísimo Señor: Recibo con toda veneración el Superior orden de vuestra excelencia de dos del corriente con la adjunta Copia del dictamen dado por el Señor Fiscal en 13 de Julio último, en cuyo obedecimiento con toda la posible brevedad presentare a vuestra excelencia el nuevo método de gobierno Espiritual, y Temporal, que con parecer de los Misioneros más prácticos de este Colegio, estimare mi pequeñez, más a propósito para el servicio de ambas Majestades, adelantamiento de las nuevas Conquistas, y estabilidad y aumento de las antiguas. Dios nuestro señor que a vuestra excelencia muchos años en su Santo amor: De este su Colegio de San Fernando de México, y Septiembre 1° de 1772. B. L. M. de vuestra excelencia su más rendido, y afecto Capellán: fray Rafael Verger........................................................................................

1. Excelentísimo Señor: Obedeciendo con todo rendimiento, y singular complacencia, el superior orden de vuestra excelencia de dos de septiembre último, en que me preceptúa, que con Consulta de los Misioneros, más antiguos, prácticos, y experimentados de este Apostólico Colegio de el Señor San Fernando de México, forme en el modo que mejor me parezca, un nuevo método de Gobierno Espiritual, y Temporal, propio, y conveniente, para el mejor y más sólido Establecimiento de las Misiones, en las Provincias internas, frontera de Indios Gentiles, teniendo presente los puntos que el Señor Fiscal de Su Majestad expuso en el dictamen, que presento a vuestra excelencia con fecha de trece del inmediato Julio digo

 

S. I

2. Que para afianzar (en cuanto a la humana diligencia) el establecimiento de nuevas Misiones, en las fronteras del Gentilismo, importa mucho no poner mano en fundación alguna, hasta que este pronto todo lo perteneciente, y que se ha acostumbrado a dar para estas empresas, y que los Padres Misioneros, con sus dulces exhortaciones, donecillos, y bujerías, tengan granjeada la voluntad de los Gentiles, para que reciban nuestra Santa Ley, y se sujeten a nuestro Católico Monarca; prometiéndoles que Su Majestad los ampararía, y defendería de sus enemigos. Y esto con toda claridad y distinción de modo que así los Indios, cómo los nuestros queden bien cerciorados de este importantísimo contrato, que debe celebrar el Capitán, o Jefe de la Escolta, en nombre de Su Majestad (que Dios guarde) con la debida licencia de este Superior Gobierno. Y a consecuencia de esto deben ir los Soldados (los únicos son los de Cuera) correspondientes en número y calidad, bien equipados, y proveídos de todo lo necesario, según lo exigiere los parajes, y tierras de los Gentiles. También se debe mirar con toda Circunspección y diligencia las que sean más proporcionadas para la subsistencia de las nuevas Poblaciones: Evitando con estos la mudanza de sitios, que a más de acarrear muchos gastos, suelen ser origen de inquietudes en todas.

3. Fijado ya el Estandarte de la Santa Cruz y sujetos los Indios a nuestro Católico Monarca, fabricada una pobre Iglesia, que suele ser de palizada y Zacate, resguardados los Misioneros, y Soldados, en unas pobres Chozas, y estacada, que sirve de Presidio, debe ser el principal cuidado, empezar desde luego a laborear las tierras, y sembrar todas las semillas necesarias para el sustento de todos los dichos y para poder atraer a los demás Gentiles Circunvecinos, pues la experiencia ha enseñado, y nos dicta diariamente; que el primer Sermón con que estos infelices barbaron se reducen a nuestra Santa Fe, y a la obediencia de nuestro Monarca, es la comida, y el vestido, con que se les cubre su vergonzosa desnudez; pudiendo decir, que a estos en cierto modo la fe les entra por la boca. Para poder practicar esto es indispensable llevar algunas familias convertidas, y que los Soldados según les permitieren sus ejercicios, cooperen con su ejemplo industriando, e induciendo a los recién convertidos al trabajo tan necesario, como útil, para la subsistencia de los Pueblos.

4. La grande dificultad que en el día ocurre, se versa, sobre quien deba guardar estas cosechas, o bienes temporales procurando su aumento, y distribuyéndolo a los dichos Neófitos, y Gentiles. Debemos suponer que éstos por su natural desidia, barbarie, e inconsideración, son incapaces de tal empleo, así nos lo enseña la experiencia. Y no será difícil de persuadirlo, al que atentamente considerase, la suma infelicidad, y miseria de los que llevan más de doscientos años de convertidos. Pues los vemos generalísimamente sin tierras, sin bienes, sin vestido, y son muy raros los que piensan en mañana. Por lo que debemos considerar, a los referidos, como Pupilos, necesitados de Tutores, que cuiden de los sobre dichos bienes, y personas.

