Apéndice

 

Ediciones consultadas

• Diógenes Laercio: H. S. Long (ed.), Diogenis Laertii vitae philosophorum, 2 vols., Oxford, Clarendon Press, 1964.

• Luciano de Samosata: A. M. Harmon (ed.), Lucian, vol. 2., Cambridge, Mass., Harvard University Press, 1915.

• Sexto Empírico: H. Mutschmann (ed.), Sexti Empirici opera, vol. 1, Leipzig, Teubner, 1912.

• Plutarco, Moralia: R. Westman & M. Pohlenz (edd.), Plutar-chi moralia, vol. 6.2, Leipzig, Teubner, 19592.

• Simplicio (texto 6): H. Diels (ed.), Simplicii in Aristotelis physicorum libros octo commentaria, 2 vols. (Commentaria in Aristotelem Graeca 9 & 10, Berlin, Reimer, 9, 1882; 10, 1895).

• Simplicio (texto 10) K. Kalbfleisch, Simplicii in Aristotelis categorias commentarium (Commentaria in Aristotelem Graeca 8, Berlin, Reimer, 1907).

• Galeno: K. Gabler (ed.), Libellus de captionibus quae per dictionem fiunt ad fidem unius qui superest codicis editus [Dissertatio inauguralis], Rostock, 1903.

• Cicerón: Harris Rackham (ed.), en Loeb Classical Library.

A continuación cito in extenso los pasajes a los que me refiero en este artículo. A excepción de los textos 4 y 7, los demás no están acompañados de un aparato crítico y, por ende, no se toman en cuenta otras lecturas que pudieran afectar el significado filosófico de los textos.

 

1a Diógenes Laercio 7.43-44

La dialéctica se divide en un área concerniente a los significados y otra al sonido vocal; y el [área] de los significados [se divide] en área de las presentaciones y de los decibles que a partir de ellas subsisten: proposiciones, [que son decibles] completos, predicados —tanto activos como pasivos—, géneros y especies y, de manera similar, argumentos, modos de argumento, silogismos y sofismas que dependen del sonido vocal y de los estados de cosas. Entre esos sofismas se encuentran los argumentos "del mentiroso", "del que dice la verdad", "del que niega los argumentos", "del sorites" y, los defectuosos, aporéticos y los conclusivos, que se asemejan a ellos. Los argumentos "del velo", "del cornudo", "del no-alguien" y "del segador". Corresponde también a la dialéctica el área peculiar, antes mencionada, que se refiere al sonido vocal mismo, en la cual se muestra la expresión escrita y cuáles son las partes del discurso, la cual se refiere al solecismo, al barbarismo, la poesía, la ambigüedad, la expresión melodiosa, la música, y, de acuerdo con algunos [estoicos], a las definiciones, las divisiones y las expresiones.

 

1b Sexto Empírico PH 2.229-231

Con probabilidad no esté fuera de lugar enfocarnos brevemente en la teoría de los sofismas, pues quienes veneran la dialéctica misma dicen que también es necesaria para la solución de éstos. En efecto, afirman, si ésta es capaz de identificar argumentos verdaderos y falsos, y los sofismas también son argumentos falsos, también debe ser capaz de distinguirlos a ellos, que ultrajan la verdad por medio de su aparente verosimilitud. Por ello, los dialécticos, saliendo al rescate de nuestra vacilante vida, intentan con empeño enseñarnos la concepción de los sofismas, sus diferencias y sus soluciones, al decir que un sofisma es un argumento convincente, pero, un hecho engañoso, de tal modo que es aceptada su conclusión, que es falsa o igual a una falsa o no-evidente o de otra forma inaceptable. Por ejemplo, es falsa como en el caso de este sofisma: "nadie da a beber un predicado; pero beber ajenjo es un predicado; por lo tanto, nadie da a beber ajenjo". En cambio, [la conclusión] es igual a una falsa como en éste: "aquello que ni era ni es el caso, no es absurdo; pero ni era ni es el caso que el médico en cuanto médico cometa un asesinato; <por lo tanto, no es absurdo que el médico en cuanto médico cometa un asesinato>". Por otra parte, [la conclusión] es no manifiesta de este modo: "no ambas son el caso: te he hecho una primera pregunta y no es par el número de estrellas; pero te he hecho una primera pregunta: por lo tanto, el número de estrellas es par". Y [la conclusión] es de otra forma inaceptable como en los argumentos que enuncian solecismos, por ejemplo: "lo que ves existe; pero ves una alucinación; por lo tanto, la alucinación existe".