5. A mi corto entender, no conviene en manera alguna, al Real servicio, poner dichas cosas al cargo de Comisionados Reales, o Caudillos, por los graves inconvenientes que se han experimentado en distintos tiempos, y lugares con este modo de gobierno. En los cinco, o seis primeros años que las Misiones de Sierra Gorda corrieron al cuidado de este Colegio, solamente en lo Espiritual, y en lo temporal, al de los Caudillos, Capitanes, y tenientes, se vio, que estos ocupaban a los Indios en el Servicio de sus Casas, Custodia de sus ganados, sin darles salario alguno, se aprovechaban de las tierras de las Misiones, para sembrar sus milpas particulares, quitándolas a los pobres Indios, y obligándoles a contribuir con donecillos, a titulo de que eran sus superiores, y les administraban Justicia. De lo cual resultaba, que muchos se huían a los Cerros, y los que quedaban en las Misiones se mostraban muy broncos, indóciles, ásperos, y descontentos, sin poder adelantar cosa alguna en lo espiritual. Igualfortuna corrieron las de la Península de la California, en los seis meses y días, que estuvieron sus temporalidades a cargo de los Comisionados Reales después de la Expulsión de los Padres Jesuitas, pues en este corto tiempo (como representé a vuestra excelencia en el memorial de veinte y dos de Diciembre último) hubo Comisionado que mató en su Misión seiscientas Reses, otros 400, otros 300, siendo igual el destrozo en los demás efectos de manera, que según iban (escribió el Padre Presidente fray Francisco Palou) dentro de un año podía temerse se acabasen las Misiones.

6. En el citado Memorial exprese lo referido de Californias con total indiferencia para que la alta justificación de vuestra excelencia determinase lo que tuviese por más conveniente, y con la misma lo reproduzco ahora. Mas como vuestra excelencia me manda declare lo que siento en el particular formando el nuevo método de gobierno arriba referido en el modo, que mejor me parezca, y dicte mi celo, digo resolutoriamente: Que de ninguna manera conviene al bien del Estado y de los pobres Neófitos, y Gentiles, que las Temporalidades de las Misiones, corran al Cargo de Comisionados Reales, Caudillos, Tenientes, etc. Y por consiguiente deberán correr con lo dicho los Padres Misioneros, pues no hay otros que lo puedan ejecutar; ejerciendo en nombre de Su Majestad (que Dios guarde) el Oficio de Tutores, y Curadores, de sus nuevos y desvalidos Vasallos, en el modo que lacónicamente expresaré luego. De este sentir son todos los Padres Misioneros, prácticos, y antiguos de este Colegio. Y me lo envió firmado de su puño el Padre Presidente Fray Francisco Palou, en el párrafo once de la quinta Carta, que acompaño el precitado Memorial, diciéndome

"Si no viene alguna providencia dura, que le dé a entender (al Gobernador) que el gobierno de las de las Misiones es privativo de los Padres, ciertamente se pierden estas, y no se lograra alguna nueva. Estos dos Comandantes (habla del Gobernador de Californias, y del Capitán [Pedro] Fages) están tan bien unidos, y a una, pretendiendo estrecharnos a solo decir Misa, y Predicar y esto, como, ya cuando los dichos Señores quisieren, y nada más, y que lo que toca a los Indios, y Misiones es privativo del gobierno. Y si así ha de ser más vale que nos retiremos al Colegio, y que el Rey no haga gastos superfluos, sin esperanza de adelantar la fe católica, ni sus Dominios, son puntos estos (Reverendo Padre Guardián) de mucha consideración, y si al principio no se representan, cuando se quiera atajar, no se podrá. Y así en el nombre de todos los Religiosos desterrados en este rincón del Mundo para honra de ese Apostólico Colegio. Suplico a vuestra reverencia tome con todo empeño el procurar el remedio."

7. De este mismo parecer fueron el Teniente General Don José de Gálvez, desamparando el sentir contrario, desengañados por sus oculares experiencias. El segundo, habiendo llegado a la Península de la California, y visto el destrozo, que habían hecho en los ganados, y efectos de las Misiones los Comisionados Reales lamentándose tiernamente con el nominado Padre Presidente fray Francisco Palou, le remitió los Correspondientes Decretos para que dichos Comisionados entregasen al instante las temporalidades de las Misiones, a la dirección de los Padres Misioneros , y que estos corriesen con su gobierno económico, y Civil, reservando solamente las causas de Sangre al Gobernador, y el dar el bastón a los Indios Gobernadores, como dije en el citado Memorial al principio del parágrafo tercero, y lo refiere dicho Padre Palou, en el número doce de la dicha Carta del número quinto, y consta también de las instrucciones que dejó firmadas de su mano el sobredicho Señor Visitador, que se hallarán en ese Superior Gobierno. El primero habiendo reconocido el ningún adelantamiento de las Misiones, que fundó en Sierra Gorda, corriendo con el gobierno temporal los Caudillos, Capitanes, Tenientes, etc., como lo ordenó al principio de su fundación mandó lo mismo que el antecedente. Y acreditó la Experiencia, ser este ser el mejor, y más conveniente Gobierno para los felices progresos, y aumentos Espirituales, y Temporales de las expresadas Misiones, pues desde luego comenzaron los Indios a demostrarse más tratables, y dóciles, se pudieron trabajar Iglesias de Cal y canto, con Bóvedas en todas ellas; adornadas con sus correspondientes altares, y colaterales, ornamentos, y vasos sagrados, etc., se levantaban abundantes Cosechas; de modo que del Sobrante de ellas, se vestían los Indios; y se proveían de ganado mayor, y menor, etc. y en una palabra se pusieron en tal estado de perfección que en poco más, o menos de veinte y tres años de este modo de gobierno, eran envidiadas de los Señores Curas circunvecinos, y por fin se entregaron el año de Setenta al Ilustrísimo Señor Arzobispo don Francisco Antonio Lorenzana, para erigirlas en Curatos, como lo ejecutó dando las gracias a este Apostólico Colegio, de el esmero Celo Apostólico, y desinterés, con que nos manejamos, igualmente en recibirlas en su infancia, que al dejarlas, en su mayor auge, y perfección.

8. Y si yo no me engaño (Señor Excelentísimo) a más de lo dicho convence la razón, ser este modo de Gobierno, el mejor, el más proporcionado para los mayores aumentos, progresos, estabilidad, y firmeza de las Misiones. Porque ¿cómo creeremos, que un Gobernador de Provincia, o Capitán de Presidio, o Teniente de Partido, Caudillo, o Comisionado, que si no está por fuerza en las Misiones, las habita con la mira del sueldo, o de hacer caudal: Como creeremos, digo, que estos miren con más desinterés, amor, y cuidado el bien de las Misiones, que los Misioneros, que de su Espontánea voluntad, dejan el apacible retiro de sus Celdas, sus tierras, y comodidades, sin más ahínco que el bien de aquellos infelices, sirviendo en ello a ambas Majestades? Yo digo de mí, que no lo puedo creer. Escrupulizan algunos, que los Religiosos se entrometan en cuidados temporales de los Indios, y que los castiguen con azotes, cuando faltan a la Doctrina, y demás asistencias de las Misiones, pareciéndoles, que lo primero es impropio de su Estado, y que en lo segundo usurpan la Jurisdicción Real. Más fácilmente se desvanecerán estos temores si consideran la utilidad que resulta del dicho manejo, a la universal Iglesia, a la Corona, y a los infelices, y bárbaros Gentiles. Y que por semejantes fines, y causas, acostumbra dispensar la Silla Apostólica en los más característicos, y rigurosos preceptos de las Religiones. Pues aun los Padres Capuchinos concede el manejo del dinero, y a los demás Misioneros el dejar el Hábito, y vestirse de Seculares, cuando lo exige la necesidad, conmutarles el oficio Divino, etc. Y si reflejamos atentamente que los misioneros no proceden en todo lo dicho de su autoridad propia, sino en nombre del Rey, cuando tiene por conveniente ponerlos por Tutores, y Curadores, de los dichos Neófitos, y Gentiles, verán claramente cuan vano es el temor de que se perjudique la Jurisdicción Real.