 

1c Diógenes Laercio 7.79

Además, de los argumentos, algunos son verdaderos, otros, falsos. Verdaderos son los argumentos que concluyen a través de [premisas] verdaderas, por ejemplo: "si la virtud beneficia, el vicio daña"; [pero por cierto la virtud beneficia; por lo tanto, el vicio daña]. Falsos son los argumentos que poseen una de sus premisas falsa o son inválidos, por ejemplo: "si es de día, hay luz; es de día; por lo tanto, Dión vive".

 

2 Luciano, Vit. auc. 22

CRISIPO: Pero mira: ¿tienes un niño?

COMPRADOR: ¿Y qué?

CRISIPO: Si al encontrarlo paseando cerca del río, un cocodrilo de algún modo lo rapta y enseguida te promete entregarlo si dices con verdad lo que le parece a él respecto de la entrega del crío, ¿qué le dirás que sabes?

COMPRADOR: Preguntas algo difícil de responder, pues me confunde con cuál [de las respuestas], al pronunciarla, recobraría [a mi hijo]; tú, en cambio, ¡por Zeus!, sálvame al niño respondiendo [la pregunta con verdad], para que [el cocodrilo] no se precipite tragándoselo.

CRISIPO: No temas, pues habré de enseñarte otras cosas aún más sorprendentes.

COMPRADOR: ¿Cuáles son?

CRISIPO: "El Segador", "el Maestro" y, sobre todo, "la Electra", es decir, "el Encapuchado".

COMPRADOR: ¿Cuál es "el Encapuchado" y cuál es "la Electra"?

CRISIPO: Electra es aquella famosa, la de Agamenón, la cual conoce y al mismo tiempo no conoce las mismas cosas. En efecto, al ponerse Orestes junta a ella sin aún darse a conocer, ella conoce a Orestes, porque es su hermano, pero ignora que éste es Orestes. También escucharás "el Encapuchado", un argumento sumamente sorprendente. Respóndeme: ¿conoces a tu propio padre?

COMPRADOR: Sí.

CRISIPO: Pues bien: si habiendo colocado frente a ti a alguien encapuchado, [te] pregunto si lo conoces, ¿qué [me] dirás?

COMPRADOR: Obviamente que ignoro [quién es].

CRISIPO: Sin embargo, esta misma persona era tu padre. Por consiguiente, si ignoras quién es, es claro que ignoras quién es tu padre.

 

3 Diógenes Laercio 7.186-187

[Crisipo] el filósofo también ponía a consideración argumentos como los siguientes: "quien divulga los misterios a los no-iniciados es impío; pero el hierofante, al menos, divulga <los misterios> a los no-iniciados; por consiguiente, el hierofante es impío". Otro más: "lo que no está en la ciudad, tampoco está en la casa; no hay un pozo en la ciudad; por consiguiente, tampoco hay uno en la casa". Otro más: "existe cierta cabeza, pero no la tienes; pues bien, existe una cabeza que no tienes; por consiguiente, no tienes una cabeza". Otro más: "Si alguien está en Megara, no está en Atenas; pero un hombre está en Megara; por consiguiente, un hombre no está en Atenas". De nuevo: "si pronuncias algo, eso pasa por tu boca; pronuncias carro; por consiguiente, un carro pasa por tu boca" y "si no has perdido algo, lo tienes; no has perdido unos cuernos; por lo tanto, tienes unos cuernos". Otros dicen que éste es de Eubúlides.