9. Es verdad Señor Excelentísimo, que la Ley sexta del libro primero, título trece de las Recopiladas, prohíben estas, y otras cosas a los Curas Doctrineros, Clérigos, y Religiosos. Pero estos son Pastores de Indios Civilizados, y carecen del título de Tutores y Curadores, por lo que no tiene lugar en nuestro caso. Y si damos fe a lo que nos dicen los Historiadores Patricios de este Reino [Al margen: Teatro Americano de Betancourt 4a parte, Tratado 1° Capítulo 1°, folio 2.], deberemos confesar, que desde el principio de la Conquista, se valieron del medio de los azotes, aquellos primeros Varones Apostólicos que plantaron la fe de Jesucristo en este nuevo Mundo, para hacer cumplir a los Indios, con las obligaciones del Cristianismo; y aunque el insigne y nunca bastantemente aplaudido Hernán Cortes, se sujetó de su noble, y Cristiana Voluntad a este género de Castigo, para enseñar con su ejemplo a los nuevos Cristianos, el rendimiento; y promptitud [sic], con que debían obedecer a sus Padres Espirituales, desde luego conocieron aquellos primeros Misioneros, que para el genio, e índole de los Indios no basta la corrección de palabras, así lo dicen los Autores que tratan de este punto. Así lo determinó el Concilio Limense tercero, Act. 4 Capítulo 7 y 8. Y así nos lo enseña la experiencia con los casos que están pasando en el día, pues en la Misión de San Ignacio de Californias, por haber publicado el señor Gobernador, que los Padres no pueden castigar a los Indios, tuvieron la osadía de matar como cuatrocientas Cabezas de ganado menor. Y haciéndoles Cargo los Padres de este destrozo, respondieron: Como sabemos que no nos puedes castigar, lo hicimos. En la de Loreto, no quisieron responder las Indias a la Letanía de Nuestra Señora, que se acostumbra Cantar todos los sábados. Y reprehendiéndolas [sic] el Padre, respondieron con ponerse a reír, sin hacer caso alguno. De este modo viven amancebados, y en sus vicios; y como me dice el Padre lamentándose de que no lo puede remediar, están como Moros, sin Señor, y es mucho lo que se ha perdido el respecto, y obediencia a sus Ministros, en todas las de aquella Península.

10. Tengo presentes, las leyes y Reales Cédulas de los Católicos Monarcas, que desde el principio de la Conquista, tan piadosas como justamente, mandan el buen trato de estos naturales, y la dulzura, y amor con que se deben manejar. Pero el Castigarles con moderación sus excesos, lejos de oponerse a tan Santas, como piadosas ordenanzas, es cumplimiento de ellas, y de lo que nos manda el mismo Dios, pues dice por el Eclesiástico: Qui diligit filium sutum, asiduat illi flagela [Al marge: Ecles° 30, v1]. Y en los Proverbios: Quiparcit virge, dilu filium suum [Al margen: Prov° 13, v24]. En lo que se debe manifestar el amor y dulzura para con estos desvalidos es en procurarles su bien Espiritual, afeándoles sus vicios, y haciéndoles observar la Ley Santa de Dios nuestro Señor, con sana, y saludable Doctrina, y con el buen ejemplo. Y también en lo Temporal, no quitándoles sus tierras, bienes, y mujeres, no aprovechándose de su sudor, y trabajo sin pagarles su jornal, no tratándoles peor que a Esclavos, siendo libres. Este amor (Señor Excelentísimo) y el que los Padres Misioneros, desean ver practicado, de todos los que les acompañan en las Espirituales Conquistas.

 

S. II

11. A consecuencia de todo lo dicho expongo puntualmente el método de Gobierno que practicaron los Misioneros de este Apostólico Colegio, en las Misiones de Sierra Gorda, después de los cinco, o seis primeros años, que las tuvieron a su cargo; pareciéndome el más propio, y conveniente para los expresados fines; autorizado, y comprobado con la feliz experiencia, de haber en pocos años reducido a Pueblos formales, los Indios, que andaban desunidos, errantes, y hambrientos por los cerros, civilizados, e instruidos en vida política, y Cristiana, con los Copiosos bienes Temporales, a más de lo referido, como consta de los Documentos, que se hallarán en ese Superior Gobierno.

 

Gobierno Espiritual

12. Salido el Sol, se congregaban en la Iglesia todos los días, sin faltar alguno, los Indios e Indias, Cristianos, y Catecúmenos. Y los Padres por si mismos les rezaban, y explicaban en castellano las oraciones, y el Texto de la Doctrina Cristiana repitiendo esta diligencia, con los niños, y niñas de cinco años arriba, después que los grandes habían salido de la Iglesia. Lo mismo se practicaba, con los dichos niños por la tarde antes de ponerse el sol, sin permitir que ninguno faltase a este Santo ejercicio. Los Catecúmenos, los que se habían de Casar, o cumplir con el precepto anual de la Confesión, acudían por mañana y tarde a la Misión. Y allí eran instruidos en la Doctrina Cristiana, antes de recibir los referidos Santos Sacramentos. Lo mismo se efectuaba con los que la olvidaban, sin embargo del diario ejercicio. Los días de fiesta observaban con grande vigilancia que ninguno faltase a la Misa del Pueblo, ni a la Plática, con que al tiempo de ella les explicaban el Evangelio o los Misterios de nuestra Santa fe, acomodándose con prudencia, y discreción a la rudeza, y necesidad de ellos. Acabada la Misa el Misionero (por el Padrón que todos tenían) los llamaba por si nombre, y llegaban uno, a uno, a besarle la mano, con lo que reconocía si faltaba alguno de ellos. A los más Capaces, y hábiles, exhortaban a la frecuencia de los Santos Sacramentos, a más del cumplimiento de la Iglesia, y a oír Misa, los días que no eran de precepto, dejándolos siempre en su libertad. En sus enfermedades los visitaban a menudo, procurando fuesen airados, y asistidos, según los permitían aquellas tierras, y con mayor cuidado, que recibiesen los Santos Sacramentos de que eran Capaces, hallándose presentes para auxiliarlos en su muerte. Así mismo ponían grande esmero, en componerlos en sus enemistades, y litigios, enseñándoles a vivir unidos, en la paz, y Caridad cristiana sin permitir Escándalos, o malos ejemplos en sus misiones.

 

Gobierno Temporal

13. Habiendo escogido para cada una de las Misiones, el sitio que pareció más cómodo, y a propósito, para la fundación, y permanencia de los Pueblos, procuraron los Padres unir, y congregar a los Indios que pudieron, cada uno en su respectivo paraje, cuidando viviesen las familias separadas en sus pobres Chozas, y con la ayuda de tres, o cuatro dichas, que fueron a la fundación de los antiguos Pueblos, y de los Soldados, comenzaron las siembras de semillas, como de maíz, fríjol, lenteja, etc., se fabricaron trojes de Comunidad, en que recogían los frutos, cosechas de aquellas, con lo que daban diaria, o semanariamente la ración proporcionada (según la posibilidad de cada Misión) a sus nuevos hijos, cuando estas a fuerza de exquisitas diligencias, y bendición del Cielo, fueron abundantes, de modo, que sobraba para la manutención de todos por dirección de los Padres Misioneros, vendían los Indios las Semillas, que no necesitaban, y de su propio precio se compraron Yuntas, Mulas, Caballos, etc., y se llevaban de México fresadas, cambayas, y ropa para vestirse, señalando siempre a los Labradores con alguna casa particular, así para remunerarles su especial trabajo, como también para que a su vista los demás se inclinases, con más suavidad a este ejercicio, que es el más duro. A esta importantísima diligencia aplicaban también a las Mujeres, y se llevaban también a los muchachos, señalándoles a todos las tareas correspondientes a las fuerzas, y capacidad de cada uno, y procurando apartarlas de la ociosidad en que se habían criado, y envejecido. Asistiendo siempre uno de los Padres personalmente en las labores, y no era menor su vigilancia, bien necesaria, cuando las Milpas estaban piloteando, en que no las destruyesen, por ser muy aficionados a comer Elotes Crudos, y Cocidos.

14. A este cuidado, se siguió, el habilitar aquellos naturales en todo género de Oficios mecánicos, como Albañiles, Carpinteros, Herreros, Doradores, Pintores, etc. Y a las mujeres a los correspondientes a su sexo, como hilar, coser, tejer, bordar, etc. Y se aplicaron de tal modo a sus respectivos oficios que coadyuvaron mucho a la fábrica de las Iglesias y adorar sus Colaterales. Así mismo les industriaron [sic] a Comerciar (como lo hacían) en Zimapan, Huasteca, Río Verde, y otras partes, vendiendo lo que cogían de sus particulares Cosechas, como Chile Cascabelillo, Petates finos, Cuerdas, Plátanos, Pipián, Petaquitas, Otates, Redes, o Taleguillas de Pita fina para guardar Dinero: y para que no los engañaran, o convirtieran los precios en embriagueces, les hacían enseñar lo que llevaban, les decían el precio en que habían de vender, y en lo que debían emplearlo, para aumentar sus bienes. Cuando en las Misiones había algún Escándalo, o pecado público, sin ruido, ni alboroto lo remediaban: y como tutores, y Maestros de la Caridad, y demás virtudes, instruían a los Indios gobernadores para que castigaran los excesos que pedían este remedio, según su calidad y circunstancias. Pero no permitían que lo ejecutasen de su orden, y sin hallarse alguno de los padres presente, para que no se excediesen en el castigo paternal y caritativo. También advertían a los dichos Gobernadores, que para los delitos de mayor gravedad, como homicidios, etc., o debían acudir a los Jueces Reales de partido, para que procediesen, como lo pedía la Justicia. Este (Señor Excelentísimo) compendiosamente es el método de Gobierno que los Misioneros de este Apostólico Colegio de Propaganda fide del Señor San Fernando de México, practicaron en las sobre dichas Misiones de Sierra Gorda, con el feliz éxito, que queda expresado, y lo propongo a vuestra excelencia por parecerme el más proporcionado, para el restablecimiento de las Misiones, para el alivio y quietud de los miserables Neófitos, para el feliz progreso de las nuevas Conquistas, para el mayor aumento de nuestra Religión Santa, para el honor de la nación, y para poner los límites del dominio del Rey en los verdaderos extremos de esta América Septentrional, como justa, y piadosamente, pide el Señor Fiscal.