 

4 Cicerón, Acad. 2.95

nempe fundamentum dialecticae est quidquid enuntietur (id autem appellant , quod est quasi effatum) aut verum esse aut falsum. quid igitur haec vera an falsa sunt: "si te mentiri dicis idque verum dicis, mentiris <*> verum dicis"? Haec scilicet inexplicabilia esse dicitis, quod est odiosius quam illa quae nos non comprehensa et non percepta dicimus. Sed hoc omitto, illud quaero: si ista explicari non possunt nec eorum ullum iudicium invenitur ut respondere possitis verane an false sint, ubi est illa definitio, effatum esse id quod aut verum aut falsum sit?

mentiris <*> verum dicis lac. ind. edd. : [idque verum dicis], mentiris <et> verum dicis Plasberg : mentiris <an> verum dicis Schütz : mentiris <et, si te mentiri dicis, idque mentiris> verum dicis Hülser : mentiris <et, si mentiris,> verum dicis Mignucci : mentiris <et> verum dicis Barnes-Bobzien-Mignucci

Claramente es fundamento de la dialéctica que aquello que se enuncia (a esto lo llaman axioma, es decir, proposición) es o bien verdadero o bien falso. Pues bien ¿qué son éstas [sc. proposiciones], verdaderas o falsas: "si dices que mientes y en esto dices la verdad, mientes <y, si mientes, > dices la verdad"? Ustedes dicen que son inexplicables, lo cual es aún más repugnante que aquellas que decimos que no comprendemos y no percibimos. Pero dejo esto de lado y [me] pregunto lo siguiente: si éstas [sc. proposiciones] no pueden explicarse y ningún juicio respecto de ellas se descubre que les permita a ustedes responder si son verdaderas o falsas, ¿dónde está aquella definición, según la cual [una proposición] es aquello que o bien es verdadero o bien es falso?

 

5 Plutarco CN 1059D-E

Este hombre me parece echar abajo y hundir la costumbre con gran ahínco y destreza como ocasionalmente lo testifican los que lo veneran, cada vez que se enfrentan con él respecto del "Mentiroso". En efecto, ¿a qué clase de concepción de demostración o de preconcepción de prueba no derriba el negar que es falsa sin restricción una conjunción que se obtiene por medio de [proposiciones] contradictorias indefinidas y, asimismo, afirmar que en ciertos argumentos que poseen premisas verdaderas y [llevan a cabo] una inferencia congruente, las contradictorias de sus conclusiones también son verdaderas? En todo caso, dicen que el pulpo carcome sus propios tentáculos en la época de invierno, pero la dialéctica de Crisipo, al destruir y amputarse sus principales partes y principios, ¿a cuál de las demás concepciones ha dejado fuera de sospecha?

 

6 Simplicio, in Phys. 1299, 35-1300, 10

Comenzando a partir de estos argumentos, dice Alejandro [de Afrodisia], es posible mostrar que, en los estoicos, las proposiciones que algunos llaman "cambiantes de forma indeterminada" no son tales. Éstas son de este tipo: "Si Dión está vivo, Dión estará vivo", pues si bien esto es verdadero ahora (teniendo como antecedente la proposición verdadera "Dión está vivo" y como consecuente verdadero "estará vivo"), sin embargo, llegará un momento en que, siendo verdadera la premisa adicional "pero Dión está vivo", el condicional cambiará [de valor de verdad] a falso, en virtud de que llegará un momento en que, siendo todavía verdadera "Dión vive" [ya] no será verdadera "y estará vivo": al no ser ésta verdadera, el condicional en su conjunto, al ser cambiante, se volvería falso. En efecto, no siempre [es verdadera] "estará vivo" cuando "está vivo" es verdadera, pues de ese modo Dión sería inmortal. Pero, por cierto, no será posible decir definidamente cuándo, al estar vivo él, no será verdadera "estará vivo". Por ello, dicen que el cambio [de valor de verdad] de tales proposiciones ocurre en un tiempo indefinido e indeterminado.

 

7 Diógenes Laercio 7.82

También hay algunos argumentos aporéticos: "los encapuchados", "los ocultos", "los montones", "los cornudos" y "los no-alguien". "El encapuchado" es como éste <*>. <"El montón" es como éste:> no es el caso que "dos" sean pocos, pero que "tres" no lo sean, ni que éstos [lo sean] pero "cuatro" no lo sean, y así hasta llegar a "diez". Sin embargo, dos son pocos, por consiguiente también lo son "diez". <*> "El no-alguien" es un argumento concluyente que, al tener una premisa adicional y una conclusión, está formado por una proposición indefinida y una definida [como primera premisa], por ejemplo, "si hay una persona aquí, ésta no está en Rodas. <Pero hay una persona aquí; por consiguiente, no hay una persona en Rodas.>

 

8 Diógenes Laercio 7.62

Una ambigüedad es una expresión que, lingüística y estrictamente, significa dos o incluso más estados de cosas y de acuerdo con el mismo uso, de manera que, conforme a esa expresión, se admiten simultáneamente los múltiples [significados]. Por ejemplo, auletris peptoke pues por sí misma [esta expresión en griego] revela lo siguiente: "una casa tres veces se ha caído" o "Una flautista se ha caído".