 

S. III

15. Las razones, y fundamentos referidos, me obligan a preferir este método de Gobierno, a cualquiera otro. Y prueban claramente, que las Conquistas Espirituales del día, no pueden correr con aquella rapidez, que se experimentó al principio de ellas. Cuando entró en estos Reinos Hernán Cortes halló lugares, Ciudades y Pueblos, bien formados, Civilizados, y abastecidos de todo lo necesario, como lo dicen las Historias, no faltándoles otra cosa, que el conocimiento del verdadero Dios, y de su Santa Ley, con que le debían servir, amar, adorar, y reverenciar. Pero a los Gentiles, que pretendemos Conquistar, les falta todo lo referido, pues andan por lo general desnudos, y vagantes en sus intrincados montes, y dilatados Valles. No alzas más Cosechas, que las que producen los naturales Yerbas de los Campos, las frutas silvestres de los Árboles, y la Caza que mañosamente consiguen con sus flechas, diferenciándose muy poco de los Brutos irracionales. Y por consiguiente a más del trabajo de Civilizarlos, e instruirlos en la vida política, y racional, es preciso apartarlos de la emvejida [sic] ociosidad, en que se han criado, haciéndoles cultivar sus tierras, sembrar las semillas útiles, guardar sus frutos, y como a los primeros imponerles en la Ley Santa de Dios. Lo que no se puede conseguir tan brevemente como se apetece.

16. Es verdad se adelantaran algo más, si la sospecha que tiene el Señor Fiscal, de que nos podemos haber separado, del método, y reglas, que observaron los primeros Conquistadores, y Misioneros, no fuese realidad, y cosa cierta; como para mí lo es. A los principios de la Conquista, considerando, el nominado e invicto Hernán Cortes, lo que importaba, que los naturales respectasen a los Apostólicos Predicadores, y formasen en su mente el concepto, que convenía de sus personas, para que recibiesen con gusto, y amor la Ley de Cristo nuestro bien, que les habían de Predicar: Salió a recibirlos la primera vez a la Calzada de Te-peyac (que ahora llamamos de Guadalupe) e hincado de rodillas, besó la mano a todos, y dijo a los Indios por su Intérprete: "Aunque, yo estoy en nombre del Emperador, gobierno losCuerpos, pero estos Padres vienen en nombre de la Cabeza de la Iglesia, que gobierna las Almas, con autoridad del mismo Dios, que adoramos, para encaminarlas a su Gloria. Todo lo que los Padres mandaren, obedeceréis, y yo he de ser el primero que los obedezca". Y a mí me dicen los Padres Misioneros en repetidas Cartas, que el primer cuidado de algunos Jefes, es decir a los Indios: Que no pidan licencia a los Padres para nada. Que no los pueden castigar, ni hacer perjuicio alguno: Que su autoridad solo se extiende, a confesar, a decir Misa, y nada más. Con esto los Indios forman un bajísimo concepto de los Padres no los respectan, ni miran como Ministros de Dios. Pues ¿cómo recibirán la Ley que les Predican?, ya se deja entender, y la experiencia nos enseña, que los ya convertidos, viven en sus vicios con toda libertad, burlándose de la Corrección de los Padres y faltando sin vergüenza alguna a las obligaciones en que los han impuesto, y así precisamente se atrasan las Misiones fundadas, y las nuevas, no pueden Correr con la velocidad, que al principio de la Conquista, por habernos separado de los antiguos, en un punto tan importante, y necesario.

17. En otro, sí, me parece nos debemos separar de los primeros Conquistadores. Entraron estos a fuerza de armas, y después comenzaron los Padres: más en el día, para la mayor facilidad, y buen éxito dela extensión de la fe Católica, y de la Monarquía, deben ir por delante los Padres desengañando a los Gentiles, atrayéndolos con suavidad, y dulzura a la Ley Santa que profesamos, y a la obediencia de nuestro Católico Monarca, como lo exprese al principio. Y los soldados solo deben servir para el resguardo de los dichos Padres; de los Indios que se convierten de la Misión, y de sus bienes. Y es muy necesario, que estos sean de buena vida, costumbres, para que no escandalicen con su mal proceder; a los Gentiles, Catecúmenos, y Cristianos nuevos; por lo que no conviene que vayan forzados.