 

9 Galeno, Soph. 595, 8-596, 15

Deben tomarse en cuenta las mismas diferencias entre las llamadas "ambigüedades". En todo caso, se enuncian ocho por parte de los [estoicos] más agudos. Una primera es la que llaman común al [nombre] dividido y al indivisible, tal como la [ambigüedad] "AULETRISPESOUSA", pues es común al nombre "auletris" [en la oración "auletris pesousa": "la flautista que cayó"] y al nombre dividido [sc. "aule tris" en la oración "aule tris pesousa": "una casa que cayó tres veces"]. Una segunda se da respecto de la <homonimia> en [nombres] simples, por ejemplo "masculino", pues [masculino] es abrigo u hombre. Una tercera se da respecto de la homonimia en [nombres] compuestos, por ejemplo, "es hombre", pues es ambiguo si la expresión significa la substancia o el caso nominativo. Una cuarta se da respecto de la omisión como "de quién eres?", pues se omite el término medio, por ejemplo, "del amo" o "del padre". Una quinta se da respecto del pleonasmo, como la de este tipo: "le prohibió no velear". En efecto, la palabra "no", al agregarse, hace que el todo tenga un doble sentido respecto de si [el hablante] le prohibió velear o no velear. Dicen que una sexta es la que no dejó claro qué parte asemántica se construye con cuál, como en la [expresión] "KAINUKENHPARELASSEN". En efecto, la letra <"H"> es <o bien primera, o final, o> disyuntiva. Una séptima es la que no muestra qué parte semántica se construye con cuál, como en la [expresión]: "a cincuenta de cien hombres dejó el 'noble' Aquiles". Una octava es la que no muestra qué se refiere a qué, como podrías encontrarla en la <expresión> "Dión es también Teón", pues no es patente si se refiere a la existencia de ambos [sc. Dión es y también Teón, es decir, ambos existen] o a algo tal como "Dión es Teón" y al revés [es decir, existe una identidad entre ambos: son la misma persona].

 

10 Simplicio, in Cat. 24, 9-21

Y argumentan correctamente [al decir] que las homonimias manifiestas proceden de las cosas cada vez que, al pronunciarse el mismo nombre, proponemos, yo, una concepción y tú, otra, respecto del nombre, como cuando al haberse pronunciado el nombre "perro" yo pensé, por mi parte, en el perro terrestre, pero tú, en el perro marino. Por ello, en los silogismos que descansan sobre una homonimia, los dialécticos nos sugieren callar hasta que la persona que pregunta remita la palabra a otro referente. Por ejemplo, si alguien pregunta si "el abrigo" es masculino, concordaremos (si resultara que es masculino). Y si preguntara si "el masculino" es animoso, también concordaremos, pues es cierto. En cambio, si dedujera que, por lo tanto, "el abrigo" es animoso, en esa circunstancia recomiendan distinguir la homonimia de "masculino" y mostrar que se predica de una manera del abrigo y de otra distinta de quien tiene valentía. Por consiguiente, en sentido estricto, [son] los estados de cosas, pero no los nombres, los que producen la homonimia.

 

11 Plutarco, Comm. Not. 1084C-D

Y que ustedes no se disgusten si son conducidos por el argumento que [avanza] poco a poco hacia esos casos, acordándonos de Crisipo que en el libro I de sus Investigaciones Físicas concluye así: no es el caso que la noche sea un cuerpo, y la tarde, el alba y la medianoche no sean cuerpos; tampoco es el caso que el día sea un cuerpo, pero que no sea un cuerpo el primer día del mes, el décimo, el quinceavo, el trigésimo, el mes [entero], el verano, el otoño y el año.