18. Algunos de ellos suelen congeniar más que otros con los Misioneros; y con facilidad y amor, ayudan en todo lo que pueden a las maniobras, y se adelante mucho en lo temporal, y Espiritual. Pero algunos Jefes, o por falta de Consideración, o por ostentar su poder, y ciertamente por sugestión del enemigo, quitan estos, y ponen otros, que con su mal vivir destruyen lo conseguido, o a lo menos no queriendo trabajar retardan los progresos de las Misiones. Esto sucede frecuentemente, y es de mucho desconsuelo para los Misioneros. Y acaba de pasar en la de San Antonio de Padua situada veinte y cinco leguas antes de Monterrey, fundose [sic] esta, el día veinte y uno de Julio de setenta, y uno, con la escolta de diez hombres, compuesta de tres soldados de Cuera, cuatro voluntarios, tres Marineros, y dos Indios sirvientes de la California. Todos se aplicaron al trabajo, hasta el mes de Noviembre en que el Capitán de Monterrey, mudó parte de la Escolta, poniendo unos sujetos de tal calidad que desde entonces, ni ellos ni los demás ayudaron en casa alguna de la Misión. Y añade el Padre Predicador fray Miguel Pieras, ministro de la dicha: "Yo me contentara con que fuesen Cristianos, aunque no trabajasen, y que no diesen mal ejemplo a los Gentiles. Pero ni aun eso se puede lograr."

19. Para ocurrir a estos perniciosismos [sic] daños, que ya tienen canas, mandaron los antecesores de vuestra excelencia a los Capitanes Gobernadores, y demás Cabos, diesen a los Misioneros, para la asistencia de sus personas, y escolta de sus Misiones, aquellos Soldados que parecieren al propósito de los Padres y que los mudasen, cada, y cuando lo pidiesen, como se podrá ver en dos Decretos de los Excelentísimos Señores Marqués de Valero, y Duque de la Conquista. El primero dice así:

"Por el presente mando, a los Capitanes, Gobernadores, y demás Cabos de la Provincia de los Tejas, cuiden y miren igualmente a todas las Misiones de los dos Colegios de la Santa Cruz de Querétaro, y Nuestra Señora de Guadalupe de los Zacatecas en escolta, y en todo lo demás. Y aquellos Soldados, que parecieren al propósito de los Padres, para la Compañía, y asistencia de sus personas, les den los Cabos, como los Padres los pidieren, por el buen ejemplo, que allí se requiere: y todos ellos, y los demás, harán, cuanto en servicio de las Misiones se ofreciere, sin poner en ello, escusa, ni embarazo, por convenir al de ambas Majestades. México, y Enero 31 del 1719. Marqués de Valero. Por mandado de Su Excelencia, Antonio Avilés."

El segundo es del el tenor siguiente:

"Por el presente mando al referido Capitán Don Gabriel Costales, que los Soldados que pusiere en las citadas Misiones, sean hábiles, aptos, y equipados del todo, para que puedan asistir a el seguro, asistencia, y resguardo de las Misiones, en la forma que ha sido costumbre, siendo estos, los que los Padres Misioneros de ellas les expresaren, y mudándolos cada, y cuando que los citados Padres lo pidieren, como también ha sido costumbre. Sin que el susodicho Capitán, innove en manera alguna, en lo que por este Superior Gobierno, está mandado, ejecutando todo lo referido, bajo la pena de doscientos pesos. México 16 de Diciembre de 1740 años. El Duque de la Conquista. Por mandado de Su Excelencia, don Josef Gorraez."

20. Con el mismo fin, los propuse a vuestra excelencia en el citado memorial de veinte, y dos de Diciembre de setenta, y uno: y los vuelvo a referir ahora por parecerme medios muy útiles, e importantísimos, para que se logren los piadosos, y Católicos deseos de nuestro amado Monarca, y de vuestra excelencia. Algunos que no miran las cosas, sino por la Corteza, juzgan que solamente se sirve al Rey, con la Espada, Fusil y Bayoneta, que los Padres Misioneros quieren dominar a los Jefes, y Capitanes de los Presidios, obligándoles como queda dicho, a que les den los Soldados, que les piden. Más si se desentraña atentamente lo que es el Real Servicio, conocerán con evidencia, que se practica no menos bien, sin aquellas armas. Pues con solo las de la Luz, desengaño, y Predicación del Santo Evangelio, se ponen en el día las Bárbaras naciones a la obediencia de nuestro Católico Monarca. Así se vio en la fundación de la Misión de San Gabriel de los Temblores, pues como represente a vuestra excelencia en veinte y dos de Julio último; con solo manifestar los Padres un lienzo de la Santísima Virgen de los Dolores, a una numerosa, y armada multitud de Gentiles, que gobernados de dos Capitanes, con espantosos alaridos, procuraron impedir dicha fundación, consiguieron su total sosiego, y rendimiento: pues a la vista de la Santísima Señora, tiraron todos a tierra sus arcos, y flechas, y los dos dichos Capitanes se quitaron del Cuello los abolorios, que tanto aprecian y los pusieron a los pies de la Soberana Reina. Ayudaron con su trabajo, a construir, las fábricas, y habitación para defenderse todos de las inclemencias del tiempo. Convocaron a todas las Rancherías del contorno, que en dilatadas concursos de hombres, mujeres, y niños iban a ver a la Santísima Virgen, cargados de varias semillas, que dejaban a los pies de la Soberana Reina, y entregaban sus hijos a los Misioneros para que les enseñasen la Ley de Dios. Todo se consiguió con la dicha demostración sin el uso de las otras armas, de que los Gentiles hacían, poco, o ningún aprecio.

21. Los padres no pretenden dominar a los Jefes, ni a los Soldados, si desean y quieren, como deben, que los dichos, no destruyan con su mal vivir; lo que se consigue con su Apostólica Predicación, y si con sus Paternales amonestaciones, no pueden remediar los Escándalos; piden justísimamente que los Jefes quiten, y tengan en su Compañía los autores de ellos; para que el temor del Castigo les contenga, y les den otros que con su vida arreglada, les ayuden. ¿Qué sentimiento [de] pena, y dolor, no tendrá un pobre Misionero, cuando ve peligrar la pobre Cristiandad por los malos procederes de los que la debían defender? ¿Y será por ventura exceso del Misionero, que pide el remedio de este daño? En estos términos se explica el Padre Predicador fray Luis Jaime, Ministro de la Misión de San Diego en su Puerto, escribiendo al Padre Presidente fray Francisco Palou, con fecha de veinte, y uno de Agosto de este año:

"Siento muchísimo, que lo que no puede lograr el Demonio por medio de los Gentiles, lo haya de alcanzar por medio de los Cristianos::: Los alborotos, que en algunas Rancherías de las más vecinas ha habido, ha sido por haberles cogido los soldados sus mujeres. Cuando enseñé en la Iglesia a los primeros adultos, les dije, que la Lujuria era mala, y me respondieron, que ellos ya la tenían por mala, y que los Gentiles todos se guardaban muy bien de Coger la mujer que no era suya. Los Soldados (le respondieron hacen cosas malas, pero nosotros no; y en realidad (prosigue el dicho Padre) hasta la presente, no he reparado una mala acción entre ellos. Todos tienen por cosa mala quebrantar los Mandamientos naturales y los observan más que muchos de los Cristianos antiguos".

Hasta aquí dicho Padre, su fortuna y la nuestra en parte esta (Señor Excelentísimo, en que como me escribe el Padre Predicador fray Miguel Pieras con fecha de veinte y dos de Junio del Corriente año, hablando con los Gentiles de San Antonio de Padua cuyo ministro es, dice: "Son de altísima comprehensión [sic], y en lo substancial tienen entendido, el fin de nuestra venida, en qué Consiste la vida del Cristiano: La diferencia de Padres, a Soldados, y el Oficio, y destino de cada uno".

22. Esto sirve en algún modo para contener los Alborotos, que puede causar la incontinencia de algunos Soldados; porque ya les pueden decir los Padres, que también hay Infierno para ellos si no cumplen con su obligación. Pero como quiera, que este conocimiento no es general en todos, siempre será necesario que vuestra excelencia a imitación de sus antecesores, en el nuevo método que se regle, mande se observen los referidos Decretos. Y a los Jefes, que celen con muchísimo cuidado la observancia de la Santa Ley de Dios, guardando una buena, y Cristiana armonía con los Misioneros, asegurándoles, que no perderán por eso con vuestra excelencia, ni para con nuestro Católico Monarca, su estimación, ni el honor de Oficiales obedientes al Rey, leales a la Corona, como alguno ha proferido repetidas veces, sino, que antes será todo esto de su Superior agrado, y de la Real complacencia de Su Majestad (que Dios guarde) con vuestra excelencia en su Santo amor, gracia, Salud, y toda felicidad ms. as. Colegio Apostólico de San Fernando de México, y Noviembre quince de mil setecientos setenta, y dos años. Fray Rafael Verger. Guardián.